![]() ![]() BOLIVIA: Recorrido de 40 días por libre, de la Amazonia al Altiplano ✏️ Blogs de Bolivia
Del calor de las misiones y Amazonía al frío del altiplano. Octubre de 2014.Autor: Globaltrote Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (13 Votos) Índice del Diario: BOLIVIA: Recorrido de 40 días por libre, de la Amazonia al Altiplano
01: COMENTARIOS GENERALES
02: CRUZANDO LA FRONTERA
03: LAS CALZADAS ROJAS DE CHIQUITOS
04: LA LLAMABAN TRINIDAD
05: RURRENABAQUE: COMO FRANK, POR LA JUNGLA
06: LA PAZ EN EL CIELO
07: TIHUANACO: OH, BOLIVIA!
08: HUAYNA POTOSÍ: EXCLAVO DE TUS PALABRAS, DUEÑO DE TUS SILENCIOS.
09: LA PAZ DE TODOS LOS SANTOS
10: LA CARRETERA Y LA MUERTE
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Etapas 4 a 6, total 19
El próximo autobús salía a las 16:00. De allí ella iba a Santa Cruz, yo me bajé en San Ramón. El trayecto se me hizo más corto que el anterior. En esta ocasión hablamos de los tipismos españoles y me recomendó algunas lecturas.
En San Ramón el autobús te deja en una rotonda donde se paran los autobuses que toman diferentes rutas en este cruce de caminos. Alrededor de las 17:00 se paró el que viene de Santa Cruz en dirección a San Pablo. En una breve parada compro en un puesto pollo con patatas que ceno en el autobús. En la estación de San Pablo se toma un truffi, una monovolumen que inicia el trayecto cuando se juntan los 8 pasajeros que completan el pasaje. El trayecto fue corto por una carretera plagada de ranchos, quintas y estancias. Llegamos a Trinidad a las 23:30h. Cuando bajé del coche pregunto por mi mochila, pensando que el conductor la había acomodado en otro lugar distinto al que la dejé. Estaba equivocado. El primer hombre en apearse se la apropió. Me habían robado. Pregunto al conductor del truffi qué había pasado. Recorrimos el camino hecho sin fortuna. - Es un maleante! me responde. Con cara de panoli le pido que me lleve a la policía. Allí explico la situación, subimos a un destartalado 4x4 y volvemos a hacer el recorrido. Estoy cansado y no entiendo nada. Paran en Habitaciones Belén y uno de ellos escupiendo la saliva que produce el mascar de la coca me dice: puede alojarse aquí o esperarnos, bueno, tendremos para un rato. Le digo que estoy cansado y me busco un hotel. Por las calles habían bastantes hombres tomando y, por lo ocupado de los hoteles, otros fornicando. Ahora están todas ocupadas, era la respuesta. Finalmente encuentro uno donde la espabilada dueña me atiende amablemente y me ofrece esa pieza destartalada donde deben dormir los empleados. Me la deja a 100B$. - Está de suerte, me dice, usted agarra una tarifa promocional. A pesar del cansancio, no pegué ojo repasando lo sucedido. Me levanto a las 06:30 y comienzo a escribir con el cabreo en el cuerpo. Desayuno fruta, yogur y café. La bollería es de días pasados de clientela que no se queda a desayunar. Tal y como me indicaron, a las 08:00 me presento en las oficinas de la policía y pregunto por el Sargento Cruz para testificar lo que en Bolivia llaman hurto, también en España. Cuando finalizo, el policía que realiza el atestado me señala una tienda de fotocopias. Debo comprar una carpetilla amarilla e incluir original y tres copias para su tramitación en la fiscalía. Con cara de primo me dirijo al mercado a comprar algo de ropa. El primer problema es la talla. Me pruebo las primeras poleras (camisetas) y me quedan como una segunda piel. La chola (así se denominan las oriundas vestidas con el vestido tradicional) me dice que se llevan de ese modo. ¡Ya!. El comercio es el comercio aquí como en todo el mundo. Calcetines, gayumbos, cepillo de dientes y chanclas completan la comanda. Los productos de aseo deben esperar ya que no pasan el control aeroportuario. Tras conseguir dinero boliviano desde un cajero automático, lo que fue una odisea, almuerzo las mejores salteñas (empanadas) hasta hoy. Agarro un mototaxi y ligero de equipaje llego al sencillo aeropuerto. El vuelo sale con retraso. Es el avión más pequeño que