Llegamos al alojamiento para almorzar. Es un campamento que abrió hace 6 meses.

Sus cabañas son de adobe y cañizo, tienen mosquiteras y baño privado.


Además cuenta con una zona de comedor y otra para tomar una cervecita a la sombra de los árboles.

Aquí no llega la electricidad ni el agua. Os preguntaréis, ¿y entonces cómo están fresquitas las cervezas? Pues bien, hay personas que se dedican a transportar y vender hielo, que se usa en los poblados para dos cosas fundamentales: enfriar las bebidas de los pocos turistas que llegan y enfriar las habitaciones de sus chozas al atardecer y así bajar un poco las altas temperaturas que se alcanzan en ellas.
En el campamento tienen instalada una batería con un panel solar, que durante el día se va recargando, y que permite disponer de un mínimo de electricidad durante la noche. Eso sí, para que no se gaste la batería muy pronto, no se puede hacer uso de los enchufes hasta la noche, en la que nos dan aproximadamente una hora para cargar los teléfonos y otra hora para usar el wifi. De esta forma podremos tener electricidad por la noche para encender los ventiladores y poder refrigerar la habitación para dormir.