- 10 de septiembre -
Nos cuesta despedirnos de Orchha.
Esta mezcla tan asequible de pueblo rural, espiritualidad e historia ha resultado perfecta.
Sabemos que a partir de ahora esto no se va a repetir. Pero debemos acabar este largo periplo con toda la ilusión posible. Aún seguimos en India !!.
Bajamos al palaciego comedor con las maletas ya cerradas y pronto conocemos al sonriente Rajés, el que va a ser nuestro último chofer. Hasta el final del viaje en Delhi.
Rajés es muy hablador y mientras nosotros saboreamos tranquilamente el delicioso desayuno, él y los camareros charlan y nos contemplan.
Y son ya las 9 de la mañana cuando salimos del Fuerte de Orchha acompañados de un montón de bellos recuerdos.
Objetivo Gwalior. A dos horas y media de Orchha.

El mundo rural nos acompaña durante el primer tramo del viaje. Pero poco a poco la ancestral pureza de este paisaje se va convirtiendo en un espacio más civilizado, más industrializado, más caótico ... Mucho menos interesante.
Son poco más de las 11 cuando empezamos a circular por las intensas y laberínticas calles de
- GWALIOR -
La Capital de un antiguo reino Maratha que fué muy rica e importante durante el dominio británico bajo la dinastía Scindia que gobernó la ciudad en buena colaboración con los ingleses.
Ahora es un espacio caótico y difícil de visitar que, sin embargo, guarda muchas viejas riquezas históricas. Vamos a dedicar 2 días a descubrirlas.
Después de un difícil periplo para el pobre Rajés conseguimos cruzar la verja y aparcar en el patio del
- KRISHNAYAN HERITAGE .
Una antigua y rica casa convertida en un hotel familiar escondido entre el bullicio del barrio antiguo de Gwalior.


Enseguida intuimos que la preciosa habitación sin ventanas y el pequeño patio con un altar de Ganesh, van a ser nuestra cárcel dorada en Gwalior.
Queremos aprovechar el tiempo y le pedimos al chofer que nos acompañe hasta el viejo museo de Gwalior porque sabemos que mañana lunes está cerrado. Rajés habla con los chicos del hotel y suponemos que ya tiene claro el camino ...
Pero pronto empieza la frustrante ruta por calles prohibidas, calles cerradas, calles sin salida ... Parece evidente que Rajés no sabe dónde está el museo. Por fortuna el GPS funciona y lo vamos dirigiendo por las pequeñas calles, cada vez más tranquilas de la ciudad vieja hasta llegar a los pies del fuerte, hasta llegar al



- GUJARI MAHAL -
El entrañable viejo palacio situado a los pies del Fuerte y convertido en el refugio de una impresionante colección de antiguas esculturas.
Sabemos que aquí vive la maravillosa figura de Varaha que conocimos cuando preparábamos el viaje y que tenemos muchas ganas de conocer.



Las piedras del palacio del siglo XV conservan toda su vieja esencia. Y la colección de esculturas religiosas ( hinduistas, budistas y jainistas ) desde el siglo II a.c. hasta el XVIII, supera con creces nuestras expectativas.



La autenticidad del espacio que fué un palacio para la concubina real, y la maravillosa colección de esculturas nos tienen atrapados durante mucho tiempo.
Recuerdo la mítica Dama de Gyraspur ( s.X ) y el perfecto Varaha que fué quien nos trajo hasta aquí y que segun comprobamos tiene muchos admiradores. Entrañables imágenes de los visitantes locales y su devoción por el Varaha.



Mucho tiempo anduvimos por las gastadas piedras de los patios. Patios llenos de esculturas al aire libre, esculturas integradas en el ambiente auténtico del palacio.
Y mucho tiempo entrando y saliendo de las pequeñas salas atestadas de viejos dioses convertidos en obras de arte.
El Gujari Mahal fué para nosotros una visita estrella en Gwalior.



Y ya nos acercamos a las grandes puertas de salida del viejo palacio muy satisfechos y cargados de valiosas imágenes.



Fuera del palacio, el barrio musulman alrededor de la mezquita es muy auténtico. Estamos un buen rato pateando las estrechas calles entre ordenados puestos de fruta fresca y apetitosa y los cantos del moacid.


Ya de nuevo en el coche empieza otra aventura para llegar a la próxima visita. Nos queda claro que el bueno de Rajés no domina para nada las calles del viejo Gwalior. Pero entre el GPS, nuestro empeño y un poco de ayuda, conseguimos llegar al nuevo objetivo tras cruzar andando por un encantador barrio de casitas azules.


Acompañados por un amable habitante del barrio de las casas azules llegamos a la entrada de las
- TUMBAS de GHAUS y TANSEN -
En un gran y ajardinado espacio estan las solitarias tumbas del principe sufí y del gran músico de la corte de Akbar ( s.XVI ).


Arquitectura típicamente mogol para recordar los personajes que han dejado a Gwalior el importante legado musical cuya fama sigue viva en nuestros días. Todos los años se celebra aquí un importante festival de música clásica india.


La visita se hace rápido y, después de pasear un poco por el mercado popular junto al aparcamiento, Pajés nos pregunta curioso si no queremos comer. Respuesta afirmativa y ahí es donde él empieza a lucirse y nos lleva con seguridad a la ciudad nueva, a las afueras de Gwalior, a un pseudo lujoso restaurante para turistas de los que nosotros solemos evitar. Pero la verdad es que son casi las 5 de la tarde y tenemos mucha hambre. Y debemos reconocer que comimos de maravilla a un precio más que razonable.
Felicitamos al satisfecho Rajés y ya le pedimos que nos deje en el hotel. Mañana continuaremos.
El resto del día lo pasamos explorando la gran y bien amueblada habitación y los espacios comunes y vacíos del hotel. Somos los únicos huéspedes.



Intentamos callejear un poco por los alrededores. Pero las calles llenas de motos y coches y más motos y más coches nos lo ponen muy difícil. El ambiente es muy auténtico pero demasiado agobiante para nosotros y decidimos volver a la calma de la vieja haveli. Descansamos y añoramos hasta que tenemos preparada la vegetariana y casera cena que nos comemos en soledad en una de las estancias del tranquilo refugio.
La cena está muy buena y en la silenciosa habitación sin ventanas nos parece ya muy lejano el caos de la calle.
Y esto es lo que ha dado de sí nuestro primer día en Gwalior. Mañana seguimos.