en haya montado. Tan pequeño que para avanzar debes caminar bastante encorvado. Tan pequeño que la cabina del piloto no tenía puertas, cumpliendo mi sueño desde niño, ver el interior de los mandos del avión. El vuelo dura 45 minutos y lo gastado de las ventanas solo permite adivinar este extremo de la Amazonía, un inmenso tapiz verde garabateado por los trazos curvos de los ríos. ![]() El avión aterrizó en una estrecha pista flanqueada de árboles. En su extremo nos esperaba bajo el sol abrasador el pasaje del vuelo de salida, un carro cargado de equipaje y un minibús. Los pobres piloto y copiloto no tenían tiempo ni de tomarse una cocacola. Nos subimos al minibús y nos dirige por un camino de tierra hasta la terminal, un chamizo de madera donde desembarcamos los 18 pasajeros. ![]() Una vez en Rurrenabaque, el calor sigue siendo intenso. Sorprende la combinación del ambiente veraniego y los locales turísticos, parece un pueblo caribeño al que le han cambiado el mar por el río Beni, las playas por la selva. Etapas 4 a 6, total 19
Hay más de 30 agencias que organizan excursiones por la selva del Madidi y los humedales del río Yacuma. En Barcelona había consultado las diferentes opciones que algunas de ellas ofrecen por internet. Opté por Mashaquipe que, aparte de ofrecer una buena información, se molestaron en responder a mis correos dando toda la información que precisaba: si podía salir al día siguiente de mi llegada, las diferentes formas de pago (los bancos sólo cambian dólares en el interior del país y las casas de cambio ofrecen un tipo bastante bajo, casi parejo al dólar) o si necesitaba de algún material que no llevase en mi pequeña mochila.
Al día siguiente conocí a mis compañeros de viaje, Scott y Alanna, una joven pareja canadiense de 28 años, con sólo cuatro meses de matrimonio, de los cuáles dos habían estado viajando por Ecuador y Perú. Comento al gerente de la compañía mis problemas de logística, que resuelve rentándome una linterna y prestándome un libro: Regreso al Tuichi, cuyo argumento explica solidariamente al programa de viaje. Iniciamos temprano el viaje. A las 08:30h ya estábamos en el bote remontando el río Beni, para después seguir el Tuichi. Entonces Luís, nuestro guía, continúa explicándonos la historia de un israelita que junto a tres amigos, por los años 80, deciden adentrarse en la selva siguiendo este río, se separan en dos grupos. De ellos, dos desaparecieron, uno llegó a la civilización por sus propios medios y el judío fue rescatado. La historia está documentada en un libro redactado por este último, del cuál es el protagonista. Su popularidad ha hecho que éste sea un destino turístico israelí, lo que explica la existencia de muchos carteles en hebreo en esta parte de Bolivia. ![]() Cuando llegamos al lodge, se nos presenta el personal de la compañía y, con el boato típico de las series sudamericanas, nos explican su función. Resulta algo cómico, sobretodo cuando el administrador, Don Ignacio, les hace recitar la cena y desayuno a los turistas. El parque nacional tiene una zona de acceso restringido y otra pública. En esta última se permite el acceso turístico, así como el asentamiento de comunidades indígenas por razones históricas evidentes. Después de comer nos acercamos a conocer a una familia que reside al otro lado del río. La excusa de la excursión es la de recolectar caña de azucar y hacer jugo con un molino tradicional, que resulta algo ridículo. Sin embargo, lo interesante fue la conversación con la familia. El turismo ha traído recursos a la región, de modo que cada comunidad tiene escuela y campo de fútbol. Ellos están a dos horas en bote de la comunidad más próxima, la de la mujer. Por ese motivo el hijo mayor, de 5 años, reside de domingo a viernes con sus abuelos y el viernes regresa a casa, para el domingo volver a la comunidad de camino a la feria de Rurrenabaque en la que se vende los productos cultivados. De regreso, tras la puesta de sol, cenamos puntualmente a las 19:30h y enseguida