Hemos desayunado en el alojamiento. La encargada nos ha preparado unos huevos con arepas mientras nos contaba la segunda parte de su amorío con el noruego. Desde fuera está claro que el noruego es un viva la vida de 73 años, con un hijo de 10 años con una chica de Kenia de 35 que se llevó a Noruega. Pinta mal la cosa para la mujer, pero esta gente lo vive tan pasional todo... cómo para decirle otra cosa.
Después del desayuno, hemos ido a una finca cafetera que está en un pueblo que se llama Buenavista. El camino para llegar tiene su tema por las curvas, pero las vistas compensan. La finca se llama La Alsacia. Aquí hemos coincidido con dos parejas de españoles que comenzaban su viaje por Colombia. La finca la lleva un hombre de 71 años llamado Don Leo. El tour es bastante barato, por 15€, echas la mañana y encima te dan la comida.
El tour comienza básicamente con dos horas de podcast en vivo narrado por Don Leo. El hombre cuenta su historia personal, desde que era pequeño trabajando en una finca cafetera y cómo comenzó todo a complicarse terminando trabajando en una finca cocalera haciendo cocaína y escapando de allí para volver a Buenavista, donde consiguió montar una tienda de comestibles. Con el dinero que hizo con la tienda terminó comprando la finca en la que estamos. Todo esto narrando experiencias traumáticas, y un paso incluso por un hospital psiquiátrico por estrés postraumático vivido en la guerra entre la guerrilla y los propios trabajadores de los cafetales. Cuenta un historión tremendo que, aun siendo dos horas, se hace bastante ameno.
Después de la historia, nos da una vuelta por la finca contando los tipos de café, cómo se recolecta, los cultivos asociados y demás cosas relacionadas. Finalmente nos llevan a la sala donde seleccionan los granos y los tuestan. Viendo que se nos han hecho las 13 y solo quedaba comer, nos hemos despedido y nos han dado la comida para llevar. Teníamos que llegar a Filandia para hacer una caminata por la reserva natural y no nos daba tiempo a quedarnos a comer.
De Buenavista hemos vuelto a Filandia. Aquí nos esperaba Gerónimo para hacer una rutilla por el Parque Nacional Barbas. Junto a Gerónimo se encontraba uno de los mayores personajes del viaje "Marluz". En el camino en el jeep hacia la reserva nos han preguntado la profesión. Ha sido decir psicólogos y se ha desatado la locura. El guía dice que hace psicología autocognoscitiva basada en Freud y no sé qué más, pero es que la otra mujer ha resultado ser un espíritu libre de los bosques. Cuando te encuentras personajes así, lo mejor es meterte en su mundo, ir tirando del hilo y disfrutar.
La mujer es una sanadora espiritual que viene de pasar la noche haciendo una terapia con lo que ella llama medicina ancestral, ayahuasca. Toda la noche bajo los efectos de la "medicina". Sospecho que ahí ha conocido al guía y en la pompa la invitó a venirse a la excursión. Cuando le he preguntado que si está cansada, me ha dicho que no porque toma pasta de coca, llamada mambe. Dice que ella estudia psicología en la universidad cuántica y hace coach transaccional. Que la psilocibina (las setas) son la solución para despertar a la humanidad. Ella anoche abrió su tercer ojo y ha superado sus miedos. También ha hecho un máster en no sé qué historia de los ángeles, las auras y las vidas pasadas. Ha hecho todo lo que existe que sea vágamente espiritual. Lo contaba con una sonrisa perpetua, con un vestido blanco, poniéndose las botas de agua para meternos al bosque. En Cuarto Milenio no han tocado ni la mitad de las cosas que esta mujer nos ha contado.
El guía es del estilo, pero mucho menos expansivo. El hombre al menos se ha currado la caminata. Tres horas que nos ha ido hablando de las plantas, las semillas y de vez en cuando nos animaba a escuchar el bosque... La ruta es bosque húmedo, está bien mantenido, una cascada y probabilidad de ver monos aulladores, que no hemos tenido suerte. Está bien, pero el par de personajes la ha hecho más curiosa si cabe. La mujer a cada cosa que veía se agachaba diciendo "¡Qué belleza!", especial predilección por todo tipo de setas y la cascada final ha sido su catarsis. Terminando la ruta, ya de noche, nos han puesto un agua panela sanadora buenísima y nos hemos vuelto a Filandia. Al llegar a Filandia la mujer no ha escatimado en abrazarnos e insistirnos en mantener el contacto para despertar en conjunto. Vaya máquina. Es buena mujer, de eso no hay duda alguna.
Hemos vuelto para Salento. A Belén le ha pegado el jet lag y estaba ya en otro mundo paralelo al del espíritu libre. Nos hemos cenado un perrito en la calle. El peor perrito de la historia. Perrito con piña!
Hemos vuelto al alojamiento y a descansar. Entre el pobre hombre de la finca cafetera y la sanadora espiritual Marluz se nos ha quedado un día de choque cultural total. Mañana visitamos el Valle de Cocora.