![]() ![]() Corea del Sur, historia y kimchi ✏️ Blogs de Corea Sur
Viaje de 20 días al país del kimchi y la dinastía Joseon, entre el 20 marzo de 2025 y el 10 abril 2025.Autor: Highlands_2003 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (5 Votos) Índice del Diario: Corea del Sur, historia y kimchi
01: Preparación del viaje
02: Llegada a Corea del Sur y visita a Suwon
03: Jeonju, Jeolla del Norte
04: Templo de Unjusa y traslado a la isla de Jeju
05: Isla de Jeju (I)
06: Isla de Jeju (II)
07: Isla de Jeju (III) y vuelta en ferry al continente
08: Museo del té, Templos Songgwangsa y Seonamsa. Traslado a Busan
09: Busan (I)
10: Busan (II)
11: Busan (III)
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Etapas 4 a 6, total 21
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Hoy, el despertador nos sacó de la cama un poco antes, a las 6h30. Y es que a las 15h00 teníamos que coger el ferry a la isla de Jeju, en la ciudad de Wando, y antes queríamos hacer una visita.
En cuanto nos aseamos y recogimos la habitación, bajamos al coche y nos pusimos en marcha. Ni siquiera desayunamos en la habitación, lo hicimos en ruta (al final eran unos cafés con algo de bollería y un yogur líquido). Comer sentado durante las vacaciones, está sobrevalorado, jejeje El termómetro del coche marcaba 7 °C y el cielo estaba totalmente despejado, aunque esa especie de calima que nos acompañaba desde el primer día, no acababa de desaparecer. ![]() A la altura de Bitgaram-dong, dejamos la autopista 1 y nos desviamos para coger otras carreteras más secundarias para llegar a nuestro primer destino del día. Una cosa que nos resultó curioso (porque no lo habíamos visto nunca en mitad de una ciudad) fue ver a pie de carretera un campo de entrenamiento de golf de Naju Buyeong.
![]() Sobre las 8h15 hicimos una parada técnica y aprovechamos para echar gasolina. Nos atendió una señora muy maja que, además de ayudarnos a repostar, nos regaló una caja de tisús. El precio del repostaje: 26,051 lt x 1.689 krw (1,10 €) / litro = 44.000 krw (28,75 €).
Aunque ya habíamos visto alguno en los bordes de la autopista, no fue hasta llegar a Naju donde pudimos ver tumbas de cerca. Ya sabemos que tumbas hay en todos los países (o casi todos, no lo sabemos), pero si es verdad que cada país las tiene en un lugar diferente. Por ejemplo en España (por lo menos donde nosotros vivimos, los cementerios están apartados, con muros altos como para esconder lo que hay dentro. Sin embago, en Irlanda o Escocia, los cementerios están a pie de calle y sin ningún tipo de pared. Como dice una frase que escuché hace tiempo y me hace mucha gracia: “Los muros de los cementerios no tienen sentido. Los que están fuera, no quieren entrar y los que están dentro, no pueden salir”. Tras investigar un poco por internet, encontramos que lo de las tumbas a la vista en Corea del Sur tiene mucho que ver con la tradición confuciana y la relación tan especial que los coreanos tienen con sus ancestros. Especialmente en zonas rurales o montañosas, es común encontrar tumbas familiares en laderas o cerca de caminos. Estas tumbas suelen ser túmulos cubiertos de hierba, con una piedra conmemorativa al frente. La razón principal es que, según la tradición, el lugar donde se entierra a un antepasado influye en la suerte y prosperidad de sus descendientes. ![]() A las 9h00 en punto, como un reloj, llegamos al templo de Unjusa, la montaña que guarda mil Budas
El templo de Unjusa está escondido en un valle, entre montañas bajas, a unos 100 mt sobre el nivel del mar. Lo más impresionante es que por todo el recinto hay repartidas más de 100 estatuas de Buda y 21 pagodas de piedra. Y es por eso que se le conoce como el "templo de los mil Budas y las mil pagodas", y no es solo una expresión poética: antiguos escritos coreanos ya hablaban de un sitio con incontables esculturas de piedra, incluso mencionan una sala donde dos Budas están sentados espalda contra espalda. Aunque el origen exacto del templo es un enigma, los expertos del Museo de la Universidad Nacional de Chonnam, que excavaron el lugar entre 1984 y 1989, creen que fue construido entre finales del siglo X y principios del XI, en los primeros años de la dinastía Goryeo. Su época dorada fue en el siglo XII, pero fue arrasado por un incendio durante la invasión japonesa en 1597 y desapareció durante siglos. En el siglo XX comenzó a renacer poco a poco, hasta recuperar la silueta que tiene hoy. ![]() ![]() ![]() Como llegamos casi los primeros, sólo había un grupo de estudiantes, pudimos disfrutar de todo el recorrido con total tranquilidad. La verdad es que así da gusto, jejeje
Para que os hagáis una idea de lo que se puede ver, os ponemos un resumen de las “decenas” de fotos que sacamos durante nuestra visita. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Y mientras recorríamos los diferentes del complejo, tuvimos la suerte de encontrar un monje budista en mitad de su ritual de rezos. Aunque sacamos fotos, lo hicimos con el debido respeto.
![]() En otro de los rincones del templo, pudimos ver la “oficina de recaudación”, jejeje
Según hemos podido saber, el hecho de dejar dinero encima de estatuas de tortugas de piedra, que representan longevidad, sabiduría y estabilidad, los visitantes expresan deseos de una vida larga, salud o buena fortuna. ![]() Aunque íbamos bien de tiempo, no quisimos entretenernos más y fuimos a ver lo que, para muchos, es la auténtica joya del templo. Las esculturas de dos Budas de roca tumbados.
