De Caleta Tortel nos vamos a nuestro siguiente destino, Cochrane, sin haber recibido el mensaje que Hans había prometido hacernos llegar a Tortel. Me está gustando viajar ligera de equipaje, mimetizada con mi camiseta color turquesa. No echo nada de menos, sólo el cargador de la cámara de fotos.
Una furgoneta-bus a las 15:00, muy puntual, en 2h y media nos lleva hasta Cochrane. Un recorrido espectacular, lástima ir en bus y no poder parar a nuestro antojo.
Bordeamos el río Baker, majestuoso entre montañas. Montañas nevadas, ríos que bajan con fuerza, lagos…….Salvaje Patagonia en Aysén.
Acercándonos a Cochrane, el paisaje se vuelve menos salvaje, más dulce. La espesura de vegetación selvática de más al sur pierde densidad, se abren amplios valles con pastos, y empezamos a percibir ligeros signos de ocupación humana: ganado, alguna pequeña cabaña………
Cochrane es un apacible pueblo con todos los servicios necesarios, …….aparentemente. Hay supermercado, algunos pequeños restaurantes, un par de cafeterías, algunas tiendas, hasta hay un banco, ¡qué lujo!. Incluso pudimos tomarnos unos helados.
Cochrane, aparentemente un pueblo ordenado. Fijándonos sólo un poco, descubrimos la realidad: desabastecimiento en tiendas, gasolinera, oficina de información turística que nunca encontramos abierta, wifi que no arranca, restaurantes con escasos menús y siempre repetitivos, y…… lo más crítico, imposible obtener dinero en efectivo con tarjeta Visa internacional (sí es posible sacar dinero de cajero con Mastercard internacional). Un gran problema, pues no podremos disponer de efectivo de ahora en adelante. Hay banco en Cochrane y en Chile Chico, pero en ninguno de ellos sirven las Visas internacionales, y hasta Coyhaique no hay otro banco. Menos mal que íbamos a pasar a Argentina, y en Los Antiguos sí que pudimos sacar dinero.
Y como siempre, información incierta o contradictoria. Nadie sabe cómo llegar a ningún sitio.
Seguimos en la Patagonia profunda, olvidada y alejada.
Historia de las maletas: En Cochrane conseguimos disponer de un artefacto admirable, ¡el teléfono!. Llamamos a Villa O´Higgins para conocer novedades sobre las maletas. Ya han navegado por el lago O´Higgins, y están en Villa O´Higgins, con el compromiso de enviarlas mañana a Cochrane. Nos las depositarán en Carabineros
Al día siguiente, recorreremos los alrededores de Cochrane:
Día muy nublado, sin viento. Bajón de temperaturas, nos volvemos a vestir de invierno.
Ya tenemos coche. Alquilado con una agencia de Coyhaique que nos lo ha llevado hasta Cochrane.
El Monte San Lorenzo es una de las montañas más altas de la Patagonia, con 3706 m. A unos 50-60 km de Cochrane, en la frontera con Argentina, y sólo accesible en 4x4.
Un entorno montañoso de ensueño, apenas conocido. Un lugar donde se puede hacer alguna caminata guiada, contactando con una pareja de guías que vive en la montaña, ¡Vamos a intentarlo!
Salimos en dirección a Tortel, y a 5 km, a la altura del Lago Esmeralda, nos desviamos hacia el Monte San Lorenzo.
Un recorrido en el que la naturaleza vuelve a ser la protagonista. Valles ocupados por ríos, con alguna pequeña granja ganadera, lagos, bosques, cumbres nevadas……las liebres se cruzan en continuo por la ruta, algo muy habitual en la Patagonia.
Cruzamos con el auto un puente colgante de madera, con un poco de repelús.
Llegamos al punto más temido, el vado del río. Nos bajamos, miramos, dudamos………. miramos otra vez, lo pensamos de nuevo, y no nos atrevimos a pasar. Demasiada agua. Y el deshielo seguirá aumentando durante el día, conforme aumenten las temperaturas. Y de ahí no nos rescata nadie si nos quedamos atascados.
Tampoco conseguimos cruzar a pie para continuar caminando algunos km más.
Parece que lo más prudente es regresar. Tomamos otra desviación que nos lleva a un campamento militar. Prohibido seguir en coche. Preguntamos, y nos permiten pasar caminando. Más allá hay un ventisquero, al parecer merece la pena, pero son 15 km sólo ida. De nuevo, media vuelta.
En cualquier caso, este recorrido en sí ya ha merecido la pena.
Por la tarde, visitamos la Reserva Nacional Tamango, a orillas del río y lago Cochrane (entrada 4000 pesos para extranjeros). Reserva de fauna constituida para proteger al huemul, un pequeño ciervo que es emblema de Chile.
En la reserva existen varios senderos que se pueden recorrer en varios días acampando en determinadas zonas. Nosotros elegimos un sendero para una tarde, recorriendo el río Cochrane hasta su unión con el lago del mismo nombre.
Cada día en la Patagonia voy descubriendo nuevas plantas. En esta zona, que permanece helada en invierno, con temperaturas bajo cero, nos encontramos en plena explosión primaveral. ¡Tantísimos tipos de florecillas silvestres de colores diferentes, montones de orquídeas, etc.
También resultan nuevos algunos sonidos de pajarillos. Pero…………..huemules, ¡ni uno!
El río Cochrane discurre encajonado. Un color azul tan intenso como nunca había visto en un río. Unas aguas tan transparentes……….Nos contaban que los pescadores eligen el pez que quieren pescar, porque los van viendo a todos.
Llegamos a un mirador sobre el lago Cochrane, que desagua en el río. El lago Cochrane es compartido con Argentina, donde se llama Puyrredon.
Una caminata de 10 km, en continuo sube y baja.
Ruta en GPS: es.wikiloc.com/ ...id=3819973
Historia de las maletas: Vamos a Carabineros. Las maletas tenían que haber llegado a las 5. Son las 8 y no hay noticias.
11pm: volvemos a Carabineros. Nos entregan las maletas. ¡Alegría! Se acaba la historia de las maletas más famosas de la Patagonia. Hace una semana las dejamos en la aduana argentina, y las recuperamos en Carabineros chilenos una semana después, a más de 300 km. Transportadas de Villa O´Higgins a Cochrane por una persona de relieve de Cochrane, no había otro transporte ese día.
Lo que pasó en medio es una larga historia. Hemos necesitado la ayuda de unas cuantas personas para solucionarlo. Nuestro agradecimiento por siempre a todos ellos.
Así funcionan las cosas en la Patagonia profunda. Todos dependen de los demás, y se necesitan unos a otros.
Me ha quedado claro que se puede sobrevivir una semana (y más) con lo puesto. Lo que más echaba de menos era el cargador de la cámara de fotos. Una vez agotada, no quedó más remedio que seguir tomando fotos con el móvil, que también terminó agotado, aunque, haciendo gala de un último momento de valentía, no quiso perderse la oportunidad de inmortalizar el feliz momento de la recogida de las maletas, que en la Villa incluso habían mimado enfundándolas en bolsas de basura para protegerlas del polvo del camino.