Hoy tocaba levantarse más tarde, desayunar tranquilos y preparar las maletas, con calma, regresábamos a la capital.
Inicialmente el trayecto Khiva-Tashkent pensábamos hacerlo en avión, pero a la hora de comprar los billetes la página de las líneas aéreas uzbekas no daba fallo continuamente, no nos complicamos mas y decidimos hacerlo en cabina doble en tren, el viaje era largo, 15 horas, pero no nos importaba. El precio de los billetes fue de 410.000 smos (32€) por persona.
Nos pidieron taxi desde la recepción y a la estación, aquí los tramites solo consistieron en la comprobación de billetes y pasaportes, pero el equipaje no lo pasaron por el escáner, simplemente lo tenía apagado.
La sala de espera es amplia y hay una pequeña tienda en la que comprar bebidas y algo de comida para el trayecto, no tienen gran cosa, pero suficiente.
El panel informativo, que había en la estación, decía que nuestro tren salía una hora más tarde de lo que indicaban los billetes, todos los guiris según llegábamos hacíamos el mismo recorrido, mirábamos el panel, luego nuestros billetes, mirábamos donde había algún empleado al que intentábamos preguntar cual era el horario correcto, nos soltaba algo en uzbeco y nos indicara que nos sentáramos a esperar, ¿sabéis a qué hora salió el tren?, en la que indicaba el panel, que para eso estaba impreso desde hacía mucho tiempo jajajjaj
El tren era similar al del trayecto Bukhara-Khiva pero bastante más nuevo o al menos remodelado, los espacios similares. El viaje no se hizo especialmente pesado, durante el día la mayor parte del trayecto transcurrió en el desierto rojo, la sensación era de estar en medio de la nada; ratos de charla, otros de lectura o de sueño se sucedieron hasta llegar a Taskent.


Está claro que el avión es más rápido y cómodo, pero el tren tampoco está mal.