Una de ellas mide 12,7 metros de largo y está representada con las piernas cruzadas, lo que sugiere una postura de descanso o meditación profunda. La otra, aunque más corta (unos 10,26 metros), no tiene piernas visibles, y algunos expertos creen que en realidad representa a un Buda de pie, pero que por alguna razón fue esculpido en posición horizontal. Lo que hace que sean más curiosos no es su tamaño, sino porque los Budas reclinados no son tan comunes en el arte budista coreano como en otras regiones de Asia, como Tailandia o Myanmar. Además, estas esculturas están rodeadas de misterio. Algunos creen que podrían haber sido parte de un proyecto monumental que nunca se terminó, o que formaban parte de una narrativa simbólica más amplia relacionada con la iluminación o el tránsito hacia el nirvana. Para llegar a las esculturas, hay que subir a la parte más elevada del complejo a través de unas escaleras de piedra, pero tranquilos que se lleva bien y de verdad que merece la pena el esfuerzo. ![]() ![]() Después de pasar por la tienda del templo (actividad irrenuncialble, jejeje) dimos por finalizada la visita y nos fuimos hacia el coche, aunque antes pudimos ver una fila de estatuas que se supone son monjes budistas en posición de oración o meditación. El hecho de estar en fila puede evocar una procesión ritual o el camino hacia la iluminación… cosas de las religiones.
Lo más interesante es que este tipo de figuras no se encuentra en otros templos coreanos con la misma abundancia. ![]() En el aparcamiento había un pequeño puesto de comida y aprovechamos para almorzar. Lo regentaba un matrimonio mayor supermajo. Aunque no sabían inglés, con gestos mantuvimos una especie de conversación. Comimos 2 salchicas rebozadas y unos refrescos. Todo po 10.000 krw (6.55 €). Por cierto, cuando nos íbamos a despedir, nos invitaron a una tercera salchica. 감사합니다 (gam-sa-ham-ni-da).
![]() Aunque el ferry zarpaba a las 15h, al reservar nos dijeron que, por favor, estuviésemos 1h antes por lo menos para que el embarque de los coche fuera ágil. Como no nos gusta que nadie espere por nosotros, hicimos el viaje de un tirón y llegamos a la terminal poco después de las 13h. Durante el camino pudimos comprobar que en todos los paises hay gente que tiene más prisa que los demás y que no se lo piensan dos veces a la hora de adelantar a otro coche, aunque sea en línea continua. Por cierto, aprovechamos para contaros que, en todos los puentes y túneles por los que pasamos, había línea continua y una señal de prohibido adelantar. La foto de la derecha corresponde al puente Jangbogo, que une Sangjeong-ri y Songgok-ri.
![]() Mientras esperamos para embarcar, vamos a aprovechar para contaros cómo fue la historia para reservar los billetes del ferry. Lo hicimos a través de la página oficial de la naviera que hace el trayecto hasta Jeju, Hanil Express. El problema era que para completar la reserva, si o si había que la marca, modelo y matrícula del coche. Después de darle muchas vueltas y cuando ya nos íbamos a dar por vencido, se nos ocurrió mandar un correo electrónico a una dirección que aparecía en la página, aunque no teníamos muchas esperanzas porque era la típica dirección webmaster@xxxxxx.com que suele ser el contacto de quien mantiene la web.
Les explicamos que al ser un coche de alquiler, no podíamos saber el modelo exacto del coche y mucho menos la matrícula. Sorprendentemente, al día siguiente nos contestaron y nos dijeron que no había problema. Sólo les teníamos que decir el modelo aproximado que habíamos alquilado. Eso era fácil. Un Hyundai Sonata o similar. Con eso les sirvió. Les dijimos qué tipo de billete queríamos (ahora os explicamos porqué) y los días en los que haríamos el viaje y nos confirmaron que la reserva estaba realizada. Un 10 para el servicio de atención al cliente!! Si no hubieramos conseguido solucionar el tema del ferry habríamos tenido que cambiar completamente el itinerario ya que habríamos tenido que ir a Jeju en avión o no haber ido. Los billetes de ida y vuelta para 2 personas + el coche nos salió por 453.840 krw (296,81 €) ![]() Tuvimos que esperar unos minutos hasta las 13h30 que abrieron el mostrador de la compañía. Las chica que nos atendió sabía inglés así que todo fue más fácil. Le mostramos el número de reserva que nos habían dado y nos preparó los ticket, tanto para nosotros como para el coche.
Nos avisaron que a la bodega del barco sólo podía acceder el conductor, así que para allí fui yo esperando que nadir me preguntara nada porque como os imaginaréis, de coreano nada y como dice un youtuber mexicano: “ustedes saben que mi inglés es muy ratata…” Afortunadamente el embarque del coche lo pude hacer sin mayor problema. Al dejar el coche, los operarios nos recordaron a todos que los coches tenían que quedar con el freno de mano puesto. Además, por si acaso, ataron las cuatro ruedas a anclajes que había en la cubierta del ferry. La anécdota graciosa pasó cuando tuve que pasar por el control, antes de entrar en el barco. Los chicos (bastante jóvenes) que me pidieron la documentación, al verme occidental, me preguntaron de dónde era y al decirle que español, pues imaginaros… de los tres chicos, uno era del Madrid, el otro del Barça y ¿a que no sabéis de que equipo era el tercero? Como no podía ser de otra manera, del Athletic. Conocía a Unai Simón y a los hermanos Nico e Iñaki Williams. ![]() Una vez el coche quedó listo para la travesía, los conductores tuvimos que volver andando a la terminal para pasar el control de viajeros.
