- 1 de septiembre -
A las 8,30 de la mañana salimos del lujoso Barsana en nuestro lujoso taxi. Y bien pronto llegamos al pequeño y cómodo aeropuerto de Bagdogra.
A las 11,40 salía el vuelo de Índigo destino Calcuta ( o Kolkata ).
En algunos aeropuertos indios encontramos en la entrada máquinas para sacar la tarjeta de embarque. Generalmente no te dejan entrar en el aeropuerto sin ella. En Bagdogra no había ni rastro de estas máquinas y nosotros nunca hicimos check in on line. Pero un amable guardia a quien pedimos ayuda, nos pasó por la puerta preferente hasta el mostrador de Índigo para facturar. Muy buen recuerdo de la atención personal en todos los aeropuertos donde estuvimos.

En la sala de espera empezamos a olvidar las dulces y menudas facciones nepalís de las gentes de Sikkim y a acostumbrarnos a la dura belleza de los rostros indios que nos acompañaran en el resto del viaje.
A la 1 del mediodía estamos ya con las maletas recogidas en la cola de los taxis prepago. Tal vez para compensar el lujo de la mañana creo que nos toca el taxi más primitivo de toda Calcuta. El aire acondicionado lo suplen un par de viejos y ruidosos ventiladores, y el limpiaparabrisas un chorro de agua de la botella que arroja con pericia el menudo conductor desde la ventana abierta.


Y así estuvimos casi una hora cruzando las caóticamente ordenadas calles de Calcuta. Los ojos bien abiertos para empezar a darle forma a la ciudad desconocida. Y bajo una fina llovizna contemplamos por vez primera el impagabla espectáculo del tráfico de
- CALCUTA -
La ciudad de la diosa Kali. La vieja capital inglesa. La capital intelectual de India.
Siempre me había inspirado una mezcla de repulsión y curiosidad a partes iguales y nunca había sido un objetivo prioritario a visitar.
Pero ya conocíamos Delhi, Bombay, Bangalore, Aurangabad, Chenai, Cochin ... Y por qué no Calcuta ??.
Esta vez nos cogía de paso. Así me esforcé en eliminar lo que no me interesaba ( básicamente miseria, voluntariado, madre teresa, colonialsmo, etc. ) y nos centramos en pensar que Calcuta es la capital intelectual de India y por tanto a tratar de conocer algo de la rica cultura bengalí. Tuvimos mucha suerte porque la visita fué un éxito total.
A las 2 estamos ya en nuestra habitación del
- ELGIN FAIRLAWN HOTEL-
Un perfecto oasis con historia en el corazón de Calcuta. Una antigua casa inglesa un poco decadente pero que aún conserva mucho estilo. Y conserva en sus paredes muchos testimonios de su larga vida. Y situado a dos calles del Indian Museum, del New Market y de Sudder Street. Pero en una pequeña calle milagrosamente tranquila.



Evidentemente este hotel ayudó mucho a la calidad de nuestra estancia en Calcuta.
Comemos en el patio, bajo los árboles. La cocina del hotel muy buena, tanto en cocina india como internacional y los camareros muy agradables.



A las 4 de la tarde salimos a la tranquila calle del hotel bajo una cálida y densa humedad a la que nos va a costar acostumbrarnos después de los aires frescos de las montañas.
Pero tan solo tenemos que rodear la manzana, rodear el blanco y enorme edificio para encontrar la entrada del
- INDIAN MUSEUM -
Es el museo más grande y más antiguo del mundo. Raras colecciones de antigüedades, armaduras y ornamentos, fósiles, esqueletos, momias, pintura mogol y escultura budista e hinduista.



Unas 2 horas estuvimos recorriendo las viejas y enormes salas. Nos quedamos con una poderosa sensación de historia y conocimiento.



Y nos quedamos literalmente empapados de sudor por el calor pegajoso que hace difícil respirar. En el viejo edificio no hay aire acondicionado.


Cuando salimos a la calle ya la tarde se acaba.

Andamos paralelos al hotel y nos encontramos enseguida arrastrados por el bullicio que rodea el
- NEW MARKET _
Con 150 años de antigüedad, nació bajo la tutela inglesa para ordenar y sustituir los bazares callejeros de la zona. Ahora alberga en su interior más de 2000 tiendas ( sin contar los puestos callejeros que siguen ahí ). Impresionante espacio donde creo que se puede encontrar casi todo lo que se compra y se vende.


En las calles de alrededor un bullicio infinito de motos, taxis amarillos y bocinas sonando sin parar. Imágenes superpuestas de mercancias de colores, caras morenas expectantes y brazos agitando pulseras multicolores.


El interior más ordenado y tranquilo ofreciendo en silencio la variedad infinita de mercancias, sin agobios, sin cazaturistas...
Volvimos cada noche al New Market. Constituye un completo espectáculo que engancha cada vez más.


Pero por hoy ya basta. Cruzamos el portal del hotel y el bullicio desaparece del todo. Y en la calma del comedor terraza cenamos de maravilla y descansamos muy bien en la histórica habitación.

Balance positivo del primer día en Calcuta.