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El plan para ese día era empezar visitando los orígenes de Los Ángeles. Para ello cogimos el metro hasta la ya conocida parada de Union Station. Una vez allí pocos pasos tuvimos que dar para llegar al Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles.
Ya he dicho un poco antes que Juan Rodríguez Cabrillo fue el comisionado del virrey español para navegar y explorar la costa de California. Poco se hizo, sin embargo, por colonizarla hasta que los intereses de rusos y franceses hicieron que la Corona española se pusiera las pilas. En 1769 Gaspar de Portolà llegó a la zona de San Diego acompañado por dos franciscanos, Junípero Serra y Juan Crespí. Llegaron a la zona que hoy es el Pueblo y al río que encontraron le dieron el nombre de El Río de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles de Porciúncula. Este nombrecito tan extraño provenía de Santa Maria degli Angeli, la pequeña ciudad italiana donde está la Porciúncula, una iglesia donde San Francisco de Asís estuvo de religioso. Vaya con el nombrecito.
El primer gobernador español de California era un señor que se llamaba Felipe de Neve y su estatua preside la plaza, justo enfrente de la del rey Carlos III, el monarca que encargó que allí se construyera un pueblo.
Una placa conmemora el hecho. Dice así “El 4 de septiembre de 1781, once familias de pobladores (44 personas incluyendo niños) llegaron a este lugar desde el Golfo de California para establecer un pueblo que se convertiría en la ciudad de Los Angeles. Esta colonización ordenada por el rey Carlos III se llevó a cabo bajo la dirección del gobernador Felipe de Neve ".
Hoy todo aquello se ha conservado como lugar para turistas (aunque a mí que me gusta México ya me viene bien). Los edificios más antiguos de la ciudad se ubican alrededor de una plaza central en la que, por no perder la costumbre, abundan los sintecho. Esos edificios principales son la iglesia de Nuestra Señora de la Reina de los Ángeles, la casa Ávila, la más antigua de la ciudad, el mercado mexicano de la calle Olvera o la Casa Pico.
La tercera de las estatuas que encontramos en la plaza, junto con el rey y Felipe de Neve, es la del misionero más famoso de esas tierras, Fray Junípero Serra, en una zona que estaba acordonada aunque no sabemos por qué. En medio de la plaza hay un templete, tipo glorieta, de esos para los músicos (de hecho tocan de vez en cuando).
Los turistas van (vamos) a esta zona principalmente para recorrer la pequeña calle Olvera, salpicada de puestecillos de ropa, recuerdos y comida mexicanos. Allí se encuentran la casa Ávila y también la casa Sepúlveda. Cuando nosotros fuimos apenas estaban abriendo y todo estaba un poco muerto pero por las noches debe ser un bullicio de gente. Mis ojos se fueron directamente a un escaparate de ropa tradicional porque allí tenían el vestido de jarocha, traje típico de Veracruz que me encanta. De buena gana me lo habría comprado. Pero la tienda estaba cerrada y seguro que era carísimo. Ese mercado mexicano se mantiene así desde 1930.
La casa Ávila (llamada Avila Adobe) se construyó en 1818 y como he dicho es la casa más antigua de Los Án geles. El nombre de Ávila proviene de su propietario, Francisco Avila, un rico potentado. Y lo de adobe se refiere a que las paredes están hechas con ese material. La casa puede visitarse (gratis). Dispone de folletos explicativos en varios idiomas. Detrás tiene un patio que ese día no se podía ver porque estaban haciendo obras. Pero sí pueden verse el comedor o las habitaciones, todo con muebles de la época. Muy cerca de la casa está la Zanja Madre, que formaba parte del acueducto que llevó agua a la ciudad. Durante la guerra de México con Estados Unidos el comodoro de la US Navy, Stockton, tomó Los Ángeles y ocupó la casa como sede temporal, hasta la firma del Tratado de Cahuenga. La familia Ávila la habitó hasta 1868 y posteriormente se alquiló. Un terremoto en 1870 la dañó considerablemente y quedó en ruinas. No obstante en los años 20 una dama inglesa que vivía en San Francisco, Christine Sterling, decidió rehabilitar esa zona y cuando se enteró de la existencia de esta casa la salvó de la destrucción. Recaudó fondos, la compró y la restauró. Una descendiente de la familia Sepúlveda, otra importante dinastía de la zona, le legó los muebles. Gracias a esa señora ahora existen la calle Olvera, su mercado y esta magnífica casa. Desde 1953 la casa Ávila es propiedad del Estado de California y la integró en el ya creado Del Pueblo de Los Ángeles State Historic Park. No obstante Christine Sterling permaneció viviendo en la casa hasta que murió en 1963.
