Nos levantamos a las 3.45 porque queríamos coger el bus de las 4.30. hacia bastante frió.
Al llegar a la estación habían un montón de lugareños con sus cachivaches, cargadísimos hasta arriba con todo lo que llevaban para vender en la cruz.
Había una cola “oficial” en la que nos pusimos pero cuando llegó el bus todos echaron a correr, total que cuando entramos ya no habían sitios libres y aunque ya estábamos en el final, el revisor decía: avansen, avansen!, y nosotros: pero si no podemos avansar más!
Atrás de todo iban 4 personas y una mochila y se apretujaron todos para que nosotros nos sentáramos, que majetes.
Así empezó el largo camino lleno de baches a la cruz. El autobús tenia un olor especial, vamos, que apestaba, y los asientos tenían una de mugre...pero costo 3 soles por persona.
De repente oímos una gallina, y es que la señora que iba al lado de Raúl llevaba una metida en una bolsa, la saco y se la acurruco en el regazo. Tremendo.
A las 5.50 llegábamos a la cruz del cóndor. A parte de las mujeres que bajaron para vender, se bajaron unas canadienses y nosotros. Allí no había ni Dios.

Pagamos 35 soles a la chica que se encargaba de esto por el acceso a la cruz. Nos explico que había un sendero por el que podíamos caminar y emprendimos la marcha.
Hay unas vistas espectaculares del cañón. A mitad del camino desayunamos los bollos que habíamos comprado el día anterior en Chivay y seguimos caminando.
En total hicimos 1h de ida y a la vuelta. Sobre las 7.15 ya se vieron los primeros cóndores volar.
Seguimos andando hacia la cruz y nos quedamos en el mirador de abajo desde donde estuvimos viendo este espectáculo tan alucinante. Llegaron a haber 9 cóndores sobrevolando nuestras cabezas. Era una pasada verlos planear y admirar lo grandes que son. Nos encanto.
Sobre las 8.45 dejaron de verse.


Estuvimos por allí viendo los puestos, que clavan un montón, y a las 10 cogimos el bus de vuelta.

Esta vez nos sentamos, pero aun iba mas lleno que la otra vez y subían cargados de niños. Raúl se levanto para que una mamá se sentara con sus 2 hijos pequeños, y así llegamos a Chivay.
Comimos en una cafetería llamada El refugio, que está en la plaza de armas, hace esquina. Comimos aquí porque no nos apetecía comer mucho, así que pedimos una hamburguesa con patatas y ensalada y cuando nos la traen...que fracaso! no llevaba acompañamiento! En el mismo sándwich llevaba patatas chip en forma de palo, una hoja de lechuga y una rodaja de tomate, pero estaba muy buena.
Como nos quedamos con hambre nos pedimos una salteña de carne, que era una empanadilla con carne, patata y verduras. Estaba riquísima!
A las 13.30 cogíamos el bus de 4m-Express con destino Puno.
El viaje tardó unas 6h30’ porque la carretera en Juliaca y Puno estaba en obras.
Paramos 3 veces. Una para tomar mate de coca, otra para ver unos flamencos a 4500m, pero estábamos hechos caldo con la altura. Un dolor de cabeza insoportable. La ultima parada fue en Lagunillas, una laguna bastante grande.

Durante el trayecto llame a All Ways Travel para reservar la excursión del Titicaca de los días siguientes. Costaba 90 soles, 65 para la agencia y 25 para la familia. Lo cogimos aquí porque habíamos oído buenas referencias de ellos.
A la llegada a puno sacamos dinero en el cajero de la terminal, porque no teníamos casi efectivo, aquí nadie quiere tarjeta. El máximo para sacar eran 400 soles, y eso sacamos.
Cogimos un taxi que nos llevó al Manzano lodge, 50 soles la habitación con desayuno.
El hotel es cutre, pero solo íbamos a pasar unas horas, para ducharnos y dormir. Lo peor de estos hostales tan baratos son los lavabos, están un poco abandonados, pero limpios.