Ha estado toda la noche lloviendo, pero al amanecer ha parado. No me he visto como para coger un Uber moto; con todo mojado, miedo me da, así que me ha tocado esperar 20 minutos un Uber coche para ir a la estación.
El viaje a Guatapé es bastante cómodo. Minibús moderno y respetando el aforo.
De camino a Guatapé, el bus para en lo que llaman el "Peñol de Guatapé". Estando aquí, no puedo no subir, pero vamos, lo voy a resumir rápido. Si buscas en el diccionario TURISTADA, sale el peñón este. Me imagino a los iluminados que lo hicieron decidiendo: "Oye, hacemos un recorrido naturalista integrado o metemos bares?" Y todos al unísono: ¡bares, bares, bares! ¡Y con musicote! ¡Y aseos descubiertos! ¿Y abajo qué ponemos? ¡Más bares! Cutre hasta decir basta.
Es un peñón muy parecido al de Ifach de Calpe. Este de Colombia algo más pequeño y se encuentra sobre un embalse enorme que crea mini islas; las vistas son lo único rescatable. Al menos es barato, 5 €. Son 750 escalones y ahí sube todo tipo de personas, muchas en condiciones físicas muy malas. La subida es ancha y puedes adelantar, pero la bajada es la muerte a pellizcos. Arriba, bares, una tienda y música a todo lo que da. Iba sabiendo que me iba a comer una turistada, así que me está bien empleado. No supera a Manuel Antonio en Costa Rica. El peñón de Guatapé está en segunda posición de turistada que me he comido en este viaje.
En menos de una hora había subido y bajado y me he pillado un tuktuk súper maqueado hasta el pueblo. El pueblo, nada más bajar, llama la atención por lo bonito que es. Tengo el alojamiento en la misma plaza, con un balconcito perfecto donde me he comido un polo viendo a la gente. Me he ido a comer un plato de pasta y, como no tengo mucho que hacer más que pasear por el pueblo, me he echado una siesta en condiciones.
A media tarde me he animado a pasear por el pueblo. Es un pueblo-museo. Las casas son de colores y con zócalos bonitos, lo que le da la fama. Hay bastantes turistas, pero también se ve vida local. Mañana me despertaré al amanecer para echar fotos sin gente.
El pueblo tiene una seguridad total. Todo lleno de cámaras, policías e incluso militares. Es el único sitio donde he visto perros callejeros bien cuidados, hasta el punto de que hay comederos de perros y, en uno de ellos, me he encontrado uno de los perros más gordos que he visto en mi vida. Tumbado al lado del comedero, imagino que se lo come todo él (adjunto foto del pobre). Hay bastante cartelería sobre el maltrato animal y fomentar las denuncias. Imagino que los 5 perros que se ven están controlados, además super cariñosos y todos hermosos.
Me he subido a un mirador y me he paseado por el malecón. Un paseo bonito. Ya de noche me he pillado una pizza pequeña y he estado de charleta con el camarero, que es de Cartagena de Indias. El tío, súper fan de Blas de Lezo. Me ha contado toda su historia. Qué pena que se le aprecie más aquí que en España. El chaval ha sentenciado con: "Dios no quiso que fuéramos ingleses", ¡grande!
En mi balcón me he comido mi pizza y a descansar.