El cansancio acumulado hizo que no tuviéramos prisa en levantarnos de modo que, por un día, salimos a la carretera, tras rellenar el depósito, casi a las 9 de la mañana. En nuestra ruta teníamos como opción, la visita a Spitzkoppe, pero primero valoramos si realmente queríamos llegar tan lejos.
Calculamos que necesitaríamos, además de las 4 horas para recorrer los casi 400 km de la B2 entre Swakopmund y Windhoek, otras 6 o 7 para llegar a Spitzkoppe, caminar hasta el arco de piedra y regresar a la B2. Eso suponía, en el mejor de los casos, un total de unas 11 horas, por lo que, viendo lo tarde que se nos había hecho, era seguro que hasta las 9 de la noche no llegaríamos a la capital. Si a eso sumamos la mala fama que tenían las pistas D1918 y D3716, se nos estaban quitando las ganas de llegar hasta el desafortunadamente bautizado “Matterhorn” namibio. Por si fuera poco, a la salida de Swakopmund había obras con bastantes tramos con circulación alterna por un solo carril para ambos sentidos, lo que todavía nos retrasó más, de modo que cuando llegamos al desvío a Spitzkoppe, eran ya las 11, por lo que desechamos del todo la excursión. Creo que hicimos bien pues cuando se terminaron las obras y volvimos a la “carretera normal” (unos 40 km más allá de Usakos) era casi la una de la tarde, quedándonos todavía otras 3 horas largas hasta Windhoek, pues queríamos parar en Okahandja para visitar al menos uno de los dos mercados de artesanía, cosa que hicimos durante casi una hora, donde adquirimos abundantes recuerdos para nosotros, familiares y amigos. Es recomendable comprar todo en la misma tienda (si les falta algo, no os preocupéis, pues irán a la de al lado y nos lo traerán, sumándolo al lote), ahorraremos tiempo (el regateo puede llegar a ser insufrible) y, sobre todo, dinero, pues será más fácil hacer un pago único (sobre todo si es en efectivo) que aglutine todas las compras obteniendo un mayor descuento.

Serían las 3 cuando tomamos la única carretera categoría “A” que hay en Namibia, o lo que es lo mismo, una buena autopista de 2-3 carriles por sentido, con arcenes, vallas protectoras y cruces a distinto nivel, que en una hora o “dos bolsas de patatas fritas”, nos llevaron a la capital.
El “Maps.me” se portó bien y llegamos sin pérdida a nuestro alojamiento para las 2 noches siguientes. El “Stern Selfcatering” es una especie de motel (son apartamentos muy amplios) que está al principio de la calle Tal (simpático nombre y muy segura, porque al lado está el Ministerio de Defensa namibio), solo a 5 minutos caminando del Centro Nacional de Artesanía (precios fijos pero asequibles y con productos de calidad, para nosotros mucho más recomendable que los dos famosos mercados de Okahandja, donde hay menos variedad y donde, con tanto regateo, al final puedes pagar más de la cuenta), a 10 del centro comercial más grande y completo de la ciudad y a 15 del centro de Windhoek. Tiene espacio para 3-4 coches en la puerta (vigilado, pero no cerrado). El personal de recepción fue amable y eficaz. Nuestro apartamento estaba al final de un pasillo exterior (había que subir media escalera) y era muy grande. Hall de entrada (doble puerta: madera y reja), baño grande (inodoro, lavabo, espejo y ducha con mampara, algo castigada, pero con buena agua caliente y toallas razonables) con ventana exterior. Una cocina grande (frigorífico de 2 puertas, microondas, tostador, cafetera, cocina y hasta lavadora) con mucha encimera y dos taburetes de desayuno. Una sala con un gran sofá en L (con alguna mancha) y TV con canales internacionales. Un gran dormitorio con dos camas grandes (colchones, edredones y sábanas blancas aceptables), armario, mesillas, dos butacas, gran espejo, cortinajes opacos y aire acondicionado. Limpieza suficiente (suelo de baldosa en todo el apartamento) y wifi bueno. Decoración neutra pero agradable. El sueño fue mediocre pues nuestros ventanales (cristales de poca calidad) daban a una avenida con bastante tráfico. Como era de esperar en estas latitudes, en la cocina aparecieron algunos bichitos, pero nada preocupante. Menaje de cocina algo escaso y muy dispar. Recomendable por estar céntrico, tener un nivel general medio y una relación calidad-precio imbatible, ya que las dos noches (sin desayuno) fueron 1.292 ND (unos 66€).

Como al final llegamos con bastante luz por delante (serían las 4 y pocos minutos), tras descargar el equipaje, tomar la habitación y poner la lavadora (pues estábamos a mitad de viaje y tocaba recuperar ropa) comprobamos que, realmente, estábamos muy cerca de todo, por lo que nos encaminamos hacia la zona alta de la ciudad, y que, efectivamente, resultó ser “alta” pues las cuestas no eran ninguna broma. Windhoek (pronúnciese “Wuinduk” si queremos que nos entiendan) es una ciudad donde vive medio millón de habitantes de los casi 3 que tiene el país y que tiene la mayoría de calles en llano (en cuadrícula), pero al tiempo, su tercio norte se asienta sobre una pronunciada ladera, lo que provoca esos fuertes desniveles en cuanto nos descuidamos. Pasamos por delante de la Christuskirche, su catedral luterana, que parece hecha de galletas de jengibre y que estaba cerrada. Al lado hay algunos monumentos que dejamos para visitar al día siguiente pues, estaban igualmente cerrados. Cruzada la Independence Avenue nos metimos en una zona peatonal con edificios de diseño moderno y bastante altura, pero que, siendo domingo por la tarde, estaba desolada al estar todo cerrado (comercios, restaurantes, oficinas…). Casi sin darnos cuenta tropezamos con una especie de fuente, donde se ubica el “Gideon Meteorite” (no confundir con el meteorito Hoba, en Grootfontein), que en 1838 se estrelló por aquí cerca, en una zona de unos 360 km de largo por 110 de ancho, dejando 77 trozos, de los que alguno llegó a pesar nada menos que 650 kg.


Aun tuvimos tiempo de acercarnos al centro comercial que estaba a un paso, enorme y lujoso, pero donde quedaban pocas tiendas abiertas (¡que manía con cerrarlo todo a las 6 o las 7!), si bien pudimos cenar en un local bastante agradable.
Ya de noche, volvimos a nuestro alojamiento, donde casi se había secado la colada y nos dispusimos para pasar nuestra primera noche en la capital namibia.