Son las 5 de la mañana, y estamos a 18 grados bajo cero.
Tenemos que llegar a los géiseres de la mañana antes del amanecer.
Soy una persona afortunada y tremendamente positiva: si anoche la luna llena no nos dejó ver bien las estrellas, hoy su influencia hará que los géiseres sean más altos.

No hay ningún tipo de perímetro de seguridad ni señalización así que mucho ojo por donde pisamos.
A 5.000 metros estamos caminando por el cráter de un volcán, entre las nubes de vapor y las calderas.
El suelo es frágil y hueco pero el guía conoce el camino.

En cuanto el sol empieza a calentar los géiseres se van frenando.

Nos vamos ahora a las termas de Polques.
Al final decidí no bañarme por pereza, frío y porque no vi demasiada higiene en el suelo (mis chanclas estaban en la mochila)
Dicen que está a unos 40 grados.

Esta es la laguna adyacente a las termas, con humeantes aguas y muchísimas aves alimentándose.
Es nuestro último día en Uyuni y la coordinación de los trasnportes al llegar a la frontera nos obliga a ir rápido a través de el desierto conocido como Salvador Dalí.

Montañas que parecen derretirse, volcanes solitarios, lagunas de colores... son imágenes oníricas, surrealistas como las pinturas del gran artista
Licancabur, volcán omnipresente donde quiera que mires en Atacama, marca la frontera natural con Chile y la salida de la Reserva Natural Eduardo Avaroa.

Tras los trámites administrativos nos despedimos de nuestro conductor para subir a los buses chilenos que nos llevarán hasta San Pedro de Atacama.
El control fronterizo es lento y exhaustivo. Suele durar entre hora y media y dos horas en las que os dará tiempo hasta hacer amistades con el resto de pasajeros del mini bus (sí, se puede bajar y esperar en la carretera).
Todas las maletas, mochilas y bolsos son abiertos e inspeccionados supuestamente para que no se entre comida ni semillas ni vegetales ni nada que pueda contaminar o alterar la biodiversidad. Evidentemente también buscan contrabando de droga.
Ya estoy en Chile!!!!