He estado dudando hasta el último momento acerca de publicar o no esta etapa pero al final he optado por hacerlo porque en ella reflejo información que puede ser de utilidad a quien en el futuro pueda hallarse en la misma situación y sepa lo que se puede encontrar. De todas formas, si los administradores de este foro consideran que no procede por la propia idiosincrasia del foro procedo a su eliminación (y me indiquen cómo hacerlo).
Este viaje ha sido muy agridulce. Muy dulce porque hemos recorrido unos lugares y vivido unas experiencias que te llenan en todos los sentidos, se ha descansado de la vorágine de un año complicado y, además, se ha compartido en muy buena compañía. Muy agrio porque el viaje no se ha hecho con quien en un principio estaba previsto.
Como comenté en la etapa de organización el viaje lo cerramos en octubre del año pasado. En diciembre recibimos una noticia devastadora: a mi mujer se le había reproducido el cáncer y se le había extendido. Recuerdo en los primeros días que ella echaba sus cuentas de todo el proceso comparándolo con la vez anterior (quimio, operación, radio, recuperación…) y estaba convencida de que para mediados de septiembre de este año se habría recuperado lo suficiente como para hacer el viaje. Pero cuando la cosa ya se vio que se complicaba incluso me dijo que si ella no podía ir que no se perdiera el viaje y que yo sí me fuera. Le contesté con un nudo en el estómago que lo importante en ese momento era la curación y que las vacaciones eran absolutamente secundarias. Ahí se quedó…
La cosa no remontó y en febrero nos dejó. Pasados los primeros momentos del duelo desgraciadamente toca hacer burocracia de todo tipo, incluida el solicitar la cancelación del viaje. Me puse en contacto con mi agente con la intención de anularlo pero también barajando la opción de continuar por cumplir en un momento dado lo que en su día ella me comentó. Mi agente me dijo que no me preocupara, que preguntaba a unos y otros y que ya con las respuestas decidiera como mejor me sintiera, teniendo en cuenta además que habíamos contratado un seguro para todo el viaje. De la información recabada las conclusiones fueron las siguientes:
• Con la naviera ningún problema en la anulación y si quisiera continuar con el viaje con otra persona el cambio de pasajero no tendría coste.
• Con los hoteles tampoco habría problema puesto que se habían reservado con cancelación gratuita.
• Con los vuelos la historia cambió. El seguro, CASER, responde que reembolsa los vuelos de mi mujer sin ningún problema pero que mis vuelos no, y aquí está el detalle, porque yo sigo vivo y, objetivamente hablando, podría volar perfectamente. Mi agente no da crédito a la respuesta y les responde que esto es un caso de viaje en pareja y que es perfectamente plausible que la parte superviviente no quiera ya hacer dicho viaje pero ellos se enrocan y no hay nada que hacer. Lo tantean también directamente con IBERIA y la respuesta es la misma. Ignoro si es así o no la cuestión, legalmente hablando, y si CASER o IBERIA podrían haber hecho algo más al respecto, pero como trato al cliente y empatía por unos billetes para dentro de 6 meses no lo veo humano, por decir algo (independientemente de su legalidad, insisto). A raíz de esto, salvo que no haya más remedio, a mí IBERIA ya me ha perdido como cliente y otro tanto la aseguradora CASER, la peor de las dos empresas. Por tanto, si siguiera adelante el viaje mi posible acompañante debería sacarse vuelos nuevos pero si se cancelara yo perdería el dinero de mis billetes de avión (que tampoco me habría importado, llegado el caso).
Obtenida la información mi primer impulso es cancelar todo porque no tengo ánimos en esos momentos para nada pero ambas familias me animan a seguir con el viaje porque, me dicen, de aquí a 6 meses el dolor será más llevadero, la vida sigue y el viaje también me va a venir bien para recuperarme del trance. Le doy mil vueltas y me convencen pero no es plan de ir con cualquiera y amargarle el viaje, llegado el caso, por las presumibles bajonas que pueda tener recordando a quien ya no está. Se lo planteo a un amigo de la infancia por si se quiere apuntar, pueda disponer de esos días y también afrontarlo económicamente, porque tampoco es un viaje barato, y si me dijera que no pues se anula y ya está. Mi amigo se lo piensa porque nunca ha viajado en crucero y se marea en los barcos pequeños que ha cogido hasta la fecha pero me da el O.K, replanifica días de vacaciones y tiramos para adelante.