Como he dicho actualmente la casa Ávila es una casa museo de la que sólo se conservan siete habitaciones. Primero se ve la sala más grande que servía para comedor o reuniones sociales. La sala de la oficina era, como ya se puede suponer, donde el señor Francisco Ávila hacía sus negocios. La sala de estar era la que se utilizaba para los acontecimientos especiales de la familia (bodas, bautizos, etc). También se ve el dormitorio de los padres, el de los niños y la cocina (donde también se bañaban en una enorme tinaja).
El edificio de bomberos más antiguo de Los Ángeles también está allí. Se construyó en 1884 y con el tiempo ha sido utilizado para todo (sala de billar, hotel, farmacia, etc). Se restauró en 1950 y en 1960 se convirtió en museo.
La iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles se fundó en 1814. Primero entramos al patio, en el que me llamó la atención que se pusieran puestecillos de venta de comida. Hay WC pero un cartel en la puerta dice que la mayor parte del tiempo están cerrados. En una pared lateral del edificio, dando a la calle, se encuentra un enorme mural con la Virgen de Guadalupe, patrona de México. Y, como no podía ser de otro modo, las misas (estaban inmersos en una) son en español.
Y si allí todo tiene regusto mexicano, unos metros más arriba la cosa cambia. Nos adentramos en Chinatown (ahora sí, en el Chinatown de la película de Polanski aunque en ella sólo salga el barrio al final).
Dicen de él que no es tan espectacular como el de San Francisco pero a mí me pareció muy auténtico. No vi ni una sola tienda de recuerdos pensada para turistas y sí muchos negocios verdaderamente chinos donde compran las señoras. Los hombres, en cambio, permanecen sentados leyendo el periódico...en chino, claro. El primer edificio puramente chino se abrió en 1852 muy cerca de la estación de Union Station. El barrio, al que entramos por una típica puerta con dos dragones, tiene una plaza central rodeada de tiendas, en la que a un lado vemos la llamada Puerta de la Piedad filial y al otro una estatua del fundador de la República china, el Dr. Sun Yat Sen. Otra de las estatuas que podemos ver en el barrio es la de Bruce Lee. Y, desde luego, no faltan los farolillos rojos ni los restaurantes chinos. Incluso el banco es chino. Se trata del Cathay Bank, el primer banco de propiedad estadounidense de origen chino. Abundan también los bazares, las tiendas de joyas y un centro comercial, el Far East Plaza. Vale la pena darse un paseo por allí y tenerlo en cuenta para comer o cenar.
Desde el piso superior del centro comercial donde está el teatro se puede hacer una razonable foto de las famosas letras de Hollywood (y digo razonable y no buenísima porque se ven pequeñas y a lo lejos). Quizás un poco mejor se hagan tumbado en una chaiselongue en el piso de abajo, en plan estrella de Hollywood (aunque con zapatillas deportivas).
Aprovechamos también para contratar (con la empresa StarLines tours) la visita a las casas de los famosos. Con un mapa que habíamos cogido en información del Dolby nos hacían un descuento. El precio normal es de 47 $ (también existe una opción de comprarlo con una entrada de regalo al museo de cera Madame Tusseauds) pero a nosotros nos costó 37$ por persona. La visita se hace en un minibus abierto, con una guía en inglés (que parece que hable con un zapato dentro de la boca porque no se le entiende nada) y dura dos horas. Para empezar nos citan en el puestecillo de StarLine que hay junto al teatro chino pero allí nos dicen que tenemos que ir a una tienda chuches que hay en el centro comercial. Nunca he visto un sitio más raro para comenzar una visita (y ni un caramelo nos dieron).
