![]() ![]() Nueve días en Polonia. ✏️ Blogs de Polonia
Relato de nuestro viaje de nueve días por Polonia en la pasada primavera, visitando Varsovia, Gdansk, el Castillo de Malbork, Torun, Poznan, Wroclaw (Breslavia), Auschwitz, Cracovia y Minas de Sal. Recorrido en tour para jubilados y nuestras visitas por libre.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (11 Votos) Índice del Diario: Nueve días en Polonia.
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Etapas 16 a 18, total 18
Después de comer, mi amiga y yo estuvimos paseando un rato antes de volver a la calle Pijarska, donde se encuentra el Museo Czartoryski, para el que habíamos comprado entradas online con bastante antelación. Una vez allí, no vimos demasiada gente y creo que hubiésemos podido entrar incluso sin reserva previa. Abre todos los días de 10:00 a 18:00, salvo los lunes. La entrada general cuesta 65 zl; la entrada senior nos costó 50. Lo de estar jubilada no es que sea una gozada porque tienes los años que tienes, pero en ciertas ocasiones... sale a cuenta
![]() ![]() ![]() Este museo fue fundado en 1706 por la princesa Izabela Czartoryska con idea de preservar el legado artístico polaco y las obras de arte que fue adquiriendo la familia, incluyendo la Dama del Armiño de Leonardo da Vinci y Retrato de un joven, de Rafael Sanzio. Los nazis saquearon el museo; la pintura de Leonardo fue recuperada, pero la de Rafael, no. En 2016, el Estado polaco compró la colección por 100 millones de euros, precio casi simbólico teniendo en cuenta el valor de las obras adquiridas. Hoy en día ocupa tres edificios históricos y cuenta con una colección muy variada de arte antiguo, pintura europea de los siglos XIII-XVIII, artesanía islámica y oriental, objetos militares de diversas épocas, tapices, porcelanas, esculturas…
![]() ![]() El museo no es muy grande y se recorre bastante bien, está muy organizado y al ser tan variado resulta muy entretenido. Nos gustó. Está permitido hacer fotos en todas las salas, sin flash, naturalmente.
![]() ![]() [align=justify]Entre las pinturas más destacadas están El Paisaje con el buen samaritano, de Rembrant, y, por supuesto, La Dama del Armiño, que por sí solo ya merece la visita a este Museo o a cualquier otro. Una auténtica maravilla. ![]() ![]() ![]() Después de relajarnos un poco en Plenty, volvimos a comprar chocolates y otros dulces a la Plaza del Mercado. Desde allí, empezamos a regresar lentamente al hotel recorriendo la calle Grodzca, una de las más antiguas de Cracovia, que formaba parte del Camino Real, comunicando la Plaza del Mercado con la colina de Wawel. Es otra de las imprescindibles; e inevitable, por otra parte. Suele estar abarrotada de gente.
![]() Además de las casas renacentistas de los siglos XVI y XVII, en las inmediaciones hay varios templos interesantes, como la Iglesia de la Santísima Trinidad, en la calle Dominikańska, que formaba parte de un monasterio dominico erigido en el siglo XIII, cuyo templo se amplió como basílica posteriormente. Contiene un gran número de capillas funerarias y tumbas. En 1850, resultó muy afectada por un gran incendio y gran parte del interior fue reconstruido en estilo neogótico.
![]() ![]() De vuelta a la calle Grodzca, llegamos a la Iglesia de San Pedro y San Pablo, barroca, del siglo XVI, muy llamativa por contar en su fachada con las esculturas de los doce apóstoles, aunque son copias de las originales de piedra caliza del siglo XVIII, que hubo que sustituir al estar muy deterioradas por la lluvia ácida.
![]() ![]() Al lado, aparece la Iglesia de San Andrés, del siglo XI, uno de los edificios más antiguos de la ciudad, construida en estilo románico como una iglesia fortaleza, con aberturas defensivas y dos torres.
