Salimos a las 9 de la mañana del hotel para dirigirnos a Samarcanda. Nos espera un largo trayecto de 290 km en autocar aunque con paradas cada dos horas.
Nos cuenta el guía que Bukhara tiene el aeropuerto tocando al centro de la ciudad, mucho más cerca incluso que la estación de tren, y que los taxis son más baratos que en ninguna otra ciudad del país. Baratísimos es la palabra.
A medida que vamos alejándonos de Bukhara vamos viendo más zona "rural" (aunque no es que la gente se deslome mucho en los campos, la verdad). Y vemos más carros y más animales de granja. Aunque el primer día, muy cerca del Mercado Chorsu de Tashkent, vi a un tío paseando un gallo. Aquí lo que pasean son ovejas, cabras o alguna vaca. Y veo hasta un burro muerto en medio de la carretera. Por cierto, hablando de estar en medio de la carretera, eso es lo que hacen con carteles de escolares a tamaño natural. Parecía que íbamos a atropellar a un niño.
En una de las paradas vemos una curiosa construcción. Se llama sardoba y tiene muchos siglos. Funcionó hasta el siglo XIX. En este había pozo con el que llenaban el depósito pues no és más que una construcción de ladrillo para el slmacenamiento de agua. Los caravaneros que pasaban por allí pagaban para abastecerse.

Se puede decir que funcionaban como hoteles de clase alta de la época. Había oportunidad de dormir en una sardoba y estaban frescos. En el trazado de la Ruta de la Seda se aprovechaba aquel lugar donde había agua para hacer una sardoba; luego de allí surgía un caravasar adjunto. Era un magnífico negocio que enriquecía a los territorios.
La bajada hasta el fondo de la construcción no es fácil porque solo hay escaleras en el primer tramo.
Pero lo que más nos llama la atención es un animalito, entre suricata y perrito de las praderas, que sale de vez en cuando de unos agujeros del jardín.
Seguimos el camino y vemos una central térmica y paneles solares. Se habla de construir una central nuclear.
Llegamos a Samarcanda a la hora de comer.
Samarcanda es una de las ciudades más antiguas del mundo. Su ventajosa localización geográfica, su clima mayormente favorable, la abundancia de manantiales naturales, su cercanía a montañas con aves silvestres a orillas del río Zaravshan proporcionaron las condiciones favorables para los asentamientos humanos.
La primera mención de Samarcanda (también conocida como Marakand), data del año 329 a.C.en tiempos de Alejandro Magno. En aquella época, Samarcanda era una gran ciudad con mucha población, comercio, cultura y arte bien desarrollados. Contaba con una ciudadela inexpugnable y un muro externo defensivo con una longitud de 10,5 kilómetros.
En base a recientes excavaciones arqueológicas, los estudiosos concluyeron que Samarcanda fue fundada mucho antes la conquista griega-macedonia y que ya durante la época del Estado Akhemenida(siglos VI-IV), era una ciudad bastante desarrollada. Por lo tanto Samarcanda tiene. alrededor de 2500 años, comenzando desde el origen en la colina forestal de Afrosiab.

A lo largo de la historia por allí han pasado tribus medio salvajes de Sacs y Massagets, el ejército griego-macedonio y las hordas del cruel Kara-Kidani. Samarcanda soportó la invasión de los árabes, quienes trajeron una nueva religión (el islam) y las sangrientas hordas de Ghengis-Khan quienes atacaron con fuego y espadas.
En el siglo XIV Samarcanda se convirtió en la capital del Gran Imperio de Amir Timur, el cual se extendía desde el río Indo hasta el Bósforo.

Tras la muerte de Tamerlán, todo el imperio cayó en poder de sus hijos y nietos. Samarcanda y sus alrededores fueron delegadas a Ulugbek, su nieto. Ulugbek gobernó la ciudad durante 40 años, siendo el gobernante más pacífico de la historia de Samarcanda ya que casi no participó en campañas de agresión. Ulugbek en muchas ocasiones visitó otros países, pero solo para estudiar sus tradiciones, cultura y estilos de vida. Fue un gran científico, astrónomo y matemático, y por lo tanto trajo muchos científicos de diferentes países para el desarrollo de su país.
Los siglos XIV-XV fueron el período de la Edad de Oro de la ciudad. La construcción de la ciudad estaba en su máximo esplendor: estaba rodeada por fuertes murallas fortificadas, calles nuevas pavimentadas con piedras y magníficos conjuntos de domos azules elevándose sobre ella. La mayor parte de estas construcciones han llegado hasta nuestros días y son el símbolo principal de la ciudad.
En la actualidad es una ciudad moderna de 500.000 habitantes, la segunda más poblada de país.
A la entrada de Samarcanda por el lado norte se encuentra el antiguo asentamiento de Afrasiab (siglos VII-II a.C.), situado en altas colinas. Lo sorprendente es que no había ninguna señal de la ciudad y la población local llamó a este sitio como la ciudad de Afrasiab (Afrosiab), creyendo en la leyenda de la existencia de la enorme ciudad, fundada por el mítico rey Turan. En realidad, se trata del asentamiento de la antigua Samarcanda del periodo pre-mongol. En ella se desarrolló la vida urbana desde el siglo VI a.C. hasta su destrucción por las tropas mongolas en 1220.
Tras sufrir las invasiones de muchos conquistadores, Samarcanda no pudo resistir la invasión de Gengis Kan. El gran gobernante mongol ordenó arruinar la ciudad hasta los cimientos. La gente quedó tan conmocionada con la hazaña de Gengis Kan que no se atrevió a volver a poblar esas tierras. Hoy solo es una zona arqueológica.

Otra de las cosas que nos llaman la atención de Samarcanda es que el sistema de mahallah aún funciona perfectamente. Históricamente, las mahallas eran instituciones sociales autónomas construidas alrededor de vínculos familiares y rituales islámicos. Antes del establecimiento del gobierno soviético en Uzbekistán, las mahallas cumplían funciones locales de autogobierno que conectaban la esfera privada con la esfera pública. Fue durante los años de la independencia cuando, por primera vez en la historia del Estado nación, las asambleas de ciudadanos fueron consagradas en el artículo 105 de la Constitución de la República de Uzbekistán como unidades territoriales autónomas. La participación de órganos autónomos en ámbitos específicos de la vida pública se ha regulado en más de 100 leyes y reglamentos, como parte de la aplicación del concepto "de un Estado fuerte a una sociedad civil fuerte".

Solo en los últimos cinco años, se han adoptado y aplicado leyes de la República de Uzbekistán sobre los órganos de gobierno autónomo de los ciudadanos y sobre las elecciones del presidente ( aqsaqal ) de una asamblea de ciudadanos y sus asesores, así como unas 20 disposiciones relativas al trabajo de los mahallas y sus organismos públicos. Se han realizado cursos de formación para el desarrollo de capacidades para los trabajadores de este sector. Se ha creado un popular canal de televisión educativo llamado Mahalla y también se ha publicado un popular periódico de gran circulación, Mahalla.
Con el fin de establecer el marco organizativo y legal para mahallas y mejorar la cultura jurídica y las habilidades de los empleados dentro de los órganos autónomos de los ciudadanos, en 1992 se creó la fundación benéfica pública Mahalla.