![]() ![]() Suiza en tren con Swiss pass ✏️ Blogs de Suiza
Un viaje a Suiza en tren con la Swiss passAutor: Ctello Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (4 Votos) Índice del Diario: Suiza en tren con Swiss pass
01: Recorrido
02: DATOS PRÁCTICOS
03: GINEBRA
04: LAUSANNE, VEVEY Y MONTREUX
05: FÁBRICA DE QUESO, GRUYÈRES, CHOCOLATE CALLIER, CHILLON, ROCHERS DE NAYE
06: MONTREUX Y PASEO DE LAS FLORES AL CASTILLO DE CHILLON, TREN GOLDEN PASS A
07: LAUTERBRUNNEN, CATARATAS DE TRUMMELBACH, TELEFÉRICO A GIMMELWALD (subida
08: TREN A ZERMATT. VISITA AL PUEBLO. SUBIDA AL GORNERGRATBAHN (Cervino)
09: TREN GLACIER EXPRESS A CHUR. VISITA A CHUR. VISITA A AROSA.
10: VISITA A VADUZ ( Liechtenstein), MAIENFELD (Pueblo de Heidi), SAN GALLEN
11: BERNINA EXPRESS. TIRANO . AUTOBÚS BERNINA EXPRESS. LUGANO
12: BELLINZONA. TREN y BARCO WILHELM TELL. LUCERNA
13: MONTE PILATUS. STANSERHORN.ALTDORF. BÜRGLEN. SCHWYZ
14: BERNA Y ZURICH
15: BASILEA. REGRESO A BARCELONA DESDE ZURICH
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Etapas 13 a 15, total 15
Una de las excursiones más típicas desde Lucerna es subir a la cima del Pilatus. Lo más normal es que los turistas hagan lo que se llama “Golden Round Trip”, es decir, ir a Alpnachstad en barco (50-90 minutos), desde allí coger el cremallera a la cima (unos 30-40 minutos) y bajar primero en un telecabina de gran capacidad y luego en pequeñas cabinitas suspendidas hasta Kriens, desde donde se regresa a Lucerna o a la inversa.
Nosotros (debido al poco tiempo y a mi poco amor por las alturas) optamos por ir en tren (incluido en la Swiss pass) a Alpnachstad y allí mismo comprar los billetes de ida y vuelta del cremallera a mitad de precio. Se trata del ferrocarril de cremallera más empinado del mundo, con una inclinación máxima del 48%. ![]() Atraviesa bosques, praderas y precipicios hasta llegar a lo alto, desde donde, con un día claro, se obtiene preciosas vistas de Lucerna, el lago de los Cuatro cantones, las montañas de Rigi, Bürgenstock, Titlis (la del teleférico giratorio) y Stanserhorn. Pero… ay la niebla en Suiza que siempre lo cubre todo. En la cima del Pilatus hay de todo, desde un hotel de lujo a restaurantes, pistas de trineos, paseos, etc. Al cabo de un rato por allí arriba (y bien abrigados porque hace mucho frío- hay quien dice que ha pasado más frío en el Pilatus que en el Jungfraujoch-) bajamos de nuevo y fuimos a la estación para coger un tren que nos llevara a Stans. Muy cerca de la estación se encuentra el punto desde donde puedes subir al Stanserhorn que antes mencionaba. Ésta fue otra de las cosas improvisadas del viaje. Antiguamente, y desde 1893, un funicular de madera abierto subía hasta la cima en tres etapas. Ahora las cosas se han modernizado (y para los que padecemos de vértigo para peor) y el “bahn” sólo llega a una estación intermedia donde los que quieran pueden subirse al Cabrio. No se trata de un teleférico corriente sino de unas de las atracciones más curiosas de Suiza puesto que tiene una plataforma superior completamente abierta. Al parecer las vistas desde lo alto son excelentes. ![]() Nuestro siguiente objetivo fue el pequeño pueblo de Altdorf, al que también llega el tren. El pueblo está situado en una punta del Lago de los cuatro cantones (que iremos viendo desde el tren) y es famoso por la leyenda de Guillermo Tell. Precisamente él es el motivo de nuestra visita. Lo primero que sorprende de Altdorf es que es un pueblo ha ido creciendo en un entorno privilegiado y que no parece demasiado bonito. Lo que pasa es que la estación está a la afueras y para llegar al casco antiguo (muy pequeño) tienes que caminar un buen rato (10-15 minutos) o coger un autobús. Lo más representativo del pueblo es precisamente la estatua del héroe nacional, al que se le representa con la ballesta al hombro y acompañado de su hijo menor. ![]() Después de la foto de rigor cogimos allí mismo un autobús que nos llevará al centro mismo de Bürglen en pocos minutos. Como no podía ser de otro modo el pueblo donde vivía Tell alberga un museo dedicado a él, precisamente en una de las torres del siglo XII que servían como defensa de la villa. El museo es muy interesante si te gusta el personaje porque está repleto de figuras y dibujos que representan a Guillermo y sus proezas. Antes de ver el museo el chico de la entrada nos pone un vídeo sobre la leyenda y las costumbres de la zona. Por cierto, muy cerca del museo, al otro lado de la carretera, podemos ver otra estatua conmemorativa y una capilla en el lugar donde supuestamente vivió. ![]() Con otro autobús que se coge junto a la torre nos fuimos a Schwyz, capital del cantón del mismo nombre y uno de los primeros en confederarse en el Pacto de Rütli. La estación de trenes está bastante alejada del centro por lo que se hace necesario coger un autobús (creo que son el 1 y el 7). Del nombre del cantón (y de la ciudad) proviene el de Suiza y también su bandera fue tomada de modelo para la del país. ![]() Schwyz no es una ciudad bellísima pero tiene algunos encantos alrededor del ayuntamiento, no está exenta de museos y en ella se encuentra la fábrica de Victorinox, las célebres navajas suizas. Para llegar caminando desde el ayuntamiento de Schwyz se tiene que bajar por la Schimiedgasse y está a unos 800 metros. La