![]() Al final de la calle, se obtienen unas buenas vistas de la zona posterior de la colina de Wawel, en la que destaca la Torre Danesa. En unos jardines, junto a las murallas, está la réplica de la escultura del Ídolo de Zbruch, del siglo IX, cuyo original está expuesto en el Museo Arqueológico de Cracovia. Es una de los pocos monumentos de las creencias precristianas eslavas que se conservan. Se trata de un pilar de cuatro lados de caliza grisácea, con una altura de 2,67 metros, y tiene tres hileras de relieves grabados en cada uno de los cuatro lados.
![]() Kazimierz. El Barrio Judío. Kazimierz fue una ciudad fundada por Casimiro III en el siglo XIV. Por entonces, era una isla, separada de Cracovia por un brazo del río Vístula, que actualmente ya no existe. En 1495, los judíos que vivían en el entorno de la Universidad Jagellónica fueron expulsados para ampliar las instalaciones y obligados a trasladarse a Kazimierz. Con el tiempo, se convirtió en lugar de residencia de la población judía más pobre y conservadora, lo que permitió que la mayor parte de los edificios antiguos se conservasen. Durante la II Guerra Mundial, los nazis trasladaron a los judíos al Gueto de Cracovia, para ser después asesinados o deportados a los campos de exterminio. Después de la guerra, el barrio quedó casi abandonado y durante la época comunista gozaba de mala reputación, considerándose un refugio de delincuentes y vagabundos.
![]() ![]() ![]() ![]() Ya en los años 90 de pasado siglo cuando Kazimierz empezó a transformarse, convirtiéndose en barrio de moda para intelectuales, artistas y jóvenes universitarios, lo que atrajo también al turismo. También colaboró a su recuperación el rodaje de la película La Lista de Schindler, dirigida por Spielberg, aunque los hechos que narra no sucedieron aquí sino en el Gueto de Podgorze, adonde se puede llegar cruzando el puente del Padre Bernatek para, si interesa el tema, visitar la Fábrica de Schindler, el Museo Judío y la emblemática Plaza Bohaterow Getta (Memorial Gueto Judío) con sus sillas vacías. Volviendo a Kazimierz, el centro neurálgico del barrio es la Plaza Wolnica, donde se encuentra el antiguo ayuntamiento, convertido ahora en el Museo Etnográfico. Actualmente, hay un sinfín de cafeterías, restaurantes de comida judía y pubs, sobre todo en Szeroka, la calle más animada con multitud de gente y terrazas.
![]() ![]() ![]() ![]() Otro punto destacado es la Plac Nowy (Plaza Nueva), también conocida como plaza de los judíos. Fue a principios del siglo XIX cuando se estableció su estructura actual de trapecio rectángulo. En el centro, rodeado de puestos, hay un edificio (monumento desde 2008) con forma de rotonda (Okrąglak), que nació como pabellón de ventas en 1900 y se vendió posteriormente a los judíos, que lo utilizaron como matadero de aves de corral. Hoy en día alberga tiendas de abastos, carnicerías y puestos de comida rápida, entre la que reinan los tradicionales zapienkankas, pan con jamón, champiñones, queso y verduras, aunque también puede tener otros componentes. Esta plaza también está muy animada y, en ocasiones, hay conciertos y se celebran festivales y eventos.
![]() ![]() ![]() ![]() En Krazimierz, se conservan seis sinagogas, aunque solo está abierta al culto la de Remuh, que se encuentra junto al antiguo cementerio judío. La Vieja Sinagoga, del siglo XV y la más antigua, alberga actualmente un museo dedicado a la cultura hebrea.
