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Después de la ruta al Tatio y comer en El Adobe nos quedaba la tarde libre y había que aprovecharla porque también era nuestra última tarde en San Pedro.
Pensamos hacer el circuito Laguna Cejar, Ojos del Salar y Laguna Tebinquinche. Con esa misma combinación son muchas las agencias que ofrecen esa excursión.
Dedicadas, fundamentalmente, a que la gente se bañe en Laguna Cejar y la puesta de sol en Tebinquinche.
Nosotros íbamos un poco por delante.
Las lagunas a visitar se encuentran dentro del Salar de Atacama. Al igual que la Laguna Chaxa que visitamos el día anterior.
Por tanto hay que retomar la ruta Ch 23 dirección Toconao. Hay que desviarse en la indicación pertinente, como a unos 16 km. de San Pedro, y seguir las indicaciones. Es una carretera en no muy buen estado, pero transitable.
La Laguna Cejar se caracteriza por tener una alta salinidad y un efecto gravitatorio que hace flotar en el agua. Y ese es su principal reclamo. Además del propio atractivo de la laguna.
El precio del ticket de entrada es de 15.000 pesos. Caro en comparación con el resto de precios de las otras lagunas. Y es precisamente por la posibilidad de bañarse.
Nosotros no pensábamos bañarnos. La persona que vendía los tickets nos dijo que entonces no merecía la pena entrar y gastarse ese precio. Y que dentro había mucha gente. Vamos, que intentaba convencernos de que no entráramos y, le hicimos caso.
Así que salimos de la desviación a Laguna Cejar y proseguimos en dirección a los Ojos del Salar.
No hay una indicación expresa que indique estas pozas o lagunas. Se sigue por la misma carretera que al inicio y que sigue siendo de ripio.
La misma ruta, sin desvío alguno, pasa por lo que dicen que se llama Los Ojos del Salar.
Son dos pozones de agua verdosa abiertos en mitad del salar. Y dicen que no son de agua salada.
Realmente parecen lo que su nombre indica.
El baño está permitido en una de ellas y se suele hacer para quitarse la sal del baño en Laguna Cejar.
Pero para entrar en ella hay que dan un gran salto ya que no tiene acceso directo al agua. Tampoco se conoce el fondo del agua a que profundidad se encuentra.
La visitamos con total tranquilidad ya que no había casi nadie en los alrededores. Un par de coches si acaso.
A la vuelta sí que había ya más gente, e incluso voluntarios que se estaban animando a tirarse al agua tras un gran salto.
Unos cuatro kilómetros escasos más adelante, en la misma carretera, ya si encontramos la indicación de Laguna Tebinquinche.
La Laguna Tebinquinche es un ecosistema acuático que se encuentra en la parte norte del Salar de Atacama. Al igual que Laguna Cejar y los Ojos del Salar.
Se alimenta principalmente de acuíferos subterráneos salinos que unido a la alta evaporación, dotan a esta superficie de agua de una alta salinidad. Varias veces mayor que la concentración de sal del mar.
Presenta una rica biodiversidad terrestre y acuática adaptada a vivir en ambientes salinos. Existen unos microorganismos adaptados perfectamente que prosperan sin ser molestados por organismos más grandes. Los flamencos, por ejemplo, no se suelen ver por aquí. Pero sí alguna que otra ave de forma ocasional.
Estos microorganismos llamados organismos extremófilos son los que dieron origen a la vida en la Tierra.
En las pasarelas hay paneles que explican todo lo relacionado con ese tema: que son los organismos extremófilos, como se formaron, clases de organismos, importancia de los mismos….
Me quedé con alguna idea de su importancia: son los que crearon la capa de ozono y transformaron el planeta, para permitir a los organismos respirar oxígeno. Que son los fósiles más antiguos del planeta ….
De lo que no tenía ni la más remota idea.
Era bastante interesante.
Además de la gran belleza del lugar.
Esa circunstancia unido a sus espectaculares atardeceres, habían convertido a la laguna en uno de los atractivos turísticos más visitados. El gran flujo de visitantes estaba alterando el ecosistema tan vulnerable.
Se pueden ver por internet muchas fotos de atardeceres en esta laguna en el que la gente aparecía con los pies dentro del agua, ya que hay muy poca profundidad en el agua de la laguna, y la misma era como un gran espejo.
Así que hace unos pocos años se decidió proteger el ecosistema. Para ello construyeron unos senderos en tierra compactada y confinada por unas placas de acero que van recorriendo el lugar y algunos miradores en puntos estratégicos para ver el paisaje y las panorámicas de la laguna. Pero no se puede acceder a los bordes de la laguna.
A las pasarelas de la laguna se puede acceder desde dos lugares. Uno más cercano al centro de información y venta de entradas (2000 pesos) y otro al final del sendero.
Los tours organizados suelen dejar a su gente en uno de los puntos y los recogen en el otro punto.
Con el coche propio tienes que dejarlo aparcado en uno de los puntos, ir al final del sendero (o la mitad), y volver. Los chicos decidieron “sacrificarse” y se fueron con el coche al punto más lejano de las taquillas y nosotras comenzamos a caminar desde ese punto.
El caminar por estos senderos es una auténtica gozada. El aire es limpio y salado. El calor del día está mitigado por la brisa de la tarde. La contemplación del paisaje es constante, así como el disfrute del mismo.
Las planicies de pura sal forman los bordes de una superficie de agua que va cambiando su tonalidad. Ahora la ves de color azul con masas de sal brillantes como diamantes. Ahora adquiere tonalidad verdosa, o blanquecina…
En algunas zonas se aprecia mejor como el viento mueve el agua y el paisaje va cambiando.
Los volcanes de tonos rojizos al fondo parecen difuminados. Quieren verse reflejados en esta superficie salada…, pero hoy no tenemos mucha suerte con eso.
Las furgonetas de las excursiones aún no han llegado. Así que hemos tenido la laguna para nosotros solos.
El atardecer dicen que es una maravilla en esta laguna
No he tenido suerte con los atardeceres en San Pedro. No he podido ver ni uno de ellos.
Pero hoy nos retiramos por razones de peso. Nos hemos levantado a las 4.00 de la madrugada, hemos estado a más de 4.300 metros, no hemos parado casi en todo el día, mañana nos espera otro madrugón y…..... tenemos que devolver el coche.
Cuando nos íbamos era cuando estaban llegando los tours organizados. A la caza de los buenos atardeceres.
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