A las 5 de la mañana, salgo al balcón para ver perfilarse las mountains, pero en la noche se oyen más los cristales rotos y los gritos de fucking! fucking! asshole!, que van acercándose, hasta adjudicarse su pertenencia a un subnormal indispuesto, dispuesto a atravesar al otro lado del río. Cruza el puente bramando, y se mete en el primer bungaló, de los adosados de la orilla de enfrente. Gruñe con alguien de dentro, y se fuma un cigarro, hasta que se mete y cierra la puerta.
Vang Vieng es un sitio increible con unos parajes privilegiados, y el debate sobre la "aportación" de un cierto tipo de turismo, que se soporta únicamente por una cuestión de enriquecimiento rápido, es infructuoso si no lo hacen los que pueden ponerle coto. Lo cierto es que no tengo ni idea de si siquiera hay abierto debate, pero por lo que he visto en el pueblo, no lo parece.

Siendo pesimista, imagino en 5 o 10 años, bungalós de color pastel de chocolate a los pies de las montañas. Ahora, en este pueblo todo es clonado, los bungalós, los comercios chinos, los bares musicales, las ristras de luces navideñas de colores, los restaurantes con plasmas de 40 pulgadas emitiendo “Friends” para los guiris tumbados en colchonetas, los armazones de mamotretos espeluznantes en construcción, y los tropeles de turismo de turismo de mala borrachera, que en cualquier caso, se encuentran en muchas partes del mundo.
Comprendo que haya gente que quiera este tipo de fiesta, que no todos son descerebrados, y que hay a quien que le interesa o necesita proporcionársela, pero el problema es hasta donde se está dispuesto a llegar, y que es lo que va a costar. Pudrir lugares como este, ya sabemos por desgracia, que es fácil y rápido.
Sobre la pregunta de ir o no ir, bueno, existen las dos cosas, el ambiente creado alrededor de los que vienen al “tubbing”, o sea descenso fluvial en neumático con paradas de repostaje para beber alcohol de garrafón en cubos de playa para niños, en los garitos situados a tal fin en las dos orillas; al lanzamiento tarzanesco desde tirolinas o toboganes al río con una botella de lao whisky en los morros;

a machacarse los oidos con el volumen de la música; a romper cristales y vocear insultos a las 6 de la madrugada como el energúmeno de esta mañana; y también existe, como he dicho, un pueblo increible con unos maravillosos alrededores, donde se pueden hacer otras muchas cosas. Todo es elegir, incluso el venir o no, pero lo cierto es que da pena el rumbo que he visto que ha tomado Vang Vieng.
A las 6 de la mañana, la gente ya está en pie. Aquí los monjes que hacen ronda son 5 o 6 contados, y todos son niños de 5 a 15 años, excepto el que va en cabeza que es algo mayor. También son contados los 3 o 4 devotos que se arrodillan, para depositar unas manzanas o arroz en el zurrón azafrán. Esto no es la Luang Prabang glamurosa y burguesa, y en Vang Vieng no hay espectáculo devoto-alimentario por las mañanas.

Volvemos al hotel a recoger, pero tenemos un buen rato, y distraigo la espera en el repetitivo balcón, viendo a los obreros currando en una finca en la isla, y al fucking fucking guiri de esta madrugada que ha abierto la puerta de su bungalow, bebe agua, y se prepara dispuesto a dar la brasa y hacer drinking en otro lado.

De momento sale con otros 2 fucking guys uniformados como él con gafas rayban, camisetas de tirantes de “tubbing in Vang Vieng” o de “Beerlao”, bermudas y chanclas, y con sus mochilas, cruzan el puente de madera, pasan debajo del balcón, y … no es broma, escucho un “fucking”. Espero no encontrarlos en el mismo autobús que vamos a coger.
El Vip bus es chinokitch. Cortinas y cortinillas con flecos, de tela azul con dibujos de calcos de grullas, emprendiendo el vuelo. Ni televisión, ni música de los 40 principales, ni bocinas, solo los dibujos animados de las grullas aleteando sobre los baches.
La ruta y los horarios fueron así:
-10'15 salida de Vang Vieng.
-14'00 entrada en Vientiane.
En una esquina de la capital, el bus para y dice a todo el pasaje que abajo. Nadie entiende porque no llega a la estación y se le pregunta al conductor, que dice que hay que ir a comer o no se donde, y que pasaran a recogernos más tarde. Yo veo que una pareja le da un resguardo de trayecto Vientiane-Nong Khai como el mío a un tuctuquero que hay en ese punto, y se lo coge y los monta. Pienso que entonces nos montaremos nosotros también si le doy el resguardo, y eso es lo que hago. Se sorprende, lo revisa, y hace una llamada por el móvil. Cuando acaba de hablar, les dice a los chavales montados que se bajen del tuctuc, carga nuestro equipaje, y nos dice que subamos.
-14'25 llegada a la Talat Sao Bus Station de Vientiane.
El hombre nos pide los resguardos, diciéndonos que le acompañemos, y le seguimos hasta una taquilla donde compra con su dinero, los dos billetes del bus International por 12 mil kips c/u, de los que nos hace entrega mientras nos señala el andén de salida del autobús. Luego se marcha sin más.
-15'30 salida del bus internacional lao-thai, a Nong Khai.
Ya en los asientos y en marcha, otra azafata Lady boy, -el 80% de las azafatas que hemos tenido en los buses, han sido Lady boys-, nos entrega los formularios de salida y entrada a los dos países.
-15'55 llegada al puesto fronterizo de Laos
Situado a la entrada del puente de la amistad, inaugurado en 1994 como símbolo de la reconciliación entre los dos países, tras años de conflicto. El conductor, deja al pasaje al lado de los controles de salida, y marcha, esperando unos metros más adelante, pasadas las barreras.
-16'25 salida del puesto fronterizo de Laos.
-16'25 llegada al puesto fronterizo de Tailandia.
En el lado opuesto del puente, el chofer realiza la misma acción que en el lado laosiano.
-16'55 salimos del puesto fronterizo de Tailandia.
La circulación por la izquierda, lado contrario que en Laos, nos confirma que estamos de vuelta en Siam. La azafata, va preguntando al pasaje, y apuntando los puntos de Nong Khai donde quieren apearse, entre los dos o tres que realiza.
-17'15 llegada a la Bus station de Nong Khai.
La intención es bajar hacia el sur en línea recta, para ir a Chanthaburi. Miramos en la estación, autobuses a Nakhon Ratchasima, conocida comunmente como Khorat, pero los enlaces son muy malos. Como todos los caminos llevan a Roma, decidimos ir a la Roma tailandesa, Bangkok, y enlazar hacia el este. Se ofrecen los comerciales de los buses normales que pululan por allí, pero tenemos claro que son unas cuantas horas, y las queremos hacer lo más cómodamente posibles. Preguntando, llegamos a una agencia abierta a calle, con un dependiente en una mesa en la puerta, en la misma plaza de la estación pero fuera de la terminal. A él, le compramos, después de que nos haya informado, dos billetes a Bangkok en sus Vip Bus, por 450 THB pax (11 eu). Como no hemos comido todavia, dejamos las mochilas dentro de su oficina-sala de espera, y vamos a un garito de al lado a alimentarnos con un poco de arroz y cerdo, huevos fritos y unas cervezas.
-20'00 salida de Nong khai con destino Bangkok
En un Vip Bus de primera división, aunque con un buen dolor de cabeza. Hasta Bangkok