Empezamos subiendo a Mulholland Drive, donde hay un mirador espléndido de la ciudad. Se ven perfectamente los rascacielos al fondo, el Hollywood Bowl (un famoso anfiteatro) abajo y al otro lado las letras de Hollywood (cada una mide más de 13 metros y eran el anuncio de Hollywoodland, una urbanización que se estaba construyendo; están en el monte Lee y no puede accederse).
En Mullholand Drive Kate Perry, la cantante, se compró dos casas. También Tarantino vive allí así como Sasha Baron Cohen. Más adelante pasamos por la casa de Jim Carrey (justo cuando el actor estaba metiendo o sacando algo del maletero de su coche acompañado de su perro). Más adelante y abajo a la derecha nos quedan los ya conocidos estudios Universal y al otro lado vemos (o intuímos) la finca de Justin Timberlake.
Más adelante pasamos por una casa maravillosa que creí entender que había pertenecido a Charles Chaplin. Para mi gusto, era una de las más bonitas del recorrido. Y también nos enseñaron dónde vivía el genial escapista Houdini.
Aunque la guía no los dijo, me dio la impresión que pasábamos junto a una obra de Lloyd Wright. Inmediatamente bajamos hacia el hotel Chateau Marmont, en Sunset Boulevard. Su estructura recuerda un poco (o eso pretende) al Chateau de Amboise del Valle del Loira. El hotel es histórico ya que se construyó en 1927 y al principio pretendía ser un edificio de apartamentos de lujo. Debido a su precio y a la mala situación económica del país se acabó vendiendo a otro propietario y se convirtió en un hotel. Como curiosidad decir que se construyó a prueba de terremotos y debió hacerse a conciencia porque ha sobrevivido a 5. Como segunda curiosidad, allí murió el actor John Belushi a causa de una sobredosis en 1982.
Luego bajamos a Sunset Strip y pasamos por locales míticos como The Whiskey a go go, Viper Room (donde murió el joven actor River Phoenix siendo todavía el propietario Johnny Deep; allí se reúnen famosos como Jennifer Aniston o Angelina Jolie), The comedy store, Roxy, Rainbow o Viper.
Después llegamos a Beverly Hills, con su famoso cartelito indicativo y sus calles bien cuidadas. Por allí tenían o tienen sus casas Madonna, Shirley Temple, Christina Aguilera, Tom Cruise y Katie Holmes o Frank Sinatra. Pasamos también frente a la mansión Greystone, de estilo Tudor, que fue un regalo que un magnate del petróleo le hizo a su hijo en 1928. Esa casa se usa frecuentemente para series o películas (ha aparecido, entre otros, en Batman y Robin, en Spiderman 2 y 3, episodios de El Mentalista, Remington Steele, Se ha escrito un crimen o MacGyver, X-Men, Una proposición indecente, El Guardaespaldas o El gran Lebowski). Desde luego la casa es preciosa. Por cierto, aparece también en el videoclip de Elton John "I want love". Y como me gusta la canción la pongo (hará las delicias de los/as fans de Robert Downey Jr.).
Pasamos por delante del hotel Beverly Hills, que apareció en la carátula del disco de Hotel California de los Eagles (una de mis canciones favoritas).
Es también un hotel histórico, inaugurado en 1912, cuando ni existía una ciudad llamada Beverly Hills. Muchos artistas famosos como Mary Pickford, Douglas Fairbanks, Charles Chaplin, Gloria Swanson, Buster Keaton o Rodolfo Valentino vivieron en esa zona. El hotel se construyó en estilo renacimiento mediterráneo y estaba formado por 23 bungalows independientes en medio de unos fantásticos jardines. En los años 40 se construyó una nueva ala en el edificio principal. Desde su inauguración se han alojado allí grandes personalidades.