tienda no es muy grande pero tienen navajas, cuchillos y otros utensilios de la marca, algunos con rebajas muy significativas y todos mucho más baratos que en ningún otro sitio. Cierran a las 6 de la tarde (nosotros llegamos 10 minutos antes pero tuvimos tiempo de comprar lo que nos interesó). Cuando salimos llovía intensamente. Nos fuimos al otro lado de la calle, casi al final de la misma, para coger un autobús que nos llevó a la estación de trenes de Brunnen. Desde allí era sencillo volver a Lucerna a tiempo para regresar al hotel, coger las maletas y volver a la estación para coger un tren a Berna. El hotel de Berna es el City am Bahnhof, moderno y con una situación excelente (está frente a la estación de trenes). El encargado de la recepción nos atendió muy pronto por lo que tuvimos tiempo de salir a dar una vuelta por el casco antiguo (Berna es una ciudad muy pequeña, por lo menos en su zona monumental, y todo está muy cerca). También aprovechamos para cenar en la Kornhausplatz, en el restaurante Anker, donde nos sirvió un español. Al parecer en el local hay veinte especialidades distintas de rösti y curiosamente especialidades peruanas. La carta viene con fotos de los platos por lo que se facilita la tarea de pedir. Aprovechamos para probar el plato bernés. Como ya dije al hablar de la gastronomía típica consiste en varias carnes cocidas acompañadas de patatas, chucrut y judías verdes. Etapas 13 a 15, total 15
Berna es la capital federal de la Confederación helvética. Está situada en la meseta central suiza, el Mittelland. Está atravesada por el río Aare y la ciudad vieja está inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1993. En el año 2011 fue elegida como la novena ciudad del mundo con mayor calidad de vida.
Según una leyenda local el nombre de Berna proviene de la palabra alemana “bär” que significa oso. Éste fue el primer animal que cazó Berthold V de Zähringen al fundar la ciudad en 1191. Es por eso que el escudo bernés tiene representado un oso. La primera referencia de osos vivos en la fosa que hay en la ciudad data de 1440. Sin embargo en 1980 se encontró una placa de zinc que hizo más fuerte la teoría que la ciudad recibió su nombre de los celtas (posiblemente significa “grieta” o “hendidura”). El casco antiguo de la ciudad está delimitado por el río en una pequeña zona, lo que lo hace muy accesible. El inicio del casco antiguo viene marcado por la estación de ferrocarril, detrás de la que encontramos la Universidad. En sus aulas estudió el científico Albert Einstein. Frente a la estación encontramos también la Iglesia del Espíritu santo, templo protestante del siglo XVIII y actualmente en obras. En esa zona se acumulan muchos vagabundos pero a nosotros no nos molestaron. Con lo que sí tienes que ir con cuidado es con la circulación, principalmente con los múltiples tranvías que circulan por la ciudad. La ciudad tiene aspecto de pueblecito tranquilo y corres el riesgo de ponerte tranquilamente en medio de la carretera a hacerle una foto a una casa o a una fuente y que te pase un tranvía por encima. Los soportales son los elementos más genuinos de la arquitectura en Berna y lo que en primer lugar más nos llamará la atención. Se encuentran principalmente en la calle Spitalgasse y ocupan una longitud aproximada de 6 km. Están incluidos en el Catálogo de Bienes Culturales de la UNESCO. En ellos podemos encontrar restaurantes, hoteles, comercios, grandes almacenes o pastelerías de lujo. La cubierta de los interiores está abovedada, con vigas de madera o sillares de piedra. En ellos también puede verse el acceso a los sótanos que albergan tiendas, talleres o tabernas (cerrados por la noche o por la mañana muy temprano). En el casco antiguo también podemos ver varias fuentes antiguas cubiertas de pinturas de vivos colores que las protegen de la lluvia. Son once y datan del siglo XVI, época de prosperidad de la ciudad. Unas cuantas estatuas originales se han llevado al museo y se han sustituido por copias. La primera de esas fuentes que vemos es la del Gaitero. La estatua original se erigió en 1546 y el estanque que la rodea es del siglo XIX. La Torre de la prisión se construyó en el siglo XVII para sustituir a la torre de vigilancia sobre la puerta de la segunda muralla que rodeaba la ciudad. Recibió su nombre al haber servido de cárcel de los criminales de la ciudad. A finales del siglo XIX albergó el archivo de Berna y en 1980 se abrió como centro de exposiciones y de información sobre el cantón. Se construyó originalmente en el año 1256 como torre defensiva que actuaba como puerta de la ciudad y cuando se amplió la ciudad en el siglo XIV cambió de función. Tras el devastador incendio de 1405, la Käfigturm asumió finalmente la función de la destruida Torre del Reloj (Zytglogge) y, desde entonces, se utilizó como prisión. En las dependencias de la torre se interrogaba y encerraba a los sospechosos. Los asesinatos, robos y otros delitos, así como los interrogatorios, confesiones y sentencias se registraban en los llamados «Turmbüchern» (libros de la torre). Como estaba casi en ruinas, una comisión del ayuntamiento de Berna decidió en el año 1641 derribar la torre hasta sus cimientos y volver a construir una en el mismo lugar. La Käfigturm ampliada se utilizó como prisión durante