La Villa es el último pueblo de la Ruta Austral, asentada en la desembocadura del río Mayer hacia el lago O´Higgins. Para entender la vida en la Villa, hay que ser conocer su lejanía.
El pueblo fue fundado en el año 1966, pero se mantuvo incomunicado por cualquier tipo de carretera hasta el año 1999, año en el que se finalizó la construcción de la actual ruta, la Austral, 1239 km que unen Puerto Montt con Villa O´Higgins. Ya no hay más carretera para continuar hacia el sur de Chile, zona ocupada por el Campo de Hielo Sur.
Una avioneta para 5 pasajeros a Cohyaique 2 veces por semana y un autobús también un par de veces por semana a Cochrane y otros tantos a Tortel, son las vías de comunicación y acceso de suministros a la Villa. Claro que, las condiciones meteorológicas no siempre permiten el funcionamiento de estos transportes.
El pueblo chileno más Cercano, Tortel, está a 150 km por ripio, que se recorren en 5 horas, puesto que en medio hay que cruzar un fiordo en barcaza. Pero, Tortel, no es más grande que Villa O´Higgins y carece también de muchos de los servicios que solemos tener a la vuelta de la esquina.
Esto significa que, algo tan simple para nosotros, como realizar una gestión en el banco, aquí requiere varios días…varias horas en bus a Cochrane, varios días de permanencia esperando bus de regreso……..
Si se trata de una gestión más compleja, que exija viajar a la capital provincial, Coyhaique, entonces ya hablamos de más de 500 km por ripio y muchas, muchas horas de viaje.

Un lugar y una situación donde resulta obligado aplicar el dicho de las gentes patagónicas: “En la Patagonia, quién se apura, está perdiendo el tiempo”
Aquí, esto es la auténtica realidad, ésta es realmente la Patagonia profunda. Donde nos vimos desprotegidos, pero al mismo tiempo nos sentimos arropados.
Donde la Patagonia se siente de verdad.
Vivir aquí, es, más que nada, una cuestión sentimental. Como la historia de Jorge, o la de Julia, que salieron de sus países, de sus casas, para recorrer mundo, y aquí se quedaron porque encontraron su lugar. Dicen que es difícil explicarlo, es la llamada de la naturaleza.
Me gustó conocer a Karol y a Peter, una encantadora pareja de jubilados norteamericanos, llenos de vitalidad, que estaban viajando por Sudamérica durante varios meses, y recorriendo la Ruta Austral en bici. Está claro que cumplir años no siempre hace perder la juventud. Con ellos, coincidimos en Candelario Mancilla, donde compartimos momentos de conversación. Y en Villa O´Higgins volvemos a coincidir.
Nuestros ánimos no están en el mejor momento. El tiempo, nublado y lluvioso no colabora. Nuestras maletas, abandonadas; nosotros seguimos con lo puesto.
Mi idea era hacer el trekking por el Valle del río Mosco, hasta el glaciar Mosco, que ocupa un día completo. Nos avisaron de un desprendimiento en la ruta que impedía llegar hasta el glaciar, pero esto no iba a ser impedimento. El inconveniente estaba en el clima.
Sin pantalón de aguas, sin ropa para cambiarnos, todo estaba en las maletas que quedaron en la aduana argentina. Como vamos a estar más días por aquí, lo dejaremos para mañana o pasado.
Aprovechamos para tomarnos un día tranquilo y descubrir secretos de este aislado lugar, de sus gentes y de sus paisajes,………charlas con la gente del pueblo, paseos por los alrededores, consultas de Internet, algo de lectura……..mientras cae la lluvia.
Horas de conversación, en las que nos vamos dando cuenta de los sentimientos de sus gentes, del amor por su tierra, por su lluvia, por sus bosques, por su agua, y por el aislamiento que les hace vivir con calma, con paciencia, con saber esperar, porque cualquier problema se termina solucionando, sólo es cuestión de tiempo.
Dicen que, sólo cuando llueve, estás conociendo la auténtica Patagonia. Esta Patagonia es auténtica del todo.
Los habitantes de la Villa aman la lluvia, están enamorados de su agua y de su verdor, y eso se lo deben a su lluvia, es la esencia del lugar.
Mejora el tiempo…….no mucho……en la húmeda región de Aysén, la lluvia es una compañera incansable.
No se nos ocurrió mejor idea que alquilar unas bicis para recorrer los alrededores del pueblo. Aunque…….¡Como no tenían remos, .............. hicimos lo que pudimos!.

