Nos levantamos bastante pronto, ya que el autobús se suponía que salía a las 07:30. Justo cuando me estoy levantando suena el móvil, lo cojo y me empiezan a hablar en bangla. Como no entiendo nada, salgo fuera y veo que está la mujer de la casa, le paso el móvil y está un rato hablando. Cuando cuelga me dice que eran los de la compañía de autobuses para avisar que el autobús iba con retraso y que pasaría por nuestra parada a las 9:00. Bueno, por lo menos avisaron….
A todo esto, el famoso ciclón del que todo el mundo hablaba el día anterior hizo acto de presencia y se puso a llover como si se fuera a caer el cielo. Afortunadamente la lluvia no duró más de media hora, pero fue suficiente para inundar la zona donde estaba la casa con agua hasta los tobillos.
Nos sacaron algo para desayunar mientras hacíamos hora, nos hicimos las últimas fotos y nos despedimos de la familia con mucha pena, nos habían tratado de maravilla. K y el otro chico de la casa nos acompañaron al autobús, le dimos las gracias por todo lo que había hecho por nosotros y cuando llegó el trasto con ruedas nos montamos. Menuda pena nos estaba dando irnos de Dhaka, llegamos a la ciudad sin muchas expectativas y nos íbamos cargados de experiencias enriquecedoras. El convivir con una familia de allí nos supuso algo que no sabemos explicar. Con lágrimas en los ojos despedíamos a K mientras el autobús empezaba a avanzar, no sabíamos que el futuro nos guardaba una sorpresa.
Mientras salíamos de la enorme ciudad que es Dhaka el viaje iba tranquilo. Una vez que salió a la carretera convencional, el conductor se puso en modo suicida y comenzó nuestra pesadilla. Nos ha tocado coger transportes que considerábamos peligrosos, no nos consideramos personas que pasemos mucho miedo con esos temas, pero aquello fue demasiado. Empezó a realizar adelantamientos imposibles mientras venían de frente otros autobuses y camiones, cada vez se iba viniendo más arriba y los adelantamientos iban más al límite… íbamos literalmente acojonados, no podíamos ni mirar la carretera. Hasta que en una de esas apuró tanto que el camión que venía de frente golpeó con algo un cristal de la parte trasera de nuestro autobús y lo rompió. El autobús empezó a dar bandazos, pensábamos que íbamos a volcar… pero finalmente consiguió controlarlo y nos manteníamos con vida un rato más. Ahí la gente no aguantó más, empezaron a gritarle al conductor, algunos se levantaron y fueron a increparle… menudo show de viaje estábamos viviendo, ni en nuestros peores sueños. Después de esto parece que se tranquilizó un poco, y aunque hacía adelantamientos que eran difíciles de imaginar, no eran tan peligrosos como los anteriores.
En estas estábamos cuando llegamos a un punto en el que se veían colas de cientos (sin exagerar) de autobuses y otros tantos de camiones. Era un punto donde para cruzar el río había que coger un transbordador. El río en ese punto tenía una anchura de más de 6 kms, apenas se llegaba a ver la otra orilla. Estuvimos unas 4 horas haciendo cola hasta que cogimos el transbordador, no llegamos a entender cuál era el funcionamiento de las colas, ya que muchos autobuses llegaban y adelantaban toda la cola, seguramente sería el $$$.
Cuando por fin llegó nuestro turno, el autobús subió al transbordador y bajamos un rato a estirar las piernas mientras observábamos el mecanismo para cruzar el río. Había varios transbordadores y en cada uno de ellos montaban camiones, autobuses y algún que otro coche desperdigado.



Cuando por fin llegamos al otro lado del río, continuamos nuestra ruta pero al poco rato el autobús paró en un “área de servicio”, que en realidad era un parking enorme con unos cuantos puestos donde vendían té y algo para picotear. Pensábamos que era una parada para comer algo e ir al baño… ay ilusos de nosotros!!. Resultó que teníamos un “Wheel damage” Vamos, lo que viene siendo una rueda pinchada, y había que cambiarla. Serían sobre las 16:00 cuando paramos. Sacaron la rueda, le quitaron la cámara e intentaron buscar donde estaba el pinchazo (no había cámara de repuesto, había que repararla). Como no lo encontraban, volvieron a montar la cámara y empezaron a colocar la rueda, pero se oía que seguía perdiendo aire. Vuelta a desmontar la rueda y venga mirar a ver de dónde podía estar perdiendo el aire, empezaba ya a oscurecer…. En un momento dado, a alguien se le ocurrió traer un balde con agua y meter la cámara que fuese más fácil localizar la fuga. Pues resultó que estaba justo donde la válvula de hinchado, el único sitio donde no era posible repararla… Y ahora qué hacemos?? A todo esto se hizo de noche total, y D triunfó cuando salió con su frontal que alumbraba de verdad, ya que andaban con la linterna del móvil…

Pues total, que no se podía reparar la fuga, así que decidieron montar la rueda pinchada y tirar como pudiésemos…. Yuju!! Al conductor suicida se le unía el hacer el resto del viaje con una rueda pinchada. De repente apareció un ángel salvador con una cámara nueva, ni idea de dónde la sacó…. El caso es que la montaron y pudimos seguir con nuestro viaje, eran las 19:00, llevábamos 10 horas y no habíamos hecho ni la mitad del camino…
El resto del viaje fue relativamente tranquilo, aunque el hecho de que fuese ya de noche y viendo cómo se las gastaba el conductor hacía que fuésemos todo el rato en tensión.
Por fin llegamos a Barisal pasadas las 23:30, más de 14 horas para hacer apenas 160 kms. Estábamos reventados, la peor experiencia en un viaje de mi vida. Y todavía teníamos que buscar hotel para dormir.
Cogimos un ricksaw (error! Ir 2 personas con sus mochilas en un ricksaw no es NADA cómodo) y nos llevó al centro de la ciudad. Fuimos al hotel que teníamos apuntado, pero a esas horas ya estaba cerrado, así que tuvimos que ir a otro que aparecía en la guía pero que era el doble de caro. Al ir a enseñarnos la habitación, lo primero que vimos fueron 2 cucarachas del tamaño de un ratón de ordenador. El tío del hotel iba preparado con un bote de matainsectos y en un par de movimientos de ninja consiguió matarlas y sacarlas de la habitación. En fin, no fue el mejor día de nuestras vidas, lo mejor que podíamos hacer era meternos en la cama e intentar dormir. Mañana sería otro día.