Como la travesía duraba aproximadamente 3h, pensamos que igual era buen idea comer algo, así que aprovechamos que había una especie de tienda de conveniencia en la terminal, para comer unos fideos instantáneos y unos cafés fríos para el camino, todo por 9.200 krw (6 €). También aproveché para tomarme la biodramina, aunque a decir verdad, el viaje fue super tranquilo y el barco apenas de movió, pero más vale prevenir… Una vez dentro del barco, pudimos ver las diferentes “clases” que había. En la foto de la derecha, vamos a decir que eran los camarotes para los de primera clase, con literas y todo. En la foto de la izquierda, segunda clase (donde fuimos nosotros), la típica sala con butacas. ![]() Y para los de tercera clase… no sabemos cómo llamarlo. Sólo sabemos que las personas iban sentadas y/o tumbadas en el suelo. Por supuesto, era la opción más barata. Como se entere el señor Ryanair, seguro que lo intenta poner en práctica. También vimos una sala con butacas de masajes, pero éstas siempre están ocupadas por “halmoni” (señoras de avanzada edad) que corren como alma que lleva el diablo para conseguir esos sitios. Por supuesto, no las sueltan en todo el viaje.
![]() Con absoluta puntualidad, a las 15h00, nos pusimos en marcha. Sacamos unas fotos del puerto y demás, pero en cuanto el barco salió a mar abierta, y cogió un poco de velocidad, yo me fui a sentarme a mi sitio. Anna se quedó en cubierta sacando alguna foto más. Cuando vino al sitio, me pilló medio dormido, jejeje (efecto de la biodramina).
![]() Gracias a las mini-siestas que me fui echando, el viaje se pasó super rápido y a las 17h45 llegamos a Jeju. Anna salió a cubierta para sacar unas fotos mientras llegábamos a puerto y yo me quedé en el sitio para no tentar a la suerte.
![]() Cuando el ferry estaba amarrado, llamaron a los pasajeros por megafonía para que fuéramos bajando hacia los coches. Al contrario que al embarcar, los acompañantes tenían que ir también porque al salir del barco, te vas directo ya a la carretera.
Anna tardó en venir y yo tuve que bajar a la bodega. Y aquí es cuando me puse un poco nervioso, porque no podíamos avisarnos por teléfono porque uno de los dos no tenía conexión al no estar cerca del pocket wifi. La cuestión es que los operarios empezaron a soltar las cuerdas de los coches y yo seguía solo. Incluso le llegué a decir a uno de los chicos de la tripulación que había “perdido a mi mujer”. El chico se rió y me tranquilizó diciendo que aunque no tuvieran coche, todos los pasajeros tenían que salir por allí. Efectivamente, al de un rato Anna apareció como si nada y yo todo precocupado. Ten mujer para esto ![]() ![]() ![]() ![]() Al preparar el viaje nos pareció que lo más conveniente era coger el alojamiento en el sur de la isla porque era donde más actividades íbamos a realizar, así que nos pusimos en marcha. Al de poco de poneros en cambio, paramos para comprar algo para merendar (cafés y algo de vicio en forma de bollería). Nos salió por 11.400 krw (7,45 €). Como el trayecto era de apenas 50 km, no llegó a una hora lo que tardamos en llegar al hotel en Seogwipo.
Primero fuimos a aparcar el coche en el garaje del hotel. Tenían un sistema de aparcamiento automático. Uno de esos donde un elevador se lleva tu coche, quien sabe donde, jejeje. Lo curioso es que, como la entrada al elevador era bastante estrecha, y en el garaje tampoco había mucho sitio para hacer maniobras, una plataforma giratoria lo alineaba perfectamenta para que el coche entrara recto. La persona que estaba atendiendo el aparcamiento nos explicó como recuperar el coche si llegábamos a una hora que no estuviera él. Simplemente meter la matrícula en una pantalla y listo. ![]() Cuando fuimos a la recepción para hacer el check-in, no había nadie. Sólo unas máquinas para hacer el check-in automático. El proceso fue muy sencillo y rápido. Cuando subíamos en el ascensor, nos hizo gracia que había un cartel que recomendaba bajar las mosquiteras en las ventanas porque en Jeju, había mosquitos todo el año.
![]() ![]() ![]() ![]() Una vez instalados, y como habíamos visto un mercado cerca del hotel, pensamos que era buena idea bajar a dar una vuelta y de paso, cenar algo.
El mercado Seogwipo Maeil Olle Market es el mercado más grande y antiguo de Seogwipo, abierto desde 1960, actualmente es un centro económico y turístico. Se venden desde mandarinas hallabong hasta mariscos frescos con etiquetas que indican si fueron pescados ese mismo día. Tiene incluso un riachuelo artificial en el centro del mercado, con peces y plantas, y un escenario para actuaciones culturales. Incluso en febrero de 2024, hicieron un ritual chamánico tradicional (ya nos habría gustado verlo). Si venís a Jeju, vais a ver que el color predominante es el naranja, el naranja de las mandarinas. Aquí os dejamos un poco de historia sobre las famosas mandarinas de Jeju. Aunque se les llama mandarinas, en realidad son un híbrido entre una naranja kiyomi y una mandarina ponkan, creado originalmente en Japón en los años 70 bajo el nombre de dekopon. En Corea del sur adoptaron el nombre hallabong en honor al monte Hallasan, el volcán icónico de Jeju. Lo que las hace únicas es su forma ligeramente abultada en la parte superior (como un pequeño “moño”), su piel gruesa pero fácil de pelar, y su sabor: dulce, jugoso y sin semillas. Son como la versión premium de una mandarina, y en Corea se consideran un regalo elegante, especialmente en invierno. Por cierto, en Netflix hay una serie ambientada en Jeju que se titula “Si la vida te da mandarinas...”. Os aviso que la serie está muy bien, pero también es muy triste. Después de este inciso sólo nos queda contaros que dimos una vuelta completa al mercado para ver lo que había y decidir qué nos apetecía. Al final, fueron unas brochetas de pastel de pescado y una tortilla de vegetales (apuesta segura ambas cosas). La cena nos costó 13.000 krw (8,50 €). Ahhh tened en cuenta que el mercado cierra a las 21h00. ![]() ![]() Sobre las 21h30 dimos por finalizado el día y regresamos al hotel. Entre el madrugón, la visita al templo de Unjusa y el viaje en ferry, estábamos un poco cansados. Tampoco pasaba nada por ir pronto al hotel un día. El termómetro marcaba 14 °C y el cielo estaba nublado.