dos siglos más, con mejores condiciones para los prisioneros. Cuando se terminó de construir la nueva cárcel regional en el año 1897, los presos se trasladaron y el edificio se utilizó finalmente como archivo del cantón de Berna. Desde el año 1999 es la sede del Polit-Forum des Bundes (foro político de la Confederación). A partir de ese momento la calle para a denominarse Markgasse (calle del Mercado). En ella también encontramos muchos soportales. Ésta era la calle mayor del casco antiguo y hoy es el corazón del distrito comercial de Berna. Las casas que podemos ver en ella datan de los siglos XVII y XVIII. Allí podemos encontrar también dos fuentes monumentales, la de Ana Seiler (la mujer que fundó el primer hospital de la ciudad a mediados del siglo XIV) y la del arcabucero, ambas del siglo XVI. Las dos son del siglo XVI con estanques del siglo XIX. Curiosamente la del arcabucero ha desaparecido, quizás porque la están remodelando. La Kornhausplatz (que nos queda a la izquierda tal y como vamos descendiendo) debe su nombre a un gran almacén de trigo que estaba situado en la plaza a principios del siglo XVII. Aquí encontramos otra fuente, la del ogro, que representa a un gigante comiéndose a un niño. Refleja una leyenda local en la que las madres advertían a sus hijos que no traspasaran las murallas porque fuera vivía un gigante come-niños. Y al fin llegamos al momento que estábamos esperando, cuando nos topamos de frente con el Zytloggeturm, la torre del reloj. Se trata de la torre más emblemática de la ciudad y uno de sus principales monumentos. La torre era un punto de vigilancia sobre las murallas cuando se construyó la ciudad en 1191. Cuando la muralla se trasladó al oeste, la torre se convirtió en lugar de encuentro de los berneses, que grabaron en sus muros medidas de longitud fijas para ayudar a los comerciantes a tomar las medidas exactas. En 1405 la torre ardió junto a gran parte de la ciudad y tuvo que reconstruirse. En 1530 se le añade el famoso reloj. Cuando faltan 4 minutos para dar la hora en punto un gallo dorado canta y agita las alas enérgicamente. Un minuto después un arlequín toca unas campanitas y aparece un carrousel de osos que pasean a los pies de Cronos, dios griego del tiempo, que da la vuelta a un reloj de arena que lleva en la mano. Vuelve a cantar el gallo y un caballero vestido con armadura dorada situado en la parte superior de la torre se despierta y da las campanadas. Muchísima gente se concentra frente al reloj para ver su funcionamiento aunque a los que hayan visto el de Messina, en Sicilia, éste les puede saber a poco. Pero, como dije en el diario de Sicilia, el reloj de Messina es del siglo XX y éste del siglo XVI. Las comparativas son odiosas. ![]() Junto a ese reloj encontramos otro astrológico que indica las horas del día, los días de la semana, los meses del año y las estaciones. En la misma calle (bajando a la derecha) está la casa-museo de Albert Einstein. Einstein llegó a Berna en 1902 y trabajó como asistente técnico en la oficina de patentes de la ciudad. La casa contiene una exposición de documentos y fotografías del famoso científico. Fue aquí donde en 1905 trabajó en la teoría de la relatividad, donde se casó y donde nació su primer hijo. En esta ocasión no la visitamos porque ya la vimos en un anterior viaje a Suiza. Puede resultar interesante si se tiene tiempo. Cerca de ella podemos ver más fuentes monumentales, como la dedicada al fundador de la ciudad, Berthold de Zähringen, o la de Sansón. ![]() La fuente de Zähringen se construyó en 1535 y al parecer por decisión de los berneses se le puso la cara de un oso bajo el yelmo (que nadie piense que el hombre era así de feo y peludo), en relación con el famoso primer animal que cazó y que dio nombre a la ciudad (según la leyenda). En cuanto a la estatua de Sansón, se colocó como símbolo de la fuerza de la ciudad. Desviándonos a la izquierda vemos la fachada del ayuntamiento. Se construyó entre 1406 y 1417 por Heinrich von Gengenbach y Hans Hetzel, un carpintero de Rottweil. En la planta baja tiene un vestíbulo con sólidas columnas destinado originariamente al granero. Tras su destrucción, se reconstruyó entre 1865 y 1868 en estilo neogótico por el arquitecto Frederick Salvisberg. Sufrió su última renovación entre 1940 y 1942 de la mano de Martin Risch. El escultor Gustave Piguet diseñó la fachada sur en 1942. En el vestíbulo hay dos mesas del consejo de Mathäus Funk de 1745 y 1754; el péndulo del consejo hecho por Mathäus Funk y Daniel Funk de 1753; pinturas de Ferdinand Hodler y Martin Lauterburg; y también hay estucos sobre la historia de Berna de Otto Kappeler. No pudimos verlo. Aquí se reúne el Gran Consejo del Cantón de Berna en cinco sesiones anuales. Cuando este hecho tiene lugar, se iza en el tejado del Ayuntamiento la bandera de Berna. Todos los miércoles se reúnen los miembros del Consejo de Gobierno para sus reuniones ordinarias. Frente a él vemos la Fuente del alférez. ![]() Para llegar a otro de los puntos culminantes de la ciudad de Berna tenemos que volver a la calle principal y pasar el puente. La fosa de los osos (en realidad hay dos) tradicionalmente ha sido una de las atracciones turísticas más famosas de la ciudad y su mayor símbolo. Llevan exhibiéndose osos en la ciudad desde el