San Pedro de Atacama se encuentra a 2400 m. sobre el nivel del mar. La mayoría de las atracciones de su alrededor son a gran altitud. Para evitar el llamado “mal de altura” lo más conveniente es ir aclimatándose y dormir unas cuantas noches en San Pedro, a su altitud. Aunque durante la jornada se visiten atracciones a mayor nivel. Ir subiendo de cota en sucesivos días.
Por ello escogimos para el primer día opciones de poca altura.
El Valle de la Luna es una de las principales atracciones a visitar desde San Pedro.
Para no masificar esta atracción han regulado sus visitas, especialmente por la tarde que es cuando más concurrida esta. En el caso de que vayas por libre. Si contratas un tour no hay problema.
Así que si vas con tu propio coche puedes visitar el Valle de la Luna por la mañana y si quieres hacerlo por la tarde tienes que reservar la visita.
Y eso fue lo primero que hicimos. Pasarnos a reservar la visita al Valle de la Luna
Salir de San Pedro dirección Calama por la carretera 23. Y casi enseguida está el desvío para llegar al Valle de la Luna
Hay como un centro de visitantes que cuenta con zona de baños. Esperamos a que llegara el personal de oficina (como a las 10 de la mañana) que fue el que nos tomó nota de nuestra visita por la tarde. Y nos explicó un poco como se desarrollaba la visita, los lugares posibles a visitar y los que no. Había algunos lugares cerrados (por lluvias anteriores) como la Caverna de Sal.

Y desde allí nos fuimos hacia el Valle de la Muerte, por lo que tuvimos que volver hasta la carretera 23 y casi enseguida está el desvío a la entrada en donde se compra el ticket. Hay otra entrada más adelante en esta misma carretera pero solo se suele acceder por esta última para ver los atardeceres o hacer algún treking.
Pero antes de adentrarnos en este valle vamos a situarnos un poco.
En estas cercanías de San Pedro se encuentra la llamada Cordillera de la Sal. Formada hace millones de años desde el fondo de un antiguo lago que fue subiendo por los mismos movimientos que dieron lugar a la formación de la Cordillera de los Andes. Sus formas se fueron moldeando por la acción de la lluvia, el viento y el sol del Desierto de Atacama.
El nombre de Cordillera de la Sal le viene porque sus rocas poseen sulfato de calcio que parece que en su superficie está salpicada de sal.


Tanto el Valle de la Luna como el Valle de la Muerte forman parte de esta Cordillera de la Sal.
Valle de la Muerte, o Valle de Marte.
Por ambos nombres se conoce a este desértico paisaje.
Cerros moldeados y acantilados erosionados, así como dunas de arena es lo que nos encontraremos cuando nos adentramos en este valle a través de un gran cañón por una carretera de ripio que finaliza en un aparcamiento al pie de una gran duna de arena. Desde aquí los coches ya no pueden pasar.
En esta gran duna de unos 100 metros de altura se practica bastante el sandboar, deslizamientos por la arena de la duna en tabla.
Más tarde lo veríamos.


Cuando llegamos no había nadie en la duna. A los pies de la misma hay un sendero que en ascenso lleva hasta la segunda caseta de entrada a este valle.
Pasada la base de la duna y antes de adentrarse en una garganta hay que detenerse porque es un mirador privilegiado. Gran parte del valle de la Muerte con el fondo del pueblo y la Cordillera de los Andes. Unas vistas incomparables.


Hay mucha gente que desde aquí se vuelve al aparcamiento y da por finalizada la visita.
Nosotros proseguimos por medio de una garganta de altas paredes. Al finalizar la misma un sendero a la izquierda nos sube hasta una de las paredes de la garganta en cuya cima hay una caseta con guarda parque.
Desde esta cornisa se vuelve a disfrutar de lindas perspectivas y se puede ver la cornisa de la pared de enfrente de la garganta. Hasta parece que hay como un sendero que discurre por encima de la misma. Le preguntamos al guarda y nos lo confirma. Hasta nos indica por donde se inicia dicho camino.

Este mirador lo suele utilizar bastante la gente para ver la puesta de sol porque acostumbra a tener menos afluencia que sus homónimos en la Duna Mayor del Valle de la Luna o el mirador de la Piedra del Coyote.
Bajamos a la quebrada y cruzamos la barrera que impide el paso de los coches para encontrarnos con el sendero que sube a la cornisa del acantilado de la garganta.
Allí arriba seguimos caminando con la panorámica de frente de las altas montañas como el Licancabur y compañía. Debajo el propio valle a nuestros pies.

El nombre de Valle de la Muerte es porque es un terreno tan yermo que no tiene vida posible.
Pero no es del todo cierto. Algunas pequeñas flores consiguen sobrevivir.