nos fuimos a dormir. El día siguiente nos despertamos a las 06:00h, desayunamos copiosamente e iniciamos nuestro recorrido por la selva. Por el camino Luis nos explicaba las diferentes características de la naturaleza que nos encontrábamos. Mostraba un gran conocimiento ya que él se ha criado en una de estas comunidades. Los nombres eran tan sugerentes como el árbol que camina, las hormigas de fuego o el árbol de agua para explicar las características de un árbol que se desplaza con la generación de nuevas raices, unas hormigas cuya picadura produce sarpullidos como quemaduras o un árbol hueco con forma de cántaro que contiene agua en su interior. ¿Para qué complicarse la vida?. A pesar de que la conversación a lo largo de la caminata trataba de los avistamientos de grandes animales como jaguares o tapires, lo cierto es que no vimos ninguno. Cuando llegamos al punto de acampada, ya estaba Sergio cocinando. Cuando acabamos de cenar ya era de noche y dimos una vuelta alrededor del campamento para avistar tarántulas envueltos en los sugerentes ruidos de la selva. Nos sentamos un buen rato en un tronco con las linternas apagadas viendo las estrellas y una tormenta a lo lejos. ¿Lloverá esta noche? pregunto. Si sopla de sur, si, responde Luis. ![]() En la mañana del tercer día nos levantamos a las 05:00h para ascender al mirador, un punto alto desde donde se tenía una buena vista de la selva y donde a primera hora se acercan varios tipos de aves. De las que entre todas, destacaban los guacamayos cuyo vuelo refulgía sobre los plomizos colores del amanecer. ![]() Después de desayunar nos acercamos a la playa del Tuichi para armar una balsa con palos de madera liviana y unas cinchas de corteza de árbol. Luís comentaba que ése era el método tradicional de desplazarse por el río corriente abajo o jalando desde la orilla en dirección contraria. El trayecto fue muy divertido, con un chapuzón (en chaleco salvavidas) incluído. Llegamos al lodge a la hora de comer y tras una sista en hamaca fuimos a pescar. Primero nos acercamos a un riachuelo a capturar lo que Luis llamaba sardinas, un pez pequeño. Para ello corta una caña y extrae una larva que corta en varios pedazos para hacer de carnada, ante la cara de asco de Alanna. Había soplado de sur y lloviznaba. Despues de conseguir cuatro sardinas, bajamos al Tuichi y las lanzamos como cebo en un anzuelo ligado a un pequeño guijarro con un rudimentario sedal. El sol dibujó un pequeño arcoiris del que salieron un millón de mosquitos que se cebaron en Alanna y en mí. Scott pescó un enorme pescado de unos 6kg, del que se podía sacar 12 tajadas bolivianas (cuatro españolas para hacer a la plancha con un chorrito de aceite y sal). Luís se admiraba de la captura diciendo repetidamente: es de los mejores pescados, tiene una carne muy sabrosa, hemos tenido mucha suerte. De regreso al lodge, fuimos la envidia de todos los que allí estaban y se lamentaban de no poder comerlo, la cena estaba lista. ![]() El cuarto día regresamos a Rurrenabaque para de allí tomar el coche hacia Santa Rosa, en el Área Protegida de las Pampa del Yacuma. Aquí se sumaron Sarah y Giselle, dos amigas inglesas muy divertidas. Sara sabía español de haber trabajado como voluntaria en Guatemala ocho años antes. Scott y Alanna habían estudiado por tres meses antes de viajar, así que empezamos hablando en español. Llegamos a la hora del almuerzo, a tiempo de incluir el pescado, que resulto muy sabroso. Lástima de que estuviese incorporado en un guiso de pollo, porque a la plancha tenía que ser espectacular. Por la tarde remontamos el río. El Yacuma es un río poco caudaloso, con una sección de unos 10m. En esta época del año, al final de la estación seca, tiene poco caudal y las bancadas son altas, de unos 5m que daría un aspecto de encauzamiento artificial, si no fuera por la presencia de mucha vida animal: capibaras, caimanes, tortugas, delfines e infinidad de aves que se cruzan a nuestro paso. Una maravilla. A media tarde paramos en una