siglo XV y se relacionan con la leyenda de la fundación de Berna. Los fosos actuales se construyeron en el siglo XIX pero recientemente se han vaciado y los animales están en el Parque de los osos, de una extensión de 6.000 metros cuadrados y donde campan en semilibertad. Su número es variable. Cuando nosotros fuimos había 3, un macho nervioso y hambriento y dos hembras. Tuvimos la suerte de ver el momento en que les abrieron las puertas de las fosas después de ponerles la comida y cómo devoraban el pan, los cocos y las sandías. ![]() Cruzando la calle desde la fosa y subiendo a la izquierda (está bien indicado) se alcanza (la subida es bastante pronunciada) el Jardín de las rosas, un bonito lugar donde abundan las rosas de todas las clases y colores y desde donde se obtiene una magnífica vista del casco antiguo de Berna. De regreso al casco antiguo volvimos a pasar por las fosas para despedirnos de los osos (seguían comiendo), atravesamos el puente y tomamos la calle que sube, la Junkergasse, llena de casas históricas. Nos detuvimos en el número 47, Erlacherhof, antigua residencia del alcalde de la ciudad, el señor Erlach, y ahora oficinas administrativas. En el número 59 de la misma calle está la casa de Beatriz V. Wattenwyl, del siglo XVI aunque muy reformada. Un poco más allá llegamos al parque en el que se levanta la catedral. Está consagrada a San Pedro y San Pablo. Se construyó en estilo gótico tardío en el siglo XV (aunque no se acabó del todo hasta el siglo XIX) y, aunque recibe el nombre de catedral, después de la Reforma, en 1528, se convirtió en templo protestante. En ese lugar existía una pequeña iglesia desde la fundación de la ciudad pero en el siglo XV fue necesario hacer una mucho mayor. La primera celebración eclesiástica tuvo lugar el 13 de noviembre 1864. La entrada principal de la catedral está adornada con cientos de estatuas y cabe destacar el pórtico que representa el Juicio final, compuesto de 243 figuritas y pintado en vivos colores. Ya en el interior conviene fijarse en las vidrieras, siendo las más importantes las que están alrededor del altar y que representan pasajes del Antiguo Testamento. Son las más valiosas de Suiza. El órgano es inmenso y data del siglo XVIII. La catedral tiene 9 campanas, tres de las cuales pertenecían a la antigua iglesia. Una de las que se construyó con posterioridad, en 1611, es la mayor de Suiza y pesa 10.000 kilos. La torre de la catedral mide 100 metros y es la más alta de la ciudad. En aquel momento estaba en obras. Su pináculo se terminó en el siglo XIX. La vista desde arriba es impresionante aunque para verla se tienen que subir 254 peldaños de piedra hasta la primera plataforma y 90 peldaños más hasta la segunda. Es una esquina de la plaza de la Catedral podemos ver la fuente de Moisés. Berna cuenta con muchísimos museos (bellas artes, tiro al blanco, historia, historia natural, postal suizo, etc) para todos los gustos que no pudimos visitar por falta de tiempo. Están prácticamente todos juntos. El Palacio federal es uno de los principales monumentos de la capital. Este grande e impresionante edificio (en obras) se construyó en estilo neorrenacentista a finales del siglo XIX en una explanada que domina el río. Es la sede del Gobierno federal de la nación. Su fachada está coronada con tres cúpulas verdes y tiene un elegante interior. Es posible hacer visita guiada a su interior. Junto al Palacio federal parte el funicular de Berna, el Marzill-Drahtseilbahn, famoso al parecer por ser el más corto de Europa (hace un trayecto de 100 metros). Como está incluido en la Swiss pass lo cogimos de subida y de bajada. Como nos teníamos que ir a Zurich aprovechamos la existencia de un restaurante Migros en pleno casco antiguo para comer un poco. Como ya dije representa una buena, barata y rápida solución y al ser self service puedes coger lo que te apetece y comerlo tan deprisa como tus dientes te permitan. Lo malo es ir en horario de comida europeo porque está repleto y quizás te toque comer sentado en una mesa con desconocidos. Con el estómago lleno volvimos al hotel a coger las maletas y fuimos a la estación a coger uno de los numerosos trenes que van a Zurich, a la que tardamos muy poco en llegar. Aunque no es su capital, Zúrich es la principal ciudad de Suiza y está ubicada en la llanura central, próxima a los Alpes. Es el motor financiero del país (allí se encuentra la banca internacional), gran centro cultural y ha sido galardonada entre 2006 y 2008 como la ciudad con mayor calidad de vida del mundo. El famoso secreto bancario de que ha hecho gala nació con el fin de proteger los caudales de los judíos alemanes y austriacos de los nazis. Los primeros asentamientos como aduana datan de época romana (15 a.C.) y en el siglo X adquirió el estatus de ciudad. Está situada en el extremo norte del Lago de Zúrich, uno de sus símbolos, y está atravesada por los ríos Limmat y Sihl. Precisamente el río Limmat divide la ciudad en dos, el litoral izquierdo y el litoral derecho. El hotel de Zurich, Neufeld, en la Friesenbergstrasse, es el único verdaderamente alejado del casco antiguo de todos los que hemos tenido pero se puede llegar fácilmente desde la estación cogiendo el tranvía 14 y después de apenas 7 paradas (unos 15 minutos de trayecto). La parada