El sendero finaliza en la cima de la duna de arena que es utilizada para practicar el sandboarding, Ya parece que ha llegado algún grupo a realizar esta actividad.
Y ahora hay que bajar toda la duna. La pendiente es tremenda y de primeras impresiona bastante- Me da la sensación de que voy a salir rodando.


Los compañeros bajan todo recto hacia abajo pero yo prefiero seguir por encima de la línea superior de la duna. Me da como más confianza. Y cuando ya me voy acostumbrando al tacto temblón de la arena bajo mis botas comienzo a bajar en zigzag. Es super divertido y con gran sensación de descarga de adrenalina. No me extraña que hagan estas actividades sobre la arena.
Luego vino la segunda parte. El quitarse toda la cantidad de arena que se había metido en las botas y calcetines.
No contabilice el tiempo que utilizamos en esta actividad. Entre el caminar y bajar por la duna,… nos llevaría como unas dos horas.
Volvimos de nuevo a la carretera 23 que va hacia Calama. Pero estuvimos poco rato en ella.
Como a los 14 km. en esta carretera, desde San Pedro, hay un desvío a la izquierda, a la carretera B241, que durante 43 km. por carretera de ripio nos llevará a las
LAGUNAS ESCONDIDAS DE BALTINACHE.
Es una carretera de ripio difícil, con muchos peñascos sueltos y esas ondas que llaman calamina. Hace falta un coche algo más especial o fuerte. Nuestro Toyota Rav4 los recorrió perfectamente.
La carretera discurre por lo que llaman los Llanos de la Paciencia. Un desierto estéril que se encuentra flanqueado por la Cordillera de la Sal y la Cordillera de Domeyco.
Un desierto estéril que quiere mostrar un cierto colorido. Han tenido unos meses anteriores con algo de lluvia y eso explica que algunas plantas aún perduren. Nos hace imaginar vagamente como de bonito tiene que ser el fenómeno que llaman “ desierto florido”-

Se hace largo el recorrido. Y justo cuando ya estás perdiendo la paciencia en los Llanos de la Paciencia (a lo mejor lo llaman así por eso mismo), comienzas a ver como unos claros blanquecinos entre el marrón grisáceo de la aridez extrema, las Lagunas Escondidas de Baltinache.

El desierto nos enseña uno de sus mejores secretos. A nosotros que nos hemos atrevido a adentrarnos en esta inmensidad.
Claro está que ya en los alrededores de San Pedro cada vez hay menos secretos que los numerosos tours operadores no hayan averiguado. Luego lo comprobaríamos.
Pero de primeras estas siete pequeñas lagunas de color turquesa increíble se nos ofrecieron a la vista con poquísima gente.
Hay una pequeña caseta de Conaf en la que hay que pagar la correspondiente entrada (creo recordar que 5000). y al lado unos baños que pueden ser utilizados para quitarse la sal si se ha decidido bañarse.
Porque hay dos de estas siete lagunas en las que se puede nadar, la primera y la última. Más que nadar, flotar. Porque es tanta la sal que tienen que solo se puede hacer eso, flotar y relajarse.
Las otras cinco lagunas están protegidas y no se puede acceder hasta ellas. Para que sigan ofreciendo su belleza y misterio.
Las siete lagunas son diferentes, de distintos tamaños, transparencias y colores.



Son lagunas cuya profundidad variará dependiendo del nivel de agua que tengan, y su superficie es
por ello también cambiante. La coloración va desde el blanco y transparente hasta el turquesa más bonito.
Están rodeadas por costras de blanquísima sal. Incluso el agua junto a esta sal parece hielo en algunas zonas. Y dan ganas de tocarlas, de aproximarse al agua…..


Pero no.
Hay un sendero por el que hay que caminar para poderlas ver. A tramos incluso pasarelas, cuando van por encima de las costras de sal o del agua. Para no dañarlas.

Se llega hasta la última laguneta que es donde está permitido bañarse. Y aquí ya puedes tocar el agua y comprobar su textura de agua salada.

