Parque Provincial de Algonquin ✏️ Diarios de Viajes de Canada¡Maldita sea! Hoy vamos a pasar el día entero en el Parque Provincial de Algonquin y otra vez pronostican lluvia. De nuevo se nos va a malograr la visita a un parque natural. Ya tuvimos la misma mala pata en La Mauricie, donde nos estuvo lloviendo...Diario: DOS SEMANAS EN EL ESTE DE CANADÁ (ONTARIO Y QUÉBEC)⭐ Puntos: 5 (19 Votos) Etapas: 20 Localización: Canada¡Maldita sea! Hoy vamos a pasar el día entero en el Parque Provincial de Algonquin y otra vez pronostican lluvia. De nuevo se nos va a malograr la visita a un parque natural. Ya tuvimos la misma mala pata en La Mauricie, donde nos estuvo lloviendo toda la mañana, y para hoy está previsto que llueva a partir de mediodía. Desde luego, amanece ya muy nublado y tiene toda la pinta de que puede empezar a llover en cualquier momento. El restaurante del motel The Mad Musher de Whitney, donde hemos dormido esta noche, no abre hasta las 11:00, así que no podemos desayunar aquí. Recogemos el equipaje, pagamos y nos vamos con el Jeep directamente al parque Algonquin, que está a escasos 7 km, porque en el Centro de Visitantes habrá una cafetería. Aprovecho a poner aquí la foto del maletero del coche. A pesar de ser un vehículo bastante grande, en el maletero cabían a duras penas tres maletas, porque por encima de ellas hay que echar una capota y no se puede aprovechar el espacio superior. El Parque Provincial de Algonquin es, básicamente, muy parecido al de La Mauricie (bosque, ríos, lagos, cascadas, montañas, senderos… pura naturaleza), aunque mucho más grande, con más de 7.600 km2. Fue el primer Parque Provincial establecido en Canadá, allá por 1893. Tiene la peculiaridad de ser lugar de transición entre dos tipos de bosque, el de coníferas y el de caducifolias, lo que le convierte en hábitat de muchísimas especies animales: alces, lobos, osos negros, zorros rojos, patos colimbos (loon), tortugas de tierra, topos, murciélagos, castores, cientos de aves… Al igual que el Parque Nacional de La Mauricie, Algonquin está atravesado por una carretera, la 60, que lo cruza por su parte sur de oeste a este en un total de 56 kilómetros, y de la que salen los caminos secundarios que te acercan a los puntos de interés. La visita al parque se puede realizar de este a oeste o viceversa, porque en ambos extremos de la carretera 60 hay taquillas. Nuestro plan para hoy es atravesar Algonquin entrando por el este y saliendo por el extremo opuesto, pues nuestro siguiente alojamiento está en Huntsville, al oeste del parque. (Imagen obtenida de Google Maps) El acceso al parque para los visitantes cuesta 17 CAD por coche. Quiero decir con esto que, si sólo vas de paso por la carretera 60 cruzando el parque sin detenerte, no tienes que pagar nada. Pero si vas de visita al parque, o a acampar en él, tendrás que parar en los parkings, y es entonces cuando necesitas tener bien visible en el parabrisas el resguardo de haber pagado a la entrada. La siguiente imagen es del plano que dan a la entrada del parque, que es muy útil. Abajo a la derecha, se enumeran las posibles excursiones para hacer a pie. Cada una tiene su nombre, y en las columnas siguientes se expresa la longitud del recorrido, el grado de dificultad, el tiempo estimado, el punto kilométrico de la carretera 60 donde se inicia el sendero, y las características más destacables. El kilometraje de la carretera para localizar las diversas paradas comienza a contar de cero desde el extremo oeste. Aparcamos junto al Centro de Visitantes, situado en el kilómetro 43. Nos embadurnamos de repelente de mosquitos y entramos a desayunar en un autoservicio que tienen. Esperábamos que fuera más caro, porque en este tipo de