Nuestro último día en Siem Reap lo íbamos a dedicar a visitar algunos templos que están fuera de los circuitos típicos, y uno de los pueblos flotantes que se pueden ver en la orilla del lago Tonle Sap. Una nota sobre las excursiones a los pueblos flotantes: hay 3 pueblos que se suelen visitar, Chong Khneas, Kampong Phluk y Kampong Khleang. El primero es el más accesible desde SR, y eso ha hecho que se convierta casi en un circo sobreexplotado. Todas las guías coinciden en que es mejor evitarlo y visitar uno de los otros dos. Kampong Phluk es el siguiente en distancia desde SR y tiene la particularidad de que está rodeado de un bosque de manglares y para acceder en época de lluvias hay que coger un barquito y atravesar el bosque. Las casas en realidad no son flotantes sino que están levantadas sobre pilares de madera de unos 6 metros de alto, y en época seca cuando el nivel de agua cae se pueden ver los pilares expuestos, pero en época de lluvias las casas parecen flotar sobre el agua. Kampong Khleang es el más remoto y por lo tanto menos turístico, y también es el más grande, con una población 10 veces superior a la de Kampong Phluk. Las casas aquí están soportadas por pilares de unos 10 metros de alto. Para llegar al pueblo en época de lluvias hay que coger un barco; mientras que en época seca se puede conducir hasta allí. Más información sobre los pueblos flotantes aquí.
Cualquiera de los dos últimos son buenas opciones para visitar. Nosotros elegimos Kampong Khleang por ser más grande y menos turístico, pero seguro que Kampong Phluk nos hubiera gustado también.
Pueblos flotantes en el Tonle Sap
Después de un breve desayuno y de dejar las mochilas preparadas en recepción, Bunrat nos recogió en nuestro hotel para llevarnos a los templos del grupo Roluos, pero esta vez en coche. Nos preguntó si nos importaba que viniera su hermana con nosotros, porque decía que no había ido nunca a Beng Mealea, y por supuesto le dijimos que no nos importaba. No hablaba mucho inglés pero la chica lo intentaba. El grupo Roluos, llamado así por estar cerca del pueblo de Roluos, consiste en los restos de la primera capital del imperio Khmer allá por el siglo IX. Aquí se construyeron los primeros grandes templos Khmer (Bakong, Preah Ko, Lolei y un baray). Son más antiguos y quizás menos espectaculares que lo que habíamos visto en los dos días anteriores, y por eso se suele recomendar empezar la visita de Angkor por ellos. Nosotros los dejamos para el último día y creo que fue un error porque, aunque bonitos, no nos entusiasmaron. Supongo que es un poco como visitar My Son en Vietnam después de ver Angkor Wat…
El primero que visitamos fue Preah Ko, que consiste en seis torres sobre una plataforma y restos de las murallas y los gopuras que lo rodeaban. Significa vaca sagrada y todavía se pueden ver 3 estatuas de vacas enfrentadas a los templos. Tiene relieves y grabados bonitos en las torres, en una curiosa combinación de piedra y ladrillo.
Preah Ko
Después fuimos a ver Bakong, el más grande del grupo y el más bonito. Este templo fue el primero de los templos-montaña construidos por los Khmer a gran escala, una especie de prototipo de la fórmula que luego se usó en otros muchos templos.
Bakong
El último de los templos, Lolei, era un templo-isla en medio del baray, ahora ya seco. Es el que está en peor estado de conservación y de hecho cuando fuimos nosotros estaba cubierto de andamios así que no le dedicamos mucho tiempo. Tiene una pagoda justo al lado a la que nos asomamos brevemente para ver a los monjes.
