Aún tenemos varias maletas con muchas cosas para repartir. Con el objetivo de hacerlo un poco más ordenado y evitar las aglomeraciones del reparto en el anterior poblado, decidimos que es mejor hacerlo en nuestro campamento.
Oumar ha avisado a los niños para que vengan a vernos por la noche. Cuando emprendemos el camino de regreso al alojamiento, nos convertimos en los flautistas de Hamelín. Un montón de niños nos acompañan de la mano.
También vienen un par de adultos para que hagan el reparto en función de las necesidades de cada niño, pues ellos los conocen mejor que nadie.


Una vez que cada niño ha cogido y flipado con lo que les toca.

Capi, un chófer, pone música y empiezan todos a bailar como si no hubiera un mañana. Nos lo pasamos genial compartiendo este ratito de baile con ellos.

Después de la fiesta nos toca cenar (unos ricos macarrones con huevo cocido) y descansar, pues el día ha sido agotador. Antes de acostarnos, nos recuerda nuestro guía que mañana a las 6:00 en pie que toca otro trekking. Jeje, en ese momento solo queríamos dormir y ya mañana sería otro día.
Viajar por libre a Senegal