orilla y pescamos pirañas. Giselle captura la primera y pide regresarla al río. Luís le advierte que si lo hace ahuyenta al resto. Accede a condición de que sirva de comida. Acabamos el recorrido en un alto, en el punto justo de poder ver la puesta de sol. ![]() El quinto y último día bajamos el río en dirección contraria. El paisaje tenía la misma belleza, sin el aliciente de la novedad. Paramos en unas charcas para tratar de avistar unas anacondas que nunca vimos. De regreso, almuerzo y otras dos horas de carretera en las que me dió tiempo casi de terminar el libro. Ya en Rurrenabaque regreso al hotel, me acomodo, acabo el libro y me pongo al día del panorama patrio. Ceno pizza y me acerco a un bar del que nos habían dado una invitación en la agencia. Tomo una caipirinha ante un letrero que dice: ‘No se aceptan borrachos, nosostros los hacemos!’ No se en qué día vivo y debo comprobar la fecha en la que estoy. Jueves, 23 de octubre de 2014. Me levanto pronto y me pongo al día con el diario, pero según me cuenta la señora del hotel, la internet no funciona bien por la mañana. Desayuno y me doy un paseo por el pueblo. El pueblo se levanta perezoso y sólo se ve la actividad en las agencias donde turistas se van acomodando en sus transportes y otros desayunan en la pastelería francesa donde sirven unos crusanes deliciosos. El mercado apenas presenta actividad y son pocos los puestos que se establecen en la escalinata. Llego a mi agencia y entrego el libro prestado. El libro no solo ha resultado interesante por la descripción de la zona que visitamos, sino que tiene una recapitulación final que, además de dar sentido al libro, lo hace también del viaje. Yossi Ghinberg, que así se llama el israelita, regresó aquí a los seis años de su rescate y colaboró en la implantación del primer lodge en la selva, siguiendo criterios de ecoturismo que hoy es un referente en la región: El Chalalán. El recinto es propiedad de una comunidad indígena que la dirige en régimen de cooperativa. Con el éxito de este proyecto, otras comunidades han montado empresas similares estableciendo hasta seis recintos ecológicos en las márgenes del río Tuichí. Una experiencia interesante. El mismo autobús que te lleva del pueblo al bungalow que hace las funciones de aeropuerto, también hace de jardinera y carga las maletas, dejándote a pleno sol en el extremo de la pista de aterrizaje esperando el aterrizaje del vuelo. Etapas 4 a 6, total 19
Jueves, 23 de octubre de 2014.
El trayecto de Rurrenabaque a La Paz fue como un hechizo. El avion rápido asciende sobre la selva verde, para pronto atravesar un manto de nubes. En el tiempo que bebo un vaso de coca-cola, el avión desciende entre las nubes sobre un paisaje cambiado, el verde ondulante cambia a un monótono plano marrón salpicado por brillantes lentejuelas plateadas, que reflejan los tejados de El Alto. Y es que en 30 minutos pasamos de los 225m de altura a los 4200m, de los 36ºC a los 10ºC, de un pueblo casi caribe a una ciudad alpina. ![]() La llegada a La Paz ha sido impactante. No ha sido el frío ni las modestas instalaciones del aeropuerto. Ni siquiera el vetusto autobús escolar americano que hace el recorrido hasta el centro de la ciudad, ni las vistas increíbles desde la autopista que desciende desde los 4200m de la ciudad de El Alto hasta los 3800m de la de La Paz. Lo sorprendente es que el día a día de esta ciudad, capital administrativa del país, poco se diferencia de lo visto en las áreas rurales. Multitudes cargadas con fardos, puestos callejeros por doquier, mujeres vestidas con el traje típico de cholita,… Pregunto a una chica si el autobús para en la Plaza de San Francisco, referencia para llegar al hotel que había reservado, localizado en el barrio de la hechicería. Me dice que sí y me indica la parada. No había pérdida, los sillares de la iglesia del s.XVIII destaca entre los feos edificios modernos y los bellos, pero deteriorados, más antiguos. ![]() Lo bueno de viajar ligero es que no tienes pereza en