Desde el propio Chaltén salen los dos senderos más populares a realizar en este sector del Parque los Glaciares: el que va hacia el Monte Fitz Roy, llamado Sendero Laguna de los Tres y el que va hacia el Cerro Torre, llamado Sendero Laguna Torre. Este último es el que decidimos hacer nosotros en nuestra última jornada completa en El Chaltén.
Se trata de una caminata larga, que va a la laguna y glaciar Torre, con un recorrido ida y vuelta de 18 kilómetros y de dificultad media.
El sendero parte de la misma villa de El Chaltén. Al inicio está el letrero indicativo de recomendaciones y prohibiciones, entre las que está la de llevar mascotas, incluso si van atadas, algo que también ocurre en los parques nacionales de Chile en que estuvimos previamente.
La primera parte del sendero es una subida constante, aunque no muy pronunciada, en un paisaje despoblado de arboleda.
La ascensión culmina en el Mirador del Cerro Torre, habiendo salvado un desnivel de 210 metros desde el inicio. Desde aquí hay una vista espectacular de la parte alta del glaciar Torre.

El sendero continúa en una serie de subidas y bajadas hasta que se llega al lecho del Río Fitz Roy, que discurre por una llanura de inundación llana, en la que hay que cruzar de tanto en tanto los cauces en que se divide la corriente.
La parte final del sendero vuelve a ser en pendiente y se abre camino entre los bloques de roca de la antigua morrena del glaciar.

La coronación de la subida da paso a una bajada a la Playa de los Icebergs, desde donde hay una espectacular vista de la laguna, el glaciar y el Cerro Torre.

Desde la laguna, con un cielo azul como el que tuvimos ese día, pudimos contemplar en su plenitud la otra montaña icónica de este sector del Parque los Glaciares: el Cerro Torre, una imponente aguja que se eleva a más de 3.100 metros sobre el nivel del mar.

El sendero continúa bordeando la parte alta de la laguna, hasta llegar al Mirador Maestri. Desde aquí es donde se tienen las mejores vistas de la lengua del glaciar Torre, que desemboca directamente en la laguna y tiñe su agua de color gris por la tierra y grava de su morrena.

Después de pasar un buen rato en la laguna y comer un bocadillo, emprendimos el retorno que se hace por el mismo camino de ida. En total, empleamos unas nueve horas.
De vuelta a El Chaltén, aún tuvimos tiempo para acercarnos a la cascada Chorrillo del Salto, que se encontraba más que concurrida, ya que está muy próxima a la villa y se puede ir dando un paseo desde ella.

Esta sería nuestra última visita en la Patagonia. Al día siguiente, iniciamos el retorno, cruzando la frontera en esta ocasión por el paso de Rio Turbio, donde empleamos tanto tiempo o más que en Cancha Carrera debido, fundamentalmente, al estricto control sobre entrada de alimentos que tienen los chilenos.
Hicimos noche en Puerto Natales y después, continuando hacia el sur, volvimos de nuevo a Punta Arenas, con el tiempo de hacer un buen almuerzo en uno de sus buenos restaurantes y tomar el vuelo a Santiago. Allí llegamos bien entrada la noche y, al día siguiente, tomamos el vuelo de vuelta a Madrid.
Más de este y otros de mis viajes podéis ver en mi blog, yendo al siguiente enlace:
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