
Después de dos días sin parar prácticamente, hoy iba a ser el primer y único día relajado en cuanto a la hora de levantarse, la visita a ALMA empezaba a las nueve de la mañana, así que hoy iba a ser el único día que podríamos desayunar sin prisas en el alojamiento.
El observatorio ALMA (Atacama Large Milimeter Array), es el mayor proyecto astronómico del mundo y es una asociación entre Europa, Norteamérica y Asia del Este, con la cooperación de Chile. ALMA posee el mayor y más caro radiotelescopio terrestre construido, compuesto por 66 antenas de alta precisión.
Las visitas no están permitidas (por motivos de seguridad) al llano de Chajmantor, en medio del desierto de Atacama a una altitud de cinco mil metros, que es donde se ubican las 66 antenas. Lo que se visita son las instalaciones que se sitúan a unos 50 kilómetros al norte de San Pedro de Atacama, donde trabaja el personal y además de contarte toda la historia del nacimiento del complejo, como se transportaron las antenas, descubrimientos y logros más importantes,así como los beneficios que genera para la comunidad, tienes acceso a la sala de control, algún laboratorio y si tienes suerte alguna de las antenas que necesiten reparación.
Estas visitas sólo se pueden realizar los sábados y domingos por la mañana y hay que apuntarse previamente para ver si hay disponibilidad (es una actividad muy demandada), se puede apuntar uno aquí:
welcu.com/alma/visit-2020
Pasamos por la franchutería a por nuestra barra de pan y a las 08:45 estamos en el punto de encuentro, calle Tumisa casi esquina Avenida Pedro de Valdivia, Esto está casi al frente al “Pueblo de los Artesanos” y en las cercanías del terminal de buses de San Pedro de Atacama. Ojo, es muy importante llevar el pasaporte, son muy estrictos con esto.
Una vez en el autobús recorremos los cincuenta kilómetros que nos separan del complejo, mientras vemos un vídeo explicativo del lugar que vamos a recorrer, así como las medidas de seguridad a adoptar. Allí nos reparten en dos grupos, uno de inglés y otro de castellano y empezamos la visita.


La guía que nos ha tocado, está muy formada (todos y cada uno de los guías en las diferentes excursiones o tours que hemos hecho, nos han parecido muy buenos), nos explica donde estamos, los controles médicos que tienen, los turnos de trabajo, donde duermen los trabajadores del complejo, un montón de información y anécdotas.
Al fondo el desierto de Atacama

Pasamos al interior de las instalaciones, visitamos por fuera alguno de los laboratorios y pasamos a la sala de control, donde nos dan unos minutos para que les aburramos con nuestras preguntas





El ominpresente Licancabur, dominándolo todo.

Y con unas fotos de grupo para colgar en el facebook, nos despedimos de la visita. A ver, no es una visita TOP en Atacama, sobre todo porque lo más bonito tiene que ser el complejo donde se ubican las 66 antenas, pero es una buena visita para hacer un paréntesis de madrugones y te deja la tarde libre para hacer otra actividad, ¿además cuantas veces vas a tener la oportunidad de visitar un sitio así?

Llegamos a San Pedro alrededor de las 13:30 , cogemos el coche y ponemos rumbo a las lagunas escondidas de Baltinache.
Tomamos el desvío que indica las lagunas y vemos que cierran el acceso a partir de las cuatro de la tarde, son casi las tres y tenemos por delante unos 45 kilómetros por la B-241, de lo que ellos llaman Calamina, que son las carreteras de ripio pero con pequeñas ondulaciones cada pocos centímetros que hacen botar al coche constantemente. En este tipo de carreteras es mejor ir deprisa que despacio (se notan menos los botes), pero con juicio.

Las Laguna Escondidas de Baltinache, son un conjunto de 7 pozas, en las que en la primera y la última puedes bañarte y en la que su alta salinidad hará que flotes sin ningún esfuerzo. Es una de las rutas menos frecuentadas de las cercanías de San Pedro.



El paisaje es de quitar el hipo, azul turquesa rodeado de sal, dentro del salar de Atacama contra la cordillera de la sal



El camino está señalizado y de la primera a la última laguna, no hay mucha distancia, pero pararás un montón de veces.



Y así, poco a poco vamos llegando a la última laguna, donde la gente se concentra en busca de su foto para instagram.

Nos volvemos a San Pedro, nos reabastecemos de agua, patatas y snacks varios y aprovechamos para establecer una toma de contacto con las dos agencias que tenía fichadas para hacer el tour del Salar de Uyuni. Primeramente nos pasamos por Estrella del sur. Nos explican el recorrido (que básicamente es el mismo al 99% para todo el mundo) y nos parece bien, intento regatear y no afloja, me dice que ya me ha hecho un buen precio (el mismo que si lo contratas a través de internet) y le digo que si no me hace una rebaja, me lo pensaré, a lo que asiente.
Después pasamos por la tienda de Cordillera Traveller, que desde el primer momento nos transmitió mejores sensaciones, nos indica el itinerario, sitios donde dormiremos y nos da su precio (también igual al de su página web), nos comenta que el máximo de ocupantes es de 6 más el guía-conductor y alguna otra cosa que deberíamos llevar, repito la operación de regateo y después de acordar un precio (me salía unos miles de pesos chilenos más que con estrella del sur, pero yo lo que quería era regatear

Y entramos en el “Chela Cabur”, que está en la calle Caracoles, un bar con muy mucho ambiente y buen rollo, en el que no es difícil compartir mesa con unos desconocidos. Nos tomamos un par de litros de cerveza, que en el desierto es muy importante hidratarse bien.


Nos fuimos a cenar a las “Delicias de Carmen”, un restaurante muy recomendado, pero que a nosotros no nos dijo nada, creo que ha perdido el espíritu de comida casera con el que nació.