A continuación se hace el cambio de pasajero con la naviera, el cual es inmediato y se contratan los nuevos vuelos que, afortunadamente, sólo han subido en total 60 euros en total con respecto a los que se compraron 5 meses antes. Como los hoteles estaban reservados a mi nombre tampoco había problema en este sentido.
He narrado todo esto con cierto detalle para, como decía al principio, guiar de alguna forma a otros viajeros que se puedan ver en esta tesitura, aconsejando una vez más que se contrate seguro para cubrir ésta o cualquier otra contingencia (independientemente del resultado no del todo satisfactorio descrito) porque, desgraciadamente, la vida da muchas vueltas y nadie está exento de que le ocurra cualquier cosa en cualquier momento.
Por último, he de decir que, visto en perspectiva, la decisión de seguir con el viaje creo que ha sido acertada. La mera planificación del mismo me ha permitido tener la cabeza ocupada en otras cosas y el vivirlo junto a un amigo de toda la vida no ha paliado la ausencia pero sí ha hecho la experiencia más llevadera. Porque ha habido muchas lágrimas pero también mucho disfrute y diversión dentro de la situación existente y el recorrido, las experiencias y los buenos momentos quiero creer que al final los hemos vivido 3 personas, una siempre en el recuerdo y nosotros 2 en persona y también en su nombre.
Por eso no voy a aconsejar, porque estas situaciones son intensamente personales y cada persona tiene su particular forma de ver las cosas, pero sí exponer mi experiencia y mis sentimientos en el sentido de que en una situación de este tipo el hacer de todas formas el viaje con la falta de tu media naranja puede ser beneficioso para el proceso de curación interior que conlleva una pérdida de esta índole. Al menos ésa ha sido mi vivencia.
Compartido queda y agradezco la oportunidad a este foro de “Los Viajeros” por haber podido narrar este viaje tan especial. También a ti, querido lector, el haber llegado hasta aquí compartiendo de alguna forma conmigo el discurrir de este relato.
Acta est fabula.
Este viaje ha sido muy agridulce. Muy dulce porque hemos recorrido unos lugares y vivido unas experiencias que te llenan en todos los sentidos, se ha descansado de la vorágine de un año complicado y, además, se ha compartido en muy buena compañía. Muy agrio porque el viaje no se ha hecho con quien en un principio estaba previsto.
Como comenté en la etapa de organización el viaje lo cerramos en octubre del año pasado. En diciembre recibimos una noticia devastadora: a mi mujer se le había reproducido el cáncer y se le había extendido. Recuerdo en los primeros días que ella echaba sus cuentas de todo el proceso comparándolo con la vez anterior (quimio, operación, radio, recuperación…) y estaba convencida de que para mediados de septiembre de este año se habría recuperado lo suficiente como para hacer el viaje. Pero cuando la cosa ya se vio que se complicaba incluso me dijo que si ella no podía ir que no se perdiera el viaje y que yo sí me fuera. Le contesté con un nudo en el estómago que lo importante en ese momento era la curación y que las vacaciones eran absolutamente secundarias. Ahí se quedó…
La cosa no remontó y en febrero nos dejó. Pasados los primeros momentos del duelo desgraciadamente toca hacer burocracia de todo tipo, incluida el solicitar la cancelación del viaje. Me puse en contacto con mi agente con la intención de anularlo pero también barajando la opción de continuar por cumplir en un momento dado lo que en su día ella me comentó. Mi agente me dijo que no me preocupara, que preguntaba a unos y otros y que ya con las respuestas decidiera como mejor me sintiera, teniendo en cuenta además que habíamos contratado un seguro para todo el viaje. De la información recabada las conclusiones fueron las siguientes:
• Con la naviera ningún problema en la anulación y si quisiera continuar con el viaje con otra persona el cambio de pasajero no tendría coste.
• Con los hoteles tampoco habría problema puesto que se habían reservado con cancelación gratuita.