![]() ![]() Estuvimos dando una vuelta por toda la zona y terminamos en un restaurante típico, donde nos sirvieron un menú tradicional judío con una actuación en directo de música Klezmer, que se interpretaba antaño en bodas y festejos con instrumentos clarinete, clarín, acordeón, bombo, platillos… La comida me gustó y la música tampoco estuvo mal, pero se me hicieron demasiado largas (y muy pesadas, lo confieso) las más de dos horas que duró la cena.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Otros lugares de Cracovia. En diferentes momentos, estuvimos también en otros lugares de Cracovia no tan conocidos, de algunos de los cuales me acuerdo. Además de descansar en varias zonas de los Jardines Planty, fuimos a dar una vuelta por unas calles que están enfrente de la Barbacana, de la que se obtiene una bonita perspectiva al caminar un poco cuesta arriba. ![]() ![]() ![]() ![]() En la Plaza Jana Matelki, rodeada por edificios universitarios, está el Monumento Grundwald, que conmemora la victoria de los ejércitos polaco y lituano sobre los teutones en una decisiva batalla que tuvo lugar en 1410. Se trata de una copia, ya que los nazis destruyeron el original. También está en los alrededores la Iglesia de San Florián, construida en su día para albergar las reliquias del santo, martirizado en el año 304. La primitiva iglesia gótica fue destruida por un incendio y se reconstruyó en estilo barroco en 1684.
![]() ![]() ![]() ![]() A última hora de la tarde, fuimos a la estación principal para subirnos al tren de alta velocidad que nos llevaría hasta Varsovia, donde dormiríamos esa noche, pues al día siguiente salía nuestro avión hacia Madrid. Llegamos con un poco de antelación y estuvimos pasean un rato por la adyacente Plaza Jana Novaka Jezioranskiego, que muy concurrida y en torno a la cual se encuentran varios edificios y monumentos destacados, como la antigua estación de ferrocarril, la biblioteca pública o el Teatro Stowackiego.
![]() ![]() También nos resultó muy curiosa una pasarela sobre las vías pintada de color azul, con farolas a juego. Y nos dio tiempo a recorrer un poco las enormes Galerías Krakowska, con las mismas franquicias e iguales agobios de gente que las que puede haber en cualquier otra ciudad de nuestro continente. Por un paso subterráneo, conectan con el metro y la estación de tren.
![]() ![]() ![]() El tren salió puntual y por el camino pudimos ver algunos paisajes de la campiña polaca. En algunos puntos, había tormenta y llovía bastante, lo que daba un brillo especial a las panorámicas, que semejaban pinturas. Llegamos en hora a la capital, donde hacía buen tiempo. El servicio de tren polaco nos pareció muy eficiente.
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Esta visita no estaba incluida en el recorrido del viaje y le dimos muchas vueltas en cuanto a si ir a verlas durante nuestro segundo día de estancia en Cracovia o pasar y dedicarle todo ese tiempo a recorrer la ciudad. Cuando pedí opiniones, me contestaron de todo: que merecían la pena, que era mejor quedarse en Cracovia… No sabíamos qué hacer, aunque al final ganó la curiosidad: estando tan cerca, mejor juzgar por nosotras mismas, ¿no?
Exterior y entrada de las Minas.
![]() También influyó que, al ser sábado, había un turno en español a las diez de la mañana (normalmente, hay solo uno a las doce), lo que nos permitiría volver a Cracovia con tiempo para almorzar y pasear un buen rato hasta la salida de nuestro tren a Varsovia a última hora de la tarde. Así que nos decidimos y reservé las entradas por internet con bastante antelación. Su precio, 78 PLN por persona, incluido el descuento para mayores. Existe un recorrido minero (exclusivament en inglés y polaco), supongo que más complicado que el turístico. He hecho en alguna ocasiones itinerarios de este tipo en cuevas y minas españolas, y me gustaron bastante; pero en este caso no era posible.
Zona de espera del itinerario de habla española y tabla de precios de la primavera de 2024.
![]() Tomamos el autobús 304 y en unos treinta minutos habíamos cubierto los 12 kilómetros de distancia desde Cracovia y llegamos a las Minas. Está todo bastante bien organizado: hay unas carpas con banderas para que cada visitante se instale allí haciendo fila según el idioma en que ha reservado el tour. Las visitas son guiadas y te recuerdan que no puedes separarte de tu grupo.
