Terminada la navegación, decidimos hacer el primer sendero de los varios que teníamos previstos en el parque y elegimos empezar por uno corto, el sendero al Mirador Cóndor, de una hora y media de duración, ida y vuelta, con un desnivel total de 200 metros.
Para ir hasta allí, siempre por carreteras de ripio, teníamos que retornar hacia el sur y llegar al lago Pehoé y pasar el puente Weber, que une la parte oeste del parque con la oriental.
En el camino de vuelta, paramos en las praderas a orillas del río Grey para tomar un bocadillo y empezar a disfrutar de las magníficas vistas que ofrece el parque desde cualquiera de sus rincones, algo que sería una constante en todos los días de nuestra estancia.

También nos topamos con la primera manada de guanacos, que son de la misma familia que las llamas y los camellos y presa favorita de los pumas. Aunque también los vimos en días sucesivos, no resultaron tan fáciles de ver como pensábamos, especialmente en manadas.

El sendero al Mirador Cóndor empieza desde la carretera Y-150, en la orilla del lago Pehoé, donde ya hay unas espectaculares vistas del lago en tosa su extensión y los Cuernos del Paine al fondo.

Todo el camino de ida es en ascenso, pero no dificultoso, con una vegetación de monte bajo que permite observar el paisaje del entorno.

Desde arriba, se tienen amplias vistas de todo el lago y de los macizos montañosos nevados. El descenso se hace por el mismo camino que la subida.

Este sendero fue un entrenamiento para los próximos días que fueron de largas caminatas. Lo próximo que nos tocaba era el reto de completar el sendero Base Las Torres.
De regreso a la carretera, para terminar la jornada, nos acercamos al Mirador Pehoé, justo al lado del puente de madera que da acceso al islote donde está la hostería del mismo nombre, sin duda, un lugar privilegiado para alojarse.