Luego fuimos hacia la zona del Benedict Canyon, un barranco en las montañas de Santa Mónica, y pasamos por las casas que son o han sido de George Clooney, Elvis Presley o Michael Jackson. Seguimos por Charing Cross y South Mapleton, donde también hay casas de lujo como la Mansión Playboy de Hugh Heffner.
Bajamos a Wilshire Boulevard para pasar frente al Beverly Hilton y rápidamente llegamos al Hotel Regency Wilshire (el de Pretty Woman) y Rodeo Drive. Pasamos después por la casa de Al Pacino, West Hollywood y los apartamentos El Mirador y volvemos al lugar de origen pasadas las dos horas.
A toda prisa nos bajamos del minibus y cogemos un taxi que nos lleve volando a los estudios de Warner Bros. Teníamos desde hacía tiempo comprado el vip tour y no queríamos llegar tarde. Menos mal que nos decantamos por el taxi porque en autobús, además de tarde, nos hubiéramos hecho un lío para encontrar la puerta.
Como aún nos sobraba tiempo, y después de hacernos las fotos de rigor con el pato Lucas y Bugs Bunny (sus dos estatuas parecen hechas de chocolate), entramos en la cafetería a comernos en bocadillo que nos habíamos comprado por la mañana en la estación de Union station y algunas cosillas más que compramos en la Warner. De haberlo sabido no habríamos comprado nada por la mañana porque los precios en la cafetería son bastante razonables.
Después, cuando se acercaba la hora, pasamos por el escaner (con revisión de las mochilas) y nos fuimos al mostrador para que nos dieran las entradas físicas con el resguardo de Internet y los DNIs. Después, y como teníamos tiempo, nos paseamos por la tienda. Le compré un recuerdo a mi madre, yo me compré dos pares de pendientes (de Piolín y del Diablo de Tasmania) y disfruté viendo las varitas de Harry Potter o los muñequitos de Juego de tronos.
Cuando llegó la hora nos hicieron pasar a una sala de cine para proyectar un vídeo sobre las pelis y series de la Warner. Luego el grupo se dividió en 3. Dos partes se fueron con sendas guías en inglés y nosotros (con más gente pero siempre poca, no pasa de 12) con un chico americano que hablaba español perfectamente. Tengo que decir que es uno de los guías más graciosos que hemos tenido. Se llamaba Bob y tenía la gran capacidad de interpretar todo lo que te contaba. Se arrastraba por el suelo, se pegaba como una lapa a las paredes, corría, etc. Era genial. Todo un actor.
Primero vimos unas oficinas que tienen una peculiar forma de motel... tanto que cuando les hace falta rodar escenas con uno lo usan, previos retoques. También vimos los stages, por dentro y por fuera, y tuvimos la suerte de entrar (aunque sin cámaras) al estudio de grabación de la serie de TV The big bang theory.
Por una de las zonas de las presuntas calles, los decorados, no pudimos pasar porque estaban en pleno rodaje de la serie Pequeñas mentirosas. Pero sí vimos a un ayudante de producción muy simpático que incluso dejó que un compañero de grupo se hiciera una foto en el cochecito eléctrico que llevan para moverse por allí (con el nombre de la serie) porque su novia es muy fan.
Y para fans, los de Friends. Primero nos hicimos una foto en la placa que hay en la puerta del stage donde se rodaba y luego nos llevaron a ver el famoso café de la serie, el Central Perk. Incluso nos hicimos fotos sentados en el sofá, con las tazas delante. No está en el plató donde se rodaba sino que se ha cambiado de sitio pero todo el mobiliario es el original (todo menos la guitarra de Phoebe porque al final del rodaje se la regalaron a Lisa Kudrow).
Vemos lugares donde se han rodado Cisne negro, Urgencias (la casa de George Clooney por ejemplo), Argo, La máscara (con interpretación de Bob incluida), donde estaba la tienda del chino en la que el padre del protagonista de Gremlins le compra a su hijo el Mogwai (el precioso y tierno Gizzmo) o la de la escena del beso bajo el agua de Spiderman (con el pobre Tobey Maguire sufriendo mucho en el rodaje).
