Regresamos al puerto y ya hay una riada de gente volviendo como nosotros para coger el tender correspondiente. Nos ponemos en la cola y la naviera ha tenido la buena idea de ofrecernos agua para hacer más llevadera la espera. Al 2º tender ya nos toca y procedemos a subir al mismo.
Rápidamente subimos al camarote a dejar los trastos y bajamos al bufé para comer antes de que llegue todo el mundo y aquello se ponga imposible tanto para coger mesa como para acceder a los alimentos. Pillamos emplazamiento relativamente en poco tiempo y nos lanzamos a llenarnos los platos.
Puesto que el barco no zarpará hasta por lo menos las 17:00, porque el último tender sale a las 16:00 pensamos en qué echar este rato de sobremesa. Yo me marcho al gimnasio y mi acompañante, que ya se ha hecho al barco y su rutina, me comenta que compaginará tumbona con piscina, jacuzzi y lo que se tercie. Tenemos la suerte de pillar hamacas a estribor junto a los ventanales de la cubierta 14 y ésta será un muy buen centro de operaciones para el visionado de la navegación por el fiordo de Kotor.
Al volver del gimnasio me acerco a popa. Seguimos anclados en la bahía y queda poco para zarpar. Delante se encuentra la silueta del puerto de Kotor así como una parte de la muralla y más arriba las montañas que rodean la ciudad.
Inevitablemente viene a mi memoria una parecida estampa y situación allá por el mes mayo del año pasado y con la ciudad noruega de Geiranger como protagonista. Me acodo en la borda y dejo que los recuerdos me invadan.
El barco va dejando paulatinamente las cercanías de Kotor y lentamente va saliendo de lo más profundo del fiordo. La vista de la orilla es espectacular y su contemplación nos mantiene en silencio un buen rato. Beatus ille, que diría el poeta latino Horacio.
La idea es esperar hasta llegar a las inmediaciones de la ciudad de Perast (45 minutos más o menos desde la salida) y en ese momento subir a cubiertas superiores para tener una buena panorámica de la zona y de las bocas de Kotor. La navegación por este fiordo es uno de los hitos del itinerario y uno de los motivos por el que reservamos este viaje.
Al sureste de la costa adriática, la bahía de Kotor está rodeada por 2 macizos, el Lovcen y el Orjen, de los Alpes Dináricos, una cadena montañosa de 645 kms que se extiende a lo largo de la costa. La entrada por mar a la primera parte de las bocas se hace por el estrecho de Ostro entre la delgada península croata de Prevlaka, y la ancha península montenegrina de Lustica. Un poco después se alcanza el estrecho de Verige, que separa 2 penínsulas interiores, y donde la bahía tiene su punto más estrecho, unos 340 metros. Pasada esta garganta, se encuentra la recta final de esta brecha que penetra 28 kms tierra adentro, y que no es otra cosa que el cañón sumergido de un antiguo río, el Bokelj.
La superficie total de la bahía es de 83'7 kms cuadrados, la profundidad máxima es de 60 metros, con una media de 27m y la longitud total de costa de las bocas de Kotor es de 105'7 kilómetros.
Mi acompañante tiene el móvil en modo avión pero, misteriosamente, el Google Maps del terminal funciona lo suficiente como para que vaya indicando por dónde vamos de manera que podemos calcular la aproximación a la islita de Nuestra Señora de las Rocas junto a Perast y cuando llega el momento subimos.
[align=center]PUERTO DE PERAST E ISLOTE DE LA VIRGEN DE LAS ROCAS EN EL FIORDO DE KOTOR
Perast es una localidad de Montenegro situada en la Bahía de Kotor, en la orilla del Adriático, a pocos kilómetros al noroeste de Kotor. Destaca por su rico casco histórico lleno de antiguos palacios e iglesias.
La Virgen de las Rocas es un islote artificial resultado de la acumulación del hundimiento de barcos reaprovechados por los marineros, así como de material rocoso. Allí se construyó un santuario en advocación a la Virgen de la Asunción y luego una iglesia de estilo bizantino con toques barrocos. Es también patrimonio de la Humanidad.
[/align]
El mar está calmado, hace una tarde muy buena y la mayoría del pasaje está por allí observando el discurrir del barco por el fiordo. Foto va, foto viene y nos vamos aproximando a los puntos más estrechos del trayecto. La experiencia es muy gratificante y el vernos pasar con los farallones a ambos lados y tan pegados no se puede describir ni con imágenes ni con palabras.
Seguimos por el fiordo pero ya en zonas más abiertas por lo que decidimos volver a las hamacas y seguir contemplando el paisaje desde las mismas acompañado de un rico heladito. No es mi intención criticar, porque cada uno vive sus vacaciones como quiere, pero me pareció curioso ver gente que ni se había movido del jacuzzi o la tumbona durante la navegación por el fiordo. Se supone que la navegación por estos parajes es de lo más interesante del viaje pero debe ser que hay gente que tiene otras prioridades.
Si me preguntaras, estimado lector, mi opinión acerca del fiordo te respondería lo siguiente: si nunca has visto uno la verdad es que impresiona pero si has visto otros anteriormente la comparación es un tanto odiosa porque hay diferencias notables según mi punto de vista. Los noruegos, que son los que conozco, son mucho más majestuosos porque las montañas son mucho más altas y los barcos van más encajonados, siendo otro factor determinante la existencia de nieve y cascadas de agua a lo largo del recorrido. Pero, insisto, y de cara a futuros viajeros, la experiencia es muy satisfactoria con o sin previas experiencias.
A lo tonto se ha pasado la tarde en un santiamén y toca pasarse por el camarote para prepararse para la noche. Hoy además el código de vestimenta sugiere que te vistas con lo mejor y eso intentaremos pero aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Es la triste realidad porque de donde no hay, no se puede sacar.
Mientras toca turno de ducha vuelvo a sintonizar la RAI en la televisión de la cabina y la primera noticia del telediario es el temporal y los destrozos efectuados en la región de la Emilia - Romagna. Hablan de cortes ferroviarios y de carreteras y pasado mañana llegamos nosotros allí. A ver qué panorama nos encontramos.
Acotación: paradójicamente, mientras escribo estas líneas (último día del mes de octubre de 2024) sobre los sucesos de hace más de un mes en otras tierras, aquí en España hemos sufrido los embates de una DANA que está dejando cuantiosas pérdidas personales de por medio, que es lo más importante y lo más penoso, y con daños materiales también sin cuento. Un recuerdo desde esta sencilla tribuna para todas estas vidas que ya no están con nosotros.
Lo que pasó en lo que resta de jornada será contado en la próxima etapa.