Y luego se ha de volver por el mismo camino.
El agua está muy fría…. Yo solo metí los pies. Y se te queda todo el cuerpo sumergido cubierto de sal. Aconsejan no permanecer dentro del agua más de 30 minutos.
Junto a la primera laguna, apta también para el baño, hay una zona de mesas para montarte un picnic.
Pero resulta que las tienen todas "guardadas" varias excursiones de tours que han ido llegando detrás nuestra.
En el camino de vuelta de las lagunas pudimos ver a mucha gente que estaba llegando. Muchos de ellos ataviados con un albornoz rojo y un paraguas rojo. Un tour exclusivo de una empresa que no recuerdo el nombre. Lo llevaban grabado en el albornoz rojo.
Mientras los visitantes se bañan y contemplan las lagunas el personal de la empresa se dedica a prepararles una comida que sirven en estas mesas. Pero no se contentan con ocupar la mesa en que la luego comerán los componentes del tour sino que ocupan otras mesas con sus bártulos y cestas de la comida.
Fue algo indignante. Porque la gente no estaba allí comiendo y porque estas empresas no tienen la exclusiva para acaparar todo el espacio.
Una de ellas así lo comprendió y nos dejó una mesa apartada que también estaban ocupando. Y pudimos tomarnos el bocadillo, junto con la cerveza fresca de la nevera. Era lo único que queríamos y tardamos muy poco.
Luego nos quejamos al guarda parque. Pero para lo que serviría….
Así que es mejor ir a estas lagunas por la mañana temprano. Antes de que lleguen estas excursiones que creen tener todos los derechos.
De vuelta y de camino al Valle de la Luna nos detuvimos en el Mirador de Kari o la Piedra del Coyote.
Es un lugar muy famoso en Atacama. Y muy solicitado para las puestas de sol.
Es como un balcón que da a la quebrada de Kari, de ahí su nombre. También se le conoce por la Piedra del Coyote. Es una piedra saliente que va de voladizo sobre la quebrada y donde antes la gente solía hacerse fotos al borde de la piedra y al borde del precipicio.
Ahora se encuentra acordonada porque al parecer está resquebrajada y es un peligro.
Desde este mirador se tiene una de las vistas más bonitas del Valle de la Luna. A vista de pájaro se ven los pliegues, repliegues, cárcavas, arenas, rocas…



Monocromía de colores ocres como salpicados de azúcar glas. Son las sales que parecen esparcidas sobre la superficie y brillan con el sol.
Este mirador forma parte del Valle de la Luna y vale la misma entrada.
A las 15:00 horas estábamos cruzando la entrada a la carretera que lleva por todo el Valle de la Luna, al lado de las oficinas en las que, en la mañana, habíamos reservado precisamente esta hora.
El Valle de la Luna es uno de los lugares más visitados desde San Pedro de Atacama. Las diferentes excursiones que salen de San Pedro comienzan a llegar a partir de las 16.00 h. o algo más tarde. Así que entrando a esta hora hay un cierto margen para ir viendo algunos de los puntos sin el tumulto de la mucha gente.
Como ya comente, este valle se encuentra también integrado en la Cordillera de la Sal, como el Valle de Marte.
Es relativamente pequeño, situado a 2624 metros sobre el nivel del mar, y se encuentra rodeado por impresionantes acantilados con crestas dentadas, colinas, formaciones rocosas, quebradas…, con alto contenido salino y capas de clorato, calcio, arcilla, borato… Su impresionante geografía dicen que recuerda a la superficie de la Luna. Por eso lo llaman Valle de la Luna.
Fue declarado Santuario de la Naturaleza y es parte de la Reserva Nacional de los Flamencos.


En seis kilómetros de carretera buena se disponen los distintos hitos o puntos de interés. Los mismos seis kilómetros que hay que recorrer de vuelta.
El primer hito relevante y el más cercano a la barrera de entrada es la Caverna de Sal en la que hay que entrar con linterna y caminar por un circuito viendo quebradas, túneles,…
No pudimos entrar porque las lluvias de la temporada anterior habían dañado el circuito y aún no lo había arreglado y por ello estaba cerrado su acceso.
Después vienen otros puntos como la Duna Mayor, el Anfiteatro, la Mina Victoria, el Mirador de Achaches, las Tres Marías…
Decidimos comenzar por el final para retrasar en algo el momento de encuentro con las grandes y masivas excursiones.´
El Punto más lejano es el de Las Tres Marías. De camino no pudimos evitar pararnos en un punto intermedio de la carretera en el que se ve el Anfiteatro.
La carretera atraviesa una zona de llanura y se encuentra rodeada de grandiosas formas rocosas entre las que sobresale la formación que denominan Anfiteatro. Es como una gran muralla vertical de forma irregular y tonalidades rojizas.


Las miradas hacia el Anfiteatro son premiadas pero también lo son si miras en la dirección que has venido. Los rompimientos caprichosos de las rocas y su cromatismo salpicado de la blanca sal hacen esas “miradas” especiales.

Las Tres Marías no es otra cosa que una llamativa formación rocosa formada por tres peñascos que se alzan sobre una base en la que abundan las cristalizaciones. Han sido formadas por la erosión de siglos del viento y la sal.
Una de ellas está cortada por la acción de un turista que se subió y la partió. Por eso ahora está acordonada.
También reciben el nombre de “Los Vigilantes”.

