Toca uno de los momentos más esperados del viaje con Belén. La visita a Klein Curazao.
Klein Curazao es una pequeña isla que se encuentra a 10 kilómetros de Curazao. Es una plataforma coralígena totalmente plana que se elevó unos centímetros por encima del mar. Es alargada de norte a sur, con la cara de levante escarpada a barlovento y la cara de poniente protegida del viento con una playa alargada de arena finísima y agua poco profunda y cristalina. La isla está deshabitada pero se encuentran las ruinas de un faro y un naufragio en la costa norte.
La visita es cara de narices. Solo la hacen 6 barcos al día y todos tienen un precio similar, 120€ por cabeza. El segundo capricho del viaje después de las Termales del Ruiz. Te incluye desayuno, comida y bebida. Cogimos el barco de Miss Ann porque era el que antes llegaba y el último que se volvía. Decidimos hacerla porque en todos lados la consideran la mejor playa de Curazao y la isla tiene un punto que me llama mucho la atención.
El puerto de embarque está en la punta este de la isla y hemos tardado una hora en llegar. Se encuentra dentro de una mega urbanización privada de lujo, Santa Bárbara, y curiosamente al lado de nuestro barco se encontraba una réplica perfecta de la "Santa María".
La navegación hasta Klein Curazao es una hora algo movida porque a la ida se va contra el viento. Hemos llegado a las 8:30. Desde el barco se ve la playa preciosa con el faro y el naufragio enorme al fondo. La imagen es paradisíaca, la playa me recuerda mucho a Filipinas o Maldivas. Al desembarcar hay un chiringuito que pertenece a la compañía, aquí es donde nos ponen el desayuno y donde están las hamacas y sombrillas de la compañía. Después del desayuno tenemos hasta las 15:30 para zurrir libremente por la isla, con la comida a las 12:30.
Por la mañana nos hemos ido a recorrer la isla hasta el naufragio pasando por el faro. El faro es una pasada de bonito. Se encuentra abandonado en medio de la isla, en la explanada enorme llena de corales y colonizada por cactus, acacias y matorralillos. Se puede recorrer libremente e incluso subir arriba del todo, fotogénico a más no poder.
Del faro en pocos metros se llega al naufragio. En este lado de la isla las olas rompen con ganas del viento que sopla, el naufragio es bastante grande y al lado se encuentra uno más reciente de un velero. Después de la mini excursión hemos ido para la playa.
En la isla hay como tres chiringuitos de tres empresas más luego otras sombrillas de uso libre. La zona donde están los chiringuitos es relativamente pequeña y la gente se acumula ahí, muchos por el reclamo de la barra libre que incluyen los tours. Con poco que vayas hacia la punta sur tienes una extensión de arena blanca sin absolutamente nadie. Sin duda es la mejor playa de Curazao y del viaje, al nivel de las de Morro do Sao Paulo en Brasil. Hemos dejado las cosas y nos hemos metido al agua justo cuando pasaba un grupo de delfines. Me he puesto corriendo las gafas y el tubo y se podía escuchar perfectamente a los delfines debajo del agua. El snorkel está bastante bien, es un arenal con parches de coral, visibilidad total y pececillos tropicales. Nos hemos encontrado una tortuga que hemos acompañado un rato mientras comía y subía a respirar. No es que sea un snorkel sobresaliente pero bastante resultón.
Hemos tomado un rato el sol, sesión de fotos a Belén y los cactus, un poco más de snorkel y a comer. Hemos estado solos toda la mañana, un gustazo.
Esperando la comida hemos paseado por la parte norte. Aquí la playa son parches de arena y el coral sobresale en la misma orilla, la playa de la parte sur es la más agradable.
Después de la comida nos hemos vuelto donde esta mañana. Entre tomar el sol y meternos al agua hemos echado lo que quedaba de tarde hasta volver a embarcar.
La excursión es muy cara pero vale la pena. La isla es una pasada y no está masificada. La empresa correcta y la comida buena. Me ha faltado que en vez de volver a las 15:30 se apurara más la tarde, aun así son 7 horas en la isla.
Hemos llegado a las 16:30 a puerto y hemos ido a ver la capital, Willemstad. La capital es una paranoia. La arquitectura es holandesa, con tejados a dos aguas y fachadas de colores. Paseo marítimo con dos mega cruceros atracados, un centro comercial integrado en una antigua fortaleza y la bahía partiendo la ciudad en dos, uniéndose por un puente de pontones que se abre al paso de los barcos como si fuera la manilla de un reloj. Lo bonito del puente es la vista a las casas que hacen de símbolo de la isla. El centro está lleno de tiendecitas caras tipo Calvin Klein y demás, paredes con grafitis, iglesias protestantes y un par de plazas con restaurantes. Tiene un paseo chulo que contrasta un disparate con el resto del viaje. Te llega a dar la sensación de estar en Europa totalmente. La pena es que a partir de las 18:00 cierra absolutamente todo y, menos las plazas con restaurantes, estaba todo bastante desangelado. Da un poco de mal rollo por muchas casas de colores que hayan. Ya de noche hemos comprado carne para la barbacoa y nos hemos vuelto para el coche.
Se ha quedado un día bien chulo y lo hemos cerrado con una barbacoa de alitas de pollo y chorizos colombianos junto a una botella de vino que nos ha regalado el del alojamiento. Especial.