Hoy ha sido un día de luces y sombras respecto al parque nacional. Si la ruta de ayer me pareció bien bonita, conservada y con un final perfecto en Playa Brava, lo de hoy ha sido otro cantar. Hemos empezado felices pero el final ha sido lamentable, aunque el señor nos ha querido dar las buenas noches con cariño.
Hemos despertado antes del amanecer y, ya con la claridad, hemos empezado a andar a las 6. Los primeros dos kilómetros son una subida de 280 metros de desnivel que, siendo sencilla, con el calor y la humedad se hace pesada. El entorno acompaña, mucho pájaro, selva bonita e incluso hemos llegado a ver un grupo de titis cariblancos, imposibles de fotografiar porque no paran quietos. En la parte final de la subida hay un pueblo indígena. Nos cruzamos con alguno de sus habitantes con su ropa tradicional hasta llegar a la entrada. La entrada al pueblo está prohibida, pero los indígenas aprovechan para vender bebidas en la puerta. Tontos no son.
La bajada sigue siendo por selva hasta llegar a la primera playa. Playa nudista, una playa larga, parecida a Playa Brava. De Playa Nudista hemos seguido hasta Cabo San Juan, la playa más famosa del parque. Hemos llegado a Cabo San Juan poco antes de las 9. Había relativa poca gente, hemos pillado sombra y nos hemos estado bañándonos tan gustosamente. Aquí es donde el drama ha empezado a gestarse poco a poco. Imagino que el hecho de ser semana santa ha marcado la diferencia porque no puedo imaginar que esto sea así siempre.
Según avanzaba la mañana, aquello se iba poniendo hasta arriba, al punto de que al mediodía se ponía ya la gente toalla con toalla. Cuando parecía que no cabía más gente ha llegado una lancha y ha desembarcado fácil 50 turistas, ni en Normandía, y detrás venía otra. Las barcas desembarcando entre turistas que estaban en el agua sin cuidado alguno, un peligro bañarse en la zona de las barcas viendo el panorama. Cuando uno de los desembarcados ha decidido poner su toalla literalmente la mitad encima de la mía hemos decidido irnos. Lo que resta ha sido uno de los mayores despropósitos disfrazado de Parque Nacional que he visto. Aun peor que Manuel Antonio en Costa Rica.
Hemos hecho un tramo costero de unos 4 kilómetros atestados de gente. Una parte es compartida con caballos. Una autovía de caballos transportando turistas. Olor a pis y excrementos constantes, caballos en condiciones discutibles, chiringuitos, campings descontrolados, polvo cubriéndolo todo, senderos tan erosionados que parecen cañones... Un asco. Se nos ha ocurrido entrar en una playa que llaman Piscina y comer en el chiringuito... 25€ por dos platos de espaguetis, no entro en detalles pero eran para vomitar. El timo del viaje de lejos. Playa llena y sucia... No hay por dónde cogerlo. Cuando por fin te alejas del tramo costero, el camino vuelve a tener algo de encanto, con paisajes bonitos incluso. Se anda por tablones dentro de la selva, pero la afluencia de gente es tal que parecemos una romería.
Si la primera parte del parque nos tenía contentos, habiendo visto monos, aves e incluso un puercoespín, apenas gente, playa idílica... Esta parte casi hace que me dé un ictus. Hemos conseguido salir del parque y el alivio ha sido como el de coger aire después de aguantar la respiración un minuto. Quizá haya sido por ser Semana Santa, pero aunque no lo fuera, hay cosas como los caballos, los restaurantes inmundos y los campings descontrolados que están siempre ahí. No hay por dónde cogerlo. Es incomprensible que esto se considere Parque Nacional. Para mí un parque nacional debe caracterizarse por exigir y conseguir la máxima conservación y estado natural posible. Si en Colombia, en la máxima figura de conservación, se permite esto, pues apaga y vámonos. El Jardín de mi casa aquí sería parque nacional.
No me puedes vender el Tayrona como Parque Nacional porque me estás engañando. Véndelo como lo que es y el disgusto habría sido menor porque voy avisado. Tampoco es que sea cosa mía, en ESTA NOTICIA señalan el Tayrona como uno de los destinos más estresantes de América. Hay noticias en donde hablan de colpaso de turistas como ESTA en la que hablan de aforo de 2500 persona, pero eso no se lo creen ni ellos. Allí meten todo lo que quepa por mar y tierra, con sus consiguientes accidentes como ESTE, ya que los controles son nulos. Los propios locales lo denuncian NOTICIA AQUÍ. A mi juicio es una trampa para turistas en toda regla, disfrazada de parque nacional sin una estructura de control real. Colombia le tiene que dar una vuelta al tema del turismo en algunos aspectos porque se le está yendo de madre.
Después de 6 meses de viaje ya puedo hacer el ranking oficial de turistadas épicas que me he comido:
1 - Parque Nacional del Tayrona (Colombia)
2 - Parque Nacional de Manuel Antonio (Costa Rica)
3 - Peñón de Guatapé (Colombia)
Tras salir del parque hemos pillado el bus al alojamiento del otro día, Mama Tayrona. Hoy dormimos en una cabañita. Hemos echado lo que quedaba de tarde en la zona del bar. Pizza para cenar y antes de dormir el señor nos ha querido compensar el horror del Tayrona. Mientras Belén se arreglaba he escuchado ruido fuera de la cabaña. Me creía que sería un gato, pero aún así he salido con el frontal a ver qué era, encontrándome con la sorpresa de un oso hormiguero. Corriendo he llamado a Belén y hemos ido a verlo, el pobre iba tan tranquilo y cuando lo iluminábamos se quedaba parado. Lo hemos seguido un poco hasta que ha sentido que éramos una amenaza, se ha ido a un tronco y se ha hecho una bolita; en cuanto nos hemos despistado 5 minutos, se ha subido al árbol de forma tan sigilosa que ha desaparecido. Chulísimo el encuentro. Entre el puercoespín de ayer y el oso hormiguero de hoy, casi que puedo olvidar el trauma de esta tarde.
Mañana volvemos a Bogotá... Ya sí que sí, cuenta atrás.