Va en percepciones. Hay quién ve en estas rocas a tres Marías orando desde la tierra reseca hacia el cielo azul y otros ven a los observadores o vigilantes de tan estériles territorios.
Casi dos kilómetros de llanura blanca separan este punto del siguiente.
Mina de Sal Victoria
Fue una zona activa de explotación de sal llevada a cabo por varias empresas. Aún hoy se pueden ver vestigios de una de las explotaciones. Alguna construcción en ruinas, máquinas oxidadas, el agujero de entrada a una de las minas….

Y grandes cristalizaciones de sal. Algunos bloques de cristal de pura sal aún resisten a la erosión del viento


Todo ello se puede apreciar en un recorrido a pie que no llega al kilómetro de distancia. Desde la carretera hay dos entradas a la mina y entre ambas discurre el mencionado sendero que se encuentra bien demarcado.
Muy poco después hay otro aparcamiento que da acceso al Mirador de Achaches
Pero para llegar al mismo hay que subir un sendero arenoso en pendiente. Unos 20 o 25 minutos de ascenso. Pero merece mucho la pena subir hasta el mirador. Es unos de los puntos mejores del recorrido. Y con mucha menos gente.


Se ve una de las partes más bonitas del Valle de la Luna. La Gran Duna queda a tus pies, así como el Anfiteatro, las otras colinas, las quebradas entre ellas, la cuenca que se extiende como un manto blanco ….
Los rayos de la tarde ya van dejando su impronta. El Anfiteatro se torna más rojizo, las superficies de sal son más brillantes y los claroscuros se perfilan de una forma especial.



Es el punto más alto del Valle de la Luna. Y desde esta pequeña atalaya te haces una idea más amplia de la magia que encierra este lugar, alcanzas a ver muchas de las maravillas que se ocultan a los caminos.

A este mirador últimamente también está llegando bastante gente. Vimos varias excursiones guiadas que subían hasta el mirador y proseguían por la cima afilada que continuaba a no sé dónde. Posiblemente hasta la Duna Mayor.
Hubiera querido seguirlos pero ya habíamos perdido tiempo en el recorrido anterior de la mina. De una forma tonta, ya que este recorrido era mucho más atractivo.
El caso es que se lo pregunté hasta dónde llegaba el sendero de la cresta a uno de los chicos que llevaba un grupo, pero me contestó de mala forma indicándome que contratara el tour y me enteraría.
Los que vamos por libre no siempre levantamos simpatías en algunas excursiones desde San Pedro. Al menos yo me llevé esa impresión.
Aunque hubo algunas simpáticas excepciones.
Duna Mayor
Es el punto con más fama y donde más gente se concentra. Si hasta aquí habíamos estado con muy poca gente, ya no fue posible seguir evitando la muchedumbre. Muchos tours se concentran en este punto por sus bonitas vistas y para ver el atardecer, ya que es uno de los encantos del lugar.
Desde el aparcamiento de la gran Duna hay un recorrido en sendero arenoso de unos treinta minutos o así.
Al final hay una bifurcación de caminos. Uno va a la cima de la duna bordeando el precipicio que da al valle. La gran cuenca blanca y el Anfiteatro al fondo.


Y, sobre todo, la vista de la forma serpenteante y pura de la arena de esta llamada Duna Mayor. Su formación se ha debido al viento que ha trasladado partículas de todo el valle, se han acumulado y han formado como una muralla de arena que parece fija. Pero su extenso manto puede ser también muy frágil. Con que solo se desplace por ella una piedra… va dejando su rastro.

El otro camino se adentra por una quebrada y tiene unas vistas preciosas de la Cordillera de la Sal, los volcanes que rodean a San Pedro y de otras cuencas del Valle de la Luna.
Nosotros no nos quedamos a ver el atardecer.
Y eso que había programado la visita al Valle de la Luna para la tarde con ese objetivo. Pero el resto del grupo ya se había desinflado y no les apetecía quedarse a ver la puesta de sol. Y tampoco quisieron que fuéramos a verla al Mirador de Kari.
Así que me quedé sin ver mi tan ansiado atardecer. De haberlo sabido la visita se hubiera hecho por la mañana, con menos gente y con una entrada más barata.
Pero bueno. Las luces de la tarde reflejadas en este lindo paisaje ya lo valieron.
Por la noche nos dimos paseos por las animadas calles de San Pedro y terminamos cenando en La Estaka. No sin esfuerzo. Parecía tarea imposible, pero finalmente tuvimos suerte y conseguimos una mesa.
Todos los bares y restaurantes de San Pedro estaban a tope.
Un lugar muy recomendable. Ambiente muy agradable y comida muy buena.