![]() Estas minas han sido explotadas sin interrupción desde el siglo XIII y todavía siguen produciendo sal de mesa. Su profundidad supera los 327 metros y su longitud, los 300 kilómetros, si bien el recorrido turístico no va más allá de los 3,5 kilómetros y únicamente se baja hasta los 135 metros, que tampoco está mal. Según desciendes, te van indicado a que profundidad te encuentras.
![]() ![]() ![]() Fue Casimiro III quien, en el siglo XIV, impulsó el desarrollo de estas minas, construyendo incluso un hospital para atender a los mineros en 1363. Durante los siglos de su explotación se fueron añadiendo nuevas salas y galerías, a la vez que se incluían novedosas técnicas para que la extracción al exterior de la sal resultase menos penosa para los mineros. Esta evolución está explicada en diferentes paneles a lo largo del recorrido.
![]() En 1944, los nazis trasladaron a miles de judíos a las minas para trabajar en una fábrica de armamento subterránea, pero duró poco tiempo. En 1978, las minas fueron catalogadas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
![]() Se baja por unas escaleras (a veces, también es posible descender algún tramo mediante un ascensor) que cuentan con unos 360 peldaños. Nos habían dicho que era muy cansado y claustrofóbico, pero tampoco nos lo pareció. A lo largo del recorrido, hay que descender otros cuatrocientos, aunque no todos seguidos, sino paulatinamente. En cualquier caso, es necesario llevar calzado cómodo y una chaqueta porque la temperatura interior es de unos 15 grados.
![]() Una cosa que me llamó la atención fue lo bien acondicionado que está este sitio para la visita turística, demasiado, en mi opinión; aunque, claro, así son accesibles, algo que también hay que valorar. Lo cierto es que he entrado en otras minas y, en general, no tienen nada que ver. Aquí, los túneles son muy amplios y reforzados con madera, y el suelo está perfectamente nivelado. Más que por el sitio en sí, la claustrofobia puede venir por la afluencia de gente. En fin, sobre eso prefiero no opinar porque hay gente que lo pasa mal. Se puede hacer fotos en todo el recorrido -otra cosa es que salgan bien, que no fue mi caso-.
![]() A lo largo del itinerario, van apareciendo personajes, unos conocidos para nosotros y otros no tanto, verdaderas esculturas talladas en sal casi siempre por los propios mineros. Uno de los que aparecen es, naturalmente, Nicolás Copérnico, que visitó las minas cuando tenía 20 años. En 1974, para celebrar el quinto centenario de su nacimiento, se realizó su estatua de sal.
![]() ![]() Después, fuimos pasando por numerosas salas en las que pudimos ver figuras y composiciones, escenas completas hechas en sal. Llama la atención que el color sea negro en vez de blanco. Aunque la mina no empezó a explotarse hasta el siglo XIII, aparece la representación de un poblado neolítico y la recreación de una antigua leyenda sobre el origen de la mina. Según se asegura, una princesa húngara iba a casarse con un príncipe polaco. Como en Polonia la sal era escasa, ella pidió a su padre que la dote incluyese sal, para lo cual lanzó su anillo al interior de una mina de su país. Ya en Polonia, dijo a su prometido que excavara una mina cerca de Cracovia y allí, en Wieliczka, encontraron grandes cantidades de sal y… su anillo.
![]() Otras representaciones muy conocidas son las de Santa Kinga, la mejor de las más de cuarenta capillas que hay en el interior de la mina. Esta sala es enorme y hasta las lámparas están hechas de sal. Data de 1896. Por supuesto, tampoco podía faltar la estatua de Karol Wojtyła, que visitó la mina tres veces. Aquí se celebran misas y también bodas y conciertos. Es, sin duda, la más impresionante de todas.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Otras salas interesantes son la cámara Michałowice, la del Lago Weimar, donde suena música de Chopin, y la del Ascensor Panorámico. Y tampoco faltan tiendas de recuerdos y un restaurante.
![]() ![]() ![]() Al final, hay que hacer cola para coger los ascensores (en realidad son las jaulas que utilizaban los mineros reacondicionadas) y salir a la superficie. Y se hace en orden. Así que mejor no entretenerse más de la cuenta en la zona de tienda para no eternizarse porque las filas crecen a cada minuto.