para bajarse es la de Goldbrunnenplatz y el hotel está cruzando la calle y subiendo un poco. Es fácilmente reconocible porque tiene un coche blanco empotrado en la pared, junto a la entrada. Una vez que hemos dejado las maletas en el hotel (y me había cambiado de ropa y de peinado porque en Zurich nos encontramos con mucho calor) volvimos a coger el mismo tranvía para empezar el recorrido por la ciudad. Nos bajamos en la parada de Bahnhofquai para observar en primer lugar el Museo nacional suizo. Se trata de un edificio neorrománico de finales del siglo XIX que se alza en el lugar donde se desarrolló la Exposición Universal de 1883, por detrás de la estación de trenes. Hablaré más de él en la etapa siguiente. La estación central se construyó en el solar de la antigua estación y está considerada como una de las más bellas creaciones de la ingeniería civil. Sus salones recrean un gusto aristocrático, con espaciosos vestíbulos de los que cuelgan espejos y lámparas de cristal. Ahora ese aire aristocrático parece haberse perdido porque nosotros encontramos dentro una especie de mercado de salchichas, quesos, etc. Frente a la estación, y como no podía ser de otro modo, se abre la calle de la estación, en obras. La mítica “Bahnhofstrasse” es la calle principal de la ciudad (y algunos dicen que del país), llena de joyerías, tiendas y bancos. Es peatonal casi en toda su extensión, aunque por ella sí que circulan los tranvías. Suele estar repleta de gente. Bajo esa calle se esconden bunkers para proteger a la población ante un presunto ataque nuclear. De hecho Suiza es el país con más refugios nucleares del mundo, en los que cabría toda su población. Nos desviamos un poco a la izquierda para dar con la Fortunagasse (donde hay un museo del juguete que hace unos años era gratis pero ahora ya no) y subimos a la Colina de Linderhof, uno de los principales puntos históricos de Zurich. Se eleva sobre el puerto y el barrio antiguo. Es el emplazamiento de una antigua colonia celta y donde los romanos construyeron su puesto aduanero. En el siglo IV se construyó allí una fortaleza para defender la actividad del río Limmat y aún pueden verse las ruinas del castillo real de la Edad media. El aspecto actual de la zona se debe a transformaciones de principios del siglo pasado. Allí ahora se celebran algunos actos populares. También podemos ver la Fuente de Linderhof, de 1912, que conmemora un hecho acaecido en 1292. Ese año los ejércitos de los Habsburgo tenían asediada la ciudad. Cuando los habitantes de Zúrich ya estaban a punto de sucumbir, las mujeres subieron a la colina para defender la ciudad armadas hasta los dientes. El enemigo pensó que se trataba de un ejército nuevo que había venido a ayudarles y huyeron. Desde allí se tiene una buena vista del otro lado del río. Un poco más allá encontramos la Iglesia de san Pedro. Se sabe que se levanta sobre las ruinas de un santuario paleocristiano y seguramente más atrás en el tiempo un templo a Júpiter. Es una de las principales iglesias de la ciudad junto con la Grossmünster, la Fraumünster y la Predigerkirche. La primera mención a esta iglesia primitiva data del siglo IX. El reloj de la torre, su elemento más llamativo, se construyó en 1534 y está considerado como el más grande de Europa en su género. Tiene un diámetro de 8,7 metros. Realmente es enorme. También hay cinco campanas, que hasta el siglo XIX avisaban de los incendios ya que su campanario es uno de los más altos de Zurich. La mayor supera los 6.000 kg. La iglesia fue remodelada en el siglo XVIII y la nave central es el primer ejemplo de la ciudad en arquitectura protestante. El coro, sin embargo, es de comienzos del siglo XIII con frescos de los siglos XIV y XV. ![]() Bajando de nuevo nos dirigimos a la Colegiata de Nuestra señora, la Fraumünster. Originalmente, a mediados del siglo IX, fue un convento para hijas de la aristocracia. Lo fundó Luis el Germánico, rey de los francos, y sus hijas fueron las primeras abadesas. Entre los siglos XII y XIV se construyó una iglesia adyacente y la madre superiora, siempre una princesa, controlaba la ciudad y una amplia zona rural. Su poder era enorme. Con la llegada de la Reforma, la última madre superiora le dio las llaves al alcalde de la ciudad. Su apariencia actual data de la reforma de los siglos XVIII y XIX. En 1970 Marc Chagall creó unas bonitas vidrieras (foto derecha) para las ventanas que están detrás del coro. La entrada es gratuita y quizás por eso esté repleta de grupos organizados. También hay vidrieras de Giacometti. A la derecha de la Colegiata podemos ver la antigua Asociación de comerciantes del vino, edificio del siglo XVIII frente al que Churchill dio un famoso discurso en 1946 a favor de una Europa unida. Alberga un museo de cerámica y porcelana. Es el momento de pasar a otro lado del río. Este distrito tiene mayor animación y está lleno de bares, locales de strip tease, cines, etc. Lo primero que vemos es el ayuntamiento, pegadito a la orilla. Se construyó a finales del siglo XVII sobre el antiguo ayuntamiento medieval. Tiene un suntuoso interior según dicen (aunque no tuvimos ocasión de verlo). La Turicum romana era un importante centro aduanero. La expansión posterior se efectuó con lentitud, pero los mercaderes que comerciaban con tela contribuyeron