Lo primero que pensamos al despertar es que si Qatar Airways no llega a hacernos el favor de adelantarnos el vuelo, a esas horas de ese 4 de agosto, hubiéramos estado aún algo lejos de esta isla... (importante coger un vuelo que llegue temprano por la mañana)
Ya descansados de tanto traslado nos levantamos tranquilamente y desayunamos lo que Mohamed nos había preparado. Todos los desayunos nos gustaron y cada día nos ponía uno diferente.

Luego cogimos las bicis y al lío. Primera parada: nuestra playa secreta. Como me dolía mucho la cabeza me quedé descansando debajo de la vegetación, mientras los chicos se metían a hacer snorkel. Cuando salieron volvimos a entrar los tres, pues me hicieron los dientes largos y no me pude resistir... Tortugas, tiburones y muchos peces distintos, a cada cuál más bonito.

A medio día fuimos a comer al Food Land -que nos quedaba pegado al hotel- unos fideos fritos con atún, un té frío cada uno y un jugo de papaya por 424 Rufiyaas (27euros). Por cierto, tengo las fotos de la carta por si os interesa.

Por la tarde dimos una vuelta a toda la isla en bici. La bikini beach del columpio, desde donde se puede ver el amanecer, es muy chula. Nos gustó mucho, aunque había mucha corriente y el baño era algo complicado. El snorkel imposible ya que queda algo lejos el reef y no se podía llegar por dicha corriente.
Lo que más disfrutamos este día fueron nuestros paseos en bici...

De ahí fuimos a la otra bikini beach, la que está más cerca del famoso palmeral de la isla y compramos fruta en el puesto que hay allí para el día siguiente: 5 plátanos, 4 maracuyás, 1 coco y el dulce maldivo que nos obsequió por 49 Rufiyaas (3€).

Ya en el hotel y un poco descansados y duchados, fuimos a cenar espaguetis con atún y tomate, ensalada y patatas con zumo natural y de postre papaya y sandia.