*** Final del día 3 ***
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Aunque en el precio del hotel no estaba incluido el desayuno (por 24 €/noche, faltaría más), tenía un servicio de restaurante que ofrecía buffet libre para el desayuno por 14.000 krw (9 €) por persona. Como íbamos a estar tres días en Jeju, decidimos probarlo. Era una mezcla de comida coreana y occidental.
![]() Tras el desayuno, fuimos el garaje y todavía no estaba el “paisano” que nos había ayudado la tarde anterior, pero siguiendo las instrucciones que nos había dado, recuperamos nuestro coche sin problema.
Aunque teníamos varias actividades planificadas en el sur de la isla, pensamos que lo mejor, era ir al punto más alejado y hacer el Songaksan Dulle-gil Trail, que forma parte de la ruta 10 del Jeju Olle Trail que rodea toda la isla y son 425 km. Esta es una de las secciones más populares por sus vistas espectaculares del mar y los acantilados. Además, es una ruta circular bien señalizada, con bancos y zonas de descanso, lo que la hace muy accesible. Al comienzo del sendero había un parking gratuito donde dejamos el coche. ![]() ![]() ![]() El Songaksan es un volcán y tiene unas vistas increíbles del mar y de algunas islas cercanas, como Gapado y Marado. Lo que más nos llamó la atención fueron unas cuevas al borde del acantilado, que parece que fueron usadas en la ocupación japonesa. Nos hizo pensar en todo lo que había pasado esta isla, más allá de lo que se ve a simple vista.
![]() La ruta no es muy larga, pero nos gustó mucho. Tal vez es la mezcla entre mar, montaña, historia… o simplemente que Jeju tiene algo que te atrapa sin darte cuenta. Lo único que hay que tener en cuenta es que a lo largo del recorrido hay zonas de escaleras que no son aptas para sillas de ruedas o carritos de bebés. Por lo demás, el sendero no tiene mayor complicación.
![]() ![]() Y mientras disfrutábamos del paseo y de las vistas, de repente vimos a lo lejos a varias haenyeo (해녀). El nombre haenyeo significa literalmente “mujeres del mar”, son buceadoras tradicionales de la isla de Jeju. Son conocidas por sumergirse a pulmón (sin tanques de oxígeno) para recolectar mariscos como abalones, erizos, pulpos y algas.
Esta tradición tiene siglos de historia, y aunque originalmente era una actividad masculina, desde el siglo XVIII las mujeres pasaron a ser mayoría. Se cree que su fisiología (mayor grasa subcutánea y resistencia al frío) les daba ventaja en estas duras condiciones. Muchas de ellas se convirtieron en el principal sustento económico de sus familias, lo que dio lugar a una estructura social semi-matriarcal en Jeju. Lo impresionante es que muchas haenyeo siguen buceando bien entrados los 60, 70 e incluso 80 años. Nos hizo mucha ilusión verlas en directo porque no hay k-drama ambientado en Jeju donde no haya alguna protagonista que no haya participado de este duro oficio y también porque pensábamos que ya sólo existían como atracción turística. La única pena es que como no nos los esperábamos, dejé (si, fue fallo mío) la cámara con más zoom en el coche por lo que las fotos que veis a continuación están bastante ampliadas y la calidad no es muy buena. ![]() Una cosa que también habíamos visto en las series de televisión es que, cuando las haenyeo vuelven a la superficie, tras una inmersión, emiten un silbido llamado sumbisori. Al principio, nosotros pensábamos que era para avisar a sus compañeras que habían vuelto a la superficie y que estaban bien. Y, efectivamente, esa es una de las razones, pero la más importante es para liberar el dióxido de carbono acumulado durante la inmersión y obtener el oxígeno necesario para la siguiente.
En 2016, la UNESCO reconoció su cultura como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. ![]() Al finalizar el recorrido, había una zona de esparcimiento con una especie de plataformas bajas de madera llamadas “pyeongsang” (평상), donde la gente se sienta a descansar y también a comer. Y como no podía ser de otra manera, también había un gimnasio al aire libre, bastante completo por cierto, para para hacer ejercicio.
![]() Acabamos la caminata sobre las 12h y como al lado del parking, había un Starbucks, pensamos que nos merecíamos una recompensa por el esfuerzo realizado. ¡Pero que morro tengo! Simplemente nos apeteció darnos un capricho y de paso, almorzar.