sitios se suelen aprovechar, pero nos sorprenden los precios bastante asequibles. Por ejemplo, un muffin son 2,25 CAD (1,45 €) y un café 1,75 CAD (1,15 €). Se supone que hasta mediodía no empieza a llover, así que decidimos dedicar la mañana a hacer una actividad de la que nos quedamos con ganas en La Mauricie: remar en canoa. A ver si hay suerte y podemos al menos remar un rato antes de que comience a descargar la amenazadora lluvia. Retrocedemos tres o cuatro kilómetros hasta el desvío del lago Opeongo, donde hay alquiler de canoas. En casi todos los lagos a partir de cierto tamaño hay una cabaña de alquiler de canoas, pero éste es el que nos pilla más cerca. Hay varios tipos de canoas disponibles. Como no tenemos ni idea cogemos las más baratas, que son las de aluminio. No hay alquiler por horas; tiene que ser por días completos, y cuesta 31,50 CAD más impuestos. Cada canoa es para dos personas, así que tenemos que coger dos. Además hay que alquilar un chaleco salvavidas para cada uno. En total, la actividad nos sale por 84,50 CAD (55 €). Dada nuestra absoluta ignorancia en el tema “canoas”, no sabría decir por qué las de aluminio son más baratas. Supongo que son más pesadas que las de fibra u otros materiales y se manejan peor. El caso es que no nos cuesta demasiado hacernos con ellas y pasamos casi tres divertidas horas remando por el lago Opeongo bajo un cielo muy plomizo que de vez en cuando nos hostiga con un pequeño chaparrón. Nada más devolver las canoas empieza a llover en serio. Vemos que en el kilómetro 35 hay una parada con un “Picnic Pavilion”, que suponemos que será una zona de merendero a cubierto, así que vamos para allá con la esperanza de comer a cubierto, a ver si mientras tanto se calma un poco la lluvia. Pero, para nuestro disgusto, el “Picnic Pavilion” resulta ser una cabaña que sólo puede usarse con reserva previa y pagando, y está ocupada por un grupo grande de gente que preparan una barbacoa privada y que, por supuesto, no admiten intrusos desconocidos. Nuestro gozo en un pozo. Una vez más, nos vemos abocados a comer dentro del coche en un parque natural. Cuando terminamos de comer no sabemos qué hacer, pues en estas condiciones climatológicas no merece la pena hacer ninguna ruta. Decidimos ir a una de las paradas donde hay un restaurante, con la idea de permanecer a cubierto mientras siga cayendo este aguacero. Todo el mundo en el parque ha tenido la misma idea y el local está abarrotado. Hacemos tiempo comprando unos helados que nos sirven de postre. Sigue lloviendo. Como la situación no mejora y no queremos perder el día (¡menos mal que por lo menos hemos podido hacer lo de las canoas!), decidimos hacer de todos modos alguna ruta, que sea chiquitilla, de modo que si la cosa se pone aún peor no tardemos mucho en regresar al coche. Así pues, volvemos al Jeep y continuamos hacia el oeste en busca de alguna ruta que nos encaje. A la altura del kilómetro 19 vemos que hay una pequeña ruta llamada Peck Lake, que da la vuelta a un lago en un recorrido total de 2,3 km. Se aparca justo al comienzo del sendero y es una ruta circular, así que es buena opción. Si la lluvia arrecia podremos volver al coche en poco tiempo. La ruta de Peck Lake va bordeando todo el perímetro del lago a través del bosque que lo circunda. La increíble frondosidad de la vegetación permite que no nos mojemos demasiado. El sendero, surcado por las retorcidas raíces que asoman de la tierra, se abre de cuando en cuando hacia la orilla para permitirte acceder al mismo borde. La ruta es muy sencilla de hacer; no tiene ninguna dificultad, y creo que con sol debe de ser bastante bonita, porque hasta nublado y lloviendo es posible apreciar su belleza. El tiempo previsto