3,20h de la mañana, más de 4.095 msn y -3º grados en el aeropuerto del Alto.
El atiplano te intimida, te ahoga, te ralentiza, te infunde un respeto.... luego te abraza, te suaviza y te enamora.
Aunque no era la primera vez que andaba por alturas similares había decidido dejar este primer día a la aclimatación, pero esas mariposas en el estómago que reviven cada vez que piso nuevas tierras me despertaron a tiempo para un desayuno tardío y una ducha.

Por supuesto que tenía un plan B y no iba a quedarme en el hotel ya que me encontraba bastante bien.
A las 14h mi sonrisa y yo ya estábamos en el punto de encuentro concertado para el tour alternativo por La Paz (15$ por unas 4 horas)
La Paz es caótica, con un tráfico insufrible, cuyo medio de transporte más habitual son los micros. Los hay coloridos, pintorescos, vetustos, "privados"... hay que fijarese en los rótulos que llevan en el parabrisas para ver si nos sirve la ruta.

Como auténticos paceños nos subimos en uno que por unos pocos céntimos nos llevará hasta el cementerio general de La Paz.
No es dark tourism; es un pequeño acercamiento a la cultura aymara. En la cosmovisión andina se asume la muerte como parte de un ciclo de energía/sanación: nada termina, los lazos familiares siguen intactos y al alma del difunto se la cuida, se le habla, se le da de comer, se le consienten sus vicios...


El cementerio es bello y colorido. Es un mundo de transción hasta el reencuentro.
Un nuevo mate de coca me ayuda a despejarme y a asimilar lo aprendido mientras caminamos hacia el teleférico.
Inaugurado en 2014 ya dispone de 10 líneas para comunicar en pocos minutos casi todos los puntos de El Alto y La Paz.
La contaminación y el colapso circulatorio hicieron que el presidente Evo Morales considerara la construcción del teleférico como una cuestión de Estado asumiendo el coste de esta obra metropolitana con las arcas del Estado. (no hay que olvidar que este es su mayor feudo electoral)
¿Por qué construyeron aquí esta enorme ciudad?
La ruta de la Plata, de Potosí al Pacífico, necesitaba un lugar de descanso en el Altiplano para las caravanas que trasladaban las riquezas hasta los puertos del Pacifico allá por el siglo XVI..
Equidistante entre Cuzco y Potosí encontraron este valle cuyas condiciones eran más benignas que el Altiplano y se fundó la ciudad en sus laderas (a mayor altitud menor nivel económico). Hoy en día son La Paz y El Alto, ciudades indisolublemente unidas pero una en el valle y la otra en la meseta.

Nos recomiendan que guardemos las cámaras y los objetos de valor para no hacer ostentación. Si bien El Alto es una ciudad poco segura, la zona donde nos moveremos no supone riesgo pero hay quien considera una intromisión nuestra presencia.
Muy cerca de la estación del teleférico se extienden las casetas donde ejercen los chamanes. Son construcciones de chapa y con una sola habitación donde se realiza adivinación por la lectura de hoja de coca y algún que otro conjuro.
Unos metros más allá se extiende un auténtico mercado de hechicería aymara donde se vende hoja de coca a kilos (es mata-sueño, mata-hambre, mata-penas...) y también fetos disecados de animales para rituales que sustituyen a los antiguos sacrificios animales.

Mascando unas hojitas, camino fascinada por un paseo al borde de la meseta en dirección a la siguiente parada de teleférico el cual cogeremos para hacer una visión panorámica con 2 cambios de linea que al final nos dejarán en el centro de La Paz.
El día ha sido intenso y el cansancio aparece a las 6 de la tarde. Me compro un par de empanadas salteñas y a dormir.