Nos levantamos muy pronto para coger, por fin, el rocket.
Amanecimos llenos de picotazos, D más que yo porque no se dio la cremita antimosquitos que compramos, igual mejor, porque sino a mí me habrían picado más. Parecía que se había despertado mejor, no tenía fiebre y las tripas las tenía un poquico mejor, esperamos que siguiese así el día.
Enseguida salimos camino del puerto, y por el camino tuvimos un pequeño percance. Eran las 05:00 AM y estaba todo bastante oscuro, todo estaba cerrado y un hombre con mala pinta que venía en dirección contraria cruzó la acera y empezó a seguirnos, nosotros seguíamos andando y él todo el rato detrás nuestra, cuando acelerábamos el paso él también lo hacía. Cuando llegamos a un cruce de calles vimos que había 3 personas hablando, nos paramos para preguntarle al hombre que nos seguía qué quería y él empezó a gritarnos, al oír las voces las otras personas se acercaron a ver qué pasaba. Nos dijeron que nos estaba pidiendo dinero, a lo que le dijimos que no le íbamos a dar ni un taka. Entonces el hombre se puso más agresivo e intentó acercarse a nosotros, en ese momento las otras personas comenzaron a empujarle para que se fuese, les agradecimos mucho que nos ayudasen porque nos estábamos empezando a asustar de verdad. Después seguimos camino al puerto.
A las 5:30 estábamos en la ventanilla para comprar las entradas, la gente compraba y compraba entradas y a nosotros nos decían que teníamos que esperar, que nos sentásemos en un banco. Llegó el Rocket y la gente comenzó a subir y bajar del barco. Volví a preguntar por las entradas, pero me dijeron que no había cabinas ni en primera ni en segunda, estábamos dispuestos a ir en tercera clase (es decir, sentados en el suelo), justo cuando vino un hombre y dijo que la cabina Nº1 estaba libre, así que compramos los billetes por 800 takas cada uno y subimos al barco.
Los Rocket son los antiguos barcos de paletas que funcionaban a vapor, ahora reconvertidos a diésel. Son muy antiguos (en concreto este era de 1922), así que aunque nuestra cabina era de primera clase no era demasiado cómoda, pero bueno. Nos ofrecieron desayuno, pero sólo pedimos un té que nos tomamos con nuestras galletas.


El viaje fue genial, nos gustó muchísimo. D se pudo echar dos minisiestas, estuvimos deambulando por todo el barco, nos tomamos 2 tés más, disfrutamos de las vistas, observando la vida junto al río, sacamos un montón de fotos, viendo cómo atracaban y subían y bajaban mercancías…. Fue un viaje súper guay, transmitía una sensación de paz total.






Llegamos a Hularhat y cogimos un tuk tuk compartido para ir a la estación de autobuses. Era curioso porque en las zonas rurales de Bangladesh casi el 100% de los tuktuks y las carretas eran eléctricos. Por el camino vimos a un hombre que caminaba junto a su elefante.
En Hularhat cogimos el bus para ir a Bagerhat donde está la mezquita de las 60 columnas, uno de los 2 monumentos patrimonio de la humanidad de Bangladesh. Compramos un coca cola y unos chupa chupses para pasar el rato y cuando el autobús estaba más o menos lleno salió. Bueno, apareció un hombre con una caja de madera con un reloj digital de los negros Casio de toda la vida dentro y le dijo algo al chofer. Así que no sabemos si el autobús salió porque estaba lleno o porque el reloj “oficial y certificado” marcaba la hora de salida.

El autobús hizo varias “paradas” entre medio, la gente se subía y se bajaba en marcha, solo tienen la decencia de parar con las mujeres y con nosotros, eso sí, 2 microsegundos, por lo que hay que andar rápido. Eso sí, precio súper barato, y el deporte de riesgo asegurado.
En la estación de Bagerhat, por llamarlo de alguna manera, porque eso era un parking de autobuses con cuatro tiendas, intentamos dejar las mochilas. Pero no había consignas por ningún lado, y el sitio donde nos dijeron que las dejáramos no nos daba muy buena espina. Así que cogimos un tuktuk hasta la mezquita de las 60 columnas llevándonos las mochilas con nosotros.
En la taquilla de la mezquita también preguntamos si podíamos dejar las mochilas y nos dijeron que no, con bastante mala cara. Así que entramos, dejamos las mochilas bajo un árbol y fuimos a ver la mezquita por separado. La mezquita era bonita, más por fuera que por dentro, pero la verdad que no sé si se merece la categoría Patrimonio de la Humanidad. Estuvimos un rato viéndola, recorriendo su exterior y sacando fotos. Después aprovechamos la tranquilidad del sitio para picar algo.



