Una de las principales características de los monumentos de Uzbekistán es el uso de vistosos azulejos. El color primordial es el azul cobalto, seguido del turquesa.
Dado que se trata de un país islámico debemos tener en cuenta que el Corán prohíbe las representaciones humanas y animales así que vemos muchos motivos geométricos y vegetales. También hay motivos caligráficos con caracteres kúficos, es decir, persas.
El uso de los azulejos de colores se desarrolló mayoritariamente entre los siglos XII y XIV, aunque muchos de los monumentos que admiramos hoy en día sean posteriores. La época de mayor esplendor fueron los siglos XIV y XV, con la llegada de muchos esclavos artesanos procedentes de Bagdad, Ankara o China.

Las construcciones del Imperio Timúrida destacan por su cúpula azulada y por el pishtak, arco sobre la puerta de entrada a los recintos, flanqueado por minaretes.
Las guías de viaje dicen que la comida en Uzbekistán es muy monótona. Cereales o cordero están por todas partes. Nosotros tuvimos la suerte de que nuestro guía eligiera los menús, por lo que, aunque seguían el mismo esquema (ensaladas para compartir, sopa, plato principal-generalmente carne- y postre), nunca era igual. Nos incluían agua (a veces también con gas) y las otras bebidas iban aparte (refrescos por unos 15.000 o 20.000 sums, cervezas por unos 40.000...).
El plato nacional es el plov, arroz con verduras y carne. Nos dijeron que se hace con aceite de algodón aunque el que comimos llevaba una mezcla de aceites (oliva, lino, albaricoque...). Se cocina la carne (en este caso con leña de algodón) con zanahoria amarilla y naranja dos horas. Luego se añaden pasas, garbanzos, especias, arroz y agua caliente.
El mantu o manti consiste una mezcla de carne picada y especiada. En Uzbekistán son una especie de raviolis rellenos de carne (o de otros ingredientes como verduras) que se suelen comer con crema agria.
Normalmente dan una sopa de entrante. La más típica es la shurta. Se suele preparar con carne, patata, cebolla, tomate, zanahoria, especias y hierbas aromáticas. A nosotros nos dieron muchas sopas, algunas más contundentes que otras, y cremas de calabaza y zanahoria.
Las ensaladas son abundantes y algunas llevan carne. A mí me gustaron las de verduras asadas y la de carne de caballo.
El lagman es uno de los platos más deliciosos de la cocina nacional uzbeka y uno de los que más nos gustó. Dice la leyenda que un día se encontraron tres viajeros hambrientos. Uno solo tenía caldero; el otro, harina y carne seca y el tercero, rábano y especias aromáticas. Uno de ellos era alumno de un maestro de artes culinarias y fue quien asumió la tarea de preparar un plato con lo que tenía. El aroma del plato preparado atrajo la atención de un noble chino que pasó por allí. Se convirtió en el primer catador del nuevo plato y le encantó. El lagman es un plato de espaguetis de Asia Central con carne, verduras, especias y caldo. Los fideos se cocinan a mano en casa. Hay dos tipos principales de lagman en Uzbekistán: el de uigur es chuzma-lagman (lagman estirado) y el de uzbeko es kesma-lagman (lagman cortado). El lagman uzbeko se prepara en cada región a su manera.

El dimlama es una especie de ragú o estofado de carne y verduras.
En los mercados vemos cosas curiosas en la zona de comidas preparadas. Lengua, cabezas de cabra...

También vemos una especie de montañitas que nos llaman la atención. Es el narýn (norín), un fideo casero con carne de caballo, en concreto con kazý (salchicha de caballo). Sin embargo, las recetas de narín permiten el uso de carne de res y de cordero y siempre en tiras finísimas.

En Uzbekistán comen a una mesa baja - dastarkhan- sentados en el suelo o en un aivan (sofá). Alrededor de dastarkhan ponen kurpachi de colores vistosos (colchones de Asia Central) y pequeños cojines, para que, después de comer, poder dormir sin levantarse de la mesa. Pero en los restaurantes hay mesas normales.
Vimos en algunos restaurantes sus grandes festejos. Un simple cumpleaños puede convertirse casi en una boda. Y no faltan la música y los bailes.
En los uzbekos de mediana edad o ancianos es normal ver que tienen muchísimos dientes de oro. Era una práctica que se solía hacer antiguamente, que consiste en incrustar o recubrir los dientes con láminas de oro. Se realizaba como símbolo de estatus y riqueza (viendo a algunos, ese estatus se perdió hace mucho). Actualmente hay muchos dentistas por todos lados y los jóvenes ya tienen sus dientes normales. Tampoco es raro que algunas mujeres se pinten el entrecejo.

No se respeta mucho el concepto de hacer cola y no falta quien te empuja sin piedad (nada de pedir perdón). Como contrapartida, los jóvenes de Tashkent siempre te ceden el asiento en el metro.
En el apartado de compras destacan las especias y las artesanías (cerámica, seda, cuchillos, tijeras con forma de cigüeña en Bukhara...). Se ven muchos frutos secos y té de todo tipo. Por todas partes venden ropa tradicional (gorros, sombreros de mucho pelo, batas...). Yo me compré una en Tashkent por unos 13 euros.
Uzbekistán se define como un país laico en su Constitución. La Constitución de la República de Uzbekistán garantiza la libertad de religión y establece la separación entre la religión y el Estado.
Casi todos los coches en Uzbekistán son de la marca Chevrolet porque allí hay una fábrica de producción de los mismos. Y casi todos son blancos. Hay dos motivos: son más baratos y reflejan la luz, por lo que no tienes tanto calor dentro.
