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- 11 de septiembre -
Noche tranquila en la bien decorada y a la vez funcional habitación. Especialmente en el cuarto de baño todo funciona a la perfección.
Desayunamos solos en un agradable comedor bajo la presencia de la encargada y las frecuentes visitas de la cocinera con un buen desfile de platos y cara de preocupación por lo " poco " que comemos ... Encantador.
Viene a saludarnos la elegante y aristocrática dueña de la haveli y gestora del hotel. Nos cuenta historias de la casa y de su vida viajera. Nos cambia 100 euros al cambio correcto y, a petición nuestra, contrata aun guía que habla español para visitar
- el FUERTE de GWALIOR -
Construido a partir del siglo XIII básicamente por orden del rajá Man Singh Tomar, ocupa toda la cima del gran peñón que domina la ciudad de Gwalior.
Hoy Rajés sube decidido las estrechas cuestas que nos llevan a la entrada del fuerte Y aquí conocemos a Pablo, el único guía de Gwalior que habla un correcto español.
Le contamos que tenemos mucho tiempo y queremos hacer una visita tranquila, saboreando con tiempo todos los rincones del Fuerte. Básicamente lo hemos contratado para que nos guíe por este valioso laberinto de viejas y expresivas piedras y nos marque un poco el ritmo. Enseguida nos entendemos y, aunque no solemos ir con guía, debo reconocer que la visita estuvo muy bien.
Rajés descansa en el aparcamiento y Pablo ( o Pravu ) nos habla de su lucha como intocable para conseguir un trabajo digno para ganarse la vida.
Y va dirigiendo, sin prisa, nuestros pasos por los mejores rincones del fuerte.
Empezamos junto al discreto y auténtico - Assi Kamba Ki Baori -. Escuchamos al guía contar que el rey construyó en muy pocos días este pozo escalonado para resistir un asedio. Y nosotros no paramos de fotografiar los gastados y fotogénicos rincones.
Y en unos pocos metros, llegamos frente a las perfectas paredes del palacio principal.
Piedra dorada y cenefas de cerámicas azules, verdes y amarillas con patos, elefantes y flores. Una imagen de perfecta belleza que nos tiene atrapados durante un buen rato.
Y, a los pies del fuerte, la ciudad de Gwalior que desde aquí parece mucho más tranquila.
Pablo habla de reyes hindús y emperadores mogoles, de luchas, asedios y pactos y nos arrastra hasta la entrada del - Palacio Man Sing -. El mejor conservado de todo el recinto. El que se construyó desde arriba hacia abajo.
Y vamos recorriendo despacio los ricos y ornamentados espacios llenos de simbolismos. En el piso alto las salas de audiencias con íntimos patios decorados con columnas, cerámicas, esculturas y celosías.
Bajando un piso por la oscura escalera, la sala de las 4 reinas con austeras piscinas y columpios para su entretenimiento.
Y aún otro piso más abajo, salas para otras 4 reinas menos importantes y el conocido y persistente olor a murciélago.
Desde las estrechas ventanas seguimos viendo Gwalior y el Gujari Mahal a nuestros pies.
En el exterior el sol calienta más que ningún otro día. Andamos unos pocos metros entre los escasos visitantes locales y nos vamos al - Museo Arqueológico -. Otro gran almacén de obras de arte en un espacio sin el encanto del Gujari Mahal, pero con una inabastable colección de valiosas y antiguas esculturas y con vistas al fuerte.
Ahora un té en el café de la entrada y un precioso mantel a muy buen precio en la tienda junto al parking.
Ya con el coche nos vamos a visitar los templos del Fuerte
- SAAS BAHU -
O los templos gemelos. O los templos suegra y nuera. O los templos de Vishnú y Shiva.
A cinco minutos en coche desde la entrada del fuerte y colocados en una limpia plataforma por encima de Gwalior, son un perfecto ejemplo de los antiguos templos hindús ( 1093 ).
Especialmente el templo grande, el dedicado a Vishnú, nos maravilla con sus robustas y delicadamente talladas columnas de piedra.
Otro templo muy especial es el
- TELI KA MANDIR -
El templo de piedra dorada del siglo VIII, nos recuerda mucho a la arquitectura dravídica del sur de India. El esbelto shikhara nos eleva la mirada hasta el azul cielo de Gwalior.
Aún pasamos por el antiguo estanque cuyas aguas ( hoy encharcadas ) se dice que curaron la lepra del rey y pasamos frente al noble colegio Scindia donde estudiaron los hijos de la dueña del hotel y de muchas familias nobles de Gwalior.
Y ya nos despedimos de Pablo muy agradecidos porque realmente nos ha hecho muy fácil la visita al fuerte de Gwalior.
Ahora, descendiendo por la estrecha y boscosa carretera, encontramos el
- GOPACHAL PARVAT -
El conjunto de enormes esculturas jainistas representando a los tirthankaras. Los colosos estan excavados en las paredes de la roca. Originales del siglo XV aunque muchos han sido restaurados.
Hay un grupo muy interesante en la parte izquierda de la carretera pero el guarda no deja que nos acerquemos por peligro de desprendimientos.
A la derecha se encuentra el grupo más visitable. En una larga pared de roca, los desnudos y rígidos centinelas de piedra ofrecen un extraño espectáculo.
La verdad es que la visita nos decepcionó un poco. Tal vez estamos ya cansados. O tal vez el caótico espacio de alrededor no ayuda a crear un ambiente propicio ... Pero la verdad es que esperábamos más de esta visita.
Ahora llega el momento en que Rajés nos lleva al super restaurante donde comimos ayer y nosotros recuperamos la energía.
Son las cuatro y media de la tarde. Demasiado pronto para volver al difícil barrio del hotel. Así que le pedimos al chofer que nos lleve al ...
- ZOO de GWALIOR -
Y la verdad es que pasamos un buen rato en el popular espacio contemplando muy de cerca los juegos de los jóvenes tigres de Bengala.
Hoy por primera vez llegamos acalorados al hotel. Por suerte nos espera el precioso cuarto de baño.
Ya recuperados, volvemos a intentar pasear un poco por las difíciles calles del barrio. Aguantamos casi una hora moviéndonos entre el denso tráfico. Compramos telas muy baratas en una auténtica tienda local y una popular escoba para la colección. Conseguimos reconciliarnos un poco con el viejo centro de Gwalior.
Y repetimos la solitaria, casera y un poco cara cena en nuestra histórica haveli.
Y nos dormimos con la melancólica sensación de que estamos llegando al final del viaje ...
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