Estábamos tan tranquilos comiéndonos unos cacahuetes cuando vino una excursión de jóvenes musulmanes y nos convertimos en el centro de atención, vinieron directamente donde nosotros y nos sacamos como unos 500 selfies con ellos, primero en grupo y luego con cada uno de ellos. Fue muy curioso, porque estábamos en el monumento más famoso del país y muchos no hicieron ni mirar a la mezquita, les importaba más sacarse un selfie con nosotros. En un momento dado vino un guardia para preguntar si nos estaban molestando, pero le dijimos que no, estaban siendo muy respetuosos con nosotros y nos estábamos echando unas risas con ellos.

Después dimos un paseo por la zona trasera, que hay un lago y se supone que hay unos cocodrilos, pero ahí no se veía nada, y decidimos volver en tuktuk a la estación de Bagerhat. Podíamos haber cogido el autobús directamente en la puerta de la mezquita, lo haces parar y listo. Pero lo descartamos, porque con nuestras pedazo mochilas, necesitábamos organizarlas para guardarlas, y como había una hora y media de camino hasta Khulna, lo mejor era ir sentados ya que allí los autobuses se petan hasta los topes.
Cuando estábamos en la estación de Bagerhat, nos montamos en el autobús y nos dijeron que tardaría 10 minutos en salir, así que D decidió salir a comprar en los puestos de al lado unas borotas y una coca cola para el camino. Yo desde la ventana no lo veía, y de repente el autobús arrancó y se puso en marcha, me levanté corriendo a decirles que esperasen, que “my husband” había ido a comprar y que venía enseguida. Se pusieron a buscarlo (buscar a un blanco allí no es difícil) y de repente apareció tan tranquilo con sus borotas y la cocacola, Resulta que, como él es así, se entretuvo mirando el resto de los puestos y “charlando” con los que hacían las borotas, ni se había enterado que casi me voy sola hasta Khulna y él se quedaba tirado…. Casi lo mato
Llegamos a la ciudad de Khulna y fuimos a ver un par de hoteles que llevábamos apuntados en la guía, al final nos quedamos en el primero de ellos. Dejamos las maletas, nos duchamos y salimos. Queríamos ir a la estación de tren para ver si podíamos coger los billetes para ir al día siguiente hasta el pueblo de la familia de la pareja de Bangladesh (donde vivía la familia de él), así que cogimos un tuktuk. Cuando llegamos a la estación nos quedamos alucinados, había una cola en las taquillas de más de 200 personas y aquello no avanzaba, con lo cual decidimos que iríamos en autobús, que sería más fácil (nos dio pena porque nos encantan los trenes y queríamos probar cómo se viaja en tren por Bangladesh). Cogimos el mismo tuktuk para volver al centro de Khulna.
Estuvimos paseando por el centro, que estaba atestado de gente. Nos enteramos que al día siguiente empezaba una fiesta muy importante en la zona de Bengala (Zona oriental de la India y el propio Bangladesh. En Calcuta es donde se celebra en su máximo esplendor), el Durga Puja. La gente estaba emocionadísima. A pesar de ser una festividad hindú está muy arraigada en el país, de gran mayoría musulmana.
Observamos las tiendas, nos compramos unos cacahuetes fritos y buscamos un restaurante para cenar. Allí el buscar un restaurante como aquí tenemos pensado no es una tarea fácil, apenas hay. Al final encontramos uno y entramos, pero había un problema, la carta sólo estaba escrita en bangla y los camareros apenas hablaban inglés, así que señalamos a unos pollos que tenían asando dando vueltas y esperamos impacientes a ver qué nos traían. Al final nos pusieron unos pedazos de pollo con patatas fritas, perfecto!! Estaba muy bueno. Dimos la última vuelta, nos comimos un helado y vuelta al hotel

Al llegar a la habitación y mirar los móviles vimos que nos había escrito K. Iba a aprovechar que tenía 10 días de fiesta en el colegio por el Durga Puja e iba a viajar a su pueblo para poder estar con nosotros y de paso visitar a sus padres, qué buena noticia!!! Esa noche mismo cogería el autobús, así que llegaría al pueblo antes que nosotros y nos estaría esperando.