JUEVES 24 DE JULIO
Al final voy a optar por una alternativa intermedia a los dos barajadas. No voy a subir otra vez a Budapest, pero tampoco voy a llegar hasta Debrecen. Voy a Kecskemet, desde donde subiré hacia Eger, dirección Eslovaquia.
El bus de Pecs a Kecskemet es a las 7:10 y tiene hora prevista a las 10:40. Es puntual tanto en ida como en vuelta.
En Kecskemet he tenido problemas para encontrar un albergue o algo barato en airbnb, así que me he lanzado al Couchsurfing. Antesdeayer, en Pecs me registré en la página correspondiente, www.couchsurfing.org, y busqué alojamiento en Kecskemet. Mi sorpresa fue que hay un montón de gente desconocida dispuesta en principio a acogerte. Así que me puse más selecto y marque el filtro del idioma español. Así localicé a Judit, una chica de 41 años que reside en la ciudad con su novio, si bien esta semana no estaba en casa.
Anticipo que la experiencia ha sido sorprendentemente (era un poco suspicaz) enriquecedora y magnífica. Me ha venido a buscar a la estación de autobuses para acompañarme a su casa, situada a unos 10 minutos andando.
Una vez allí hemos estado hablando hasta que ha llegado la hora de comer (comen pronto, serían las 12:30): sopa de guisantes y una olla de judías verdes con verdura, bacon y nata agria. Todo riquísimo y de su huerto ecológico.
Como a las 16:00 entra a trabajar en un centro de ensañanza de español para húngaros, se ha encargado de localizar a un antiguo alumno Szolt (un abogado), para que me acompañe a enseñarme la ciudad. Encantador también. Así me ha mostrado la parte más interesante de la ciudad, con continuas bromas, apreciacons graciosas, incluso leyendas cuando era necesario. Un auténtico artista el Szolt éste.
Al rededor de las 17:00 ya me he quedado sólo para disfrutar por mi cuenta de la ciudad algo más de tres horas, hasta que Judit saliera del curro.
La parte histórica de la ciudad se puede apreciar en una tarde (si no te detienes en museos). Y es que la mayor parte de lo relevante desde el punto de vista turístico se sitúa al rededor de una preciosa zona verde y peatonal: kossuth ter.
En su derredor se encuentran tres iglesias imponentes: católica, calvinista y San Miguel.
También se encuentra un bonito ayuntamiento rojo:
También en Kecskemet había una sinagoga espectacular, si bien ahora se ha transformado en museo de fotografía.
En frente del ayuntamiento hay un conjunto escultórico que pone en evidencia la tragedia de la Hungría posterior al Tratado de Trianon, tras la 1ªGuerra mundial. En él se aprecia el tamaño ha que ha quedado reducido el país (una tercera parte), desgajándose de territorios de Croacia, Serbia, Eslovaquia, Ucrania y, sobre todo, Rumanía.
Imagen cenital sacada de internet, donde se aprecia mejor:
No lejos de la plaza se encuentra el edificio más representantivo de la ciudad, el palacio ornamentado:
Entre tanta vuelta no podía dejar de visitar una de tantas pastelerías. En este caso me he alejado del bullicio para ir a un clásico de la ciudad: JAko ukraszda.
Ha caído un cafe melage y una tarta de fresa, entre los 37 (!) tipos de tartas diferentes (sin contar pasteles) que he contabilizado.
Cuando ha llegado la hora de ir a buscar a Judit nos hemos ido a cenar a un restaurante tradicional húngaro: Kecskemeti csarda BORHAZ (kölcsey Ferenc utca 7). Ha sido la comida más rica que he hecho, no sólo en todo el viaje, sino desde hace muchísimo tiempo.
Vörösboros marhapörkölt:
Y la cena de Judit, pavo en salsa de almendras
Las raciones eran para la familia picapiedra: he repetido tres veces y aún así ha sobrado.
De regalo Palinka. Con vino tinto, vino semidulce y agua con/sin gas... 26€.
