Ultimo día en la sierra y como despedida un pasaije que resume lo vivido en los Andes, la laguna de Quilotoa(cerca de Pujilí)
La carretera sinuosa que va hasta la Laguna nos permite saborear nuestro último contacto andino y despedirnos de tan solemnes montañas. Decir que el camino está asfaltado y aunque hay mucha curva la carretera está en muy buen estado (el presidente vivió en Zumbahua -a 15 km- unos años trabajando y tal vez por eso las comunicaciones ahora son mejores)
Vídeo del paisaje andino camino de Quilotoa, se puede apreciar los tapices de la siembre, herencia inca.
La música del vídeo es de Mercedes Sosa; la escuchamos de camino a Quilotoa y al de unos días falleció.
Llegamos a la laguna donde se sienten los 3.900m de altitud que la contemplan. Se aprecia perféctamente el contorno del cráter del volcán bendecido por las aguas verdosas de la laguna.Es el volcán más occidental del Ecuador y un paraje excepcional.
Ninguno de los 4 habíamos estado en la laguna pero nos habían comentado 2 cosas acerca de Quilotoa: la 1ª que era un paseo precioso que sin duda teníamos que realizar y la 2ª que tendríamos que salir de allí sobre el mediodía a más tardar sobre las 14h porque a partir de entonces la niebla es muy densa y es muy peligroso el viaje.Tanto una como otra íbamos a comprobarlas en poco tiempo.
Una vez en el mirador de la laguna, podemos obsevar como en torno a la misma ha florecido un proyecto de turismo sostenible, prueba de ello es que se pueden encontrar algunos hostales y puestos de souvenirs. En ese momento recibí una sorpresa, cuando en el cartel del nombre de la comunidad y de los auspiciantes del proyecto se encuentra la diputación de Bizkaia. Me sorprendió y me emocionó a la vez pues yo soy de esa tierra.


Por un sendero mitad tierra mitad ceniza volcánica se va bajando hasta la laguna, parecíamos expedicionarios de la novela de Julio Verne donde sus protagonistas iban a adentrase en el interior del volcán.
Bajar la pendiente es fácil pero cansado por la altitud así que mejor con calma, además luego hay que subir.
Una vez abajo puedes admirar la laguna, dar paseos en kayak etc... y sobre todo contratar unos caballos para que suban por ti el camino que se recorrió.

Como somos una panda de vagos y muy cómodos contratamos los caballos para subir. Eso si que fue deporte aventura y no el puenting en Baños.
Los caballos son jamelgos muy delgados y no son para montar. La anécdota más graciosa fue que mi cuñado le pregunta la dueña de los caballos “caballo soporta hombre grande-en referencia a mi-” jajajaja como en una peli de vaqueros(es verdad que la lengua de los indigenas es el quichua pero hombre...).
La verdad es que yo sacaba 20 cm y unos cuantos kg a todos los presentes y el caballo seguro que protestó cuando vió que me subía en sus lomos.
Un niño que iba andando más rapido que el viento era nuestro guía y conducía a los caballos por la vereda. Depués de aquel ”sangoloteo”por tanto bache y de que mi caballo hiciese sus necesidades por el camino unas cuantas veces llegamos al mirador del principio.
Quiero volver a darles las gracias a nuestro guía y a mi caballo Stalin por enseñarme que la gente y los animales de esas latitudes y altitudes son tan trabajadoras como amables y también por llevarme sano y salvo de regreso.
Con los 4 rotos por el bamboleo de los caballos nos dirigimos a uno de los hostales a comer algo para rápido emprender camino hacia Gye huyendo de la niebla que se avecinaba (eran las 13h).
En el hostal nos ofercieron una comida humilde pero bien reconstituyente, sopa de quinua y luego un pollo regado por un zumo de fruta.

Con gran rapidez devoramos la comida y nos fuimos para el coche. Teníamos 2 opciones cuando la niebla empezaba a aparecer, regresar por el camino de ida y una vez allí tomar la Pana como cuando fumos a Quito o regresar por una carretera nueva por La Maná por la que desciendes de la sierra a la costa muy abruptamente y así nos ahorrabamos de viaje unas 2 horas más o menos.
Quiero felicitar a mi cuñado por la pericia al volante que demostró por aquel camino.NO digo carretera porque nada mas salir de Quilotoa encontramos que no había carretera, sino que la estaban construyendo, aquello era un lodazal, la nieblan nos abrazaba cegando cualquier atisbo de camino y encima llovía torrencialmente, pero aún así mi cuñado dirigó con tino el carro.
Así nos despedimos de los Andes, como un susurro entre las nieblas, se esfumaron como si hubieran sido un sueño.
Tras unos cuantos km ya el tiempo despejaba y la carretera aparecía. Descenso pronunciado contemplando a las nubes por encima y viendo como rápidamente cambiaba el paisaje y hasta el clima dentro del carro.
Es digno de ver las tierras que están en la frontera entre costa y sierra ya que poseen mezcla de frutos de la costa y sierra con vegetación de las mismas pero en altitud, muy curioso la verdad.
Pasamos a la provincia de los ríos donde, mires por donde mires verás bananos y más bananos. No obstante Ecuador es el mayor producto mundial de banano y Los Ríos una de las provincias más fructiferas. La vecina Guayas nos esperaba con Gye como destino final y tras 5 o 6 horas y con la noche como testigo, llegamos a casa para descansar de nuestra particular odisea.
Ya allí cenamos en casa unas hamburguesas que nos trajo mi sobrino de “El Capi”, una institución en Gye. Es un bar con una plancha en el exterior y donde hacen “sánduches” y hamburguesas (el éxito no es sólo la hamburguesa sino que es un sitio popular y que abren hasta el amanecer). Burguer completa y a la cama. Menos mal que los días venideros serían más relajados.