Luego pasamos a una especie de almacén que hace las delicias de los amantes de Batman. Allí se conservan todos los Batmoviles que han salido en las películas. Y, por supuesto, allí está también la Batseñal.
Pero si no hemos tenido suficiente con eso también hay un museo donde se conservan piezas de ropa original (la de Jack Nicholson como Jocker, la de Dani Devito como el Pingüino o la de Heath Ledger en El caballero oscuro). Pero hay más porque en la planta superior se encuentra un pequeño museo de Harry Potter. Por Internet he leído que antes donde ahora están los coches de Batman había muchos más automóviles (la camioneta de Scooby Doo o el coche volador de Harry Potter, por ejemplo). Incluso en algún sitio había visto que habían llegado a tener el gran Torino de la película de Clint Eastwood. En cuanto al museo, hace unos años, quizás no tantos, no estaba todo lleno de objetos de Batman sino que era más variado. Trajes de Johnny Deep en Charlie y la fábrica de chocolate, de Brad Pitt en Troya o de Matrix. ¡Incluso el piano de Casablanca!. Ahora nada de eso está ahí pero no podemos quejarnos. Es posible hacer fotos sin flash pero no tocar nada. A mí me gustó más la planta de Harry Potter que la de Batman. Allí estaba Doby, la chimenea con las cartas de Hogwarts, el equipo completo de Quiddtich, ropa de los tres protagonistas, de Bellatrix Lestrange, de Snape, etc. Vamos, una gozada. Y, cómo no, también tienen el sombrero seleccionador. ¿Qué casa me salió?. ¿Alguien tiene dudas?. Gryffindor. Para seguir los pasos de Harry, Ron y Hermione. Que nadie piense que siempre sale la misma. A algunas personas oí que les tocaba Slytherin.
Después de esa divertida visita, que se me hizo muy corta, era el momento de irse de Warner Bros Studios. Para hacerlo buscamos (no es tan sencillo) la parada del bus 222. Nos bajamos en Vine y fuimos caminando hasta la Avenida Melrose número 5555 para visitar por fuera los estudios Paramount. No es un paseo corto. Según las indicaciones de google maps se tiene que bajar hacia el sur por Vine Street hacia De Longpre Avenue. Ésa es la primera calle que cruza pero hay un montón. Se tiene que continuar todo recto por Vine, atravesar por el cruce con Santa Mónica Boulevard. Nunca se tiene que abandonar Vine hasta que lleguemos al cruce con una gran avenida, la Melrose Avenue. Entonces tenemos que torcer a la izquierda y continuar un buen trecho más hasta que encontremos la famosa puerta de los estudios. Aproximadamente nos llevará media hora llegar hasta allí (quizás más si caminamos despacio).
Después de la foto (ya se había hecho de noche), cruzamos al otro lado de la carretera para coger el autobús 10 hasta Hill. Una vez allí cogemos el metro en la parada de Civic Center y nos vamos hasta Chinatown. Para ello tendremos que ir hasta Union Station, final de la línea roja, y una vez allí caminar hasta el transbordo con la línea amarilla y hacer una parada más. Ojo, se tiene que volver a marcar la tarjeta (y los revisores pasan de vez en cuando). Cenamos en el restaurante chino Golden City. La calidad es buena y los precios no son desorbitados para la cantidad que te ponen. El pato tenía buena pinta y encantará a los que disfruten con él (a mí no me gusta). Yo me decanté por la ternera chow fun y tengo que decir que el plato era muy generoso (podrían haber comido cuatro personas) y estaba buenísimo. Es un plato típico de comida cantonesa con ternera, fideos de arroz (más que fideos una especie de tallarines gigantes) y brotes de soja. También era delicioso el batido de plátano (por sólo 2$).
Con la barriguita llena regresamos al hotel. Al día siguiente nos esperaban más visitas.
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