Pues ha llegado el fin del viaje. En un intento de resistirme a ello me he puesto el despertador a las 4:45 y me he ido a ver el amanecer a la zona de los ghats, aún rabiándome el pie de dolor. Amanecía a las 5:30 y la cantidad de vida que llena los ghats es asombrosa para ser las 5 de la mañana. La gente bañándose, haciendo sus rezos en los templos y preparando las cosas para el ritual del amanecer.
Al poco ha comenzado a salir el sol y no han podido ser más fotogénicas las escenas. Monjes independientes haciendo el ritual de ganga aarti cada uno a su ritmo, con unos contraluces chulísimos. Ha sido buena despedida. Varanasi sin duda es un sitio donde las fotos, a poco que las busques, salen solas.
Ya con el sol ardiendo me he vuelto al hotel a recoger. Me he despedido de mi restaurante preferido desayunando y tuktuk para el aeropuerto.






REFLEXIONES
Se acaba la India. Tres semanas bien intensas. Termino cojo, con una alergia al incienso, gasolina, polvo, etc. y para colmo me ha salido un herpes. Yo creo que del frío que pasé el otro día, más el disgusto del rickshaw ha hecho que mi sistema inmunitario esté funcionando a todo lo que da y por algún lado me tenía que salir. Bueno el objetivo era no tener cagueta... tenía que haber sido más ambicioso.
El viaje ha salido bastante bien. Es de los viajes con más contrastes que he hecho de lejos, pero sobre todo donde mayor choque cultural he encontrado. Ni Etiopía, ni Uganda, ni Nepal, ni Indonesia... Aquí es un esguince mental cada 10 minutos.
Dicen que la India o la amas o la odias. Yo ni la amo ni la odio la verdad. Volvería? Probablemente. Para hacer trekking en la zona de Himalayas de Ladakh, juntándolo con un viaje a Pakistán podría ser. O quizá si el día de mañana me da por recorrer el sudeste asiático e incluir Bangladesh. Mas allá de eso de momento no volvería a la India en mucho tiempo, en cierto modo India satura mucho. Me ha parecido un viaje difícil por las cosas malas de la India. También es cierto que he viajado de mochilero con unos alojamientos precarios y moviéndome en transporte público. Eso te hace sumergirte aún más. Probablemente viajando de forma organizada con tu chofer y tus hoteles buenos la cosa cambie mucho y las cosas negativas pasen más desapercibidas.
Antes de meterme con las cosas malas me quedo con los paisajes espectaculares en la zona de Himalayas. Los tigres y el parque de Rathambore me han resultado aún más bonitos de lo que imaginaba. Amritsar es una ciudad que me encantó, soy muy fan de los sijs. Los choques culturales que me he encontrado con los rituales hindúes de Haridwar, el Ramadán en Nizamuddin, la fiesta jainista de Delhi, las cremaciones en Varanasi o el festival de la frontera con Pakistán son una cosa que no me esperaba para nada y que difícilmente me veré en otra. Han sido impactos muy profundos.
Dicen que en la India uno nunca está solo pero no termina de ser cierto, es difícil pero no imposible. He podido recorrer el parque de Keoladeo en bici sin apenas gente, hacer senderismo en Deoriatal y subir el Chandrasilla totalmente solo. Incluso pasear en barca por delante del Taj Mahal sin un alma alrededor. Quizá lo difícil que es estar solo en la India hace que cuando uno lo consigue sean momentos inolvidables que justifican todo el esfuerzo. Como ya dije, madrugar es un privilegio.
Otra de las cosas que me llevo es la gente. Me he topado con muchos indios que han sido tremendamente amables. Los hermanos de Nizamuddin, el chaval de Varanasi, los compañeros de safari en Rathambore, el dueño del hotel de Delhi y las cientos de personas que se han hecho selfis conmigo, con una ilusión tan grande que te hacen sentirte famoso de verdad. Es una experiencia alucinante ver cómo te miran y, genuinamente, te preguntan cosas y se turnan para echarse fotos. Quizá sea algo narcisista pero tampoco pasa nada, no voy a volver a España creyéndome famoso. Eso sí, mis 20 seguidores indios en Instagram ahí quedan. Salvo un par de timadores en Varanasi no me he topado con nadie desagradable, me lo esperaba mucho peor. En mi experiencia personal los cubanos siguen estando en el top de cansinos.
Por último los colores. La india tiene unos colores preciosos. Es todo saturado. Las ropas, los paisajes, los animales, las pinturas en la cara, los niños maquillados, los templos... Si me creo una imagen mental ahora sin duda es una imagen tremendamente colorida con naranjas, rosas, amarillos, violetas... No hubiera imaginado la riqueza, tanto en la naturaleza como en la gente, de los colores. Es una gozada
La parte negativa de la India es sobre todo la ausencia absoluta de concienciación ambiental. Lo del Ganges es un crimen que deja lo del mar menor y La Manga en anecdótico. Pensar que esta gente son 1400 millones de personas hacen que uno mire los esfuerzos ecologistas de occidente como un intento de sentirnos bien con nosotros mismos. No he podido evitar que me inunde el pesimismo en este aspecto. No veo la manera de que los esfuerzos occidentales puedan compensar la que tienen aquí liada.
