Miércoles, 9 de marzo de 2022
Amanece en nuestro último día en la ciudad de Luxor. Tras 3 días en la orilla de los vivos hoy cruzamos a la orilla de los muertos, el lugar donde se encuentran las necrópolis y que los egipcios conocían como "Amenti", el Oeste.
Desayuno rápido y terminar de recoger nuestras cosas para dejar el hotel. Ramadán, el chico que nos va a cruzar a la orilla occidental nos espera puntual. Cruzamos el majestuoso Nilo en un periquete tal como lo hacían los antiguos egipcios y vamos viendo como se aleja la ciudad, el templo de Luxor, la corniche...
Al llegar un taxi nos lleva a la que será nuestra casa los siguientes días, el hotel Nour el-Gourna que se encuentra justo detrás del templo de Amenhotep III y al lado de la oficina de venta de tickets. El hotel es una casa de campo con habitaciones de estilo rústico para desconectar del todo de la civilización ya que estás rodeado de campos, de ruinas antiguas y enfrente de la montaña tebana.
Dejamos las maletas y salimos rumbo al poblado de Deir el-Medina que se encuentra a unos minutos andando tras la colina de Qurnat Murai que tenemos frente al hotel. Deir el-Medina es el poblado donde vivían los artesanos y artistas encargados de la excavación de las tumbas del Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas durante el Reino Nuevo. Es un sitio que me llama bastante la atención y del que he estudiado ciertos aspectos de la vida diaria de sus habitantes por lo que esta visita es algo que esperaba con bastantes ganas e ilusión.
Por fin llegamos y si bien no se puede entrar y caminar por entre las ruinas de las casas, si que se puede ir bordeando siguiendo el muro perimetral que lo delimitaba en la antigüedad y ver como eran las viviendas, lo reducido del espacio y lo apiñados que debían vivir.
A la izquierda del poblado en las faldas de la colina se encuentra la necrópolis occidental, donde los habitantes hacían excavar sus tumbas. Éstas se caracterizaban por tener una capilla con forma de pirámide donde la gente podía ir a hacer ofrendas al difunto y en la parte de abajo y excavada en la montaña se encontraba el pozo y la cámara funeraria propiamente dicha. En estos momentos solo hay 3 tumbas abiertas al público, la TT1 Sennedjem, la TT359 de Inerkhau y las TT218, 219 y 220 de Amenakht, Nebenmaat y Khaemteri que comparten acceso y que se podría contar como una grande, de hecho la conocen como "la tumba familiar".
Tras visitar las tumbas y tragarnos alguna que otra trola en forma de explicación para turistas de las que cuentan los guardias nos dirigimos hasta el templo de Deir el-Medina que se encuentra en el extremo norte del poblado. El templo es de época ptolemaica y se encuentra en muy buen estado de conservación. Sorprende la calidad de los colores que aún se conservan y es de los pocos de a los que aún es posible subir a la terraza desde donde hay una vista privilegiada del Ramesseum y de los campos de cultivo. Los ptolemaicos tan afinicionados al "horror vacui" no dejaron ni un rincón del templo sin decorar, lo que lo hace espectacular.
Dejamos atrás Deir el-Medina y nos encaminamos ahora a Medinet Habu, el templo de millones de años de Ramsés III, el que es considerado como el último gran faraón del Reino Nuevo. Ya va apretando un poco el calor y se nota el trajín de cambio de hotel, barco y todo por lo que paramos a tomarnos una cocacola fresquita enfrente del templo, en un restaurante que se llama "Maratonga" antes de seguir.
El templo de Medinet Habu es enorme y se encuentra en un estado de conservación increíble lo que nos permite poder hacernos una idea de como serían los templos de otros grandes faraones como Amenhotep III, Tutmosis III o Ramsés II y que han llegado a nuestros días bastante deteriorados o con muy pocos vestigios. Es una pena que pase bastante desapercibido para los grupos de turistas que van en tour y que no tienen tiempo de visitarlo.
Todo aquí es imponente, su entrada en forma de migdol que recuerda a las fortalezas asiáticas, los pilonos, los patios y sobretodo los vestigios de color que aún se conservan sobre todo en las zonas de umbría y en los techos
No hay mucha gente como era de esperar por lo que se puede ver con tranquilidad, buscar una sombra y disfrutar del sonido de los pájaros y del lugar.
Salimos de Medinet Habu y vamos al hotel a esperar a un amigo que vive aquí en la orilla occidental de Luxor y con el que vamos a ir a comer y luego a ver algunas de las tumbas del Valle de los Nobles. Finalmente viene y vamos a comer al hotel Marsam, conocido por ser donde habitualmente se hospedan las misiones arqueológicas de la zona y ser un punto de encuentro de la egiptología moderna. La comida riquísima y el ambiente inmejorable
Una vez comidos y con un poco de prisa que se nos ha hecho larga la sobremesa vamos para la necrópolis del Valle de los Nobles, a espaldas del Ramesseum. Visitamos la TT52 Nakht, TT69 Menna, TT29 Amenemipet, TT96 Sennefer y TT100 Rekhmire. Todas son obras maestras del arte egipcio del Reino Nuevo, unas tumbas para deleitarte en los detalles y apreciar la cotidianidad del Antiguo Egipto reflejada en la decoración de estas tumbas y donde podemos ver escenas agrícolas, trabajos de artesanía, banquetes y sobretodo belleza. Belleza en las formas, en el trazo, en la composición, en los colores, en los mil detalles, la belleza del Antiguo Egipto delante de tus ojos.
Nos echan casi a empujones de las tumbas (cierran a las 5) por lo que la visita es un poco rápida y agridulce, sin duda en un próximo viaje tengo que revisitar estas tumbas con más calma.
Nos despedimos de mi amigo que tiene cosas que hacer y vamos al hotel un rato a descansar. Se hace de noche y decidimos salir, caminar un rato hasta los vecinos colosos de Memnón y comprar algo de cena para picar. La imagen de los colosos de noche, iluminados y con la montaña tebana de fondo nos deja maravillados y sin palabras.
Ya se acaba este primer día en la orilla oeste con las mil maravillas que hemos visto rondando en nuestra memoria. Toca dormir que mañana vamos a visitar otra de las maravillas de Luxor, el Valle de los Reyes