Nos dirigimos desde la estación a nuestro hotel en Rávena, el Hotel Italia en Viale Pallavicini, 4/6, a 5 minutos andando desde la parada del autobús. Mientras hacemos el recorrido mi acompañante me felicita por lo bien que ha ido el desplazamiento desde el puerto y lo bien organizado que lo tenía y yo le confieso que ha habido momentos en los que no me llegaba la camisa al cuerpo. Bueno, el tiempo dedicado a este menester ha sido satisfactoriamente empleado a la postre y un sentimiento de orgullo me recorre el espinazo porque uno tiene su corazoncito también.
Llegamos al hotel, presentamos en recepción la reserva y, como suponemos que a esa hora no tendrán aún preparada la habitación, solicitamos dejar las maletas allí y marcharnos a visitar la ciudad. Ciertamente la habitación aún no está y tienen una sala para dejar equipaje por lo que obramos en consecuencia. Son como las 09:15 de la mañana de un lunes y todavía es pronto para ponernos a patear las calles por lo que mi acompañante propone hacer el checkin on line del vuelo de mañana en Bolonia. Así, lo hacemos sentados en los sillones de recepción y aprovecho también para mirar algún correo del trabajo. Para variar, me encuentro algunos “marrones” urgentes sucedidos a finales de la semana pasada y me toca hacer algunas llamadas para solucionar los desaguisados. A lo tonto se pasa una hora entera y antes de las 10:30 horas por fin salimos a explorar otro de los hitos de este viaje, la ciudad de Rávena.
Rávena es una ciudad italiana en la región de Emilia-Romaña. Está situada en la llanura nororiental a pocos kilómetros del mar Adriático. Rávena es famosa por sus monumentos bizantinos y paleocristianos, que revelan su origen antiguo y su papel histórico en el desarrollo italiano. En Rávena se encuentra enterrado Dante Alighieri, autor de La divina comedia.
En los orígenes de Rávena los romanos la aceptaron en la República como una ciudad federada en el año 89 a. C. En el 49 a. C., fue el lugar en el que Julio César reunió sus tropas antes de cruzar el Rubicón. En el año 402 fue la capital del Imperio romano de Occidente, pues el emperador Honorio trasladó aquí la corte imperial. Sin embargo, en 409, el rey visigodo Alarico I evitó Rávena, y marchó a saquear Roma y tomar como rehén a Gala Placidia, hija del emperador Teodosio I. Después de muchas vicisitudes, Gala Placidia regresó a Rávena con su hijo, el emperador Valentiniano III y con el apoyo de su sobrino, Teodosio II. Rávena disfrutó de un periodo de paz sin precedentes, durante el cual floreció la religión cristiana, y la ciudad obtuvo sus monumentos más famosos.
En 476, cayó el Imperio romano de Occidente. El emperador oriental, Zenón, envió al rey ostrogodo Teodorico el Grande a recuperar la península italiana, convirtiéndose en la capital del reino ostrogodo de Italia y una de las plataformas de intercambio clave en los siglos VI y VII, siendo el principal puerto de la costa adriática italiana. Después de las conquistas de Belisario para el emperador Justiniano I en el siglo VI, Rávena se convirtió en sede del gobernador romano oriental de Italia, el Exarca, y fue conocido como el Exarcado de Rávena. En 751 el rey lombardo Astolfo tuvo éxito a la hora de conquistar Rávena, acabando de esta manera con el gobierno romano oriental en el norte de Italia. El rey Pipino de Francia atacó a los lombardos a las órdenes del papa Esteban II y Rávena se convirtió entonces en territorio de los Estados Pontificios en 784. A su vez, el papa Adriano I autorizó al rey Carlomagno a tomar de Rávena cualquier cosa que quisiera y éste hizo tres expediciones de expolio a Rávena, llevándose una gran cantidad de columnas romanas, mosaicos, estatuas, y otros objetos muebles para enriquecer su capital, Aquisgrán. En el siglo XV pasó a los venecianos y tras el desmoronamiento de la Serenísima fue parte de los Estados Pontificios hasta 1859, cuando Rávena y la zona de la Romagna pasaron a formar parte del nuevo reino de Italia, unificado en 1861.
