Las cataratas de Montmorency son un imponente salto de agua de 83 metros de altura que se precipita al vacío sobre el río San Lorenzo. Son 30 metros más altas que las del Niágara.
La cascada está situada en la desembocadura de río Montmorency sobre el río San Lorenzo, justo al frente de la isla de Orleans.

El Parc de la Chute-Montmorency está situado a 13 km del centro de Quebec.
Fue llamada así por Samuel de Champlain, en honor a Enrique II de Montmorency, virrey de la Nouvelle-France de 1620 a 1625.
En realidad no hay una cascada sino tres. Las dos más pequeñas no se muestran nunca, pero existen. La primera es la cascada del velo de la novia (le Voile de la Mariée) –como comúnmente la llaman los habitantes del sector de Montmorency y como se indica en los letreros de señalización del parque–; sin embargo, la Comisión de Topónimos de Quebec no reconoce esta cascada. La otra es una pequeña cascada que no tiene nombre. Por último, la cascada Montmorency, que también se conoce como el Gran Salto, es la importante y la que se ve de verdad.
Lo normal ha sido siempre que te dejen en el aparcamiento de abajo y que los que quieran suban en el teleférico y luego bajen por las empinadas escaleras (487 escalones que muy fácilmente pueden estar mojados). Las escaleras tienen varios puntos de observación.

Pues en nuestro caso, pese a lo que yo creía, no fue así. Resulta que el guía decidió que lo mejor era parar arriba, atravesar el alto puente sobre las cataratas y bajar por la escalera. Cuando preguntó quién no se veía capaz de hacerlo, solo yo levanté la mano.
Me dijo Carl que bajara hasta el aparcamiento con el conductor pero luego cambió de opinión y me dijo que bajara 15 minutos para ver el paisaje, que Joe ya estaba avisado y que me esperaba. Así lo hice. Baje, fui un rato con todos y cuando volví a los cinco minutos el bus no estaba. Miré por todos lados. Nada.
Corriendo fui a buscar al guía antes de que cruzara el puente. No le encontré. A los que vi (Javi incluido) les dije que el conductor no estaba. Algunos me contestaron que seguro que estaba por allí... Pues no. Esperé una hora (el tiempo que debíamos pasar en el recinto) o algo más y ni rastro. Resultó que no se habían entendido entre ellos y que se había marchado. Volvieron a buscarme, claro, pero el mal rato me lo llevé. Y sin poder bajar (ni pasaría el puente ni cogería el teleférico). Eso sí, vi perfectamente los jardines y la Mansión Montmorency, que alberga un café y restaurante con vista a las cataratas y una tienda de souvenirs. Aunque la construcción original fue destruida en 1993 por un incendio, la nueva conserva su esencia.
La entrada era gratis pero ya no lo es. En Internet dan algunas ideas alternativas para entrar sin pagar (aunque no sé si siguen vigentes).
También hay vías ferratas y una tirolina.
Antes de llegar a las cataratas hicimos una parada en una zona donde había algunos establecimientos para comer algo. Nosotros nos decantamos por un local thailandés que hacía comida al wok. Cogimos un plato de pollo con un rebozado ligero y sésamo, acompañado de salsa, verduras y arroz y otro de ternera, también rebozada, con una salsa de naranja y arroz. De postre cogimos un pastelito que resultó estar bastante bueno. No es caro.