Día nublado con algunos claros, chubascos.
Nuestra cabaña en Puerto Tranquilo está situada justo al borde del lago.
Una de las atracciones de Puerto Tranquilo es la visita en bote a las Cuevas de Mármol, también llamadas Catedral y Capillas de Mármol, unas formaciones rocosas de colores que parecen del mármol, que se encuentran en islas en el lago Chelenko.
Pero, ni se me ocurre montarme en un bote abierto tal como está el día.
Si hubiera estado más despejado, habríamos vuelto a recorrer el Valle del Exploradores, pero, así….mejor seguimos camino hacia el norte.
Bordeamos el lago Chelenko hasta Puerto Murta. El día se va poniendo más feo. Los chubascos intermitentes dan paso a una lluvia continua.
El paisaje es precioso, pero la visibilidad es muy baja y apenas percibimos las montañas.
La carretera está destrozada, llena de agujeros, ¡es que con tanta agua!
La selva rodea la ruta.
Cuando pasamos por el mirador del precioso valle del río Murta, sigue lloviendo. El río, habitualmente de color esmeralda, está hoy más bien descolorido.
Al paso por el bosque muerto, sigue lloviendo
Baches y más baches. Lluvia y más lluvia. Escuchando canciones de Xoel.
Pienso en los esforzados ciclistas que recorren la Austral, ¡qué duro!
Aysén no nos está tratando bien.
Varios gauchos, auténticos, nos cruzamos de camino
Pasamos por el rio Cajón, por la laguna Verde……..y bosques………..y montañas
Aproximándonos a Villa Cerro Castillo, ha parado la lluvia. Nos detenemos para contemplar el Valle del río Ibáñez.
El paisaje cambia completamente, dejamos los bosques lluviosos, y la vegetación se vuelve más escasa.
Nos cruzamos con una pareja de ciclistas muy sonrientes. ¡Pobres, lo que les espera!
Las montañas altas empiezan a dejarse ver: el Cerro Castillo, el Cerro Campana………
En Villa Cerro Castillo buscamos alojamiento. Un hospedaje modesto, pero suficiente para pasar la última noche.
Yo tenía ganas de subir a la laguna del Cerro Castillo, con vistas a su glaciar. Por allí dicen que es más bonito que el Paine. Requiere unas cuantas horas de caminata y no teníamos tiempo. Otra vez será.
Se nos queda una tarde soleada y emprendimos un recorrido precioso. Desde Villa Cerro Castillo, pasando por varias lagunas: Lapparent, Tamango, etc), hasta llegar a Puerto Ibáñez, y regresar por la ruta normal pavimentada.
De camino, las vistas de las montañas (Cerro Castillo, Cerro Campana, etc.) son preciosas. Se trata de una pista estrecha y poco conocida que recorre bosques de lengas, lagos, quebradas. ¡Muy bonita!
El lago Lapparent, de forma alargada
Nuestro último día en Aysén.
Nos estábamos quedando con un sabor agridulce.
Unos días atrás, yo ya había empezado a maquinar un plan de viaje para el próximo año: Aysén norte, partiendo de Bariloche, hacia Esquel, cruzar a Chile, visitar el parque Queulat……..circuito medio pensado. Pero, en estos momentos, pensaba en que a mí no me volverían a ver el pelo en Aysén…………….
Tierra de naturaleza desbordante, y al mismo tiempo, de gentes tan infranqueables como sus selvas, como sus campos de hielo.
Hasta que se nos ocurrió parar a orillas del lago Tamango. Allí hay unas cabañas en alquiler, y nos acercamos a preguntar si ofrecían café. El panorama es espectacular, justo a orillas del Lago Tamango, con vistas al Cerro Castillo enfrente.
Entonces, se acercó Ayelén, una niña de 4 años, de nombre mapuche. De inmediato me agarró de la mano, y tuve el honor de que me adoptase como su tía. Sus padres, los propietarios de las cabañas, nos invitaron a entrar en la suya. Nos prepararon café, y nos agasajaron con fuentes de deliciosos dulces, y con las cerezas más ricas que he comido en mi vida. Un buen rato de conversación y juegos. Ayelén, mi nueva sobrina, no quería que me marchase. Hospitalidad auténtica, sin conocernos de nada. No es que presten este servicio a turistas, fue una invitación a su propia casa.
¡Tenemos que volver a Aysén!
Continuamos nuestro recorrido. Unas bonitas quebradas, al suave solecito patagónico.
Una parada para mojarnos un poco con las salpicaduras del salto del río Ibáñez, con enorme caudal de agua, que forma arcos iris.
Llegamos a Puerto Ingeniero Ibáñez, pulcro pueblo en la orilla norte del lago Chelenko, desde donde parten ferries que cruzan el gran lago hasta Chile Chico, en la orilla sur.
Donde, definitivamente, nos despedimos del ripio por este año.
Por carretera asfaltada regresamos a Villa Cerro Castillo, parando de camino en un mirador sobre el lago.
Y aproximándonos de nuevo a las montañas, donde, casi siempre, viven las nubes.
Desde luego, la gastronomía tiene un amplio margen de mejora en el sur de Aysén.