sacar la cámara de fotos y no puedo dejar de disparar mientras asciendo la empinada calle Santa Cruz, llena de puestos de flores, hojas de coca, hierbas, picos de tucán, fetos de llama disecados y otros elementos necesarios para realizar los remedios caseros de acuerdo con la tradición aymara. ![]() ![]() El hotel sólo tenía habitación para ese día, así que me acomodo y encuentro alternativa para los días siguientes en el establecimiento de al lado. Paso la tarde callejeando en el entorno y averiguando las opciones de realizar diferentes excursiones en los próximos días. La Ciudad de Nuestra Señora de la Paz fue fundada el 20 de octubre 1548 por orden de Pedro de la Gasca, máximo representante en el Perú, para conmemorar el final de casi diez años de cruenta guerra civil entre las facciones rivales que luchaban sobre los territorios combinados de Alto y Bajo Perú. Gasca ordenó al capitán Alonso de Mendoza que estableciese un nuevo enclave a medio camino entre la ciudad de Cuzco y la recientemente descubierto la riqueza mineral de Potosí. La ceremonia de fundación de la nueva ciudad se llevó en Laja, en pleno Altiplano. Tres días más tarde, el nuevo asentamiento se establece en el valle del Choqueyapu, valle minero que ofrecía mejores condiciones: protección de los vientos fríos del Altiplano, suministro de madera, el agua y mano de obra indígena de asentamientos cercanos. El oro encontrado en el valle se agota rápidamente y el comercio, en lugar de la minería, se convierte en la base de la economía nueva ciudad hasta hoy. Los comerciantes de La Paz se han enriquecido a través del comercio de la coca de los Yungas a las minas de Potosí, y la ciudad también ha prosperado como punto de paso en la ruta entre las minas y la costa y entre Lima y Buenos Aires, los dos grandes centros de la dominación colonial en América del Sur. En 1665 unos quinientos españoles vivían en La Paz, mientras que una población indígena mucho más grande se establece en la margen derecha del Río Choqueyapu, claramente separado de la ciudad española. Cuando recorres las zonas rurales del país vas constatando que Bolivia es un país muy pobre: edificaciones son de materiales como adobe, cañizo, tejados de hoja de palma o chapa, apenas existe el transporte privado, los sistemas de cultivo son bastante anticuados,… Pero cuando realmente descubres las dimensiones del problema es cuando aterrizas en la gran ciudad, capital administrativa del Estado Plurinacional de Bolivia. Una población de un millón de habitantes expone sin filtros cómo es el país. ![]() A medida que el sol deja al valle de Choqueyapu en sombra, el frío se apodera de ti y debes abrigarte, porque en casi ningún local hay calefacción, ni en agencias de viaje, tiendas para turistas, restaurantes o mayoría de hoteles. De este modo, después de la gélida experiencia del día anterior, el viernes me levanto pronto, desayuno, cambio de hotel y me voy al mercado negro, próximo al hotel. En una hora y media había completado el armario de invierno: calcetines, bañador, chaleco, lucho (gorro con orejeras), guantes, bufanda y calzones. Todo por unos 15€. Las calles son un trasiego constante de gentes llevando fardos de un lado a otro, puestos callejeros en medio de la acera vendiendo de todo, desde plantillas a flores, desde empanadas recién hechas a ropa de imitación montañera, desde miel a confeti. Después de las compras, paseo por el mercado de hechicería y de artesanía, entrando en el muy interesante museo de la coca. En él descubro que existen antecedentes de su consumo desde hace más de 2000 años, de acuerdo con los hallazgos de representaciones de personas con el carrillo abultado en civilizaciones antiguas como la tiwanakota. Que la coca se considera un ‘lubricante social’, como el alcohol en otras culturas. Que tiene un valor nutricional equivalente al de las legumbres, resultando una rareza la desnutrición en las comunidades donde se consume. Que resulta una plantación altamente comerciable ya que crece en