Con mucha pena, tocaba dejar La Cánea y seguir nuestra ruta por Creta.
Este último día en la zona no lo teníamos muy claro, ya que decidimos cambiar el orden previsto inicialmente. Y menos mal, porque si llegamos a ir a Rétino tras visitar Akrotiri, no nos hubiera dado tiempo de hacer tantas cosas.
Inicialmente teníamos previsto visitar el Castillo de Frangokastello y la playa, pero no nos merecía la pena invertir tanto tiempo sólo en desplazamientos.
Quisimos acercarnos a Chania para visitar el Museo Arqueológico, pero no tuvimos en cuenta que cierra los martes. Gran error.
A pesar de levantarnos temprano, mientras desayunamos (aprovechando la terraza) e hicimos las maletas se nos fue un poco la hora.
Cuando estuvimos el día anterior en la Playa de Stavros nos fijamos en una cueva que había en la imponente montaña que, sin saberlo, nos separaba de la maravillosa playa de Katholiko. Buscamos información en Google y nos llamó la atención.
Como nos van los retos, allí que nos encajamos: goo.gl/maps/LYeGcCU8cc4c5Fz16
La subida no nos llevó unos 20-25 minutos. Al ser relativamente temprano hubo un gran tramo con sombra, lo que era de agradecer.
Desde la cueva disfrutamos de unas de las mejores vistas, y foto, del viaje. Sin ningún tipo de duda
Sol, calor y esfuerzo, con la recompensa de un último baño en Stavros antes de dejar La Cánea.
Pasadas las 11 horas volvimos al apartahotel a recoger la maletas.
Hicimos una breve parada en el Lago Kournas (goo.gl/maps/AWXmqu8migsBxyYT9) para conocerlo y darnos un baño.
Sobre las 13:30 pusimos rumbo a Giorgiopolis, donde íbamos a parar para almorzar en el restaurante Nostos (goo.gl/maps/2VTKYQMxMtu7d8FB7)
Por si os sirve de referencia, aparcamos aquí: goo.gl/maps/s1mgpj1BMvVaajdX6
Nosotros es un restaurante tranquilo, agradable, familiar y con una buena rcp.
Comimos a base de generosos entrantes para compartir: flores de calabacín rellenas, albóndigas en guiso, calamares fritos y guiso de fabes. Bebimos cerveza y vino de la casa.
Tras el almuerzo nos acercamos a visitar la curiosa Capilla de San Nicolás (goo.gl/maps/oYnnm4ZdjT2c5dEu5), que está construida en un espigón sobre el mar, que teníamos que cruzar para acceder.
Como íbamos bien de hora nos paramos a tomar unos cafés en un chiringuito cercano y dimos una vuelta por los alrededores.
Ahora sí, nos pusimos en camino hacia Rétino/ Rethymno.
Rétino es una ciudad preciosa, pero tiene un gran problema con el aparcamiento.
Teníamos anotado tal hecho, así como posibles lugares para estacionar.
Nuestro alojamiento estaba situado en pleno centro, así que intentamos acceder en coche para, al menos, dejar las maletas. Pero fue imposible.
No sabíamos que hasta el mes de octubre-noviembre el acceso en coche al casco antiguo está cortado. Así que tras varios intentos desistimos y optamos por buscar aparcamiento.
En este lugar suele haber sitio si se va temprano: goo.gl/maps/FPmRbXwGE9ED682x5
El único problema es que no se puede aparcar los sábados, ya que montan un mercadillo.
En caso de no encontrar sitio habrá que buscar alrededor del estadio (goo.gl/maps/ALg6kt7LKr98cLxu5) o en la cercana calle Ioannou Melissinou, aunque a pesar de ser transitable dispone de pocas plazas de aparcamiento.
Paciencia y suerte, no hay otra.
Desde esa zona se llega al centro de en unos 7-8 minutos con las maletas a cuestas.
Tras dejar las maletas hicimos una visita por Porta Guora, Muelle veneciano, Faro, Iglesia Metropolitana, Iglesia de San Antonio y alrededores.
Nos acercamos a la fortaleza (goo.gl/maps/bgEgcb8Y2HSCfsDz7) un poco tarde, pues cerraba a las 20 horas.
Aún así pudimos visitarlas rápidamente y ver allí la impresionante puesta de sol. La entrada es cara para lo que se ve, pero no había otra.
De camino al hotel paramos también en la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles.
Hablemos del alojamiento. Buscando, allá por el mes de junio, no encontramos gran cosa, pues todo estaba agotado. Pero dimos con este hotel que nos llamó poderosamente la razón: Hamam Oriental Suites (goo.gl/maps/Ra9jDzaLWpfbcSZf9)
Son unos antiguos, y originales, baños turcos del siglo XVII construidos sobre los restos de un edificio veneciano del siglo XVI. Fue el primer baño público de la ciudad y funcionó como tal hasta principios del siglo XX.
Tiene un total de cinco suites, y nosotros elegimos la que tenía hammam privado en la propia habitación (www.hamamsuites.com/?page_id=206).
Espectacular, no hay otra palabra que defina la habitación.
Tras descansar un poco y darnos el primer baño turco, fuimos a cenar un poco tarde.
Rétino tiene mucho encanto, ya que es una ciudad pequeña y coqueta. Lo que no esperábamos era el ambiente tan animado que tenía.
Eso hace que las tiendas y restaurantes cierren bastante tarde.
Optamos por cenar en Othonas (g.page/Othonas_taverna), y acertamos.
La atención fue exquisita en todo momento. Nos dejamos aconsejar por el dueño tanto para el vino (de los pocos que bebimos en botella, un rosado bastante bueno) como para la comida.
Pedimos taramasalata como entrante, y de primeros tallarines con feta y verduras (calabacín, pimiento verde, tomate y berenjena) y kritharoto (una especie de híbrido entre rissoto y kritharaki/orzo, una pasta de cebada imitando la forma del arroz) con langostinos, gambas y ouzo. De las mejores pastas que probamos en el viaje.
Y como viene siendo habitual, postre y raki cortesía de la casa. Todo por algo menos de 50 €
Dimos un tranquilo paseo por los animados alrededores y nos fuimos a descansar tras un largo e intenso día.