de inmediato a incrementar el poder financiero de la población. En 1218 adquirió el estatuto de ciudad libre bajo el Sacro Imperio Romano Germánico. En 1336, los cada vez más poderosos mercaderes y artesanos se agruparon en gremios y corporaciones que tomaron el control del gobierno de la urbe. El comercio y las finanzas parecen intrínsecos de la ciudad. Enfrente del Ayuntamientp está la Casa del azafrán, sede del gremio de comerciantes de especias desde principios del siglo XV. Por toda esa zona es fácil encontrar antiguos edificios gremiales, como la Casa del carpintero, del siglo XV (aunque con reconstrucción del siglo XVIII), o la Zunfhaus zum Rüden, que toma su nombre de un perro cazador pintado en la fachada y que durante la edad media fue el emblema de las licencias de caza. Este edificio en origen era la casa de la moneda y en 1348 fue donado por el ayuntamiento a una asociación aristocrática. Lo que vemos ahora es la reconstrucción del siglo XVII (con reformas del siglo XX). La catedral (Grossmünster) es uno de los edificios más importantes de ese lado del río. Su construcción se proyectó en el año 1100 a partir de la planta de un oratorio de época de Carlomagno. A su vez esa pequeña iglesia se levantó sobre las tumbas de los patronos de la ciudad, san Félix y santa Régula, que después de ser ejecutados cogieron sus cabezas bajo el brazo y se dirigieron a la pequeña colina que domina el Limmat. Las naves son góticas aunque se conservan vestigios románicos en los capiteles del claustro (siglo XII). En la cripta podemos ver una estatua de Carlomagno, enorme, del siglo XV. El interior es muy austero y sólo destacan unas vidrieras de Giacometti, de 1932. En las naves laterales vemos también unas llamativas vidrieras, obra de Sigmar Polke (se hicieron en 2009). Su importancia es más religiosa que arquitectónica ya que aquí fue donde a principios del siglo XVI Zwinglio empezó el movimiento de Reforma. Podemos ver una estatua del reformador junto a la Iglesia del agua y también en las puertas que el artista Otto Muntz hizo en 1938. En la zona del antiguo altar (los protestantes no tienen) se ven algunas importantes pinturas murales, al parecer de época románica, así como también en la cripta. ![]() La Iglesia del agua, Wasserkirche, prácticamente frente a la catedral, está consagrada a los dos santos patrones de la ciudad, san Félix y Santa Régula, ya que fue en ese lugar donde les decapitaron. Se construyó a finales del siglo XV (1479) en estilo gótico tardío. En aquel momento estaba rodeada de agua, de ahí su nombre. Está unida a la Casa del yelmo, que durante muchos años fue almacén de telas y después juzgado. En el exterior, en los jardines del abside, hay una estatua de Zwinglio, el reformador de la iglesia suiza. Más adelante se pueden alcanzar el Museo de Bellas artes y la Ópera de Zurich. Con un autobús (cerca de la ópera paran varios) se puede llegar al llamado Jardín inglés, junto al Lago de Zurich, para ver una llamativa casa de Le Corbusier y un jardín chino. Le Corbusier construyó en 1964 una original casa de colores para la coleccionista de arte Heidi Weber. Hoy en día el edificio es un museo sobre la vida y la obra del arquitecto. Muy cerca encontramos el precioso jardín chino, cuya entrada no se incluye en la Swiss pass (apenas son 4 CHF). Este curioso y bonito recinto fue un regalo de la ciudad china de Kunming, hermanada con Zurich, por la ayuda que ésta había ofrecido en el desarrollo del agua potable y los drenajes en los años 80. Se construyó en los años 90 con trabajadores suizos y chinos y es un jardín típicamente chino, con sus templetes de colores y sus lagos. Está rodeado de una muralla de color rojo que tiene que traspasarse para poder ver qué se esconde detrás, un remanso de paz en un parque lleno de niños y de jóvenes tomando el sol. En un folleto que nos facilitan a la entrada explican que el jardín es lo que los chinos llaman “Los tres amigos del invierno” porque tiene tres de las plantas que mejor soportan las heladas: el pino, el bambú y el cerezo, cada uno con su significado. Una vez fuera nos acercamos al lago. Había empezado a refrescar y lejos quedaba ya el calor sofocante de apenas unas horas. Caminamos junto al lago un buen rato antes de volver a coger un autobús para dirigirnos al barrio de Niederdorf, el distrito más animado de Zurich, lleno de restaurantes, cines, clubs y algún que otro prostíbulo. En ese barrio se encuentra el restaurante Swiss Chuchi, al parecer toda una institución y siempre llenísimo de gente. Pensamos ir el día siguiente a comer pero al final las circunstancias lo impidieron. También podemos ver la Iglesia de los Predicadores, del siglo XIII, cuya torre es la más alta de Zurich. En su interior hay elementos decorativos muy valiosos como unos frescos del siglo XV en la nave lateral norte. Se reformó en la década de los 60 del siglo XX y hoy alberga la Biblioteca central de Zurich, con archivos importantísimos. Después de pasear un rato por las bulliciosas calles del barrio fuimos a la Estación central para coger de nuevo el tranvía 14 y volver al hotel. Etapas 13 a 15, total 15
Y llegó el último día de viaje pero no por ello dejaba de ser importante. Y es que habíamos dejado para entonces la visita a la importante ciudad de Basilea.