tierras estériles, da tres cosechas al año y es de fácil conservación. También se hace referencia al descubrimiento de la cocaína como anestésico (los incas ya utilizaban la coca para practicar trepanaciones en sus ritos) y a los efectos de la misma. Relaciona las campañas de la ONU (convención de Ginebra de 1961) de restringir las plantaciones de coca por las presiones de los lobbies farmacéuticos, propietarios de las patentes de los derivados artificiales de la cocaína. Desde Bolivia se ha tratado de justificar el consumo tradicional de esta planta, algo evidente con solo pasearse por el país, lo que no quita que la superficie de las plantaciones autorizadas exceda en mucho el necesario para el consumo interno. ![]() Como de carta en un restaurante próximo sopa de quinoa y ravionis de llama con una cerveza Paceña. El cauce del Río Choqueyapu ha sido sustituido por una amplia avenida que sigue la limahoya del valle. Por la tarde la cruzo, descubriendo otra La Paz, las cholitas típicas cambian a hombres trajeados, gente con prisa niños uniformados que salen del colegio… Las fachadas de las viviendas del antiguo emplazamiento colonial parecen bonitas, pero acumulan una importante pátina de deterioro y suciedad. En la Plaza Murillo, km 0, se encuentra la catedral, el Palacio Presidencial y el Congreso. En una esquina está el museo Nacional de Arte, en la que se realizan dos exposiciones de dos artistas bolivianos: Raúl G Prada y Alandia Pantoja. Tengo la suerte de que la visita es guiada y Daniela ofrece una completa información de ambos pintores y su contexto histórico. ![]() ![]() Saliendo del museo veo que a la noche ofrecen un concierto de charango, un instrumento típico boliviano. Ceno y regreso. Mientras escucho la música en la sala donde se exponen las reproducciones del muralista Alandio Pantoja, recuerdo las palabras de Daniela: 'Es una suerte que tengamos estas reproducciones, así podemos llevarlas por toda Bolivia en el programa EL MUSEO DONDE TU ESTAS’. El sábado, 25 de octubre, me levanto tarde y hago algo de tiempo hasta las 12:00, hora en la que empieza el Madrid-Barça. Tras no localizar ningún bar con pantalla XXL y ambiente, me recojo en el hotel donde la recepcionista ya me había avanzado que tenían cable. Compro cervezas y me siento puntual ante la tele. Estoy solo hasta que en el min.15 se sienta un joven israelí a mi lado. Cuando me pregunta cómo vamos, da un bote. Resulta ser más culé que yo. El tío está empolladísimo, sabe hasta en que posición quedo el Celta el año pasado (!). Acaba el partido y el tío se larga jurando en hebreo, esto es, cagándose en Luis Enrique, diciendo que no es entrenador para el Barça. Siguiendo la mala racha, por la tarde me encuentro cerrados los museos que quería visitar, así que para no repetir decepciones, decido contratar en una agencia la excursión el domingo a Tiwanaku, unas importantes ruinas a unos 45km de La Paz. Sigo caminado por el Casco Viejo, donde los hombres y mujeres salen de las iglesias llenos del confeti lanzado en las celebraciones de bautizos y comuniones, hasta llegar al Prado, la avenida principal que hace de punto bajo. Acabo el día en el mirador KilliKilli, desde donde se tienen unas vistas formidables de la ciudad. ![]() ![]() La Paz es una ciudad que no tiene grandes atractivos arquitectónicos, mas bien los edificios nuevos tienen la misma gracia que los de la Verneda o Bellvitge y los antiguos están destartalados. Sin embargo, la orografía peculiar de la ciudad, la singular colonización de los espacios por las edificaciones, la proximidad de las nubes y el pico nevado del Huayna Potosí al fondo del valle, hacen de La Paz una ciudad singular y su contemplación hipnotizante. Pero lo más fascinante se produce al anochecer, cuando la oscuridad hace que las luces de la ciudad se enciendan a la altura de tus ojos, de manera que parece que estés en la mitad del cielo, rodeado de estrellas. Etapas 4 a 6, total 19
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