Ya de vuelta a la casa, compruebo el horario de autobús para Eger de mañana y a la habitación infantil de Judit
En definitiva, esto del couchsurfing es una posibilidad muy factible para cuando los hostels son inexistentes o demasiado caros. Creo que en Eslovaquia, cuando me mueva por los pueblos pequeñitos próximos a los parques nacionales, lo intentaré otra vez.
Mañana toca visitar un par de museos que hoy no he podido ver (cierran a las 17:00) y cambio de destino.
VIERNES 25 DE JULIO
Toca despedirse de mi anfitriona, Judit. No tengo palabras suficientes de agradecimiento. Me atiborra en el desayuno y me despide con cariño.
Me propongo coger el autobús directo a Eger a las 12:30, así que tengo tiempo para acercarme a los museos previstos. En primer lugar intento dejar la mochila en la estación de trenes o en la de autobuses (están pegadas), pero resulta imposible: no hay consignas ni guardarropa donde dejarla. Así que me toca cargar con ella durante el recorrido de 20 minutos hasta los museos.
El museo de arte Naiv y el de los juguetes están al lado uno del otro. De hecho se compra una entrada conjunta por el ridículo precio de 550 HUF.
Se trata de dos museos enanos, de una sóla planta y muy pocas habitaciones. Ambos con explicaciones sólo en húngaro.
En el caso del de los juguetes, también se utiliza como ludoteca infantil en verano, por lo que he visto.
Llama la atención la similitud de los juguetes tradicionales en Hungría y en nuestro entorno. Una advertencia: el museo tiene una sala del terror. Se trata de una sala denominada "ellos también han sido niños" en la que se presentan retratos de niñez de personalidades históricas húngaras. Dios, daban miedo las pintas que tenían.
De vuelta hacia la estación paso por el mercado de abastos de la ciudad, donde compro un Langos siguiendo el último consejo de Judit. Se trata de una masa de pan-bollo muy esponjosa a la que se le añade sal y nata agria. Estaba recién hecho y ha sido mi almuerzo.
Al final voy a optar por una alternativa intermedia a los dos barajadas. No voy a subir otra vez a Budapest, pero tampoco voy a llegar hasta Debrecen. Voy a Kecskemet, desde donde subiré hacia Eger, dirección Eslovaquia.
El bus de Pecs a Kecskemet es a las 7:10 y tiene hora prevista a las 10:40. Es puntual tanto en ida como en vuelta.
En Kecskemet he tenido problemas para encontrar un albergue o algo barato en airbnb, así que me he lanzado al Couchsurfing. Antesdeayer, en Pecs me registré en la página correspondiente, www.couchsurfing.org, y busqué alojamiento en Kecskemet. Mi sorpresa fue que hay un montón de gente desconocida dispuesta en principio a acogerte. Así que me puse más selecto y marque el filtro del idioma español. Así localicé a Judit, una chica de 41 años que reside en la ciudad con su novio, si bien esta semana no estaba en casa.
Anticipo que la experiencia ha sido sorprendentemente (era un poco suspicaz) enriquecedora y magnífica. Me ha venido a buscar a la estación de autobuses para acompañarme a su casa, situada a unos 10 minutos andando.
Una vez allí hemos estado hablando hasta que ha llegado la hora de comer (comen pronto, serían las 12:30): sopa de guisantes y una olla de judías verdes con verdura, bacon y nata agria. Todo riquísimo y de su huerto ecológico.
Como a las 16:00 entra a trabajar en un centro de ensañanza de español para húngaros, se ha encargado de localizar a un antiguo alumno Szolt (un abogado), para que me acompañe a enseñarme la ciudad. Encantador también. Así me ha mostrado la parte más interesante de la ciudad, con continuas bromas, apreciacons graciosas, incluso leyendas cuando era necesario. Un auténtico artista el Szolt éste.
Al rededor de las 17:00 ya me he quedado sólo para disfrutar por mi cuenta de la ciudad algo más de tres horas, hasta que Judit saliera del curro.