Basilea, ubicada en la frontera con Francia y Alemania, es la tercera ciudad más poblada del país. Su historia se remonta al siglo VI a.C., cuando los celtas se asentaron a orillas del río Rin. Posteriormente los romanos fundaron un asentamiento a 10 km. de distancia y construyeron una fortificación donde hoy está la catedral. Tiene la reputación de ser una de las ciudades culturales más importantes de Europa y es la sede de varias importantes orquestas de fama internacional y de multitud de museos. Además se puede destacar su carnaval, el más importante de Suiza. La estación de Basilea es la mayor estación ferroviaria fronteriza de toda Europa. A la estación central llegan todos los trenes suizos que tienen como destino la ciudad de Basilea (estación suiza). A una estación integrada pero que tiene sus propios salones, la llamada estación francesa, llegan y parten los TGV que van a París y a la Alsacia, en Francia. Basilea tiene además otra estación de la que salen los trenes que van a Alemania. Es la llamada estación alemana. Frente a la estación parte multitud de autobuses y tranvías que nos llevarán al casco antiguo de la ciudad. Nuestro objetivo era llegar a la Barfüsserplatz, una de las plazas centrales de la ciudad y donde se celebran varios mercados. En la plaza se ve un edificio que parece una iglesia (de hecho lo era, un templo de la orden franciscana fundado en el siglo XIV) y que hoy en día alberga el Museo de Historia. Al parecer vale la pena su visita pero siento decir que no teníamos tiempo (otra vez será). A un lado de la misma plaza se ve el Casino de Basilea, donde se celebró el primer congreso sionista y que sirve como sala de conciertos. La calle que queda a la izquierda es la Steinenberg. Siguiéndola hacia abajo llegamos al teatro y enfrente vemos la famosa fuente de Jean Tinguely. El artista suizo concibió en 1977 una enorme piscina en la que dispuso varias figuras surtidor que se accionan con corrientes de baja densidad. Son nueve personajes/máquina de hierro que están en constante movimiento (menos cuando pasamos por primera vez que, porque estaban limpiando el estanque donde están, no funcionaban) y se ha convertido en uno de los símbolos de Basilea. Conviene no confundir la iglesia enorme que se ve por allí detrás con la catedral aunque por sus dimensiones pueda parecerlo. Creo recordar que era la iglesia de santa Isabel. ![]() Muy cerca encontramos muchos museos, principalmente el de arte antiguo y el de Bellas artes. Muy cerca, siguiendo por la calle Rittergasse y pasando por varias casas históricas, llegamos a la plaza donde se alza la catedral. Cuando fuimos estaba en obras y lleno de asientos frente a una pantalla que lo afeaban. Además, la misma catedral también estaba en obras. Como abren a las diez de la mañana, aprovechamos para ver el claustro, que estaba completamente abierto, gótico y lleno de epitafios (al parecer hay unos 200). Hasta que la abrieran decidimos dar una vuelta por el barrio, porque está bastante elevado y bajar para volver a subir es durillo. Dejamos atrás el café teatro Zum Issak, en la plaza, y algunos museos y bajamos por la Agustinergasse. En esa calle encontramos dos museos, el de Historia natural y el Etnológico, y en el número 11 el edificio donde se fundó la Universidad en 1460 por el Papa Pío II. Basilea alberga la más antigua universidad de Suiza. Algunos de sus principales profesores han sido Erasmo de Rotterdam, Paracelso (alquimista, médico y astrólogo suizo, conocido por creer que había logrado convertir el plomo en oro, por introducir el uso del láudano en medicina y por haber dado su nombre al elemento químico zinc) o Friedrich Nietzsche (uno de los pensadores más influyentes del siglo XIX). Hoy en día la Universidad es famosa por su enorme desarrollo en medicinas tropicales. Actualmente se ubica en un complejo de edificios modernos. Nos desviamos ligeramente para llegar a la Iglesia de san Martín que, según dicen, es la más antigua de la ciudad (ya se menciona en documentos del siglo XIII). Se restauró en la segunda mitad del siglo XIV, después del terremoto de 1356. Vale la pena dar un paseo por los alrededores para descubrir algunas casas interesantes (si las obras lo permiten). Retrocedimos lo andado para volver a la plaza. Decidimos entrar en lo que se suponía que era el Museo suizo de arte popular y nos encontramos de repente dentro de uno sobre otras culturas, con algunas piezas interesantes pero en remodelación. Después de un ratito allí dentro salimos y nos dirigimos a la catedral para ver si ya estaba abierta. ![]() A lo largo de los siglos ha habido varias iglesias en este lugar pero en el siglo XI, cuando el obispo empezó a ganar poder, empezó a planificar una catedral que reflejara la importancia de la ciudad. Empezó a construirse entre el año 1008 y 1019, en estilo románico, con piedra arenisca rosa. A finales del siglo XIII se le añadieron las dos torres góticas y la entrada principal. Con el terremoto acontecido en 1356 la catedral sufrió serios daños. Los trabajos de restauración duraron hasta el 1500 y cuando la Reforma llegó a Basilea en 1529 se convirtió en un lugar de culto protestante. En los siglos XIX y XX se restauró nuevamente. Dentro de la catedral se pueden destacar los fragmentos de un fresco del siglo XIII cerca de la entrada. Muy cerca están las tumbas de la reina Ana de Hohenheim, esposa de Rodolfo de Habsburgo, y de su hijo Karl. Según parece los sepulcros están vacíos porque sus cuerpos fueron trasladados. También en la catedral de Basilea está la tumba de Erasmo de Rotterdam, célebre humanista, filósofo y teólogo holandés, aunque cuesta un poco encontrarla. Cuando murió en 1536 fue enterrado en la nave central pero con el tiempo sus restos se trasladaron a uno de los lados (entrando a la izquierda, detrás de una columna, se alza su epitafio en mármol rojo). Creo que la gran mayoría de gente no lo ve (nosotros sí porque lo buscamos expresamente). El tejado de la