Nuestro Cruz del Sur nos dejó puntualmente en Paracas, pero la estación de bus está como a 10 minutos andando del centro (aunque “centro” es un poco ambicioso, porque es un pueblito muy pequeño). Habíamos reservado una noche en el hostal Kokopeli, pero íbamos a hacer las excursiones del día siguiente con el Backpackers Hostel, ya que tenían las mejores tarifas con diferencia y habían sido muy amables contestando nuestras dudas por email. Al final nos arrepentimos mucho de no habernos alojado allí directamente, pero ya teníamos la reserva hecha en el Kokopeli así que les dijimos que sólo haríamos las excursiones y no hubo ningún problema. Como al ir desde la estación de bus hasta el Kokopeli pasábamos por la puerta del Backpackers, aprovechamos para reservar y pagar las excursiones (S/45 por persona haciendo las dos excursiones: islas Ballestas y Reserva Nacional de Paracas, más S/20 por persona de impuesto de entrada que se pagan directamente en el puerto). Se puede hacer por libre, sobre todo la de las islas es más fácil, pero por lo que nos costaba el combinado no nos compensaba tener que buscar y regatear con un taxista para ver la Reserva Nacional por la tarde. Después de esta breve parada fuimos directos al Kokopeli y cuál fue mi sorpresa cuando al pedirles un secador de pelo me dicen que me lo “alquilan” por S/5. Me sentó como una patada en las costillas, la verdad; me pareció súper cutre. Esto sumado a que el desayuno fue muy pobre, las paredes de papel y la habitación bastante antigua hizo que realmente me arrepintiera de haber elegido ese hostal. Menos mal que era una noche solo! Era ya bastante tarde así que fuimos directamente a cenar al Misk’i, una pizzería muy recomendada, y la verdad es que cenamos estupendamente (S/64).
A la mañana siguiente, después de un decepcionante desayuno, dejamos las mochilas en el Kokopeli y fuimos andando hasta el Backpackers, donde teníamos que estar a las 7:45 para unirnos al grupo que iba a las islas Ballestas. Primero hay que pagar los S/20 por persona que os decía de “tasas” de entrada a los dos sitios (si no se visitan los dos, creo que las tasas para las islas solo eran S/15). Había algo de cola así que entre unas cosas y otras al final nos subimos al barco a las 8:30 pasadas. Mientras esperábamos pudimos ver los primeros pelícanos del día:
Paracas: pelícano hambriento
El barco era bastante grande y haciendo caso de los comentarios del foro nos sentamos en el lado izquierdo, ya que se supone que desde ahí se tienen las mejores vistas del candelabro, pero la verdad es que nuestro barco hizo una primera pasada de un lado y luego otra del otro, para que todos pudieran hacer sus fotos, así que creo que no importa mucho dónde te sientes. El candelabro es un famoso geoglifo que hay en Paracas. Es parecido a las líneas de Nazca y no se sabe exactamente qué es; al igual que con Nazca, hay teorías muy dispares: piratas indicando un tesoro, señal para los barcos, símbolo masón y por supuesto extraterrestres. Para todos los gustos! Lo curioso es que el candelabro apunta directamente a las líneas de Nazca.
Paracas: candelabro
El barco paró unos minutos allí, dando la vuelta para que todos hiciéramos fotos, y siguió camino unos 15 minutos hacia las islas Ballestas. Las corrientes frías de Humboldt hacen que las aguas de esta zona sean muy ricas en plancton, microorganismos y peces, lo que a su vez atrae a grandes números de animales marinos (algo así como lo que ocurre en las Galápagos). Vimos pingüinos de Humboldt (en peligro de extinción), lobos marinos, pelícanos, y todo tipo de aves guaneras. De hecho, las islas se han usado como depósitos de guano, que se recoge cada varios años. No está permitido desembarcar, pero se ve todo muy bien desde el barco.