Cuando estamos de viaje (y entramos en un Starbucks, suele ser nuestra perdición y es que siempre tienen ediciones especiales de sus termos o de sus tazas. Nuestra casa empieza a parecerse a un pequeño museo, jejeje. De los que aparecen en la foto, dos se vinieron para España. Sólo os doy una pista, el mío tiene que ver con el color típico de Jeju… Los dos cafés (también ediciones especiales) y la tarta, nos salieron por 22.000 krw (14,37 €). ![]() ![]() De camino a nuestro siguiente destino, nos dio tiempo a hacer una parada para fotografiar una de las escenas que más aparecen en las series coreanas. El típico rompeolas con un faro de color rojo, rodeado de bloques de piedra de una forma muy peculiar. También nos hicimos alguna foto con la estatua de una haenyo que parecía estar de vuelta tras una dura jornada en el mar.
![]() ![]() A las 13h15 llegamos a Hello Kitty Island, un espacio dedicado a la simpática “gatita blanca japonesa”. Sólo os puedo decir una cosa: si sois alérgicos al color rosa, no podéis entrar. Os daría un shock nada más cruzar la puerta.
Aunque a mí, ni me va ni me viene, a Anna sí que le gusta así que, pasamos un rato en la tienda y algunas cosillas se vinieron para casa. Al museo no entramos, porque desde fuera, nos pareció que era algo preparado principalmente para niñ@s. ![]() ![]() El siguiente punto en nuestro itinerario de hoy eran las cascadas Cheonjeyeon. Estas cascadas están formadas por tres niveles:
• El primer salto cae desde una cueva en un acantilado de 22 metros hasta el estanque, que tiene unos 21 metros de profundidad. • Desde ahí, el agua fluye hacia una segunda cascada de 30 metros. • Finalmente, cae una tercera vez antes de dirigirse al mar. Según la leyenda coreana, siete ninfas celestiales descendían por la noche para bañarse en el estanque. Por eso, cada dos años en mayo se celebra el Festival de las Siete Ninfas en este lugar mágico. El precio de la entrada son 2.500 krw (1,65 €) por persona y hay que tener en cuenta que, para acceder a las tres cascadas, hay que bajar (y luego subir) varios tramos de escaleras. ![]() Cuando íbamos a bajar a ver el primer salto de agua, un cartel avisaba de que esta cascada sólo tiene agua cuando hay fuertes lluvias (que no era el caso). Suponemos que lo avisaban para evitar que la gente baje y se encuentre con que no hay agua cayendo. Así todo, nosotros bajamos y pudimos fotografiar el estanque, que sí tenía agua.
![]() La segunda cascada, aunque tenía poca agua, fue la que más nos gustó, sobre todo por el entorno que la rodeaba. No nos fuimos de allí sin hacer alguna “sedita”.
![]() Y como colofón bajamos hasta la tercera cascada, que era la que más agua llevaba. Os advertimos que hay que bajar (y luego subir) unas cuantas escaleras, aunque creemos que merece la pena. Os dejamos una de las foto que sacamos para que juzguéis vosotros mismos.
![]() Por acabar la visita, cruzamos el puente Seonimgyo, decorado con esculturas de ninfas, y que nos llevó hasta el pabellón Cheonjeru, que no es un templo tradicional como podría parecer. En su interior pudimos ver unas pinturas espectaculares que representa la leyenda de las siete ninfas celestiales y el dios de la montaña de Cheonjeyeon.
![]() ![]() Esperamos no parecer pesados con el tema de los k-drama, pero aquí vimos in-situ una de las escenas que se ven cuando se trata de parejas y es que, muchas veces, se visten con la misma ropa cuando salen a pasear. ¿No me digáis que no están monos? ![]() Ahhh, se nos olvidaba. Por si acaso nos están leyendo, saludos a los chicos andaluces (creo que eran gaditanos) que conocimos en las cascadas. Pasamos un rato muy agradable con ellos compartiendo nuestros itinerarios.
Junto a las escaleras que subían al pabellón, había un puesto de bebidas y como no habíamos comido todavía, aprovechamos para probar el zumo de naranja natural, por supuesto de naranjas de Jeju. Nos los dieron en unas divertidas botellas de plástico con la forma de Dol Hareubang (돌하르방), la estatua más emblemática de la isla de Jeju y que, en el dialecto local, puede traducirse como “abuelo de piedra”. Los dos zumos nos costaron 7.000 krw (4,57 €) En todos los viajes nos pasa lo mismo. Algún día o no comemos o lo hacemos casi a la hora de merendar. En este viaje, hoy era el día porque eran las 16h30 y no habíamos metido nada en el estómago desde la tarta del Starbucks. Esta vez, la suerte estuvo de nuestro lado y junto a la entrada de los acantilados que íbamos a visitar, había unos puestos con comida callejera. Anna se pidió una brocheta de salchichas y pastelitos de arroz y yo una salchicha rebozada. Nos costaron 8.000 krw (5,22 €). La entrada nos costó 2.000 krw (1,30 €) por persona y otros 2.000 krw (1,30 €) por el parking. ![]() Los acantilados Daepo Jusangjeollidae son una de las joyas geológicas más impresionantes de la isla de Jeju. Se trata de una formación de columnas de basalto creadas cuando la lava del monte Hallasan se enfrió rápidamente al entrar en contacto con el mar, cerca de la zona de Jungmun. ¿Os resultan conocidas? Seguro que sí.
Nosotros las hemos visto iguales en Irlanda del Norte, en la impresionante Calzada del Gigante y en Islandia, en la playa de Reynisfjara (conocida como la playa negra). ![]() ![]() Estas columnas tienen formas hexagonales y cúbicas, y se elevan hasta 20 metros de altura, como si hubieran sido talladas por un escultor gigante. El nombre “Jusangjeolli” hace referencia precisamente a ese fenómeno geológico de fracturación columnar.
