- 9 de septiembre -
Empieza otro de los días inolvidables del viaje.
Otra vez hemos escuchado llover durante la noche. Y un potente olor a humedad y a murciélago se nos cuela por la ventana abierta del baño.
Todo nos recuerda que estamos en un sitio muy especial.
A las 8 de la mañana ha parado de llover y, después del buen desayuno de todos los días, salimos de nuestro refugio por el ya conocido laberinto de patios y escaleras.


Hasta la puerta inferior, al principio del puente ...
Todo está como ayer, como siempre. Las vacas, las motos y los tranquilos caminantes.
Paramos un tuc tuc y negociamos un precio muy asequible para ir a la zona sur de Orchha a visitar
- los CHHATRIS o CENOTAFIOS REALES -
Las construcciones del siglo XVI son monumentos funerarios de los reyes de la dinastía Bundela y estan muy bien ubicados a la orilla del rio Betwa.
Sus peculiares siluetas crean un mágico espacio junto al rio. El rio Betwa que hoy baja lleno hasta los bordes de aguas monzónicas.
En la entrada nos piden el ticket conjunto que se compra en el fuerte. Nosotros no lo hemos comprado todavía ... Pero sin ticket entramos igual.
Entramos y paseamos por el cuidado jardín flanqueado por los altos centinelas de piedra. Preciosas imágenes.


Y precioso subir los altos escalones siguiendo al guarda hasta el tercer piso. Pasadizos, arcos y columnas. Otra vez el olor a murciélago. Otra vez estamos solos en el sugerente espacio.
Y disfrutamos durante un buen rato de unas imágenes perfectas del rio. los gaths y el resto de cenotafios.



La luz grisácea y húmeda le añade encanto al momento. El largo e inolvidable momento que pasamos en los Chhatris de Orchha.
Fuera del recinto, en la humedad del gath, hoy estamos casi solos, aunque se nota que en ciertos momentos esto debe estar lleno de vida.

Y justo al borde del rio, fuera del recinto de pago, el más peculiar de los Chhatris - el Vir Singh Deo -. Una rara y sugerente arquitectura, bastante descuidada, que nos llena de preciosas imágenes.


Nos cuesta dejar el encantador espacio, pero ya es mediodía y el tuc tuc nos espera ...
Otra vez cae una fina lluvia en Orchha y decidimos que ya es la hora de dedicar tiempo a visitar los Palacios del Fuerte. El ocioso conductor nos lleva dando un rodeo por la periferia de Orchha para mostrarnos el Gran Árbol Sagrado que, por lo que vimos, es bien venerado por las gentes de Orchha.

Y después de darle la vuelta ritual, cruzamos el pueblo y volvemos al Fuerte para visitar
- el RAJ MAHAL -
Construido en 1531 con el peculiar estilo de los palacios de Orchha que fusiona armoniosamente elementos hindús y mogoles.

Sigue cayendo una fina lluvia cuando entramos al palacio, tan solo bajando las escaleras a la derecha desde la entrada de nuestro hotel.
Visto desde fuera el edificio parece sencillo y poco ornamentado. Pero su interior nos deja rápidamente impresionados con la cantidad y variedad de historias escritas en sus paredes.


Historias de la corte terrenal y del mundo de los dioses mezcladas entre sí. Historias de Krishna, de Rama. Historias del Ramayana bellamente dibujadas.



Pasamos mucho tiempo recorriendo patios, estancias en penumbra y decorados pasillos. Entre respetuosos visitantes indios y en un ambiente de impagable autenticidad decadente..
Es realmente una visita de las que dejan huella.


Y, con solo subir las escaleras ya estamos de nuevo en nuestro comedor del Sheesh Mahal a punto de degustar un delicioso curry de pollo y verduras de la excelente cocina del hotel.
Aquí, en el bar del hotel, coincidimos con algún turista occidental de paso por Orchha. Muy pocos occidentales vimos durante el largo viaje.
Hacia las 4 de la tarde ha parado totalmente la lluvia y ya no aparecerá más en lo que nos queda de ruta.
Y, bajo un tímido sol de tarde, subimos las escaleras de la izquierda para entrar en el ornamentado
- JAHANGIR MAHAL -
El palacio que en el siglo XVII construyó el Rey Raja Singh para acoger en Orchha a su amigo el emperador mogol Jahangir.


En torno al patio rectangular, tres pisos de galerías, pasadizos, barandillas, arcos, columnas, celosías y balcones.
Todo coronado por las 8 enormes cúpulas y las 8 más pequeñas que son la esencia de la silueta del palacio.


Y pasamos la tarde en el palaciego espacio compartiendo fotos con los coloridos visitantes y dejándonos llevar por una mágica evocación presente en todos los rincones del palacio.


Y contemplamos las espectaculares vistas sobre los verdes de Orchha, sobre el resto del Fuerte, los lejanos Chhatris y el impasible Chaturbhug siempre recortado en el horizonte.


Ya debemos bajar de las alturas y volver a pisar la realidad cotidiana de Orchha. Pisar la realidad cuidando de no pisar los montoncitos marrones que van dejando a su paso las omnipresentes vacas de Orchha.


Las vacas de Orchha que son todo fotogenia.
Y las pequeñas tiendas de Orchha tan llenas de tesoros y tan vacías de turistas.


Y los bulliciosos alrededores del templo Ram Raja más inquietos cuando se va acercando la hora de la Puja.
Caminando hacia el sur del pueblo encontramos el Restaurante Mediterráneo y subimos a la terraza para comer una pizza más india que mediterránea. La terraza es un privilegiado mirador sobre la vida de Orchha. Desde aquí contemplamos la larga peripecia de un autobús para avanzar por la calle ocupada por una gran vaca durmiente.

Y así llega la hora de asistir a la Puja del templo de Orchha. Y volvemos al templo color pastel y asistimos a una moderna ( y un poco decepcionante ) puja. Solo vimos la fila de fieles llevando al dios las ofrendas que habían comprado en la calle. Todo muy ordenado y retransmitido por megafonía.
Reconocemos que nos gustan más las pujas de los templos de Shiva.

Enseguida nos aburrimos y dejamos el templo. Y dejamos el iluminado Chaturbhug. Y andamos despacio hasta nuestro palacio al otro lado del puente.


Hoy subir al Fuerte tiene un plus de aventura que no esperábamos. Resulta que todo el camino está a oscuras porque estan representando el espectáculo de luz y sonido en la zona de subida al hotel.
Y con la linterna del móbil buscamos las gastadas escaleras. Y de golpe nos deslumbran las viejas paredes iluminadas. Y escuchamos las voces de los antiguos habitantes del Fuerte que resuenan por los rincones.
El juego de luces y voces que contemplamos desde la terraza del hotel nos sirve de despedida de este humilde y entrañable rincón de la historia que nunca vamos a olvidar.
Hasta siempre ORCHHA.