El recorrido previsto para hoy es el siguiente:
. Iglesia de San Apollinare Nuovo
. Tumba de Dante
. Baptisterio neoniano
. Capilla de San Andrés
. Museo Arzobispal
. Catedral
. Iglesia de San Vitale de Rávena
. Mausoleo de Galla Placidia
. Piazza Popolo
En cuanto a los baños públicos:
- Viale Giorgio Pallavicini
- Via Giuseppe Pasolini, 18
- Largo Giustiniano
- Piazza Francesco Baracca
En Rávena se conserva el más rico patrimonio de mosaicos bizantinos de los siglos V y VI. Por ello fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1996.Los monumentos y edificios que en particular han sido señalados son ocho:
1. La Basílica de San Apollinare Nuovo
2. El Baptisterio Neoniano
3. La Capilla de San Andrés
4. La Basílica de San Vitale
5. El Mausoleo de Galla Placidia
6. El Baptisterio de los Arrianos
7. El Mausoleo de Teodorico
8. La Basílica de San Apollinare in Classe
Para visitar los primeros 5 monumentos, se necesita comprar un ticket único que permite la entrada a todas las iglesias y recintos. Este billete cuesta 12,50 euros y se puede adquirir físicamente tanto en San Apolinar Nuevo como en el Palacio Arzobispal (también se puede comprar on-line). Por las pequeñas dimensiones del Baptisterio Neoniano y el Mausoleo de Galla Placidia se asigna un tramo horario para su visita en el momento de la compra del billete. El horario general en verano es de 09:00 a 19:00. Más información en www.ravennamosaici.it
Los 3 monumentos restantes tienen coste aparte y los 2 últimos están algo alejados de lo que es el centro urbano. Por tal motivo nosotros los descartamos.
Dado que la Basílica de San Apolinar Nuevo está al lado de nuestro hotel comenzamos por aquí la ruta. Llegamos, compramos la entrada combinada y la taquillera nos solicita la hora de visita para el Baptisterio Neoniano y Galla Placidia. Conocedor de este extremo y habiendo planificado la ruta por anticipado ya dispongo de unas horas aproximadas de visita y así lo hago saber para que se reflejen en el billete. A la postre, cuando fuimos a visitar estos 2 recintos, no le hicieron mucho caso y eso que entramos más pronto o más tarde de lo que correspondía. Por tanto, de cara a futuros viajeros, no os agobiéis en ese aspecto.
Sin más preámbulos entramos en San Apollinare Nuovo.
La Basílica de Sant’Apollinare Nuovo fue erigida entre 493 y 526 por el rey ostrogodo Teodorico. En el interior, las paredes laterales están completamente cubiertas con mosaicos brillantes y en la nave central los mosaicos se dividen en tres bandas: la banda superior representa escenas de la vida de Cristo, la banda central representa Santos y Profetas y la inferior representa el Palacio de Teodorico. Esta decoración particular hace que la mirada del espectador siga hacia el altar de la iglesia, en el ábside. En el lateral izquierdo casi llegando al altar aparecen las figuras de los Reyes Magos y se dice que es la primera vez que aparecen sus nombres por escrito en una representación artística.
Desde la asignatura de Historia del Arte en el extinto COU llevo esperando este momento. Cuando tocó este periodo histórico y lo relacionado con los mosaicos bizantinos recuerdo que la visión de los mismos me impactó, tanto por su dicotomía sencillez- complejidad de ejecución como por la carga emotiva que transmitían dentro de su aparente hieratismo. Y la idea de visitarlos en algún momento de la vida se quedó ahí en el tintero, hasta ahora.