![]() En total, tardamos dos horas muy largas, casi tres, calculo. Y convinimos en que, aunque no nos arrepentimos de ir, ni mucho menos, no fue algo que, in situ, nos llamara muchísimo la atención. No sé, esperábamos algo diferente. Quizás influyó la gran cantidad de gente que hay dentro, lo que se convierte casi en una romería, la amplitud de los túneles y la exagerada explotación económica que, nos pareció, hay montada con las minas. En fin, como siempre, no deja de ser una opinión particular.
![]() ![]() Etapas 16 a 18, total 18
Vuelta a casa.
El fin del viaje en Varsovia ya lo he contado en la etapa correspondiente. Tras la última caminata, fuimos al aeropuerto y volamos de vuelta a España sin ninguna incidencia digna de mención. Desde la ventanilla del avión pude distinguir los rascacielos de la capital polaca.
Aeropuerto de Varsovia.
![]() Los rascacielos de la capital polaca desde el avión.
![]() Conclusiones. Más o menos, a lo largo de las etapas he ido poniendo mis impresiones de las distintas ciudades que visitamos. Todas me gustaron bastante: me lo esperaba de Gdansk y de Wroclaw, y mejoraron mis previsiones tanto Torun como Varsovia. Poznan tiene poquito que ver, pero su Plaza del Mercado es fantástica. En cuanto a Cracovia, me resulta complicado aclararme yo misma. Me había forjado tantas expectativas que, quizás, en cierto modo me dejó un poco... ¿fría? Y con eso no quiero decir que no me gustase, que me gustó mucho, pero no sé… Tal vez influyeron esos andamios en la Catedral de Wawel y en la Basílica de Santa María; o que estaba abarrotada o que las otras ciudades me habían conquistado con esas casas tan coloristas, tan diferentes de las nuestras y por las que siento debilidad. Y sí, ya sé que Cracovia tiene sus edificios originales, al contrario que Varsovia, Gdansk y parte de Wroclaw, que están reconstruidas, pero la reconstrucción les ha quedado muy bien.
![]() ![]() En cualquier caso, volví muy contenta del recorrido por Polonia, aunque, por supuesto, fue demasiado corto para un país tan extenso. Lo bueno que tiene eso es que me animará a plantearme regresar con más tranquilidad en otro momento y de otra forma, yendo a esos sitios que no he podido ver ahora, sobre todo de naturaleza.
![]() ![]() Por lo demás, a finales de mayo y principios de junio, nos hizo buen tiempo (salvo un par de tormentas), con una temperatura agradable, incluso calor en algún momento. Los precios me parecieron similares a los de España y no tuvimos ningún problema de seguridad para movernos por las ciudades incluso de noche. En los lugares turísticos había mucho ambiente y mucha gente, demasiada, la verdad. Pero, beno, ese es un inconveniente con el que hay que contar ahora mismo en casi cualquier viaje.
![]() ![]() En cuanto a la comida, varía según la región y fuimos tomando un poco de todo. Entre los platos más típicos están los pierogi, una especie de empanadillas rellenas de varios ingredientes (carne y repollo, patata, queso…), los golabki (rollos de repollo rellenos de carne picada y arroz), el zurek (sopa agria de masa fermentada de centeno, en fin, una sopa de pan), la sopa de remolacha o barszcz y las salchichas, llamadas kielbasa, aunque las negras a mi me parecían morcillas, la verdad.
![]() También recierdp las tortitas de patata y el bigo, un guiso tradicional. Y otros que no recuerdo su nombre. No faltan las ensaladas, tienen bastante fruta y chocolates muy ricos. En general, todo (casi) estaba bueno, aunque no cuentan con la variedad que tenemos nosotros, sobre todo en cuestión de pescado, que apenas hay.
![]() En fin, en un diario de tantas etapas, creo que ya he ido contando todo lo que tenía que contar, así que me despido de Polonia con un hasta pronto, porque me he quedado con ganas de volver. ![]() Etapas 16 a 18, total 18
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