La parte histórica de la ciudad se puede apreciar en una tarde (si no te detienes en museos). Y es que la mayor parte de lo relevante desde el punto de vista turístico se sitúa al rededor de una preciosa zona verde y peatonal: kossuth ter.
En su derredor se encuentran tres iglesias imponentes: católica, calvinista y San Miguel.
También se encuentra un bonito ayuntamiento rojo:
También en Kecskemet había una sinagoga espectacular, si bien ahora se ha transformado en museo de fotografía.
En frente del ayuntamiento hay un conjunto escultórico que pone en evidencia la tragedia de la Hungría posterior al Tratado de Trianon, tras la 1ªGuerra mundial. En él se aprecia el tamaño ha que ha quedado reducido el país (una tercera parte), desgajándose de territorios de Croacia, Serbia, Eslovaquia, Ucrania y, sobre todo, Rumanía.
Imagen cenital sacada de internet, donde se aprecia mejor:
No lejos de la plaza se encuentra el edificio más representantivo de la ciudad, el palacio ornamentado:
Entre tanta vuelta no podía dejar de visitar una de tantas pastelerías. En este caso me he alejado del bullicio para ir a un clásico de la ciudad: JAko ukraszda.
Ha caído un cafe melage y una tarta de fresa, entre los 37 (!) tipos de tartas diferentes (sin contar pasteles) que he contabilizado.
Cuando ha llegado la hora de ir a buscar a Judit nos hemos ido a cenar a un restaurante tradicional húngaro: Kecskemeti csarda BORHAZ (kölcsey Ferenc utca 7). Ha sido la comida más rica que he hecho, no sólo en todo el viaje, sino desde hace muchísimo tiempo.
Vörösboros marhapörkölt:
Y la cena de Judit, pavo en salsa de almendras
Las raciones eran para la familia picapiedra: he repetido tres veces y aún así ha sobrado.
De regalo Palinka. Con vino tinto, vino semidulce y agua con/sin gas... 26€.
Ya de vuelta a la casa, compruebo el horario de autobús para Eger de mañana y a la habitación infantil de Judit
En definitiva, esto del couchsurfing es una posibilidad muy factible para cuando los hostels son inexistentes o demasiado caros. Creo que en Eslovaquia, cuando me mueva por los pueblos pequeñitos próximos a los parques nacionales, lo intentaré otra vez.
Mañana toca visitar un par de museos que hoy no he podido ver (cierran a las 17:00) y cambio de destino.
VIERNES 25 DE JULIO
Toca despedirse de mi anfitriona, Judit. No tengo palabras suficientes de agradecimiento. Me atiborra en el desayuno y me despide con cariño.
Me propongo coger el autobús directo a Eger a las 12:30, así que tengo tiempo para acercarme a los museos previstos. En primer lugar intento dejar la mochila en la estación de trenes o en la de autobuses (están pegadas), pero resulta imposible: no hay consignas ni guardarropa donde dejarla. Así que me toca cargar con ella durante el recorrido de 20 minutos hasta los museos.
El museo de arte Naiv y el de los juguetes están al lado uno del otro. De hecho se compra una entrada conjunta por el ridículo precio de 550 HUF.
Se trata de dos museos enanos, de una sóla planta y muy pocas habitaciones. Ambos con explicaciones sólo en húngaro.
En el caso del de los juguetes, también se utiliza como ludoteca infantil en verano, por lo que he visto.
Llama la atención la similitud de los juguetes tradicionales en Hungría y en nuestro entorno. Una advertencia: el museo tiene una sala del terror. Se trata de una sala denominada "ellos también han sido niños" en la que se presentan retratos de niñez de personalidades históricas húngaras. Dios, daban miedo las pintas que tenían.
De vuelta hacia la estación paso por el mercado de abastos de la ciudad, donde compro un Langos siguiendo el último consejo de Judit. Se trata de una masa de pan-bollo muy esponjosa a la que se le añade sal y nata agria. Estaba recién hecho y ha sido mi almuerzo.