Es un Lunes cualquiera por la mañana y eso se nota porque apenas hay nadie en el interior. Por fin una visita con tranquilidad! Me quedo arrobado con la vista en lo alto intentando abarcar con la mirada cada tesela, cada dorado para luego trazar la perspectiva y crear un todo unido. No hay palabras para describir este torrente de emociones en este entorno con tantos siglos de antigüedad. “Historia magistra vitae et testis temporum”, que proclamaba el orador romano Marco Tulio Cicerón.
Hay que decir que la evolución del mosaico romano al mosaico bizantino abarca 2 aspectos. Por un lado, la tradición romana circunscribía el uso del mosaico a la decoración de suelos mientras que en la bizantina el mosaico abarca todas las zonas posibles, desde paredes a bóvedas. Por otro lado, el mosaico romano está compuesto de teselas compuestas por materiales calcáreos opacos sobre superficies planas mientras que el bizantino usa materiales vítreos brillantes y coloreados los cuales se insertan en el mortero de forma irregular lo que favorece la refracción de la luz y que la misma vaya cambiando según la hora del día o la posición del observador.
Cada uno vamos por nuestro lado y nos encontramos al final a la altura del ábside. Saco la chuleta y le endilgo a mi acompañante una clase magistral sobre el objeto que nos ocupa. Alrededor hay un grupo de compatriotas que, discretamente, se van aproximando a pegar la hebra. Bueno, yo soy de la escuela de Petete (el libro gordo te enseña, el libro gordo entretiene...) y no me importa.
Para más abundamiento, las 2 versiones:
Petete -
Pedrete -
Acabo la disertación y una señora del grupo se acerca y me resalta que se ha leído varias guías sobre este tema y ninguna de ellas se recogía, por ejemplo, el tema de los Reyes Magos a los que he aludido durante el discurso. Me da las gracias y se va con su grupo. Henchido de orgullo me hallo.
Según se sale del interior de la Basílica, a mano izquierda y junto a los aseos, dentro del propio recinto hay una sala de exposiciones subiendo unas escalera que acoge una permanente: LA BELLEZZA CH’IO VIDI. LA DIVINA COMEDIA Y LOS MOSAICOS DE RAVENA, que expone la conexión entre los mosaicos de Rávena y la obra de Dante Alighieri.
La exposición tiene como objetivo documentar la influencia de los mosaicos de Rávena en la obra de Dante y la fuente de inspiración que representaron para él mientras escribía la “Divina Comedia”. Más de 20 paneles luminosos explican las numerosas conexiones entre los mosaicos y los versos de la Divina Comedia: Justiniano en el canto 6 del Paraíso, el desfile en el canto 29 del Purgatorio que recuerda el de los mártires de Sant'Apollinare Nuovo o las estrellas al final de los tres cánticos de la Divina Comedia que recuerdan los ambientados en el Mausoleo de Galla Placidia.
Recomiendo encarecidamente su visita porque hay reproducciones con una calidad y definición excelente de mosaicos de otras Iglesias de la ciudad. Así, lo que luego veremos a lo lejos aquí se puede admirar en primer plano y eso que gana uno en detalles.
Finalizado San Apolinar nuestros pasos nos llevan a la tumba de Dante. El mausoleo está abierto de 10:00 a 19:00 horas y la entrada es gratuita.
Dante Alighieri fue un poeta y escritor italiano conocido por escribir la Divina comedia, una de las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval al renacentista y una de las cumbres de la literatura universal. Junto a Petrarca y Boccaccio, forma el triunvirato de las letras renacentistas italianas. Aunque hizo su vida principalmente en Florencia vino a morir en 1321 en Rávena y aquí han permanecido sus restos pese a los intentos de la capital toscana para que regresaran. Aun así, para recordar Florencia y Toscana hay en el mausoleo una lámpara votiva alimentada con aceite de oliva de los Apeninos toscanos que viene donado cada año el segundo domingo de septiembre por la ciudad florentina. "La offerta dell’olio" se llama la ceremonia. Por último decir que la campana que se encuentra en el jardín toca 13 veces todos los días cuando se cierra el mausoleo como homenaje al escritor que murió un día 13.