para hacer la ruta completa era de una hora y media y la hemos hecho en tres cuartos de hora. Claro, que hemos ido bastante deprisa y nos hemos parado poco a hacer fotos por culpa de la lluvia. Volvemos al coche y continuamos hacia el oeste. Continúa lloviendo sin parar. Un poco más adelante se nos antoja otra ruta cortita. Se llama Hardwood Lookout y promete unas vistas escénicas por el módico precio de 1 km. de caminata. Se trata de otra ruta circular, en la que el firme está mejor que la de Peck Lake porque no afloran tantas raíces. A cambio, tiene algunas zonas en cuesta que la hacen un poco más fatigosa. Desde el punto más alto del sendero hay una vista panorámica del Smoke Lake que en días de buena visibilidad debe de ser bonita, pero hoy es así: Hemos hecho la ruta en veinte minutos en vez de los tres cuartos de hora que indicaba el mapa, y es que este tiempo empuja más a ir deprisita que a pasear. En cualquier caso, creo que el mapa marca los tiempos en exceso para dar un margen de seguridad. Son las seis de la tarde y decidimos dar por concluida la visita a Algonquin. Ya estamos suficientemente empapados y además en cualquier otra ruta que iniciáramos a estas horas, con lo oscuro que está ya, nos quedaríamos casi sin luz por el camino. Aparte de cientos de ardillas, no hemos visto ninguno de todos esos animales que se supone que viven en Algonquin. Ni siquiera hemos visto mosquitos, y es que me figuro que toda la fauna estaba hoy cobijada en sus guaridas. No hemos podido ver los parques bajo la luz del sol, pero en los días húmedos también tienen su encanto, pues la naturaleza está exultante y el ambiente se vuelve ciertamente misterioso. De modo que nos despedimos del parque saliendo por su acceso oeste y conducimos a Huntsville, a donde llegamos en menos de una hora. Nuestro hotel para hoy es el Motel 6 Huntsville, del que no esperábamos mucho más de lo que suelen ofrecer los moteles, pero que nos sorprende ya desde que aparcamos en la explanada delantera. Es un edificio moderno, grande y con buena pinta. ¡Y además un cartel exterior anuncia que tiene piscina! Nos instalamos en la habitación, muy amplia, moderna y flamante, y bajamos a recepción a preguntar por la “indoor pool”. Nos indican dónde está y nos dicen que ellos mismos nos prestan las toallas. ¡Fenomenal! Esto está siendo una especie de desagravio por lo bajo que caímos anoche con el alojamiento de Whitney. La piscina es chiquitita pero suficiente para un rato de relajación. El hotel está en una especie de polígono comercial a las afueras, donde sólo hay un Wendy’s y algún sitio más de comida rápida, así que nos acercamos con el coche al centro de Huntsville. Son más de las 21:00 y casi todo está ya cerrado o con pinta de cerrar en breve, pero encontramos un local que aún está animado y lleno de gente cenando. Se llama The Mill on Main; no es especialmente barato pero hay buen ambiente, todo está rico y los camareros son muy majos. Dos pizzas para compartir, una hamburguesa, dos postres y un refresco nos salen por 119 CAD con impuestos y propina incluidos (78 €). Otra cosa positiva del día: se nos ha limpiado el coche de toda la porquería que nos dejaron los animalicos de Parc Omega. Aquí, en Huntsville, no llueve. Índice del Diario: DOS SEMANAS EN EL ESTE DE CANADÁ (ONTARIO Y QUÉBEC)
01: Preparación del viaje
02: Documentación necesaria
03: Llegada a Toronto
04: Todo el día en Toronto (I)
05: Mil Islas y Brockville
06: Montréal
07: Québec
08: Montmorency, Basílica Sainte-Anne de Beaupré, Cañón Sainte-Anne y Tadoussac
09: Avistamiento de ballenas, Fiordo de Saguenay y Desbiens
10: La Tuque: Parc Chutes Petite Rivière Bostonnais
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