Nos internamos en los bosques de la Patagonia húmeda, en sus ríos, sus lagos, contemplando sus montañas, descubriendo nuevas flores y nuevos árboles, desconocidos para nosotros hasta entonces. Empezando a conocer el coigüe, ese árbol característico de Aysén. Descubriendo nuevos animalitos, que se pasean por los bosques. Un paisaje en un verde rotundo, que cualquier tímido rayo de sol hace brillar intensamente.





Cada vez son más las personas que recorren la Ruta Austral en bici. Experimentamos un poco esa sensación. Empezamos con mucho entusiasmo, pero, pedalear por ripio bajo la lluvia, pronto hizo descender nuestro nivel de entusiasmo. ¡Qué duro debe de ser recorrerla durante días y días!

Cuando hablamos de la Patagonia, muchas veces pensamos sólo en Argentina…….en esas pampas infinitas, en llanuras llenas de ovejas, en las montañas de nieves perpetuas. Pero existe esta otra Patagonia, la chilena, la región de Aysén…….una región olvidada, incomunicada, encerrada entre agua. Agua de sus lagos y fiordos, y agua helada de sus Campos de Hielo, que impiden las conexiones, tanto hacia el norte como hacia el sur de su país. Una región de Aysén que se siente auténticamente patagónica, más unida a su país de verdad, La Patagonia, (compartida con Argentina), que a su país político (Chile).

El puente sobre el río Mayer fue un hito en su día. Antes se cruzaba en un cable, que todavía podemos observar.

Llegando a Villa O´Higgins por la Ruta Austral

Nuestras maletas: Hans se había comprometido a arreglarnos el transporte para salir de O´Higgins cuando llegasen las maletas. Lo hemos buscado y no ha aparecido. Tampoco contesta al móvil.
Al día siguiente, otra mañana de lluvia continua ……..relax………conversación.
Tarde nublada, sin lluvia. Aprovechamos para recorrer a pie los senderos de los alrededores del pueblo.
Sendero al Cerro Santiago:
Sólo subiendo un poco, ya llegamos a un mirador sobre la Villa y las montañas que la rodean. Pero, se trata de seguir ascendiendo por el sendero hasta lo alto del cerro. Subimos y subimos por un camino extremadamente resbaladizo, entre la exuberante vegetación de la región. Cada día descubro plantas nuevas.

Termina resultando muy peligroso, por lo que no conseguimos llegar hasta lo más alto.
Las vistas desde arriba, con muchas nubes.


Sendero Altavista:
Un sendero en medio del bosque, acompañados por los pajarillos, durante el que disfrutamos de algunas vistas, pasando por varios miradores, como el mirador sobre el glaciar Mosco, otro sobre el valle del río Mayer, y el mirador de la laguna El Loco.

Ruta en GPS: es.wikiloc.com/ ...id=3793984
Tema maletas:
Por la tarde, nuevas noticias. Se suspende la navegación de los pobladores (ésa que estaba tan confirmada, que era tan segurísimo que saldría), retrasando el envío de maletas hasta la siguiente navegación para turistas. Más días sin maletas. Menos mal que en diciembre ya opera la Quetru 2 veces por semana.
Cambiamos planes. Nos vamos mañana a Caleta Tortel, como preveíamos inicialmente. Pedimos que nos envíen las maletas por un transporte cuando sea posible. Hay que confiar.
¡Será posible sobrevivir una semana con lo puesto!. No resulta tan incómodo lavar la ropa por la noche y dejarla secando en la estufa. Además, nos han prestado cargadores para poder recargar la batería de los móviles.
Al final, nos vamos sin haber hecho la ruta del glaciar Mosco por la lluvia, y me da bastante rabia, pues era nuestro principal objetivo en Villa O´Higgins.
Noche de conversación con Fili. Ya nos hemos adaptado al pueblo, ya entendemos su sentir, su forma de vida, y ¡qué penita nos da marcharnos!
En la Villa hay varias opciones de alojamiento. Acertamos eligiendo El Mosco. Nos sentimos como en casa. Compartimos buenas charletas con sus chicas: Fili, Marcela y Julia.