La siguiente parada era Beng Mealea, también conocido como el templo jungla. Tardamos más de una hora en llegar con el coche desde Lolei, así que en tuktuk debe ser bastante más pesado. Este templo hindú (aunque tiene motivos budistas) fue construido por el mismo rey que ordenó construir Angkor Wat, pero un poco antes que éste, por lo que se cree que fue una especie de prototipo. Dado lo lejos que está de SR y lo difícil que era su acceso, era un templo relativamente poco visitado, aunque esto está cambiando desde que se ha construido una carretera de acceso a la remota zona de Koh Ker que pasa por Beng Mealea y que ha hecho que cada vez lleguen más autobuses cargados de turistas. La particularidad de este enorme templo es que está realmente abandonado y sin restaurar y totalmente comido por la vegetación. Es algo así como una versión salvaje de Ta Prohm, con árboles saliendo de las paredes y musgo por todas partes. Debió ser un templo importante en su época porque estaba en el cruce varias carreteras que llevaban a Angkor, Koh Ker, Preah Vihear (otro templo único en la frontera con Tailandia) y el norte de Vietnam. Está orientado al este pero tiene entradas en los cuatro lados, aunque el santuario central está derrumbado y la parte central solo se puede visitar a través de una pasarela que pasa entre las ruinas en un recorrido circular. Beng Mealea nos gustó mucho, y merece una visita. La entrada no está cubierta con el pase de tres días de Angkor y cuesta $5 por persona.
Beng Mealea
Después de salir y bebernos un coco fresquito ($1) mientras esperábamos a Bunrat, que estaba todavía recorriendo el templo con su hermana, volvimos al coche para que nos llevaran a comer. Bunrat eligió el sitio, un restaurante llamado The Hut, bastante mejor que los que habíamos visitado los dos días anteriores dentro de Angkor y por un precio parecido ($17) y con buena comida. Cuando terminamos de comer y le dijimos que era hora de ir a Kampong Khleang nos miró sorprendidos y nos dijo que estábamos al lado de Kampong Phluk porque creía que era a ese al que queríamos ir. Le enseñé los emails y le confirmé que no, que era el otro, y no puso ninguna pega en retroceder con el coche para llegar a Kampong Khleang (aunque con el cambio de planes condujo un poco más rápido de lo que me hubiera gustado…). Supongo que podíamos habernos quedado donde estábamos y haber visitado Kampong Phluk, pero no le importó llevarnos al otro.
Llegamos con el coche hasta la caseta donde se paga la entrada que hace también las veces de embarcadero. Pagamos $20 por persona, lo cual es bastante caro, pero ya sabíamos lo que iba a costar. Eso sí, íbamos solos en el barco, junto con Bunrat y su hermana. Primero se atraviesa una zona verde, con manglares y sin casas, hasta que te vas acercando al pueblo en sí. Es muy curioso ver cómo hacen su vida sobre el agua, con sus perros o sus pequeños gallineros flotantes. Daba la sensación de ser bastante auténtico, con toda esa gente haciendo su vida diaria, ajena a nuestras cámaras.
Kampong Khleang
El pueblo es enorme. Cuando llegas al final te sacan al lago Tonle Sap y te das cuenta de lo inmenso que es. Nos preguntaron si queríamos adentrarnos un poco en el lago, y por supuesto dijimos que sí. Me pareció un sitio súper curioso, con árboles que salen del agua y las nubes a lo lejos que hacen que no parezca un lago:
Tonle Sap
Eran ya las cinco y pico cuando Bunrat nos dejó de vuelta en nuestro hotel. Le pagamos los $120 acordados más una pequeña propina y nos despedimos de él. Quedamos muy contentos con su servicio y os los podemos recomendar sin problemas.
Nuestro vuelo a Phnom Penh salía a las 21:30. En un principio, la idea era quedarnos esa noche en SR y volar a primera hora del día siguiente, pero resulta que al día siguiente el primer vuelo era ya casi al medio día y nos pareció una pena perder parte del día en Phnom Penh, porque tampoco íbamos a aprovechar nada el tiempo en SR, así que decidimos coger el último vuelo del día. Fuimos a cenar al Little Kroma otra vez, que nos había gustado mucho dos noches antes, y pedimos que el hotel nos llevara al aeropuerto ya que los transfers estaban incluidos en el precio de la habitación. El vuelo con Cambodia Angkor Air salió puntual y fue correcto. En Phnom Penh nos recogió un coche en el mismo aeropuerto para llevarnos al hotel, ya que lo habíamos pedido con antelación. Llegando de noche y cansados pensamos que era más sencillo negociarlo directamente con el hotel, que nos cobraba $14.2 para los dos. Nos dijeron que los taxis desde el aeropuerto tenían una tarifa plana de $15. Cuando llegamos ya estaba el chico con el coche esperando y nos llevó al Queen Grand Hotel, donde estaríamos las dos siguientes noches. Con la tralla que llevábamos encima de los tres últimos días caímos rendidos en la cama… El viaje llegaba a su fin pero todavía nos faltaba explorar Phnom Penh.