Lo de los coches es una locura. No existe el espacio peatonal. Los pitos son ensordecedores y constantes. Siempre se habla de que es un lenguaje lo que hacen con los pitos. Ni lenguaje ni nada. Todos los pitos se pueden traducir con "Aparta que voy". Pasear por Jaipur, Varanasi, Delhi o Agra puede resultar tremendamente agobiante. Al final encima es que me han pisado un pie y me lo han jodido. Qué no pasará aquí en el día a día con atropellos y accidentes.
Quitando los coches está el tema de la basura y la suciedad. Está por todas partes. Hay tanta basura que llegas a tener momentos que te dan auténticas arcadas. El alcantarillado descubierto tampoco ayuda con los olores. Pasear por la vieja Delhi por momentos te sumerge en un olor a huevo podrido que no te lo quitas de encima en un buen rato. Es que ni la peste que echaba la colonia de leones marinos en Namibia o Galápagos se puede comparar con la peste que he olido aquí. Lo más comparable sería el volcán de azufre del Dallol en Etiopía. Cuando no es olor a huevo podrido lo es a condensación de basura, un olor como a fermentación que muchas veces se junta con el olor a orín y excremento con miles de moscas, mosquitos, cucarachas y demás habitantes de semejante ecosistema, entre ellos el hombre. Si me dices que esto es una cosa puntual pues tira que va pero es que es inseparable de todas las ciudades en las que he estado. Algo menos en Amritsar todo sea dicho.
Otra cara es la miseria que sufren muchas personas y niños. Esto sobre todo lo he visto en Jaipur y en Delhi pero es algo tan bestia que no concibo decir que amo la India porque implicaría omitir la realidad de la miseria que vive un porcentaje enorme de la población incluido niños, los cuales muchos trabajan cuando no mendigan.
En un país donde los niños no tienen derecho a la infancia qué decir del bienestar animal. He visto perros con unos sufrimientos que prefiero ni recordar de la pena que da, tenía que obligarme a apartar la mirada cuando por un segundo mis ojos coincidían con la agonía de un perro. Si no existen zonas peatonalizadas, y los peatones discurren junto a los coches, imaginad la suerte de los pobres perros. Los chillidos de agonía se te clavan en el alma. Y no ya los perros, las vacas tan sagradas para ellos terminan estando en condiciones lamentables comiendo cartón, con heridas y desnutridas en muchos casos . Si la reencarnación existe que no sea en perro de la india. Ya podían haberlos hechos sagrados como a tantas cosas que tienen.
Por último, y no es que sea una cosa mala, es el choque cultural que hace que lo que para ellos sea normal, para muchos de nosotros sea mala educación. Cosas como el escupir, eructar, peerse, empujar para pasar o no respetar colas están a la orden del día. Es una pena que uno de los recuerdos que tenga sea delante de un tigre mientras mi colega indio me eructaba en la oreja y escupía cada 5 minutos. O intentando salir del tren mientras una marabunta de gente me empujaba para entrar, viéndome yo obligado a empujar también a las personas. Aun así esto es algo puramente cultural y no por eso lo nuestro es bueno y lo suyo malo, simplemente son choques culturales que me ha costado más asimilar dado lo frecuentes que son. En Nepal vi lo de escupir y eructar, en Indonesia también pero era tan puntual que lo veía anecdótico, incluso gracioso. Aquí es tremendamente frecuente y normalizado y deja de ser gracioso para mí. No me meto con el tema del machismo porque lo he visto de refilón pero lo poco que he podido ver es preocupante. El cómo miran a las mujeres es un auténtico problema. Y ahora entiendo el problema de las violaciones en la India. Normalmente se dan en espacios públicos y es que aquí ya puedes estar muerto en medio de la calle que la vida sigue... pues lo mismo con los abusos o violaciones. Un drama. Espero que poco a poco el país pueda cambiar el rumbo. Se ven signos de ellos en forma de carteles de concienciación pero a mi parecer les quedan siglos.
Hay un libro que leí el año pasado que se llama "El ministerio del futuro" Kim Stanley Robinson. Es un libro de ciencia ficción que se sitúa en un futuro cercano y comienza relatando una ola de calor en la India, en la región de Varanasi, donde fallecen millones de personas en una semana. Veo más probable que llegue antes ese futuro distópico que una mejora en las condiciones de vida del país. Este año el G20 se celebra en la India, con suerte estas cosas ayudan poco a poco a poner orden al caos. Es una potencia emergente por lo que la capacidad de revertir la situación la tienen.
Una analogía que describe muy bien lo que ha sido el viaje sería la de las pelis de miedo. Lo paso fatal viendo las pelis de miedo pero me encantan. Al igual que después de una peli de miedo me imagino espíritus en el pasillo, imagino que cuando llegue España y escuche una moto me dará un ataque de pánico.
Fin de un viaje que quería hacer y que me ha encantado. No creo que haya algo parecido a la intensidad de la India. Imagino que China pero de momento a China no tengo intención de ir hasta que se me olvide lo malo de esto y me quede el poso de lo bueno y lo impactante del choque cultural.
Saludos y si has llegado hasta aquí solo mostrarte mi más profundo agradecimiento.
Próximo destino... Centro américa!