Llevo un retraso de un día en el diario, así que voy a intentar resumir lo que ha sido el primer día en estos distritos de Tokio, a los que se puede acceder sin problemas con la línea de tren JR Yamanote.
Una pensaba en Tokio como en una especie de Manhatan a lo bestia. Quiero decir, todo lleno de rascacielos impresionantes. Pues no es para tanto. Eso sí, en esta zona de Shinjuku hay lo más parecido a la comparación... si aceptas parecido como el que hay entre Brad Pitt y yo mismo.
El objetivo primero era acceder hasta el edificio municipal (puerta Sur), desde cuyo 45º piso se puede tener una perspectiva del skyline de Tokio, pues tienes vistas de 360º.
Es gratuito. Igual no es tan espectacular como otros (Sky tree), pero tampoco pagas 20€ por unas vistas de una ciudad que no creo que los merezcan.
A Frög le gusta hacer fotos sin avisar a la gente, de manera espontánea.
En el mismo distrito de Shinjuku está una zona turística importante, Kabukicho, pero a la que me proponía volver por la noche, cuando tiene más ambiente.
Antes de continuar la dirección de la línea Yamanote, le propuse a Frög consultar si era posible acceder al museo Ghibli, el autor de La princesa Mononoke o el Viaje de Chihiro, entre otras. Pues para hacerse con una entrada tienes la opción de ir a un Lawson (Convenience Store), donde hay una máquina que vende entradas. Eso sí, para los interesados, está sólo en japonés. Lo intentamos con todas las horas ofrecidas y para los próximos cuatro días... no había ninguna disponible. En la Lonely he leído que esto es peor que el JRPass, que tienes que reservar día y hora, antes de venir a Japón!!!
Pues nada, Frög desilusionado (a mí tampoco me importaba mucho), decidimos acercarnos a Harajuku.
A la salida de la estación de tren te encuentras con una multidud inmensa de gente, en frente de Takeshita dori
Cuando te repones de tanto gentío en tan poco espacio y empiezas a caminar por la calle, es cuando flipas (fue mi caso) de la fauna de la zona: chicas en su mayoría "disfrazadas-vestidas" con unos atuendos que en Bilbao les daría acceso inmediato al psiquiátrico. Frög me comentó que iban vestidas como algunos personajes de series o dibujos japones. Coño, pero ¿para eso hay que pintarse el pelo de rosa o de azul? Y lo de las "lolitas", es para verlo y no creerlo. Hostias, que están por todas partes... Además, algunas debían de ser la lolita original en la que se inspiró Nabokov, porque podían ser "abuelas-lolita".
Es una calle (y sus aledaños) tremendamente concurrida, interesante y curiosa. Andando acabamos en otra calle con personalidad propia muy próxima: Omotesando. Sin embargo, ésta es la típica calle de "tevoyasacarloscuartos", léase Louis Vuton y otros timadores del estilo.
Al otro lado de la estación se encuentra el parque Yoyogui. Una extensión boscosa muy amplia, en nada parecido a los jardines tan bonitos que he visto por el resto del país, muy concurrido y con un Santuario petado de gente.
Al parecer, para construir estos mamotretos de tori, utilizaron árboles milenarios de Taiwan.
El parque en sí mismo no me ha gustado demasiado. Tal vez si hubiera ido sólo me hubiese perdido por dentro y hubiese descubierto algún rinconcito más especial. No lo sé. No me causó una impresión memorable.
El final del periplo del día tenía que ser Shibuya, a donde se llega en un santiamén con la línea Yamanote.
Por supuesto, lo más característico de Shibuya es el cruce que hay justo enfrente de la salida de la Jr, en la plaza de Hachiko. Igual recordaís la película con Richard Gere, su perro le acompaña siempre a la estación, hasta el extremo que siguió yendo durante los siguientes 10 años de la muerte de su amo.
¿Soy el único que le ve rasgos orientales al perro?
El mejor sitio para ver el ajetreo del cruce es la segunda planta del Starbucks, pero si hay demasiada gente resulta complicado. Por eso, aunque no es lo mismo, puedes ir a la segunda planta de la propia estación JR, donde no te estorbará nadie.
No estaba especialmente concurrido (solo varios cientos de personas), pero aún así impresiona en directo.
Shibuya no me gustó demasiado. Mucha gente joven practicando el deporte nacional de Japón: Shopping.
Aprovechando que estaba el Disney Store en la zona, Frög y yo nos acercamos a comprar las entradas para el Disney Sea y Disney Tokio. Iremos juntos al primero de ellos y al segundo iré yo el día siguiente, mi última noche en Tokio. Al parecer, no se puede visitar ambos recintos en un mismo día, tienes que elegir o ir dos días. Ya os contaré qué tal... porque soy un creyente fervoroso del Disney clásico y del actual Pixar.
Ya muertos de hambre nos fuimos a comer al típico restaurante enano (dos mesas) que está en el piso nosécuál de un edificio destartalado... como siempre yo le sigo a Frög para estas cosas.
No contento con la zampada que me metí, le comenté para ir a algún sitio más tranqui y elegante a tomar un postre o un café... algo relajadito:
El pastel me recordó a los "borrachos" que tanto me gustan... la diferencia es que éste SÍ que tenía un webo de licor, no era sólo almíbar. El batido, espectacular, del omnipresente mango. Aquí encuentras lo que quieras y no quieras con sabor a mango... me encanta.
Ya por la tarde-noche (oscurece a partir de las 6pm) nos volvimos a Shinjuku a contemplar el skyline desde el edificio Norte
La idea era dar una vuelta por kabukicho. Había gente como en la guerra (muchos occidentales), todo llenos de edificios iluminados y luces de néon... al más estilo peliculero.
Lo que no me gustó nada de la zona es que enseguida te acosan los conseguidores de guiris para los espectáculos eróticos. Frög flipaba. Es algo bastante molesto, a pesar de que enseguida les corto de malas maneras, si es necesario. Y es que en este barrio, al parecer, debe de haber muchos tugurios del estilo.
Total, que nos volvemos para el Hostel, que ya es bastante tarde, donde nos quedamos hasta medianoche charlando con otros mochileros de muy diferentes países: Jamaica, Corea del Sur, Francia, Taiwan, Mexico,...