Cuando el mar está agitado, las olas rompen contra las rocas con una fuerza espectacular, pudiendo alcanzar los 10 mt de altura, lo que convierte el lugar en un espectáculo natural digno de contemplar. El sitio, además, cuenta con senderos, miradores y zonas para descansar por lo que es muy popular tanto entre turistas, fotógrafos como nosotros y amantes de la geología. Como ya no quedaba mucho para el atardecer, decidimos quedarnos y probar suerte. La verdad es que no estuvo nada mal ¿verdad? ![]() ![]() Como, alguien que yo me sé, había visto una tienda Daiso cerca de Beophwan-dong y quería pasar antes de volver al hotel, paramos en un 7-eleven (7.000 krw, 4,75 €) para coger algo de merendar. Al final, cuando se entra en una de esas tiendas, sabes a qué hora entras, pero no a la que sales, jejeje
De vuelta al hotel, eran las 20h30 así que, como todavía estaba abierto el mercado de Maeil Olle, salimos a cenar, aunque en esta ocasión probamos el Blackpork de salchicha, 10.000 krw (6,53 €) con rábano encurtido amarillo de acompañamiento. El Blackpork era como un gimbap, pero con un rebozado crujiente. Debía ser una comida “famosa” porque tuvimos que hacer cola en el puesto donde lo compramos. ![]() ![]() A las 21h30 estábamos de vuelta en el hotel y como, junto a la recepción había un 7-eleven, aprovechamos para comprar el desayuno para el día siguiente, 9.600 krw (6,21€). El móvil decía que la temperatura era de 14°C y el cielo estaba completamente despejado.
Ya en la habitación me di cuenta de que me había “quemado” el cogote. Quien nos lo iba a decir cuando veníamos preparados con ropa de invierno. *** Final del día 4 ***
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El día anterior, cuando volvíamos de la caminata de Songaksan Dulle-gil, vimos un templo con un gran Buda dorado, pero cuando paramos el parking estaba completo y con bastantes coches esperando para encontrar sitio, así que decidimos dejarlo para hoy. Como parecía un sitio bastante popular, madrugamos un poco más de lo habitual para estar en el templo a primera hora.
A las 6h45 ya estábamos en pie. En cuanto estuvimos preparados, nos pusimos en marcha. Ni siquiera desayunamos. El termómetro marcaba 13 °C y cielo, para no variar, despejado. El templo que queríamos visitar estaba a algo menos de 30 km de nuestro hotel, así que poco más tarde de las 8h30 ya estábamos en el parking (gratuito) del templo. A diferencia del día anterior, apenas había un par de coches más haciéndonos compañía. ![]() Como no teníamos claro a qué hora abrían, mientras Anna se quedó preparando el desayuno, yo me acerqué a ver si veía algo de información. Después de dar varias vueltas por el complejo del templo, apenas me crucé con un par de personas (no me parecieron turistas) y vi que todas las puertas estaban ya abiertas por lo que supuse que se podía visitar ya. Volví al coche para decírselo a Anna y, en cuanto desayunamos, iniciamos a la visita por nuestra cuenta. Por cierto, la entrada al templo es gratis.
![]() El templo Sanbangsan Bomunsa, está situado en la ladera del monte Sanbangsan, y forma parte del complejo que también incluye el famoso templo Sanbanggulsa. Lo primero que vimos al subir las escaleras de piedra fue una estatua de piedra de Gwanseeum-bosal y la bodhisattva de la compasión. Desde el templo hay unas vistas espectaculares del mar del sur y la costa suroeste de Jeju, lo que lo convierte en un lugar muy visitado tanto por fieles como por turistas. La entrada al complejo, también es gratis.
Uno de los rincones más bonitos del templo es esta especie de grada con más de 250 pequeñas estatuas blancas, perfectamente alineadas, que representan a Buda y que han sido colocadas por fieles que rezan por la protección, la salud de sus seres queridos. ![]() En el salón principal (Daeung-jeon) pudimos ver una tríada de estatuas presidida por Seokgamoni-bul (el Buda histórico), flanqueado por Jijang-bosal y Gwanseeum-bosal. Casi tanto como las estatuas de las Budas, nos gustó el techo del salón, decorado por decenas de farolillos de colores.
![]() Y por supuesto, no os podemos de dejar de enseñar, lo más llamativo del templo. La estatua dorada de Yaksayeorae-bul, el Buda de la medicina, que fue colocada allí en 2010. En uno de los laterales de la estutua había una fila de molinillos de oración dorados, típicos de la tradición budista tibetana. “Cada cilindro está meticulosamente grabado con mantras, especialmente el “Om Mani Padme Hum”, que invoca la compasión del bodhisattva Avalokiteshvara”. Nosotros ya los habíamos visto en Japón.
Según pudimos leer, hay que hacerlos girar suavemente y, mientras están en movimiento, pedir (rezar) por algo que de necesite o desee. ![]() En uno de los carteles que vimos durante nuestra visita, vimos que había una cueva natural en la parte alta del templo, así que como todavía estábamos fresco, subimos a ver que se podía ver.
Tenemos que avisar que para llegar hasta la cueva, hay que subir un montón de escaleras y la entrada cuesta 1.000 krw (0,65 €) por persona. El nombre de la cueva es Sanbangsan y significa “habitación en la montaña”. Cuando llegamos, había 2 señoras (halmoni) que estaban adecentando la pequeña ermita budista que hay en su interior. En cuanto nos vieron con cámara en mano, una de ellas nos hizo la señal de que no se podían sacar fotos y por supuesto, los respetamos. El tema que Anna intentó utilizar el móvil para traducir los carteles con la información del lugar y la señora, esta vez con un tono más amenazante, nos insistió que no se podían sacar fotos. Le intentamos explicar que era lo que estábamos haciendo, pero no hubo manera. Como no hubo manera de hacernos entender con “la guardiana de la cueva”, nos volvimos a la zona baja del templo para seguir con la visita. Aquí, podéis ver alguna foto del lugar para que os hagáis una idea de cómo es el lugar. ![]() En otro de los pabellones del templo, pudimos disfrutar (esta vez sí) de un impresionante salón con estatuas de tres Budas y una decoración espectacular.
