Al finalizar el trekking, nos recogen los vehículos para acercarnos a un hotel cercano para reponer agua, y de paso tomarnos una cervecita.
Toca hacer unas pocas de horas para ir regresando hacia Dakar en dos jornadas.
En el camino paramos a almorzar. Estaba previsto hacerlo en un restaurante senegalés, pero está cerrado porque al estar en Ramadán, saben que van a vender poco y no podemos comer allí.
Hassán, un chófer, le pregunta a una mujer que está cocinando en una cacerola para saber si nos da de comer. Y le dice que sí.

No hay camarero, ni mesas montadas...vamos una mujer y una cacerola.
Chófer y guía entran a un local, cogen unas mesas y sillas, y ya tenemos comedor. Oumar va a otra tienda a comprar agua para todos, y en unos minutos nos sirven una paella senegalesa. Como no hay platos para todos, a los últimos les ponen un cuenco enorme para compartir entre varias personas.

La paella está deliciosa y nos sabe a gloria.

Después del almuerzo, otro ratito de coche hasta llegar a Tambacounda, donde tenemos nuestro alojamiento con piscina. Unos van a darse un bañito y otros a descansar a la habitación.
En la recepción del hotel hay una mujer que vende unas muñecas artesanas muy llamativas, y decidimos comprarle una para nuestras hijas.

Cenita con tortilla francesa y pollo con patatas, y a dormir.