Los dos siguientes días los íbamos a dedicar a hacer excursiones contratadas con salida desde Punta Arenas, así que, como apenas íbamos a utilizar el coche, no reservamos uno hasta que no nos fuéramos a ir hacia el parque Torres del Paine.
El primer día íbamos a ir a Isla Magdalena, para la que habíamos contratado el tour a primera hora de la tarde, así que, dedicamos la mañana a recorrer la parte antigua de Punta Arenas, que tiene algunos edificios de finales del siglo XIX bastante bonitos, en una zona muy cuidada y ajardinada. En este sector están también la zona comercial y la mayoría de los restaurantes.
Por la tarde, nos preparamos para ir a Isla Magdalena, donde se encuentra el Monumento Natural Los Pingüinos, que es un espacio protegido que pertenece a la red estatal chilena de parques naturales y que alberga una colonia de pingüinos Magallánicos de más de 60.000 parejas.
Hasta el año pasado, era posible comprar los billetes con la propia naviera y hacer la visita guiados en todo momento por el personal del parque. Ahora es necesario contratar el traslado con operadores privados, lo cual encarece notablemente el coste.
El islote se encuentra a 37 kilómetros de Punta Arenas y la travesía por el Estrecho de Magallanes es entretenida, a la espera de poder ver aves, delfines, ballenas de las que vimos las aletas de algunas, pero no muy cerca del barco.
A la llegada a Punta Arenas, habíamos vuelto a las temperaturas de lo que, para nosotros, eran las propias de un día de invierno frío. En la cubierta del barco, con el viento, la sensación era aún mayor y había que estar abrigados con gorro y guantes de lana.
Después de algo más de una hora de navegación llegamos a la isla, que es una roca bastante plana sin nada de vegetación.
La visita es un recorrido de, aproximadamente, una hora alrededor del islote, en todo momento acompañados por el personal del parque que insta a no parase demasiado y sin poder salir del camino delimitado con postes y cuerdas. A los pingüinos sí les está permitido sobrepasarlos, así que, no hay problema, se les puede fotografiar y grabar de cerca.
El pingüino de Magallanes, también llamado patagónico, tiene un tamaño mediano, entre 60 y 70 centímetros y su plumaje es de color blanco y negro.
Los pingüinos permanecen en la isla durante el tiempo de reproducción, que va de octubre a abril y después migran a zonas más templadas. Cuando nosotros estuvimos, a finales de enero, las crías ya eran de buen tamaño, pero se distinguían de los adultos por conservar aún el plumón de color pardo.
La isla la compartían entonces con sus depredadores en tiempo de puesta: las gaviotas, que por estas fechas estaban también criando a sus polluelos.
En la parte alta de la isla se encuentra el faro, uno de los más antiguos del país, que aún funciona como tal y está declarado monumento nacional.
Desde aquí se inicia el retorno hacia el barco, siempre por un sendero acotado, parando lo justo para tomar alguna que otra foto más y dar punto final a la visita.
De nuevo embarcados, se emprende el regreso a Punta Arenas, entreteniéndonos en ver si alguna ballena saltaba por las proximidades. Este día no estuvieron por la labor.
Dimos por terminada la jornada después de una buena cena. Para el día siguiente tocaba madrugón para ir a Tierra del Fuego.