![]() Para acabar la visita al templo, subimos por unas escaleras de piedra flanqueadas a la izquierda por Budas en diferentes posturas de meditación y a la derecha por estatuas doradas de pequeños Budas. Al final de las escaleras, nos encontramos con un par de altares dedicados, como no podía ser de otra manera, a Buda.
Si en Hello Kitty Island lo que predominaba era el color rosa, aquí era el color dorado el que se veía por todas partes. ![]() ![]() ![]() A las 10h45 dimos por finalizada la visita. Tenemos que decir que el templo nos gustó mucho y disfrutamos visitándolo, sobre todo, porque al madrugar, no había mucha gente. Una pena no haber podido sacar alguna foto a la cueva, pero donde manda patrón…
Cuando llegamos al coche, el termómetro marcaba 19°C y se había levantado algo de viento. Sin perder tiempo, nos pusimos en marcha hacia nuestro siguiente destino, el museo de las Haenyeo, una de las razones por las que habíamos venido a la isla de Jeju. ![]() El museo de las Haenyeo se encuentra en Gujwa-eup, al noreste de la isla de Jeju, por lo que estábamos a unos 80 km. Yendo tranquilos, y disfrutando del paisaje tardamos aproximadamente 1h30. El museo se construyó en 2006 en el mismo lugar donde, en 1932, se originó el movimiento de resistencia de las haenyeo contra la ocupación japonesa. Se levantaron, orgullosas y decididas, contra la explotación.
Este espacio no solo honra su historia laboral, sino también su papel como símbolo de dignidad, resiliencia y autonomía femenina. ![]() ![]() ![]() Las haenyeo son mujeres que se sumergen sin equipo de buceo para recolectar mariscos, algas y otros alimentos marinos. Solo llevan unas gafas, un tubo flotador para descansar en la superficie y una cesta para guardar sus capturas. Esta práctica, que requiere una enorme resistencia física y conocimiento del mar, ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
![]() Nuestra visita empezó en la sala de audio visuales donde pudimos ver un pequeño documental sobre la historia de las Haenyeo, que nos ayudó a sumergirnos (nunca mejor dicho) en el mundo de las valientes buceadoras coreanas. El vídeo se reproduce cada pocos minutos y se puede elegir el idioma.
![]() ![]() El museo está dividido en tres salas temáticas. La primera está dedicada a la propia vida diaria de las Haenyeo. Se puede ver una recreación de una casa tradicional, con la comida y los utensilios que utilizaban en el día a día. Las casas tradicionales con techo de paja de Jeju estaban construidas con piedras, tierra, madera y tallos de plantas, todos materiales fácilmente disponibles en la naturaleza. Debido a las fuertes tormentas que ocasionalmente azotan la isla, los tallos se trenzaban en forma de cuerdas que se usaban para amarrar los techos y evitar que salieran volando.
Las piedras no sólo se usaban en los muros, sino que también se integraban hasta llegar al tejado. Incluso las paredes exteriores que rodeaban las casas eran de piedra. La estructura interior incluía habitaciones, un salón central, una cocina, un área de almacenamiento y un sistema de calefacción. En el patio había una plataforma para las vasijas de barro, un inodoro exterior y un pequeño huerto. ![]() En la segunda sala se puede ver una reproducción del bulteok, un espacio donde las mujeres podían calentarse junto al fuego y cambiarse de ropa antes y después de sumergirse en el mar.
![]() Además, se muestra el equipamiento y vestimenta que utilizaban las Haenyeo. Se pueden ver herramientas de trabajo como la taewakmangsari (red con boya), las nun (gafas de natación), el bitchang (cuchillo para recolectar mariscos) y la vestimenta de las buceadoras. También se pueden ver algunos documentos históricos.
![]() ![]() ![]() ![]() Por último, la tercera sala (en el piso inferior), trata sobre la vida de una haenyeo. Presenta sus historias vividas, así como el relato retrospectivo de una mujer nacida en Jeju, el camino que tuvo que seguir para convertirse en una buceadora experta, los trabajos adicionales que tuvo que realizar para ganarse la vida y su experiencia laboral que la mantuvo constantemente al borde entre la vida y la muerte.
![]() ![]() Sabíamos que nos iba a gustar, pero la verdad es que, tras la visita, quedamos impresionados de cómo esta tradición, aparentemente sencilla, cruzó las fronteras de la isla de Jeju. Las Haenyeo viajaron a otras partes de Corea, Japón e incluso Rusia, llevando consigo no sólo mariscos, sino un espíritu de aventura y autosuficiencia fuera de lo común. Lo llamaban bakgat-muljil, una palabra que encerraba años de viajes y sacrificios.