catedral está decorado con tejas de formas romboidales de colores. Desde el promontorio que hay detrás de la catedral es posible ver el río Rin e incluso la Selva Negra. Un corto paseo nos llevó a la otra de las plazas importantes de Basilea, la Markplatz (Plaza del mercado), que, como su nombre indica, estaba llena de puestecillos en los que vendían frutas o queso. El motivo de venir hasta aquí no era comprar sino ver el precioso edificio que la preside. El ayuntamiento, que llama la atención por su color rojizo, es uno de los edificios más hermosos de la ciudad. ocupa ese lugar desde 1501, momento en que el poder se separó de la sede del antiguo señor de la ciudad, el príncipe obispo, que residía en la colina de la catedral, y Basilea entra a formar parte de la Confederación. Ese cambio simboliza el ansia de los ciudadanos de conseguir económica y socialmente la independencia del obispo. ![]() Su estructura principal tiene tres arcos al frente y es la parte más antigua (aunque no la original ya que fue modificada a principios del siglo XVI para darle mayor prestigio al edificio). Sobre las almenas se reflejan los colores de los escudos de los 15 cantones que en aquel tiempo formaban parte de la Confederación. A principios del siglo XVII el Ayuntamiento se amplió y se adornó la fachada con motivos de falsa arquitectura. A finales del siglo XIX se añadió la parte izquierda y la torre de la derecha, en estilo historicista, cosa que hizo que se perdieran unos valiosos frescos de Hans Holbein. En cambio se conservaron los murales del patio interior del siglo XVII e incluso una estatua del siglo XVI del fundador de la ciudad, Munatius Plancus. En la fachada también pueden destacarse el imponente reloj así como las estatuas de la Virgen, el emperador Enrique II y su esposa, Cunegunda. En el interior pueden verse algunos salones como la sala del consejo cantonal, con su magnífica decoración con tallas de madera, vitrales y mobiliario antiguo. En un extremo de la plaza del Mercado encontramos una calle que nos conduce a la Plaza de la Lonja del pescado, donde se puede ver una estatua de la Virgen María y de los santos Pedro y Pablo. La estatua original es del siglo XIV y hoy está en el Museo de Historia (la que se ve es una copia). Cerca está el Museo de la Historia de la Farmacia ya que Basilea es un centro internacional de la industria farmacéutica. Próxima encontramos la iglesia de san Pedro. Esta iglesia era ya un lugar de culto en el siglo IX. Sin embargo, las partes más antiguas que pueden verse hoy datan del siglo XIII y están construidas con piedra arenisca rosa. La nave principal se terminó a finales del siglo XIV y la torre en el siglo XV. En el interior de la iglesia vemos frescos muy bien conservados del siglo XIV que describen la vida y la muerte de Jesucristo. Otro de los puntos importantes de la visita a Basilea es la Spalentor. Esta puerta es la más bella de la ciudad y uno de los símbolos de Basilea. Se construyó, junto con otras fortificaciones, en el siglo XV. Por la puerta cruza la calle que lleva a Alsacia y por allí llegaban en la Edad Media productos y personas que provenían de allí. Tiene dos torres almenadas y una torreta central puntiaguda recubierta de azulejos en el tejado (francamente bonita). Se restauró en el siglo XIX. La cara exterior de la puerta está ornamentada con tres figuras que datan de principios del siglo XV: una virgen y dos profetas. ![]() Bajamos caminando (y pasando cerca de los edificios de la Universidad) hasta llegar al río Rin y el puente más famoso de la ciudad. El Mittlere Rheinbrüke es el puente de madera más antiguo que atravesaba el río Rin. Se construyó en 1226 y fue reconstruido en piedra a principios del siglo XX aunque conservando la pequeña capilla situada en el centro y que data del siglo XV. En uno de los extremos podemos encontrar también el Café Spitz, fundado en 1383 y restaurado en la década de los sesenta del siglo XX. Frente al café están las escaleras que conducen a un paseo por la ribera del río con vistas al casco antiguo. ![]() Un tranvía nos llevó hasta la Puerta de Albán, construida originalmente, en el siglo XIII, como parte de la muralla. En el siglo XIX casi todas las fortificaciones de destruyeron y se remplazaron por un parque. Los monjes cluniacenses construyeron un monasterio en este lugar en 1083, el de san Albán, fuera de los muros de lo que en aquellos tiempos era la ciudad. En 1480 el edificio se amplió y se añadió la iglesia pero después de la Reforma se abandonó. La actividad religiosa se reanudó en el siglo XIX. Como curiosidad de Basilea cabe decir que muy cerca de allí se fabrican las famosas pastillas Ricola. Y eso es una suerte porque tos es precisamente lo que tenía por aquellos días por lo que me vinieron muy bien. ![]() Volvimos a coger un tranvía muy cerca de san Albán para volver al centro y aprovechamos para acercarnos a un Coop cercano a la Markplatz porque vimos que tenía restaurante (de los que ya he hablado). Después de comer, cogimos de nuevo un tranvía hasta la estación y cogimos uno de los numerosos trenes a Zurich. Ya de regreso en la ciudad financiera de Suiza aprovechamos para visitar el Museo nacional suizo, edificio neorrománico de finales del siglo XIX que se alza en el lugar donde se desarrolló la Exposición Universal de 1883. Fue inaugurado en 1898 y fue diseñado por el arquitecto suizo Gustav Gull aunque ha sido ampliado varias veces con posterioridad. El interior del museo está formado por salas históricas con decoraciones originales y techos hechos de madera. Se trata de la más importante exposición de la historia de Suiza desde el Paleolítico hasta la actualidad. Destacan las colecciones de numismática, filatelia, mobiliario, tapices, telas, etc. así como los restos prehistóricos y romanos. Tiene una de las exposiciones de arte gótico más importantes de Suiza. Es muy recomendable. Etapas 13 a 15, total 15
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