• Con los vuelos la historia cambió. El seguro, CASER, responde que reembolsa los vuelos de mi mujer sin ningún problema pero que mis vuelos no, y aquí está el detalle, porque yo sigo vivo y, objetivamente hablando, podría volar perfectamente. Mi agente no da crédito a la respuesta y les responde que esto es un caso de viaje en pareja y que es perfectamente plausible que la parte superviviente no quiera ya hacer dicho viaje pero ellos se enrocan y no hay nada que hacer. Lo tantean también directamente con IBERIA y la respuesta es la misma. Ignoro si es así o no la cuestión, legalmente hablando, y si CASER o IBERIA podrían haber hecho algo más al respecto, pero como trato al cliente y empatía por unos billetes para dentro de 6 meses no lo veo humano, por decir algo (independientemente de su legalidad, insisto). A raíz de esto, salvo que no haya más remedio, a mí IBERIA ya me ha perdido como cliente y otro tanto la aseguradora CASER, la peor de las dos empresas. Por tanto, si siguiera adelante el viaje mi posible acompañante debería sacarse vuelos nuevos pero si se cancelara yo perdería el dinero de mis billetes de avión (que tampoco me habría importado, llegado el caso).
Obtenida la información mi primer impulso es cancelar todo porque no tengo ánimos en esos momentos para nada pero ambas familias me animan a seguir con el viaje porque, me dicen, de aquí a 6 meses el dolor será más llevadero, la vida sigue y el viaje también me va a venir bien para recuperarme del trance. Le doy mil vueltas y me convencen pero no es plan de ir con cualquiera y amargarle el viaje, llegado el caso, por las presumibles bajonas que pueda tener recordando a quien ya no está. Se lo planteo a un amigo de la infancia por si se quiere apuntar, pueda disponer de esos días y también afrontarlo económicamente, porque tampoco es un viaje barato, y si me dijera que no pues se anula y ya está. Mi amigo se lo piensa porque nunca ha viajado en crucero y se marea en los barcos pequeños que ha cogido hasta la fecha pero me da el O.K, replanifica días de vacaciones y tiramos para adelante.
A continuación se hace el cambio de pasajero con la naviera, el cual es inmediato y se contratan los nuevos vuelos que, afortunadamente, sólo han subido en total 60 euros en total con respecto a los que se compraron 5 meses antes. Como los hoteles estaban reservados a mi nombre tampoco había problema en este sentido.
He narrado todo esto con cierto detalle para, como decía al principio, guiar de alguna forma a otros viajeros que se puedan ver en esta tesitura, aconsejando una vez más que se contrate seguro para cubrir ésta o cualquier otra contingencia (independientemente del resultado no del todo satisfactorio descrito) porque, desgraciadamente, la vida da muchas vueltas y nadie está exento de que le ocurra cualquier cosa en cualquier momento.
Por último, he de decir que, visto en perspectiva, la decisión de seguir con el viaje creo que ha sido acertada. La mera planificación del mismo me ha permitido tener la cabeza ocupada en otras cosas y el vivirlo junto a un amigo de toda la vida no ha paliado la ausencia pero sí ha hecho la experiencia más llevadera. Porque ha habido muchas lágrimas pero también mucho disfrute y diversión dentro de la situación existente y el recorrido, las experiencias y los buenos momentos quiero creer que al final los hemos vivido 3 personas, una siempre en el recuerdo y nosotros 2 en persona y también en su nombre.
Por eso no voy a aconsejar, porque estas situaciones son intensamente personales y cada persona tiene su particular forma de ver las cosas, pero sí exponer mi experiencia y mis sentimientos en el sentido de que en una situación de este tipo el hacer de todas formas el viaje con la falta de tu media naranja puede ser beneficioso para el proceso de curación interior que conlleva una pérdida de esta índole. Al menos ésa ha sido mi vivencia.
Compartido queda y agradezco la oportunidad a este foro de “Los Viajeros” por haber podido narrar este viaje tan especial. También a ti, querido lector, el haber llegado hasta aquí compartiendo de alguna forma conmigo el discurrir de este relato.
Acta est fabula.
Kansas – Dust in the wind.