Es un sitio sobrio que invita a la reflexión. Leo a mi acompañante unos versos de la Divina Comedia que traía para la ocasión por aquello de entrar en materia y contexto. Por ejemplo:
Mi alma está sedienta de aquel río cuyo dulce recuerdo tengo en mi mente.
Dichoso aquel que comprende lo que significa el eco de un suspiro.
Ningún dolor más grande que el de acordarse del tiempo dichoso en la desgracia.
Al lado de la tumba hay un pequeño jardín y un montículo cubierto de hiedra donde reza que estuvieron sus restos desde el 23 de marzo de 1944 hasta el 19 de diciembre de 1945. Mientras conversamos sobre el particular se acerca otro compatriota para soltar el chascarrillo de que a saber si es verdad que estuvieron ahí o no. Sonrisa de circunstancias y respuesta trufada de obviedades.... Hoy parece que tenemos imán para atraer a los españoles por el mundo.
Próximos a este punto están la plaza y la basílica de San Francisco. La plaza tiene su encanto y la iglesia invitaba en su exterior a acceder a su interior pero como andamos algo escasos de tiempo y llega la hora de visita al Baptisterio Neoniano lo dejamos para la vuelta (luego regresamos por otra ruta por lo que se quedaron sin ver con mayor tranquilidad).
El baptisterio, de planta octogonal, fue construido por el obispo Neone a mitad del siglo V sobre una antigua terma romana. Es único en su categoría pues ningún edificio bautismal antiguo ha conservado hasta hoy de manera tan perfecta tanto la estructura arquitectónica como la decoración interior que se inspira en el significado teológico y místico del bautismo: en la zona central, en la cúpula, se representa el bautismo de Cristo.
Llegamos un par de minutos antes de la hora asignada pero nos escanean la entrada y nos dejan pasar sin problema. El recinto es pequeño y en el centro está la pila bautismal. A su alrededor hay unas sillas puestas alrededor de las paredes lo que permite sentarse para admirar con tranquilidad la maravillosa decoración de la cúpula que tiene todo lujo de detalles. Aunque se supone que la visita está estipulada en 5 minutos para que no se aglomere mucha gente nos quedamos un buen rato paseando y admirando el conjunto que se nos ofrece a la vista.
A continuación paseamos otro rato hasta llegar al siguiente punto de interés, la Capilla Arzobispal o de San Andrés, dentro del Palacio Arzobispal.
Construida a principios del siglo V en tiempos del rey ostrogodo Teodorico por el arzobispo Pedro II, sirvió como oratorio privado para los obispos de la época. Después de la conquista de la ciudad por los bizantinos, la capilla fue consagrada a San Andrés, cuyos restos fueron llevados a Rávena desde Constantinopla a mediados del siglo VI. El pequeño oratorio está dedicado al Salvador, y todo el sistema decorativo glorifica su imagen, coherente con una interpretación antiarriana. Cristo, vestido de guerrero, con una cruz al hombro, su monograma y su rostro, destacan en varios puntos de la capilla. Las imágenes de mártires, apóstoles y evangelistas también contribuyen a subrayar este intento de glorificación, como de reclamar la supremacía de la ortodoxia católica. Destaca la inscripción en latín en un mosaico “O aquí nació la luz o fue hecha cautiva, aquí reina libremente” (“Aut lux hic nata est aut capta hic libera regnat”) que se refiere a la luz ortodoxa, en marcado contraste con el arrianismo. Esta luz es concebida como una máquina de transfiguración de la luz material a la espiritual. Por último, la decoración del techo del zaguán es de gran hermosura pues se compone de un conjunto de flores de lirios, que entrelazándose encierran 101 pequeños pájaros en pleno vuelo.
Otro lugar donde dejar pasear la vista y emocionarse con el conjunto de teselas que van conformando las zonas de mosaico. Aquí tampoco hay demasiada gente y se está bastante a gusto. Se quedaría aquí uno mucho más tiempo empapándose de cada rincón pero hay que seguir camino.
El desarrollo del resto del viaje por la ciudad de Rávena proseguirá en la siguiente etapa.