Pero lo que más nos llamó la atención fue saber que, ellas habían protagonizado el movimiento de resistencia femenina más grande de Corea contra la ocupación japonesa. Más que una exposición, es un homenaje a la fuerza de unas mujeres que desafiaron el frío del mar, las normas sociales y los imperios. Para acabar la visita, pasamos por la tienda del museo y nos trajimos unos cuantos recuerdos en forma de suvenires, perfectos también para regalar. Poco antes de las 14h, dimos por finalizada la visita. Como se había hecho ya la hora de comer, nos despedimos de nuestras amigas Haenyeo y pusimos rumbo al norte de la isla donde íbamos a comer en un sitio especial para nosotros. Ahora os contamos la historia. Como ya hemos comentado en varias ocasiones, hace tiempo que “consumimos” contenido coreano (no sólo k-dramas) en Netflix y en alguna otra plataforma. Pues resulta que Anna se “topó” con un cantante coreano llamado Rain. Supongo que, buscando trabajos de él, encontró una especie de “reality” donde dos amigos (el glotón y el peludo) recorrían Corea del Sur en moto. Como una de las etapas transcurría en Jeju, nos pusimos a verlo. ¡qué risas! Os recomendamos que no os lo perdáis. Y por favor, vedlo en versión original. Aquí os dejamos el tráiler oficial para ver si os engancha. Mientras recorrían la isla de Jeju, un día fueron a comer una hamburguesa a un restaurante que estaba en el norte, el Mooger Burger. Y como somos un poco “frikis” con estas cosas, buscamos el restaurante en el navegador y para allí que nos fuimos.
![]() Cuando llegamos, apenas acababan de abrir y sólo compartimos local con otra pareja. Anna pidió una hamburguesa de ajo y yo una de zanahoria, acompañadas de patatas fritas y unos refrescos. No mentimos cuando decimos que las hamburguesas estuvieron muy, pero que muy ricas. La comida nos salió por 35.000 krw (22,20 €).
Mientras comíamos, estuvimos recordando lo bien que los pasamos viendo la serie y sobre todo, por las “tonterías” que decía y hacía “el peludo”, nombre que recibe el compañero de viaje de Rain. ¡Netflix, no rules! (si acabaís viendo la serie, sabréis de qué estamos hablando). ![]() ![]() Aprovechando que el restaurante estaba en una localización inmejorable, al lado del mar, aprovechamos para dar un paseo por la zona del puerto. Aunque los barcos de pesca se parecen a los de España, las bombillas que utilizan para iluminar el barco, nos llamaron mucho la atención.
![]() ![]() Todavía queríamos hacer un par de actividades más en lo que quedaba de día, así que dejamos atrás a nuestros amigos “glotón y peludo” y regresamos al este de la isla para hacer una caminata en el Seongsan Ilchulbong Marine Provincial Park para ver el cráter del volcán del mismo nombre. También conocido como Sunrise Peak, es uno de los lugares más emblemáticos de la isla de Jeju. Se trata de un cráter volcánico que se eleva 180 mt sobre el nivel del mar y que emergió del océano hace unos 5.000 a 7.000 años debido a una erupción hidrovolcánica.
Consejo viajero: Hay dos grandes parkings donde dejar el coche para acceder al principio de la caminata. El segundo, es gratuito. La entrada para subir a ver el cráter del volcán nos costó 5.000 krw (3,20 €) por persona. También tenemos que comentar que, como es de esperar, el camino hacia el cráter es todo de subida y con algunos tramos de escaleras (no apto para personas con movilidad reducida) Por si acaso necesitábamos hidratación durante la subida, compramos unos zumos naturales de ricas naranjas de Jeju por 10.000 krw (6,53 €). ![]() ![]() Lo que lo hace tan especial no es solo su forma de corona gigante, sino también su valor ecológico y geológico. Ha sido declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO y forma parte del Geoparque Global de Jeju. Su cima ofrece una vista espectacular del amanecer, lo que le da su nombre: “Ilchulbong” significa “pico del amanecer”.
![]() Mientras preparábamos el viaje, leímos algún comentario de personas que habían quedado un poco defraudadas, porque al llegar al borde del cráter, “no se veía nada”. Supongo que igual habían visto imágenes aéreas del lugar y claro… luego las comparaciones, son odiosas. A nosotros sí que nos gustó la caminata y ver, lo que en su día fue el cráter de un gran volcán.
A la bajada, aprovechamos para hacer unas fotos del entorno. Creemos que, sólo por estas vistas, ya se merece una visita. ![]() ![]() Y como andábamos bien de tiempo, decidimos acabar el día acercándonos al faro de Bangdupo donde habíamos visto que se podía dar un bonito paseo por la costa. Además de pintoresco, el lugar es famoso por sus vistas al mar abierto y sus formaciones rocosas únicas.
![]() El faro se alza al final de un sendero que atraviesa un paisaje costero espectacular, con detalles curiosos como una casita “de jengibre” aparentemente abandonada y antiguos montículos de piedra que se usaban como señales de humo.
![]() ![]() Es como si hubiésemos dejado la actividad más relajante para el final del día. Y qué más relajante que un paseo al lado del mar. Y os lo dicen dos personas que, según salen de casa, tienen el mar Cantábrico a 200 mt.
Para volver al hotel, aunque ya apenas había luz, pasamos por la carretera de Noksan-ro, que es famosa porque en época de floración de la colza, los márgenes de la carretera lucen de un espectacular color amarillo. Nosotros no vimos nada, pero lo achacamos a la falta de luz. Al día siguiente, si nos daba tiempo, lo volveríamos a intentar. A las 19h estábamos de regreso en el hotel y como tenían servicio de lavandería, aprovechamos para hacer la colada. La cena y el desayuno del día siguiente lo compramos en el GS25 que había cerca del hotel. Todo nos salió por 33.300 krw (21,75 €). El termómetro marcaba 15 °C y en el cielo, lo único que se veían estrellas. Ni rastro de nubes. *** final del día 5 ***
. Etapas 4 a 6, total 21
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