Paracas: Islas Ballestas
El espectáculo de ver a cientos y cientos de pájaros “bañándose” en el mar, aleteando con fuerza contra el agua para eliminar parásitos y lavarse, fue increíble. El barco paró motores y se dejó llevar por la corriente para que pudiéramos escuchar el ruido de los aleteos. Nos explicaron que es algo difícil de presenciar y que teníamos mucha suerte. No sé si será verdad o no, pero la verdad es que estuvo bien. El resto de la excursión… estuvo bien pero la verdad es que no nos cambió la vida. Ver pingüinos, pelícanos y lobos de mar es una experiencia bonita pero no era ni mucho menos la primera vez que los veíamos, así que entre eso y que el día estaba muy nublado (creo que fue el día que peor tiempo hizo de todo el viaje) al final esta excursión nos dejó un poco a medias.
Sobre las 10:30 llegamos de nuevo al muelle de Paracas y teníamos un ratito hasta que saliera nuestro grupo hacia la Reserva Nacional. En la misma calle del muelle había un señor vendiendo empanadas caseras y compramos un par por S/5 que estaban buenísimas. Buscamos un sitio para tomar un café pero al final no encontramos nada y fuimos directamente al Backpackers, donde muy amablemente nos invitaron a un café mientras esperábamos que saliera el tour. Yo aproveché para preguntar si era normal que me quisieran cobrar el alquiler del secador de pelo en nuestro hostal (lo siento, no podía irme con la duda!) y me dijeron que no, que ellos no cobraban nada. Definitivamente, si queréis un buen sitio para dormir en Paracas con buena gente y buenas excursiones, quedaos en el Backpackers!
Nuestro grupo para la Reserva Nacional era de unas 10 ó 12 personas. La primera parada que hicimos fue el centro de interpretación, donde hay una exposición/museo sobre la reserva y los animales que hay en ella. Allí también hay flamencos, pero los vimos muy muy a lo lejos. La segunda parada fue en lo que quedaba de La Catedral, la famosa formación rocosa que quedó destrozado después del terremoto de 2007.
Paracas: (los restos de) la Catedral
Desde allí ya fuimos hacia la playa roja y la zona de los restaurantes para comer. La playa roja nos gustó y pudimos apreciar que realmente esta zona es un auténtico desierto costero, una combinación poco frecuente que nos sorprendió mucho.
Paracas: Reserva Nacional
En esta zona, la bahía de Lagunillas, hay dos o tres restaurantes que obviamente se especializan en pescado, y la verdad es que llevábamos tiempo con ganas de comer un buen ceviche. No nos decepcionó! El guía nos llevó a un restaurante llamado “La tía Pily” creo recordar, pero nos dijo que podíamos ir al que quisiéramos. Nos quedamos en ese y pedimos un buen plato de ceviche mixto y chicharrón de calamar, que estaban muy ricos (S/51). Después de comer teníamos todavía un poco de tiempo y nos aconsejaron subir al pequeño promontorio que hay junto a los restaurantes, desde donde se puede ver toda la bahía.
Gastronomía peruana: Ceviche y chicharrón de calamar
Paracas: Reserva Nacional
Desde aquí ya volvimos al pueblo de Paracas. Este tour no estuvo mal pero también nos quedamos como a medias. Creo que Paracas en general nos dejó un poco indiferentes, pero seguramente si nos hubiera hecho mejor día nos habría gustado más. Habíamos tenido mucha suerte con el clima hasta entonces y nos habíamos malacostumbrado! El guía fue muy majete y nos llevó al Kokopeli a por nuestras mochilas, y de ahí a la estación de bus (que para que os hagáis una idea está donde el hotel Zarcillo) por una propinilla que nos ahorraba el paseo con el mochilón a cuestas. El Cruz del Sur que nos llevaría a Lima llegaba con retraso así que nos tocó esperar un rato. En Lima hacíamos una pequeña parada en la estación para cenar algo y luego nos subíamos en otro bus nocturno que nos llevaría hacia el norte. Trujillo nos esparaba!